Bajo el enigmático manto de la luz divina de la luna
se encuentran las luciérnagas encendidas
de unos ojos buscándose entre sus destellos,
para amarse dos eternos enamorados a su antojo.
Palpitando dos corazones al ritmo de la música
que hacía el silencio de la noche bajo la mirada tenue
de la luna, se amaban con desespero dos almas en celo.
La noche era quieta, el viento era cálido,
dos cuerpos se fundieron en uno solo,
su lenguaje de amor eran etéreos susurros de besos
y caricias que suavemente por la piel se deslizaban.
Y eramos tú y yo embrutecidos de felicidad,
encerrados sin querer huir en la hermosa cárcel
de la oscura noche, cobijándonos el destello azul
de la luna, luciendo sus cabellos de plata.
Allí en el mágico manto del firmamento quedó
el lenguaje callado de besos y caricias
de dos enamorados que se harán eternos.