como rige su mundo fastuoso.
No percibiste el clima borrascoso
gestándose a lo lejos, ni el invierno
del hielo inevitable, ni el infierno
de tortura interior, tan soledoso.
Ni el bolero acunándote el oído,
ni el soneto activando tu libido,
ni la ilusión durmiéndote la mente,
te hablaron la verdad, serena y cruda.