
Si fuera otoño...
Y si fuera el otoño, bienvenido,
a esté espacio que es tuyo donde
caen las hojas con su propia
historia.
Donde cada día es razón y
motivos de palpitar.
Bienvenido otoño, estoy sin
miedos, amando sin dilemas
y es lindo saber que respiro
con el viento como amigo
puedo llenarme de recuerdos
que alimentan la memoria.
De mis hojas caídas,
el tiempo hizo otra piel,
otros sueños, otras ganas de vivir,
deseando sin prejuicios banales
miedo en la opulencia,
de historias vividas.
Días en que toca ser habitualidad
sin perder la voz divina.
Sabía que no sería fácil,
la piel se marchita, reclamando
experiencias de tiempo y vida,
nuevos surcos aparecen, dando fe
de todo el sendero recorrido,
haciendo pesada las mañanas
atiborradas de habitualidad.
Siempre inmarcesible el alma,
que trasciende en la eternidad,
no hay tiempo que la marchite
ni recuerdo que no ilumine.
Si es por amarte, que la aurora
me encuentre atada a ti sin prisas
en nuestro sueño, recibiendo con
sonrisas cada tiempo nuestro
y en completa desnudez de apuros y dilemas,
sorteando abismos que la vida otorga.
Ofrendo en el altar de la vida,
lo que haya que ofrendar,
sólo por vivir éste tiempo eterno,
sólo por ser tuya sin miedos,
convencidos que es real,
que es destino indudable
y que elegidos somos.
Y si fuera mi otoño,
éste que despierta venturoso
del letargo los sentidos, si fuera
el amor llamando cargado de dichas
y desdichas, donde vivimos
y morimos un poco en cada respiro,
celebrando la bonanza del destino.
Sin tiempos gastados.
Sin convivencias consumidas
por la deshumanizadas, con tanta
frialdad normalizada.
Sin promesas que son cargas
cuando hablas sin pensar.
Otoño, otoño mío,
fortaleza en mi concurrida soledad.
Habitualidad.
Inefable lo vivido.
Si fueras tú,
viajero de mil cuentos
listo para florecer en mi tierra
entre valles y hondonadas,
lo vivido en el alma
y el recuerdo en la piel.
Otoño, bienvenido...
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Diana Portillo Azul



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