“Hay encuentros tan sublimes…
que por un momento piensas que no fue real.”
(Amante de las Letras).
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Y subí a la montaña,
Para olvidarme de todo,
Para admirar el paisaje,
Para llenar mis pulmones de oxígeno.
Pero sin esperarlo…
Vi un hermoso atardecer en sus ojos…
Tan delicada como el viento que soplaba,
Tan frágil como las flores
que crecían en el pasto.
Ahí en lo más alto de la montaña…
Estaba ella…
Su pelo caía en su cuerpo... cómo cascada…
Tan solo ocultando sus encantos…
Tan hermosa se miraba ella…
Tan dulce y delicada…
Y qué decir de su aroma…
Como las mismas gardenias.
Y en el silencio de la montaña…
Quedé cautivado…
Su risa era como la del ruiseñor,
Sus labios tan antojables como la misma miel,
Y sus pechos se erigían…
Como dos valles de ensueño
por su perfecta simetría.
Y me fui acercando…
Y ella me fue invitando…
Con su sonrisa,
Con su mirada…
Mire su fuente divina,
Su manantial…
Y era tanta mi sed…
Que ella me dio de beber de ella…
Y fue maravilloso,
Fue tocar el cielo ahí mismo…
Fue alcanzar el éxtasis más puro…
Y juntos como enredaderas nos unimos…
El murmullo de nuestra entrega…
Fue como el sonido que hacen los mismos pinos…
Cuando son mecidos por el aire,
Hasta empaparnos como el rocío de la noche.
Cuando desperté…
Ya no estaba ella…
Ya no estaba mi musa de la montaña…
Tan solo una leve caricia sentí
al bajar de la montaña.
El Eterno Enamorado.
Rei&A (Abril 28, 2025).