Amigo, vamos a abordar un tren. Desde la ventanilla miraremos a los lobos cercándole a la luna, y a la lluvia apagando al firmamento. Tomaremos un break en la campiña donde grazna al Señor, un triste cuervo. Lloverá y volveremos a subir. Me habré marchado de tu abrazo lejos. Sin darme cuenta de que te has quedado debajo del ciprés que arquea al viento, te contaré las cosas que he callado, y te diré en la boca que te quiero. El tren habrá parado en la comparsa que de esquina en esquina va hasta el puerto. Después de un rato pitará, y entonces me iré con él para pasar de lejos.
Delfina Acosta
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