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General: Fidel revolucionó Buenos Aires
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From: Gran Papiyo (Original message) |
Sent: 02/06/2003 22:35 |
En un mensaje anterior terminaba escribiendo que el Domingo 25 de Mayo podría ser un gran día. Y en verdad lo fue. Todos saben muy bien como fue aplaudido (y ovacionado) Fidel dentro del Congreso. Pero, sin duda alguna, el lunes 26 fue más que un gran día, pues la presencia del Comandante en Jefe en la Facultad de Derecho, revolucionó Buenos Aires. Desde antes del sábado estuve averiguando algún dato importante que me permitiera lograr filmar a Castro y sacarle algunas fotos. Pero me topé con muchas incógnitas y algunos supuestos. Y era lógico, por un motivo de seguridad no se podía anunciar su presencia en un lugar exacto y a una hora señalada. Hubo, sin duda alguna, dos oportunidades propicias para aprovechar, que de haberme enterado que sucederían hubiera corrido a montar guardia al Rosedal tras el busto de Martí o me hubiera parapetado tras el monumento de San Martín. Por allí pasó Fidel y sólo unos pocos, circunstanciales y sorprendidos transeúntes, lo vieron y hasta tuvieron el privilegio de saludarlo. Supe con antelación de una reunión en la Facultad de Derecho a la que concurrirían una cierta cantidad de personas invitadas por la Diplomacia cubana. Me enteré también que ya se habían cursado mil invitaciones para ese evento. Traté de comunicarme con la Embajada pero el teléfono daba permanentemente ocupado. Tantas trabas, inconvenientes e incertidumbres, sumados a un compromiso casi impostergable me alejaron de la posibilidad de estar presente cerca de las escalinatas de la Facultad escuchando el discurso de dos horas de Fidel. Esto que les cuento demuestra una cosa que quizás no muchos se detuvieron a pensar: se habla de toda la gente que se reunió alrededor de la presencia de Castro aquel lunes, creando, por cierto, un verdadero caos en el tránsito. Se ha escrito sobre miles de personas aplaudiendo en una verdadera fiesta popular al presidente cubano, pero no se ha tenido en cuenta la cantidad de muchísima más gente que de haber sabido que Fidel daría un discurso en un espacio abierto y de haber podido sortear los compromisos pautados comúnmente para un lunes a la tarde hubiera concurrido a la cita. Imagínense que hubiera pasado si el evento se anunciaba con antelación para un día no laborable. No hubieran alcanzado el Monumental y la Bombonera (estadios de fútbol) juntos para aglutinar a tantas personas. La paradoja de todo esto es que después de los grandes esfuerzos que se llevaron a cabo para preservar al Comandante de algún loquito que quisiera atentar contra su vida, Fidel terminó expuesto al peligro durante esas dos horas de discurso. Y no quedó desprotegido por la imprevisión de sus custodios ni por los que velaban por su integridad física, sino por su propia voluntad. Pues él no quiso irse de Buenos Aires sin experimentar la emoción de estar en contacto con las masas porteñas que lo querían ver, escuchar, aplaudir y vitorear. Ese es Fidel Castro, un grande de verdad. Las cosas se dieron de esta forma y el Gran Papiyo no pudo estar presente, pero mientras haya vida hay esperanza, y espero que en un futuro no muy lejano se presente otra oportunidad. No pude estar entre esa multitud feliz, no lo pude filmar a Fidel ni sacarle alguna foto, pero les confieso que disfruté su presencia a pleno. El lunes 26 de mayo fue una fiesta, fue un hecho histórico, fue más que un gran día en Buenos Aires. SALUDOS REVOLUCIONARIOS (Gran Papiyo) |
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From: Gran Papiyo |
Sent: 02/06/2003 23:06 |
ENTREVISTA EXCLUSIVA
Fidel: "La violencia no parece ser el camino"
A fondo con Fidel. El lunes pasado, entre actos oficiales y el encuentro con el presidente Néstor Kirchner en la Casa Rosada, Fidel Castro habló durante dos horas con Clarín. La violencia y los cambios sociales en América latina, el terrorismo y la lucha armada, los fusilamientos en Cuba, el enfrentamiento con los Estados Unidos, el peligro de una guerra en Colombia, el protagonismo actual de la clase media y las razones de su visita a la Argentina fueron los temas tratados en profundidad.
Hay en marcha una etapa de rediseño del sistema internacional que no se hará sólo por la ley sino también por la fuerza, como acabamos de ver en el golfo Pérsico. En vista del enfrentamiento de décadas que Cuba mantiene con Estados Unidos, ¿cree que la seguridad política de la isla es hoy más precaria a partir del proyecto de George W. Bush?
—Depende de las posibilidades que ese rediseño tenga. Pero puedo responder que, sí, que esta situación es más peligrosa y más grave. Pero no sólo para Cuba, sino para quién sabe cuántos, porque habría que despejar de aquella ecuación, cuando Bush se refiere a "sesenta o más países", esa incógnita que suponen las palabras "o más".
Este rediseño tiene lugar cuando en toda la región surgen propuestas políticas que hablan de un cansancio latinoamericano con la injusticia del modelo neoliberal. Esto aumenta las probabilidades de confrontación con quienes abogan por ese modelo, como Washington. ¿Cómo ve el futuro de la seguridad de las democracias latinoamericanas?
—Hay peligro. Pero no sólo en la región, es mundial. En cuanto a la región, los peligros son a partir del riesgo de agresión o del engullimiento. Riesgo de sometimiento, de apoderamiento de los recursos, de imponer un sistema realmente en crisis. Todo lo que viene sucediendo no son más que expresiones de la crisis de la globalización neoliberal. Cuba ocupa un primer lugar en ese riesgo.
¿No cree que el primer peligro puede concretarse en Colombia a través de una intervención militar multilateral en la larga guerra civil de ese país?
—Sí, pero ese riesgo viene desde antes de esta administración norteamericana. Como también antes de esta administración se produjo un hecho como el de Kosovo.
¿La intervención de la OTAN en 1998, en los Balcanes?
—Eso es. Y respecto también de la esfera atlántica. Un día yo pregunté, en Brasil, en una reunión con europeos, latinoamericanos y caribeños, si América latina estaba dentro de esa esfera euroatlántica de seguridad. Gerhard Schroeder, el alemán, presidía el encuentro y mi pregunta fue muy franca: "Dígame, ¿todos nuestros países, los que estamos aquí representados, estamos dentro de ese concepto donde se puede producir una intervención por distintas causas?" Hablaron de una cosa, de otra, y nadie mencionó el tema. Desde entonces, la correlación de fuerzas se ha profundizado. Estados Unidos siempre ha sido el dirigente de todo eso. Aquella política que se insinuaba como una concepción de dominio en el que participan las superpotencias y sus aliados viejos es distinta hoy de cuando yo hice aquella pregunta. Esta actitud del presente ya no necesita pretextos. Aquella más o menos se enmarcaba dentro de Naciones Unidas y de los privilegios del Consejo de Seguridad. Esta ya ignora a Naciones Unidas, al Consejo de Seguridad, a Europa, a la OTAN, a todo el mundo. Esta concepción nueva es absolutamente unilateral por parte de Estados Unidos.
Hace treinta años esa fatiga de injusticia de la que hablábamos también estaba en América del Sur y tuvimos gobiernos que la expresaron, pero terminaron trágicamente. ¿Por qué hoy podría ser distinto?
—¿A qué experiencia te refieres?
A Chile con Salvador Allende, a la Argentina de Héctor Cámpora y Juan Perón: una ola contestataria que terminó en dictaduras y muertes contadas por miles.
—Cosas terribles las que ocurrieron. Parecen de fantasía. Pero esta época es distinta. Yo diría que éste es el mejor momento de América latina.
¿Por qué?
—Aquella rebelión era más aislada. No existía el problema de la deuda externa que para 1985 llegó a 300.000 millones de dólares. Los factores que determinan la inconformidad están hoy mucho más generalizados en todo el hemisferio. Ya no hay oasis ni en el Caribe ni en Centroamérica ni en México ni en el resto de América latina. En la época que mencionan no había surgido esta etapa de globalización neoliberal, que es terrible, y de privatización forzosa de todos los recursos; de medidas muy rigurosas que condenan a las monedas de los países latinoamericanos a huir.
Habla de un buen momento actual, pero casi todas las condiciones que menciona son negativas.
—La protesta de hace 30 años de la que ustedes hablaron era un poco aislada. En cambio, hoy se da una protesta generalizada, que comprende a todos los países de América latina. La situación es verdaderamente insostenible, insoportable.
¿Esta rebelión, esta impaciencia, son sustentables en el tiempo o América latina corre el riesgo de democracias menos democráticas o giros autoritarios?
—Yo pienso que la violencia no parece ser el camino. Hay fenómenos nuevos. En Colombia hay un viejo problema de violencia. A ningún militar se le ocurre hoy un golpe de Estado: hay un cambio en las conciencias. Los militares saben que hay una situación social tremenda. Algo que no dije es que en aquella época, hace 30 años, la población era mucho menos de la mitad de la presente. Mucho menos de 250 millones de habitantes. Hoy hay 524 millones. El 80% del empleo que crece no es formal, sino informal. Muchas veces me he puesto a pensar si debíamos suponer que el ALCA traería para cualquier país latinoamericano el desarrollo enorme que promete. Supongamos que ese desarrollo fuera el de Alemania. Se me ocurrió pensar que la Argentina llegara a adquirir el nivel de industrialización de Alemania. ¿Habrá resuelto con esto el desempleo? No. Al contrario. Los alemanes, siendo el país más industrializado de Europa, tienen un 10% de desempleo, y en el desempleo no hay grandes seguridades. Es verdad que con lo que se paga por un subsidio de desempleo se puede hacer un viaje turístico al Caribe, pero eso dura un tiempo limitado. Entonces, hay otras fórmulas, que no son necesariamente fórmulas cubanas. Nosotros, ante la necesidad, nos hemos visto obligados a inventar. Pero el problema del desempleo crecería, no se resolvería con el ALCA. Bueno, yo soy anti-ALCA, eso es bien conocido.
¿Qué quiso decir exactamente cuando afirmó que "la violencia no parece ser el camino"?
—Digo que no veo la violencia, la violencia armada, como el gran fantasma. Veo a las masas, y las masas están empezando a hacer cosas que antes no hacían. Es un ejemplo un poco añejo: Irán era el gendarme de Estados Unidos en la región. Y sin embargo, los shiítas y el ayatolá Jomeini sublevaron a la sociedad y, sin armas, derrocaron al sha. En Indonesia había otro señor poderoso, con un gran ejército: Suharto. Fue muy tolerado porque había matado cientos de miles de gente de izquierda: se discute si fueron 800 mil o un millón. Pero de un pestañazo, las masas lo derrocaron. Tal vez, si ustedes piensan un poco, verán que ha habido cambios en la Argentina, sin que se haya producido un disparo de un arma. En Ecuador, sin ir más lejos, un día los indígenas entraron en el Palacio, determinaron el cambio de gobierno, y también, sin un arma. Hubo algunos militares que se sumaron. El que hoy se pusiese a pensar en organizar una acción de fuerza para resolver los problemas estaría realizando una actividad prehistórica.
Respecto de la violencia, ¿habla de la derecha y de la izquierda por igual?
—Estoy pensando ahora en aquellos que quieren cambios porque están en esta situación insostenible. Ahora, esta gente de las capas medias está jugando un papel muy importante. Cuando ocurren determinadas cosas, las capas medias son peligrosas, en este sentido: tienen conocimiento. La gente más pobre es la que paga el sufrimiento. Pero cuando a un hombre de capas medias le confiscan los fondos, el problema es muy serio. No quiero mencionarles a ustedes problemas que ya conocen. Estos son fenómenos nuevos y mundiales, movidos también por conocimientos nuevos. Hay mucha incultura todavía, pero de las universidades ha salido mucha gente en los últimos años. Esa gente tiene conocimientos, medios para informarse.
La falta de conocimiento puede ser otra forma de opresión.
—El conocimiento está instalado en las capas medias. Ha aparecido Internet y el valor de las grandes cadenas informativas ha ido disminuyendo. Porque al surgir Internet y masificarse, les ha dado a las capas medias enormes posibilidades de transmitir mensajes y conocer más. ¿Quiénes organizaron la protesta de Seattle en 1999? Gente de capas medias canadienses, norteamericanas, latinoamericanas. Se organizaron y dieron una batalla impresionante, que no fue bélica. Bélicos eran los métodos de represión. En Quebec y en Davos ocurrió lo mismo.
El 1째 de enero será el aniversario del triunfo de la Revolución Cubana...
—Sí, de lo que parecía un triunfo de la revolución, pero había que organizar aquello.
Pero resultó que era un triunfo.
—El derrocamiento del régimen aquél y el inicio de un gobierno por parte de gente bastante inexperta en eso.
Parece tiempo de pensar en una transición para Cuba. ¿Cómo la imagina?
—¿A cuál te refieres? ¿A la que hicimos o a una nueva?
A una nueva.
—¿Y hacia dónde? Porque si hay un mejor modelo que el nuestro les juro que haría todo lo posible, empezaría otra vez a luchar otros cincuenta años.
Cuando se trata de una figura histórica como usted, los que piensan en la etapa posterior son los otros. ¿Cómo imagina el futuro de Cuba cuando Castro no esté en el escenario?
—Esa pregunta también yo me la hago. El error es creer que Castro es todo. Porque todos dicen: "Castro hace esto, Castro hace aquello". Por ejemplo, yo puedo atribuirme —con vergüenza, porque no quiero estar exaltando cosas personales— la idea de cómo resolver el problema de Batista cuando se da el golpe de Estado el 10 de marzo del 52. No teníamos ni un centavo, ni un arma, y aquello era una fuerza tremenda. Además, nadie nos hacía mucho caso. Porque el gobierno derrocado sí tenía muchos recursos. Tuvimos reveses muy fuertes, aunque no hay mucho mérito donde también hay mucho azar. Porque ustedes me pueden decir: ¿por qué está usted ahí? Y yo digo: cuestión de suerte, cuestión de azar, entre otras cosas.
Pero también resolver ese problema era bien difícil y se corrieron grandes riesgos personales. Después vinieron otros problemas, como los del bloqueo. Después vino el "período especial", que fue un bloqueo dentro de uno más riguroso. Y por la supervivencia de la revolución nadie daba un centavo. Si se conociera bien la información real, se nos podrían hacer todas las críticas que se quisieran. Pero podrían entender, de verdad, que si nosotros fuéramos la gente que pintan, no tendríamos el apoyo del pueblo, que ha sido clave y sin precedentes. Usted me preguntaba por un cambio, pero yo le preguntaba hacia dónde. ¿Hacia lo que vemos alrededor? ¿Renunciando a lo que tenemos?
¿Cómo explica la reciente ejecución de disidentes en Cuba que tuvo tanta repercusión?
—Tuvimos que tomar medidas, que eran legales. Y a través de juicios, no de ejecuciones extrajudiciales. Lo hicimos con mucho dolor. Sabemos el costo, pero tú tenías que decidir sobre una maniobra para crear un conflicto —porque hay quienes quieren provocar un conflicto entre Estados Unidos y Cuba— y que el problema se resuelva de la misma forma que lo que ocurrió en Bagdad, con decenas de miles de bombas cayendo sobre Cuba.
(Intervención de Felipe Pérez Roque, canciller de Cuba) Dijo "ejecución de disidentes", dijo "disidentes"...
—Ah, caramba, no me di cuenta. Muchas gracias, Felipe. Esa es una de las desgracias. Que son dos cosas totalmente diferentes. Los que asaltaron barcos y aviones no tienen absolutamente nada que ver con los llamados "disidentes"... y pongo comillas: son delincuentes comunes. Hay provocación planeada. Estados Unidos nombró como vicesecretario para América latina a un señor que es un gángster completo, Roger Noriega, pero que tiene fama. Es de los muy socios de la mafia cubano-americana, extremista. Yo no me explico cómo en Estados Unidos se puede hablar de democracia: todo el mundo sabe exactamente que hubo fraude electoral.
Suele decir que no busca involucrarse en los asuntos internos de otro país. ¿Menos de uno?
—Ah, sí, sí pero hay una diferencia. No hablo de un país, sino de un gobierno. Yo tengo mucho respeto por el pueblo norteamericano. Pero, bueno, estoy dispuesto a contestar lo que ustedes quieran sobre este tema de las ejecuciones. Allí se mezcló el problema de los llamados disidentes con el hecho muy extraño de que en diez años no se había producido un secuestro de barcos o aviones con rehenes y cuchillo en la garganta, como aquel que hicieron con los aviones que lanzaron contra las Torres de Nueva York y contra el Pentágono. Hubo que tomar la decisión porque usted veía un país con una belicosidad tremenda como Estados Unidos y un representante, enviado con la misión específica de provocar incidentes o para que lo expulsaran y desbaratar así un movimiento que, hoy, dentro de Estados Unidos, es cada vez más fuerte contra el bloqueo y contra la prohibición de los viajes.
¿Está hablando de James Cason, el jefe de la Sección de Intereses Estadounidenses de la Embajada de Suiza, que representa a EE.UU. en La Habana?
—Sí, llegó en setiembre del año pasado. Era increíble. Yo critico a nuestra propia gente por no haber informado a qué nivel había llegado el hombre. Pero Cason recorría la isla en virtud de la necesidad de monitorear a los que emigraron y que ellos habían enviado de regreso. Contra los cubanos que han enviado de regreso no hubo, no hay, ningún tipo de represalia. La mayoría de los que intentan irse a Estados Unidos como ilegales lo son porque, por medios normales, ellos no les conceden visa, muchas veces por antecedentes penales. Y aquí se mezclaron de mala fe dos hechos diferentes. El 14 de marzo, cuando se toma la decisión, ya este hombre había estado organizando abiertamente todos estos grupos, llevando de contrabando valijas llenas de radios, creando las llamadas bibliotecas independientes (que incluían dos o tres autores buenos y después veneno puro: la peor literatura y la peor propaganda). Ya el hombre quería de hecho ser un procónsul en Cuba. Hizo unas declaraciones que eran insoportables, creo que el 24 de febrero en una recepción, como si fuera un jefe político. Bien. No pasó nada. El 6 de marzo yo hablo ante la Asamblea Nacional y le respondo al individuo que no se imaginara que le íbamos a tolerar eso, que si querían llevarse la embajada o querían acabar con el acuerdo migratorio, nada de eso era preocupante para nosotros. Se planteó que aquello de ir a monitorear era una concesión que no estaba en el acuerdo. Ellos no pedían autorización para moverse. Les dijimos: "Esa norma no va a continuar por ahora, hay que pedir permiso con tres días de anticipación y sólo si recibe el permiso, se mueve". Prestó la sede diplomática para asiento de reunión. Era el puesto de mando de esos grupos, a veces llamados disidentes. Tenemos todas las pruebas habidas y por haber del dinero que reciben. Aun con todas las pruebas, la acción fue limitada. Muchos amigos del norte decían: "Oigan, no expulsen a los norteamericanos". No los íbamos a expulsar: nunca hemos expulsado a nadie.
Pero la decisión de no expulsar a los presuntos instigadores extranjeros no parece proporcional a la de ejecutar o de condenar a largas penas de prisión a ciudadanos cubanos.
—Veo que persiste una confusión. Ninguno de esos llamados disidentes ha sido castigado a pena de muerte, ni a cadena perpetua, ni a 30 años. Son sanciones que oscilan entre 28 meses y 5 años, según la responsabilidad. La pena de muerte se produce con relación a unos individuos que no eran disidentes sino de potencial criminal. El 19 de marzo, el mismo día en que estalla la guerra en Irak, un avión cubano de la isla de la Juventud, con 39 o 40 pasajeros a bordo, es secuestrado por unos individuos con cuchillos. Al llegar el avión a Estados Unidos —es la primera vez que ocurría eso—, arrestan a los pasajeros, a los cómplices les dan residencia y a los cuatro días un juez decide que éstos tenían derecho a libertad condicional. Hablamos de individuos que habían hecho lo mismo que los que originaron la catástrofe del 11 de setiembre. A la gente que deja Cuba de manera ilegal no le dan visa. Los norteamericanos seleccionan la visa de residencia y no se la dan a alguien con antecedentes penales comunes. Pero esta era gente responsable por hechos criminales netos. Entonces, eso fue como un alerta. El 31 de marzo, en un segundo avión, del mismo lugar, con 46 pasajeros, alguien con una supuesta granada dice: "Hay que desviar". El piloto regresó a Cuba y aterrizó. Pero estaban en la pista con la granada. Hubo negociación. Había alguna gente en Estados Unidos que comprendía que eso era una locura y no estaban muy de acuerdo. Se vieron criterios opuestos: unos los querían reventar. Eso se discutió. Los norteamericanos dijeron con mucha energía que iban a castigar y hasta nos pidieron que publicáramos esa posición. Hicimos todo eso. Ellos mismos no querían que el avión aterrizara en la Florida. Se logró bajar, se logró cargar combustible y el avión aterrizó en Cayo Hueso. Cada vez que se roban un avión, también humillan a los pasajeros. ¿Impunidad para los secuestradores, entonces? En la Florida hay un estado semiindependiente, y ahí se hace lo que les da la gana: tienen control total de policía, autoridades, jueces, fiscales. Hemos tenido que investigar como 35 casos de intento: todo ese es el potencial delictivo peligroso. La ola de asaltos y secuestros de aviones es inadmisible. El otro caso fue el de un barco de pasajeros en aguas interiores de la bahía, que llevaba cuarenta personas. Las secuestran también con pistola y cuchillo. Luego de esta explicación quiero decir que yo comprendo y le doy la razón a la inmensa mayoría de los que se oponen a la pena de muerte, porque a nosotros nos desagrada tremendamente. Y si nosotros, que teníamos una moratoria de casi tres años en la aplicación de la pena de muerte, la hemos tenido que romper, es porque ellos, los norteamericanos, con lo que hicieron —que fue deliberado— ya lo tenían pensado. Querían crear una especie de ola migratoria que sirviera como argumento de peligro para la seguridad de Estados Unidos. Esa palabra la usan para todo. Si la Argentina produce demasiada carne y amenaza con bajar el precio internacional, puede ser un peligro para la seguridad de Estados Unidos. O mucho trigo, o más barato. La idea era que se produjera un éxodo. Que nosotros nos calentáramos y dijéramos "Bueno, en huelga, que salgan todos". Usted no puede permitir que se desate una ola porque se potencia. Basta que un tipo tenga una granada aquí, en el bolsillo... Que es lo que nosotros hemos dicho: ya un avión se fue, al otro se le dio combustible, a los otros se les salvó la vida a los 30... Les dimos auxilio allí con los barcos. Vinieron a tierra firme pero sin deponer la actitud, a buscar combustible. Y allí es donde se realiza toda la tarea para lograr recuperar el barco y el pasaje. No se usó la violencia, porque los mismos pasajeros se sublevaron.
¿Hay dos adversarios, uno Estados Unidos, otro el estado de Florida?
—Ese es el problema. En la Florida piensan que son dueños, y no lo son porque algunas prerrogativas tienen que compartirlas, aunque suelen hacer lo que les da la gana, porque la administración Bush les debe el triunfo, y se los agradece. Entonces, estas son las cosas que se juntaron. Los arrestos en Estados Unidos son el 18 de marzo, y lo del barco se produce el 1ø de abril. Amenazaron, incluso, si no les daban otra nave, con ir tirando rehenes al agua. En situaciones como éstas, hay un ejemplo y un precedente. Nosotros, a los que se robaban los aviones norteamericanos, los sancionábamos, devolvíamos el avión en el acto y atendíamos a los pasajeros. Ellos inventaron eso del secuestro, pero después se les convirtió en un búmeran. Los pilotos cubanos suelen tener instrucciones de que no pueden correr el menor riesgo: "A La Habana". Antes había penas, sanciones de veinte años de cárcel, que se cumplían. Las fuimos subiendo, pero no hacían el menor efecto. Porque no habría necesidad de fusilar a nadie si a los secuestradores los devolvieran, como devolvimos nosotros. Era obvio que Cuba tenía que cortar de raíz el problema del secuestro de sus aviones y barcos de pasajeros. En esta sanción, el Consejo de Estado no ejerció clemencia. Esos delitos están sancionados hace rato con la pena capital. Incluso algunas de esas leyes no se usaron. Porque no había una situación de peligro de guerra como ahora.
¿Hay en realidad una guerra ahora?
—Esa de la cual tú hablabas al comienzo. Peligro de una ola de secuestros de barcos. No les faltaba nada más que agarrar un avión de turismo, tres tipos con un cuchillo y decir "mato a los turistas si no me llevan para el aeropuerto y me dan un avión". Hubo necesidad de hacer una declaración fuerte: "Y los que repitan eso se verán enviados a los tribunales en forma sumarísima y el Consejo de Estado no ejercerá clemencia". Ahora, incluso, ponen en riesgo a los pasajeros. ¿Quién tiene la responsabilidad de esos muertos? ¿Nosotros o los que están provocando eso allí, en Estados Unidos?
Una guerra es algo diferente de una polémica por sanciones. ¿Regresamos al tópico de una posible invasión?
—¿Y cuánto le costaría una guerra en Cuba a Estados Unidos? Mire, no baja de millones, porque en mi país, que tiene ya una mentalidad y una cultura, la guerra no se acaba en tres días ni en diez ni en cien. Porque ya hemos estudiado todas las invasiones que han hecho y cómo defendernos. Pero es una guerra que no queremos, una victoria que no queremos, pero desde luego, no entregaremos el país.
Aquí se ha interpretado su presencia en Buenos Aires como una retribución de gentileza por la posición argentina de abstenerse en la votación sobre Cuba en Naciones Unidas. ¿Es una lectura correcta?
—Entre otras causas, sí.
¿Cuáles son las otras?
—Nos alegramos mucho por la Argentina, por la evolución que van llevando los acontecimientos. Es importante no sólo para el pueblo argentino, sino para el proceso en su conjunto, en la búsqueda de soluciones en momentos difíciles. Entonces, solidaridad con la Argentina, con el pueblo y con la actual administración. Lo que me obligó a no decidir casi hasta el final el venir o no fue que me pusieron un avión, a seis mil metros, para interferir nuestra televisión y nuestro programa educacional. Pero tuvimos en cuenta otra cosa muy importante: si venir podía ocasionarle algún daño al nuevo gobierno. Por eso, quería percatarme de que no sería visto con malos ojos que yo aceptara la invitación. Hasta de eso me preocupé.
La Argentina y Menem, según Fidel
¿Por qué no cuenta cómo fue su relación con Carlos Menem en la década pasada?
—Bueno, nos llevábamos... Ustedes lo conocen a él bien. Me invitaba a La Rioja cada vez que venía. Amiguísimos, conversábamos lo más bien, hasta el momento en que él iba para la conferencia de prensa. Allí, hablaba en contra. "Pero usted no puede tomar en serio todas esas cosas", me decía después Menem. Yo al caballero no le guardo enojo. Lo conozco bien y políticamente discrepo completamente. Pero no voy a aprovechar esta oportunidad para hacer ningún género de insultos, apenas un poquito de ironía. Por cortesía, no puedo poner cara de malo ante la mención de Menem. Pero las cosas son distintas ahora. El domingo todos los presidentes estaban discutiendo problemas entre ellos y yo, calladito. Descubrí que puede haber un espíritu casi de unidad con relación a los problemas económicos. Nunca había visto nada parecido, en ningún lugar, a pesar de que los criterios no son iguales.
¿En qué coinciden? ¿En que el socialismo ya no es alternativa política?
—¿La única alternativa es el capitalismo?
Es lo que dicen los gobiernos de estas repúblicas, incluyendo a Lula en Brasil.
—Yo creo que los problemas necesitan su solución en concreto. Te digo que Cuba no tendría lo que tiene hoy, especialmente lo que va teniendo a un ritmo impresionante, si no fuese por el socialismo. Porque también están el aprendizaje y la experiencia que enriquecen. El derrumbe del campo socialista enriqueció nuestra experiencia. Aunque fue una desgracia y una tragedia, porque nos regaló a todos la superpotencia hegemónica. Nyerere decía que cuando los elefantes se fajan la que sufre es la hierba. Sí, pero más vale dos elefantes, con ciertos límites, que un elefante dueño de la pradera y de todo. Dueño de correr y estar pisoteando las veinticuatro horas. Eso es lo que ha pasado y nosotros hemos tenido que enfrentarnos a ese poder.
Hace más de diez años en Guadalajara, en la primera Cumbre Iberoamericana, usted pronunció una frase inapelable: "Pudimos haber sido todo y no somos nada", refiriéndose a América latina. ¿Modificó hoy esa visión?
—No, no creo haberme equivocado entonces y sigo creyendo lo mismo. Pero creo también que empezamos a ser alguien. La modificaré si realmente llegamos a ser alguien. Pasaron más de 150 años y ¿que pasó con la independencia? Los británicos metidos por acá y los del norte invadiendo a México. Nos han gobernado, directa o indirectamente. Derrocaron gobiernos. Si este hemisferio se hubiera unido, la historia habría sido otra. No debe haber guerra aunque debamos luchar. Incluso para buscar soluciones que están en cualquier parte. También en Colombia. No debe haber guerra, porque la guerra no resuelve. Yo pienso que es el gran error cometido hoy por Estados Unidos. El mismo 11 de setiembre del 2001 yo estaba inaugurando una escuela. Y Bush habló de la vía de la guerra para resolver lo del terrorismo. Yo pensé, en cambio, que había que unir a toda la opinión mundial, a todos los partidos, a todas las iglesias. El terrorismo, como lo veo yo, son aquellas acciones que hacen víctimas a personas que son ajenas al conflicto, inocentes. Nosotros nunca practicamos el terrorismo. Yo planteé con toda sinceridad otro camino porque sé que eso no se podía resolver por la guerra. El tema es político, hay que crear una cultura contra el terrorismo, que no es lo mismo que una lucha armada. Yo hablo con mucho realismo, en virtud de la experiencia que tengo: si estuviera en aquella época, en los 50, habría hecho lo que hice. Yo no he cambiado absolutamente. Pero ahora es otra época, y las tácticas, las que veo en los pueblos, son espontáneas y distintas. También hay problemas más serios y nuevos.
¿Cuál es el camino hoy, entonces?
—Colombia es un ejemplo de las diferencias entre ayer y hoy. Allí en Colombia había guerrilla antes que en Cuba. Ya "Tiro Fijo" Marulanda estaba alzado antes de que en Cuba hiciéramos la revolución. Y estaba bastante tranquilo. La verdad es que lo provocaron cuando arrasaron la República de Marquetalia, famosa en el 61. Cuando en la reunión con el ex presidente Andrés Pastrana quedó vacía la silla de Marulanda fue porque este tenía —tiene— gran desconfianza por todo lo que había ocurrido. Y ahí está la lista completa, con cada chivo, cada vaca, cada gallina, cada mulo, de la República de Marquetalia; allí vivían unos cuantos, y estando en paz, se la invadieron. Otras veces, en medio de negociaciones, lo bombardearon. Ahora, el problema de Colombia sólo se puede resolver por la paz. Y en la paz, todo el mundo debe tener su parte. Paz verdadera, digo, porque unas cuantas paces por allí han terminado en cementerio. De la misma forma en que los latinoamericanos piensan que hay que unirse para buscar soluciones, hay que unirse para evitar tragedias, porque no conviene en este hemisferio ninguna intervención militar. Y créanme que si no continúo hablando con ustedes no es porque me falten deseos de explicar, sino porque tengo que ver al Presidente a las tres de la tarde.
COPYRIGHT CLARIN, 2003. SALUDOS REVOLUCIONARIOS (Gran Papiyo) |
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From: Gran Papiyo |
Sent: 02/06/2003 23:33 |
Después de pasar una larga vida reivindicando la vía insurreccional como medio legítimo para resolver los muchos déficit de justicia en América latina y en el mundo, fue ciertamente asombroso escuchar a Fidel Castro mientras apelaba a su tono más reflexivo y directo para decir: "La violencia no parece ser el camino".
El hombre que lleva con más orgullo que ningún otro el título de "comandante" —obtenido inicialmente en la lucha armada— no dejó margen para la duda en la interpretación: "El que hoy se pusiese a pensar en organizar una acción de fuerza para resolver los problemas estaría realizando una actividad prehistórica", sentenció cuando analizaba esa herida abierta en la seguridad hemisférica que es Colombia.
Estas definiciones de Castro tienen el eco de la sencillez certera del pensamiento de Hannah Arendt cuando escribió que "la violencia destruye el poder", un enfoque que puede ayudar a comprender lo que parece, pero no necesariamente es, un cambio de filosofía en el líder de la revolución cubana. Castro sabe demasiado para creer que la violencia —el más universal y persistente de los rasgos de la cultura humana— vaya a ser discontinuada en un futuro previsible, pero está dispuesto a repensar su valor como herramienta de resolución de conflictos.
Esta es la voz de un hombre cuya agudeza de pensamiento se empecina en desmentir la presunción de vejez que sugiere su edad. El mundo ha cambiado y no se niega a reconocerlo. No hay fórmula que lo aferre para siempre; hoy se entusiasma con el poder de presencia en la historia de las clases medias y también con los nuevos espacios de la comunicación humana como Internet. Pero nada de esto autoriza a suponer que Castro abandonó el marxismo en que se formó intelectualmente, apenas si ese pensamiento aparece ahora matizado por enfoques que evocan a intelectuales como Antonio Gramsci.
Castro ofreció en la Argentina una lección invalorable de cómo se construyen en el tiempo las personalidades de dimensión histórica, condición que ni sus enemigos más enconados pueden negarle. El revolucionario de Sierra Maestra sigue estando allí. "Yo no he cambiado", insistió una y otra vez y volvió a asumirlo cuando conjuró el fantasma siempre presente de una agresión norteamericana.
Pero ese mismo revolucionario apareció envuelto ahora por otras capas geológicas desarrolladas a lo largo de medio siglo de ejercicio del poder, como la del hombre de Estado que no quiere que se establezcan acertijos para el tiempo en que ya no esté: "Cuba no es sólo Castro" dijo de modo taxativo. También mostró la capa geológica del político que debe defender lo que aparece a ojos de los otros como indefendible: las recientes condenas judiciales a decenas de disidentes y la aplicación de tres sentencias de muerte a secuestradores sin que "el Consejo de Estado decidiera ejercer clemencia". Quizá este sea el interrogante mayor que sobrevive a su visita: cómo hará para llevar a la Cuba de la revolución a un lugar que esté tan actualizado como el pensamiento de su líder.
OSCAR RAUL CARDOSO SALUDOS REVOLUCIONARIOS (Gran Papiyo) |
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From: Gran Papiyo |
Sent: 02/06/2003 23:33 |
El hombre gesticula, agita los brazos, sacude las manos como aspas y modula la voz como si estuviese frente a la multitud. Pero está en una habitación no muy grande, en un hotel de Buenos Aires, con cuatro periodistas. Las ventanas cerradas en pleno mediodía (cuestiones de seguridad, se supone) y luces tenues entre las que se mueven silenciosos, corpulentos pero fantasmales, algunos de sus muchos colaboradores.
Fidel Castro, 76 años de pura historia y mito, se ha hecho esperar sólo unos minutos. Es alto y su presencia irradia autoridad, aunque enfundado en un traje de calle color gris en lugar del uniforme verde oliva de la leyenda, impresiona un poco menos de lo esperado.
La custodia revisó con detalle el equipo de los dos fotógrafos. A los periodistas no nos revisaron, pero un allegado advierte: "El comandante espera preguntas de uno solo de ustedes". Es la única condición que ponen, pero no se cumple: en cuanto llega y ve que sólo hay dos sillas junto a la mesa, Fidel ordena que nos acomoden a todos a su alrededor.
"¿Quién de ustedes es el jefe?", pregunta después de las amabilidades iniciales. Cuando se le señala que Ricardo Kirschbaum es el editor general de Clarín, explica —viejo reflejo de conductor político y militar— que "siempre hay que saber quién es el jefe".
Toman posición los camarógrafos y técnicos de la televisión cubana que filmarán toda la entrevista. Los periodistas alistamos nuestros grabadores sobre la mesa. Y algunos sacamos nuestras libretas de apuntes. Entonces Fidel, como quien recuerda algo, pide "una libretica". Presuroso, un colaborador le alcanza un cuaderno de tapas azules y una lapicera. Allí escribirá, con su letra garrapateada y enérgica, algunas palabras sueltas, ideas que no quiere olvidar, algunas cifras con las que refuerza sus respuestas.
"Pregunten lo que quieran", dice, y así será a lo largo de dos horas. Enseguida entra en calor. Sus respuestas son largas, a veces larguísimas. Mezcla explicaciones, ideología, anécdotas, relato. Es expansivo, didáctico. Establece contacto con su interlocutor con el gesto, con la mirada, incluso —en el fervor de una respuesta— poniendo su mano sobre el brazo de quien tiene más cerca.
A su lado hay un vaso con agua que toma en sus manos una y otra vez, pero del que nunca llega a beber porque la larga parábola de sus respuestas lo mantiene ocupado.
El índice de su mano derecha vuela remarcando alguna idea. Golpea las dos palmas sobre la mesa cuando responde a temas que lo incomodan, como los recientes fusilamientos en Cuba. Y ríe sin disimulos con sus propias respuestas divertidas.
Seduce todo el tiempo. Y aunque la edad, inexorable, se le transparenta en la piel aceitunada, y en el pelo y la barba legendaria encanecidos, mantiene la mirada intensa y enfática. Y jamás pierde el hilo de la conversación, aunque sus explicaciones lo lleven de ida y vuelta por su historia turbulenta que marcó la historia de tantos otros.
JULIO BLANCK
SALUDOS REVOLUCIONARIOS (Gran Papiyo) |
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From: Maiko668 |
Sent: 04/06/2003 07:01 |
Esto es un relato de ficcion.Tal vez manana piense de otra manera,pero en este momento medianoche del lunes todavia. No es real lo que acaba de suceder en esta ciudad.FIDEL CASTRO acaba de terminar un discurso al aire libre,en las escalinatas de la Facultad de Derecho,en el que hizo un despliegue del mas genuino ideario revolucionario,durante casi tres horas. Durante los primeros minutos,y mientras cortaba unas zanahorias para la cena y lo seguia por TV.lamento no estar alli,pero aproveche en cambio,para exagerarle a mi hija que no se olvidara nunca de lo que que esta viendo. No se si porque la atrapo la inefable seduccion del barbeta o porqu estaba conmovida por la graciosa imagen de un servidor moqueado sobre las zanahorias (y conste que no eran cebollas),pero la cuestion fue parecia darle mas importancia de la que yo imaginaba. Por un momento se me olvidaron mis ilusiones desgastadas,las derrotas acumuladas durante anos,los argumentos sobre los nuevos reordamientos mundiales y mil excusas mas que me alejaban de aquel que fui en algun momento y solamente me entregue a disfrutar de la emocion de estar viendo a un sobreviviente de una madera en extincion.Y no hablo sino de las ideas (aunque tambien de ellas )sino de una manera de entender la politica.De una concepcion.del sueno y de la lucha por ese sueno.De una mirada sobre las cosas que cuando se muestran asi sin intermediarios.no tienen atenuantes. Tomo conciencia de que toda nuestra historia jamas un politico habia expuesto esa concepcion ideologica sobre la vida y me di cuenta en un segundo de lo que significaria escuchar toda esa potencia humanitaria. Como unico discurso politico desde hace 44 anos como sucede con el pueblo cubano.Y finalmente,ya en el colmo de mi desalino (recuerden los moco y las zanahorias).me repetia con una obviedad en el limite de lo estupido: Es el,es el original,esta aca y nos esta encajando un discurso revolucionario impresionante y conmovedor....,el mismisimo Fidel Castro,no una pelicula o el recuerdo de un recuerdo....,es el y esta aca. Por supuesto eso paso hace algunos minutos y despues de la reparadora cena pude volver otra vez a la realidad y empece a escribir esto con la certeza de que aquellos no era real.Es decir,jamas estuve cortando zanahorias en mi casa,mirando television.En realidad y que nadie se atreva a discutirmela esta noche estuve frente a la Facultad de Derechos,con mi mujer y mi hija, siendo testigo de un inolvidable hecho historico. Jorge Santo Neves. by maiko66  |
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