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General: Camilo Guevara
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De: Gran Papiyo  (Mensaje original) Enviado: 10/02/2003 23:15

ENTREVISTA EXCLUSIVA A CAMILO GUEVARA

“Ya soy más viejo que mi padre cuando murió. Y si no pasa nada irregular, toco madera, quizás llegue a contarle algo a mis nietos. Tengo dos hijos: un varón de 10 años muy inteligente, como todos los hijos, y una hembra de casi 3, con todo el Caribe adentro y un poco más.”.

Desde su casa en La Habana, Camilo Guevara March suelta palabras rompiendo una reserva que ha sido estricta durante años. Cubano de pura cepa, es el tercer hijo del Che, tiene 40 años-uno más que su padre cuando murió-y está casado con Suilén Milanés, hija de Pablo. Ernesto Guevara  tuvo cinco hijos. La primera, Hildita, fruto de su primer matrimonio con la peruana Hilda Gadea, murió de cáncer a los 39 años. La madre de los demás fue Aleida March, compañera de combate del Che en la última etapa de la revolución. En 1960 nació Aleidita y le siguieron Camilo, Celia y Ernestico. Para Camilo, el Che es un recuerdo difuso, movedizo, reconstruido muchas veces por terceros. Fue Aleida quien avivó su imagen incansablemente, completando las escenas que asomaban, cada tanto, desde la oscura memoria de la infancia. Cuenta que él y sus hermanos sienten una profunda admiración por ella y que le agradecen el haberles fomentado el vivir sus propias vidas, más allá de los genes y el apellido.

-¿Qué puede contarnos de la relación del Che con Aleida?

-Mis padres se conocieron en la insurrección. Ella era fundadora del Movimiento 26 de Julio y conoció al Che cuando intentaba lograr unidad entre las diferentes fuerzas que combatían la tiranía. La disciplina impedía a los hombres de la tropa flirtear con las compañeras y mi padre, acostumbrado a educar con el ejemplo, era el primero en cumplir las normas. Pero bueno... Aunque uno no crea en el destino, lo cierto es que allí apareció Aleida, una joven bonita, inteligente, valiente. Por voluntad del Che ella participó en la ofensiva para tomar Santa Clara. Cuando estaban entrando a la ciudad, un tanto distraídos, los avistó una tanqueta y comenzó a dispararles. En la confusión, el Che se quedó solo y ella corrió junto a él para servirle de guía. Él después le confesó que en ese momento supo que la quería.

-¿Ella sintió lo mismo?

-No. Allí donde creyó ver un acto de amor supremo, el amor del Che nació sin ser correspondido. Mi madre era seis años menor, lo veía mucho más viejo y el respeto y la admiración nublaban cualquier otro sentimiento. Fue después del triunfo, en esos primeros días de la revolución, cuando el Che cruzó desnudo las puertas de un cuarto y mi madre le correspondió hasta el último día de su existencia.

-¿Cómo vivió ella la muerte del Che?

-Nosotros hemos sido testigos de su dolor. Él fue su maestro, su primer amante y su compañero de lucha. Ella quiso seguirlo pero él le pidió paciencia; le dijo que en algún momento menos peligroso la mandaría a buscar. Además, ¿quién cuidaría de los niños? Se amaron clandestinamente antes de que él se fuera al Congo y a su regreso. Ella le regaló un pañuelo para la buena suerte y él le dejó una cinta grabada con poesías que él amaba. Esos versos fueron su adiós y ella los guarda como un tesoro.

El Che y su familia vivían en La Habana, en una casa amplia, cerca de la Plaza de la Revolución. Allí funciona actualmente el Centro de Estudios del Che, un proyecto impulsado por Camilo cuyo objetivo “es dar a conocer la obra y el pensamiento del Che y materializar sus ideas más creativas”, explica.  Los cuatro hijos del guerrillero argentino son profesionales: Aleidita es médica pediatra; Camilo y Ernesto, abogados; y Celia, veterinaria. Si el Che viviera, sumaría hoy la alegría de diez nietos y dos bisnietos, muchos de los cuales repiten sus rasgos con fidelidad genética.

-¿Cómo es vivir en Cuba siendo el hijo del Che?

-En Cuba el Che es una persona querida y venerada. Es el paradigma del hombre nuevo y eso conlleva para nosotros una cuota de responsabilidad. Pero sentimos que lo más importante es que nuestra vida sea propia y plena. Los errores, cuando no son de principios, hasta hacen de la vida algo más pintoresco. No somos perfectos ni mucho menos, pero la revolución puede contar con nosotros.

La última vez que Camilo y sus hermanos vieron al Che estaba disfrazado del viejo Ramón, un supuesto amigo español de su padre, según les explicó Aleida. Hubo besos, abrazos y una bolsa de caramelos, el último regalo que recibieron de él.

El hombre que había afinado sus primeros berridos en Rosario, en 1928, fue ejecutado el 9 de octubre del 67 en la localidad de La Higuera, Bolivia. Meses antes había enviado a sus hijos algunas líneas sin remitente.”A mí me decía que tenía que ayudar a mamá con mis hermanos-contó Aleidita-, a Celia, que siguiera siendo dulce y cariñosa. A Camilo, que no dijera malas palabras en la escuela. Y a Ernesto le escribió: “Tú crece, que si hay imperialismo todavía, tú, Camilo y yo saldremos a combatirlo. Si se acaba, nos iremos de vacaciones a la luna.”

                                            Georgina Elustondo

                                                DE LA REDACCION DE CLARIN

SALUDOS REVOLUCIONARIOS !!!!!!!

                  (Gran Papiyo)



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