Un niño prostituido puede ser única opción de renta en América Latina
Lídice Valenzuela
América Latina es una región empobrecida, y cada vez más, debido a las políticas económicas de corte neoliberal establecidas en las últimas décadas, lo cual causa el evidente empeoramiento de los niveles de vida de la población. Tal situación empuja a niñas y niñas a ingresar, aún en contra de su voluntad, al llamado mercado del sexo.
Entre los grupos sociales más vulnerables a los males engendrados por la pobreza están las niñas y los niños, que han debido dejar los sueños de las edades tempranas.
Esta situación es nueva para algunas naciones, pero igual de dramática, como ocurre en Argentina, una próspera nación hace apenas dos décadas y ahora con infantes que han muerto de hambre en la provincia de Tucumán.
En ese ambiente de pobreza, las redes de prostitución nacionales e internacionales encuentran facilidades para captar a los más pequeños: mienten y prometen mejores condiciones de vida y, cuando ya los controlan los obligan, en régimen de esclavitud, a la práctica del sexo por dinero.
Expertos consideran que la explotación sexual de los niños constituye una forma severa de maltrato
infantil, que se presenta tanto en la zona urbana como rural.
Son 11 millones de menores en el Planeta los que se dedican a esta actividad, y de ellos América Latina aporta una cifra considerable. Denominador común es que el fenómeno se observa con mayor frecuencia en las familias de estratos más pobres.
Especialistas entienden que la prostitución está relacionada con las precarias condiciones de vida de las familias, descomposición de esta y búsqueda de mecanismos de sobrevivencia. A ello se unen factores psicoafectivos.
Violencia en el hogar, abuso sexual por parte de parientes, crianza a través de terceros, abandono,
maltrato físico, verbal y psicológico inducen también a ofrecer a las niñas, niños y adolescentes para el ejercicio de la prostitución a fin de obtener recursos económicos de forma rápida y con ello satisfacer algunas necesidades básicas u otros bienes materiales.
En otros casos los pequeños cuya franja etárea va desde los cinco hasta los 18 años son víctimas de redes de proxenetas que en algunos casos hasta los secuestran hacia otros países en régimen de sometimiento, del cual difícilmente pueden escapar.
Investigaciones determinan que México es uno de los principales centros de operación de las redes
internacionales de promoción de la prostitución y la pornografía infantil. Esa lacra se ha duplicado en territorio mexicano en los tres últimos años, y se estima que cerca de 30 mil niñas y niños están
involucrados en ese mecanismo para subsistir o escapar a la violencia doméstica o el maltrato en su medio familiar, según denunció la investigadora Elena Azaola en su libro "Infancia robada".
Azaola, quien hizo el estudio para el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de México y UNICEF, precisó que en el puerto de Acapulco hay unos 500 establecimientos donde más de mil niñas y niños ofrecen sus servicios sexuales a norteamericanos y canadienses, fundamentalmente.
Las investigaciones de UNICEF en Argentina indican un aumento en las cifras de prostitución infantil y adolescente.
Aunque la organización reconoció las dificultades para conciliar datos cuantitativos, concluyó el crecimiento de los llamados "circuitos de la prostitución" es significativo. De casos aislados se convirtió en una actividad numéricamente importante.
La utilización de niños y jóvenes en la producción de material pornográfico y turismo sexual, el
homosexualismo y el trasvestismo con propósitos mercantiles es un fenómeno ahora conocido en
Argentina, puntualizó.
En Brasil existen dos millones de infantes que venden sus cuerpos (algunos a la edad de 7 años).
En Venezuela son 40 mil, informó un estudio de la organización no gubernamental "Cáritas", divulgado en la ciudad italiana de Milán.
Las enormes ciudades de América Latina, apuntó, crecen de manera desproporcionada creando cinturones de miseria. Para las familias pobres, un niño, planteó, puede convertirse en la única renta. El 65 por ciento de las prostitutas en Asunción, capital de Paraguay, son menores de 20 años y proceden de familias numerosas. El 50 por ciento de ellas carece de la figura paterna, expresan artículos publicados en los diarios ABC Color y Última hora.
Ambos rotativos indican que casi todas comenzaron a trabajar entre los 10 y 14 años en el servicio
doméstico. Son 11 mil 494 niñas que ejercen esa labor.
Muchas son explotadas sexualmente por los patronos y sus hijos. Una buena parte de ella labora a cambio de alimentos y costos de estudio y jamás ven el dinero.
Los diarios plantearon que, según encuestas, el ciento por ciento de las menores rescatadas de los
prostíbulos que no aparecen registradas como tales en las municipalidades padece enfermedades venéreas y el 90 por ciento está desprotegida contra el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Tienen entre 16 y 20 años y el 80 por ciento procede del interior del país.
Para Beatriz Romero, de la Oficina de la Mujer de la Municipalidad de Asunción, el incremento de la
prostitución callejera es entendible.
"Las menores son expulsadas de sus hogares a raíz de la crisis económica, no sólo en Asunción sino también en el campo. La gente migra a la ciudad, viene, pero no encuentra trabajo ni mejores
condiciones de vida".
La Oficina de Derechos Humanos de la Iglesia de Guatemala denunció "la existencia de una red de
prostitución infantil que opera desde Panamá hasta la frontera con México".
También organizaciones no gubernamentales, como Casa Alianza observó y así lo expresó de manera pública un aumento en el tráfico de niñas adolescentes desde Nicaragua, Honduras y El Salvador a Guatemala.
Traficantes guatemaltecos, planteó, fueron arrestados en Colombia "por el acarreo de chicas de esa nación hacia el país centroamericano.
También existe preocupación sobre el tráfico de adolescentes de entre 14 y 16 años de Centroamérica hacia Estados Unidos y Europa".
Desde 1989, la Convención Mundial sobre la supervivencia, la protección y el desarrollo del niño
lo concibe "como un sujeto pleno de derechos y las políticas sobre la infancia buscan protegerles y
garantizarles su bienestar".
Aunque los gobiernos oficialmente crean mecanismos y políticas nacionales para paliar la difícil situación de los menores, la realidad de América Latina impone sus dramáticas condiciones a la infancia. Poco se ha podido hacer, hasta ahora, para cambiar estas inaceptables reglas de juego.
Fuente: http://www.cubasocialista.com