Eres la mujer de cielo azul;
la que llena la copa viendo el mar sin parpadear;
llenas la copa y la dejas fermentar…
Tus pasos son como las olas de aquel mar,
que llega y se va;
se va con el mito de ser la mujer que sabe amar;
amas en él preludió de labios invernales.
Tus raíces están entre el cielo y el mar;
eres de la tierra de la mujer ancestral.
Tu túnica es el recordatorio de dónde vienes
y para donde vas.
Fuiste hecha de espiga.
Han comido de tus manos.
Regalas sonrisas al céfiro escaso de tu ciudad;
eres entre la luna y el sol;
también eres tempestad.
Aún guardas la doncella que un día fuiste.
Tú eres a quien la primavera visita, primero…
Mis letras se fugaron al mencionar quién eres.
¡No importa!,
regresarán como regresan los navíos
a puertos con ansias de amar.
Mujer de cielo azul y de túnica imperial,
¡dime!,
¿tú eres la amanecida?,
aquella quien a la madrugada le hace justicia
y con besos despiertas al hombre de sus días.
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