Mario recibió un loro por su cumpleaños; ya era un loro adulto, con una muy
>mala actitud y vocabulario. Cada palabra que decía estaba adornada por
>alguna palabrota, así como siempre de muy mal genio.
>Mario trató desde el primer día de corregir la actitud del loro, diciéndole
>palabras bondadosas y con mucha educación, le ponía música suave y siempre
>lo trataba con mucho cariño.
>Llegó un día en que Mario perdió la paciencia y gritó al loro, el cual se
>puso más grosero aún, hasta que en un momento de desesperación, Mario puso
>al loro en el congelador.
>Por un par de minutos aún pudo escuchar los gritos del loro y el revuelo que
>causaba en el compartimiento, hasta que de pronto todo fue silencio.
>Luego de un rato, Mario arrepentido y temeroso de haber matado al loro,
>rápidamente abrió la puerta del congelador. El loro salió y con mucha calma
>dio un paso al hombro de Mario y dijo:
>Siento mucho haberte ofendido con mi lenguaje e y actitud, te pido me
>disculpes y te prometo que en el futuro vigilaré mucho mi comportamiento.
>Mario estaba muy sorprendido del tremendo cambio en la actitud del loro y
>estaba a punto de preguntarle qué es lo que lo había hecho cambiar de esa
>manera, cuando el loro continuó:
>¿Te puedo preguntar una cosa? ¿Qué fue lo que hizo el pollo?