Me permite usted decirle lo que implora mi corazón
lo haré como hombre y también como poeta
donde mi pluma admira los espacios de su cuerpo
en cada letra y en cada palabra.
Sus dedos me indican el camino que debo seguir
en mis instintos perversos, sabe usted cómo seducir
el caudal de mis venas, es una experta en el arte de amar
y de sus labios la humedad de la pasión
me altera y me enloquece.
¡Mire usted como tiemblo y el sudor de mi pecho!
¡Quiero ser un jinete para domar su cintura!
Y en el paisaje de su espalda cabalgar
como lo desean sus ganas y beber el manantial bendito
que fluye de su cascada sublime
en la melodía de sus gemidos.
¡Es usted el complemento divino de mi alma!
Mi pluma libera su inspiración en el motor
de sus sueños y en mis alas su vuelo le pertenece.
¡Es usted el cielo de la fuerza de mis brazos!
Y sus senos el timón en el que anclan mis suspiros.
¡Es usted el huracán y en la tormenta de su vientre
encuentro la gloria!
Mi señora soy poeta por usted
y para siempre su hombre en los designios del destino.