 
No te hago falta, dices,
y yo sonrío,. porque tus palabras se desgarran como hojas secas al viento, frágiles, huecas, sin raíz,
sin el peso de quien ama.
No te hago falta, pero mis noches llevan tu nombre, y tus días, aunque lo niegues, se manchan con la sombra de mi risa.
¿Acaso no es mi ausencia
la que arde como brasas bajo tu piel?
No te hago falta, pero ahí estás,
recordándome en las canciones
que juraste no volver a escuchar.
En los aromas que pasan fugaces
y te devuelven a mis brazos
sin quererlo, sin buscarlo.
No te hago falta, y aun así, me buscas en otros labios,
en caricias ajenas que no saben a mí.
Te aferras a cuerpos sin alma,
intentando llenar el vacío
que mi partida dejó en tu pecho.
Dices que no te hago falta,
pero la verdad grita
desde el eco de tus silencios.
Tus manos tiemblan al sostener
los recuerdos que no quieres dejar, y tus ojos se pierden
en paisajes donde siempre estuvimos tú y yo.
No te hago falta, y sin embargo,
tus noches son largas,
tu cama, fría, tu corazón, un desiertoque clama por la lluvia de mi amor.
Pero está bien, amor mío, sigue diciéndolo.
Llena el aire con tus mentiras,
con esa máscara de orgullo
que tarde o temprano caerá.
Porque yo sé, y tú sabes,
que aunque me digas lo contrario,
te hago más falta de lo que estás dispuesta a admitir.
Cesar Pinto Muñoz
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