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De: ATTACmx  (Missatge original) Enviat: 20/12/2003 08:57

  http://groups.msn.com/ATTACMEXICO/

            http://groups.msn.com/ATTACPRAXISMEXICO/

           " NO IMPUESTOS AL CONSUMO,
              SI IMPUESTOS AL INGRESO Y
           LA ESPECULACIÓN FINANCIERA "

             " Nacionalistas vs Neoliberales{Neofascistoides} "
-------------------------------------------------------------------------------------
----Original Message Follows----
From: koba
To: Renato Consuegra

  Subject: Re: Mentes Brillantes

  Return-Path: koba@yumka.com

       México D.F. Viernes 19 de diciembre de 2003

           ECONOMIA MORAL
                               Julio Boltvinik

La economía moral es convocada a existir como resistencia a la economía del
"libre mercado": el alza del precio del pan puede equilibrar la oferta y la
demanda de pan, pero no resuelve el hambre de la gente
Derrota neoliberal

  Priístas tecnócratas contra herederos de una tradición

  Confrontación de concepciones: neoliberal vs. socialdemócrata

EL JUEVES 11 DE DICIEMBRE, en el pleno de la Cámara de Diputados ocurrió un
hecho insólito: los neoliberales fueron derrotados, en una decisión
importante, como no había ocurrido en los últimos 20 años en el país. Por
mayoría de votos (251 contra 234) los diputados votamos contra el dictamen
de la Comisión de Hacienda que era favorable a una iniciativa del PAN que
creaba el impuesto de enajenación e importación (IEI) para ser aplicado con
una tasa de 8 por ciento a las transacciones en los bienes que la Ley del
IVA grava con tasa cero: alimentos, medicinas, libros, periódicos y
revistas. El IEI es la más cara del IPI que, a su vez, era la máscara del
IVA. Quienes votamos en contra fuimos los grupos parlamentarios completos
del PRD, PT y Convergencia, alrededor de dos terceras partes del grupo del
PRI que había rechazado el liderazgo de Elba Esther Gordillo, y cuatro
diputados del PVEM (los priístas vestidos de verde).
INDEPENDIENTEMENTE DE LA lucha intestina por el poder, la escisión del PRI
en esta votación puede interpretarse, en términos de la propia historia de
este singular partido. En estos términos observaríamos la coalición con la
izquierda de lo que ha logrado sobrevivir en el PRI de las raíces de la
Revolución Mexicana y de la tradición de defensa de las causas populares,
que con altibajos y de manera muy contradictoria dominó a este partido hasta
1982. Por el otro lado, el PRI neoliberal de los tecnócratas que se
apoderaron de la conducción de ese partido, y del país entre 1982 y 2000,
hizo coalición con la derecha (PAN) y con el PVEM, que no parece saber dónde
está parado.
AUNQUE ESTA INTERPRETACION es polémica y existen evidencias de las
inconsistencias, oportunismo y similares de los que ahora votaron así, en
varios discursos que antecedieron la votación era evidente la autenticidad
de las ideas. Líderes campesinos, obreros, del llamado sector popular, de
toda la vida, aplastados por 20 años de dominio neoliberal en su partido, se
sintieron libres de expresar sus convicciones en sus discursos y en su voto.
LO OCURRIDO EN LA CAMARA de Diputados también puede verse como el choque de
dos concepciones contrapuestas del papel del Estado y de las finanzas
públicas en la vida social. Para los neoliberales el Estado es una amenaza a
la libre empresa y al funcionamiento adecuado de los mercados. Sostienen
como principio básico el papel subsidiario del Estado: debe limitarse a
aquellas tareas que las empresas y las familias no pueden llevar a cabo. El
desarrollo es resultado de la libre actuación de los empresarios en un
mercado sin interferencias. Para la concepción keynesiana (desarrollista en
el pensamiento latinoamericano), el Estado es elemento central en el
desarrollo de las naciones y debe modificar activamente el funcionamiento
del mercado. Del mercado modificado, regulado y estimulado por el Estado,
surge el desarrollo. Cuando el keynesianismo se une con los derechos
sociales hechos realidad en el Estado de bienestar, se conforma un
pensamiento que en muchos países ha sido articulado por los partidos
políticos socialdemócratas.
AMBAS CONCEPCIONES ACEPTAN el papel redistributivo de las finanzas públicas,
pero con hondas diferencias. Por una parte, a los neoliberales les gustaría
que los impuestos que pagan personas y empresas fuesen siempre
proporcionales a los ingresos; es decir, que todo mundo pagase la misma tasa
del impuesto sobre la renta (ISR) (digamos 20 por ciento) y una tasa única
del impuesto al consumo (IVA), digamos del 10 por ciento que se aplicara a
todos los bienes y servicios. Con ello se dejaría intacta la distribución
del ingreso, la que sólo se debería modificar, según esta doctrina, mediante
el gasto público social. Este sólo debe dirigirse, focalizarse, en beneficio
de los pobres extremos; los demás deberían proveerse de todos los bienes y
servicios a través del mercado. La educación y la salud sólo deberían ser
gratuitas para los pobres extremos; lo mismo en salud. Naturalmente, esto es
con lo que sueñan. La realidad política matiza sus sueños, pero, cuando
alcanzan un poder amplio, empiezan a mover la realidad hacia sus sueños,
como se puede ver con el gobierno de Bush. En síntesis, en el pensamiento
neoliberal (que coincide en muchos puntos con la doctrina socialcristiana,
por eso los neoliberales del PRI y del PAN están muy cerca de los panistas
tradicionales) regiría un lema como el siguiente: "cóbrese a cada quien el
'diezmo' y úsese solamente para ayudar a los pobres extremos".1 Los
programas y el gasto social son focalizados; los impuestos proporcionales.
El gasto es redistributivo; la recaudación, eficiente. La recaudación les
gustaría centrarla en los impuestos al consumo.
EN LA CONCEPCION socialdemócrata, por el contrario, el gasto público social
cumple la función de garantizar a todas las personas sus derechos sociales.
Los programas y el gasto son universalistas: no logran ningún efecto
redistributivo. En cambio, los impuestos son altamente progresivos y están
centrados en el impuesto sobre la renta, jugando un papel secundario los
impuestos al consumo. Son los impuestos los que logran el efecto
redistributivo. El lema podría ser sintetizado como: "cóbrense impuestos
sobre todo a los ricos y gástense para beneficio universal de todos".
EL PRD SE SITUA relativamente cerca del modelo socialdemócrata, mientras el
gobierno de Fox, el PAN y los elbistas del PRI se sitúan casi exactamente en
el modelo neoliberal. Los priístas chuayfe tistas están en un punto
intermedio. Desde luego, éste es un proceso relativamente poco consciente
para la inmensa mayoría de los actores. Sin embargo, veamos la lógica de las
iniciativas fiscales que han presentado.
TANTO EL GOBIERNO COMO el PAN han presentado iniciativas en las que se busca
que todos los bienes y servicios paguen la misma tasa de IVA (12 por ciento
en la iniciativa gubernamental); si así fuera, todos pagaríamos 12 por
ciento sobre nuestro gasto de consumo. Con la Ley del IVA vigente, con tasa
15 por ciento y estando alimentos y medicinas con tasa cero y el transporte
público terrestre de pasajeros (entre otros servicios) exento, el 10 por
ciento de los más pobres (el decil 1) paga 5 por ciento (en promedio) de IVA
sobre el total de su gasto de consumo, mientras 10 por ciento de los más
ricos (el decil 10) paga 12 por ciento sobre su gasto. Es claramente un
impuesto progresivo. La iniciativa original del gobierno le subía 7 puntos
porcentuales a los más pobres y dejaba a los ricos sin cambio. Ajustándose a
la resistencia encontrada en el Congreso, esta iniciativa se ha ido
matizando, pero el ideal, y así lo expresan sus defensores más fervorosos,
está en la iniciativa gubernamental. Algo similar pasa con sus iniciativas
en materia de ISR. El ideal es que todo mundo pague 25 por ciento de su
ingreso, pero los primeros 6 mil 333 pesos mensuales del ingreso de todos
son declarados como deducibles, mientras en el otro extremo, por arriba de
416 mil pesos mensuales (5 millones al año), donde están muy pocos y los que
están tienen la capacidad de diseñar su ingeniería fiscal de tal manera de
pagar menos, la tasa sería de 33 por ciento y bajaría a 30 por ciento en
2006. A la mayor parte de las personas físicas con ingresos altos se les
disminuye sustancialmente su pago, es decir, se les aumenta su ingreso. Pero
el punto sobre el que quiero llamar la atención es que estas ideas de la
tasa plana (flan rate) buscan gravar el ingreso por arriba de un mínimo con
proporcionalidad, lo que corresponde con la concepción neoliberal antes
explicada. Por qué eligieron la cifra de 6 mil 333 mensuales (76 mil pesos
anuales) como el monto deducible o no gravable, que es más alto que las
líneas de pobreza de la Sedeso, no es claro, pero conceptualmente
corresponde con el mínimo para no vivir en la pobreza extrema. Por tanto, si
el lector hace caso omiso de la tasa un poco más alta para los ultrarricos,
y deduce los primeros 6 mil 333 pesos mensuales, es claro que se busca la
proporcionalidad de los impuestos. Es la idea de justicia de los
neoliberales, que se complementa con los programas tipo Oportunidades para
los más pobres. Si pudieran, desmantelarían todos los programas sociales que
no están focalizados hacia los más pobres.
AUNQUE EL PRD NO HA SIDO plenamente consistente con lo que, a mi juicio,
debería ser su postura, muy cerca del modelo socialdemócrata arriba
esbozado, las posturas sostenidas en defensa de la progresividad de las
leyes vigentes en ISR e IVA y, por tanto, su rechazo a todas las formas,
disfrazadas y abiertas del IVA a alimentos, medicinas y transporte público;
su rechazo a gravar prestaciones laborales y a bajar desmesuradamente las
tasas de ISR para los más ricos (que restarían una parte de la progresividad
del impuesto); su propuesta de aumentar el límite de ingreso exento del ISR
a 7 mil 800 pesos mensuales, que protegerían del impuesto a todos los pobres
y no sólo a los extremos; sus propuestas de eliminar el régimen de
consolidación fiscal, de eliminar la exención de 50 por ciento del ISR para
las empresas grandes del sector agropecuario (que benefician actualmente
sólo a las grandes empresas); su propuesta de gravar con base al flujo de
efectivo a las empresas (para sustituir al régimen actual que propicia la
elusión fiscal en las empresas con capacidad de ingeniería fiscal) son
algunas de las muestras de la relativa cercanía de los planteamientos del
PRD al modelo socialdemócrata. Aunque este partido ha mantenido una postura
ambigua respecto a los programas focalizados, ha defendido los programas de
vocación universalista y, en la práctica del gobierno de Andrés Manuel López
Obrador del Distrito Federal ha puesto en práctica programas universalistas
como el de adultos mayores, que muestran esta vocación socialdemócrata.
También ha mostrado su vocación por disminuir la desigualdad con su política
impositiva, de precios públicos y de sueldos de funcionarios y empleados. Ha
bajado los sueldos de los altos funcionarios, ha aumentado el de los
empleados y casi ha congelado precios y tarifas públicas. Mientras la
socialdemocracia combate la pobreza (extrema y no extrema) y la desigualdad,
el neoliberalismo sólo combate la pobreza extrema.
LA REACCION DESMESURADA de Fox, indigna de un Presidente de la República,
refleja la profundidad de la herida causada en el modelo por la resistencia
del Congreso. Ni siquiera cuando el PAN fue derrotado en la elecciones de
julio de este año, su reacción fue de tanto dolor e ira. En los próximos
días se conocerá el desenlace final de esta historia que Fox entiende como
una pelea de box, en la que cree que sólo ha perdido el primer round. Se
trata de una lucha de largo plazo entre el neoliberalismo o "manifiesto" del
capita (recordemos la frase de Fox: "el mío es un gobierno de empresarios
para empresarios") y la socialdemocracia o "manifiesto" por la gente. Una
renovada Comisión de Hacienda, en la que cuatro elbistas han sido
sustituidos por cuatro chuayfetistas, ha reanudado sus sesiones formales.
¿Habrá regalo o trancazo de Navidad?
1 En este pensamiento, como he hecho notar en numerosas ocasiones en esta
columna, sólo los pobres extremos deben ser ayudados por el Estado, porque
ellos, y sólo ellos, carecen de la capacidad para competir en el mercado.
Por eso el apoyo a los pobres extremos es parte esencial del pensamiento
neoliberal, ya que la igualdad de oportunidades (principio central junto con
el de subsidiariedad del Estado) para los pobres extremos no existe. De esta
manera, de lo que se trata es de hacer posible que jueguen el juego del
mercado. Una vez que todos tienen las condiciones mínimas para jugar el
juego del mercado, éste logra el bienestar social óptimo, siempre y cuando
el Estado no interfiera.
jbolt@colmex.mx
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   Democracia hacendaria
                   José Luis Calva
                                Editorial de El Universal
                                               Viernes 19 de diciembre de
2003
Primera sección
Aún hay quienes se resisten al cambio democrático en el país", señaló el
presidente Fox unos días antes de la gran tormenta. "Hay actores", dijo, que
"no se adecuan a las bondades de la democracia y siguen añorando el pasado"
(EL UNIVERSAL, 7/XII/03). Cinco días después, la ira estallaría en Los Pinos
por "el rechazo de la reforma fiscal dictaminada por la Comisión de Hacienda
de la Cámara de Diputados". "La democracia señaló entonces el presidente Fox
no justifica el desacuerdo [...] la democracia debe ofrecer resultados y
dividendos para la sociedad" (mensaje del presidente Fox sobre el rechazo de
la reforma fiscal, Sistema Internet de la Presidencia, 11/XII/03). El
círculo de la ironía se había cerrado: el jefe del Poder Ejecutivo parecía
"añorar el pasado" de una presidencia imperial que daba órdenes al Poder
Legislativo, en vez de "adecuarse a las bondades de la democracia".
Serenamente considerado, lo ocurrido el 11 de diciembre en la Cámara de
Diputados es algo habitual en cualquier democracia, donde los parlamentos
normalmente rechazan las iniciativas de fracciones legislativas
minoritarias, en este caso la propuesta fiscal de la fracción denominada
"elbiazul". Nada extraordinario.
Más aún, los diputados que votaron contra la iniciativa de gravar las ventas
de alimentos y medicinas, considerando este gravamen como un IVA disfrazado,
realizaron un ejercicio de auténtica democracia representativa, puesto que
se habían comprometido con sus electores precisamente a rechazar el IVA en
alimentos y medicinas. Esto ha sido reconocido por destacados dirigentes
gremiales, incluyendo a Yeidckol Polevnsky, presidenta de uno de los
organismos empresariales más representativos (la Cámara Nacional de la
Industria de la Transformación): "Los legisladores del PRI declaró Polevnsky
no están `neceando`, sino que están protegiendo el poder adquisitivo de sus
electores" (EL UNIVERSAL, 17/XII/03).
La interpretación del presidente Fox, en cambio, fue exactamente la
contraria. "Quienes decidieron votar en contra de la reforma dijo Fox han
optado por aplazar la solución de rezagos sociales y posponer la
recuperación del crecimiento sostenido para impulsar el desarrollo del
país".
Es dudoso para decirlo suavemente que la aprobación del gravamen sobre
alimentos y medicinas (denominado Impuesto a la Enajenación e Importación:
IEI), el cual repercutiría en un incremento de los precios al consumidor,
hubiera contribuido a la solución de rezagos sociales. Más bien, un impuesto
sobre alimentos y medicinas agrandaría los rezagos sociales, porque 70% de
la población de menores ingresos destina una gran proporción de su gasto
precisamente a la compra de alimentos y medicinas.
Hace unos meses, el Premio Nobel de Economía 2001, Joseph Stiglitz, escribió
con referencia a nuestra América Latina: "La tributación tiene que ser más
equitativa. El IVA no es un impuesto equitativo, y en la mayoría de los
países en desarrollo es un impuesto que ni es compatible con la eficiencia
económica ni promueve el crecimiento [...]. Y como los muy acaudalados
suelen gastar montos importantes en el exterior, ni siquiera representa un
impuesto proporcional sobre el consumo" (J. E. Stiglitz "El rumbo de las
reformas. Hacia una nueva agenda para América Latina", en Revista de la
Cepal, número 80, agosto/2003).
Es cierto que durante los 90 se realizaron en América Latina reformas
tributarias basadas en impuestos regresivos sobre el consumo. Pero esto no
contribuyó al fortalecimiento de la democracia, sino a alentar las dudas de
la ciudadanía acerca de las bondades de la democracia, simplemente porque,
como dice Stiglitz, "la democracia electoral no ha atenuado sus penurias".
El problema radica en que "la concentración de la riqueza señala el Premio
Nobel de Economía 2001, incluso en regímenes democráticos, puede dar (y de
hecho ha dado) origen a la concentración de poder político, lo que limita
las posibilidades de reglamentación o de tributación redistributiva".
Ya lo había advertido Nicholas Kaldor, en su excelente artículo "¿Aprenderán
a gravar los países subdesarrollados?", publicado en 1963 en Comercio
Exterior y reeditado en ocasión del 50 aniversario de esta importante
revista. "En una democracia que funcione adecuadamente el equilibrio del
poder político es en sí mismo la manifestación de un constante compromiso
social entre los intereses en conflicto de grupos y clases particulares, y
es un equilibrio que varía automáticamente reaccionando a las presiones
cambiantes. Pero la experiencia ha demostrado que en las naciones
subdesarrolladas, con un electorado dominado por la ignorancia y el
analfabetismo, las instituciones parlamentarias no funcionan en general del
mismo modo. Las elecciones periódicas y los sistemas multipartidistas no son
instrumentos bastantes para asegurar un ajuste social continuado o pacífico.
El poder se mantiene en las manos de determinados grupos dominantes,
independientemente de que sea uno u otro partido el que ocupa el gobierno".
Por eso resulta esperanzador lo ocurrido el 11 de diciembre en la Cámara de
Diputados. Los legisladores que rechazaron la propuesta fiscal "elbiazul"
actuaron como verdaderos representantes populares, cuidando como dice
Polevnsky el poder adquisitivo de sus electores. Desde luego, esta visión no
implica desconocer la necesidad de una reforma fiscal, pero rechaza que la
reforma se cargue sobre los pobres.
En su mensaje del 11 de diciembre, el presidente Fox señaló: "Es
indispensable asumir que México tiene el porcentaje de recaudación fiscal
más bajo de todos los países que conforman la OCDE. Esta realidad
contundente exige una reflexión responsable y seria por parte de las fuerzas
políticas, sea cual sea su signo". El Presidente debería asumir su propia
exhortación.
Sin duda, el rezago de México en recaudación tributaria es enorme: mientras
en el conjunto de países miembros de la OCDE alcanza 37.1% del PIB, en la
Unión Europea 41%, en Canadá 35.1%, etcétera, en México apenas alcanza 18.8%
del PIB, incluyendo en todos los casos las contribuciones a la seguridad
social y, desde luego, los impuestos petroleros.
Pero nuestro rezago es todavía mayor en recaudación de impuestos sobre el
ingreso, que alcanza 13.4% del PIB en los países de la OCDE, 14.1% del PIB
en la Unión Europea, 16.9% del PIB en Canadá, 14.1% del PIB en Estados
Unidos, mientras que en México apenas alcanza 5.3% del PIB. (Desde luego,
nuestro rezago es también enorme en materia de impuestos sobre la propiedad
1.9% del PIB en los países de la OCDE, contra 0.3% del PIB en México y en
contribuciones a la seguridad social: 9.4% del PIB en los países de la OCDE,
contra 3.2% del PIB en México).
En cambio, la recaudación de impuestos sobre el consumo que incluye IVA e
impuestos especiales sobre bienes y servicios, incluyendo combustibles en
México asciende a 9.5% del PIB, más del doble que los impuestos al consumo
en Estados Unidos (4.1% del PIB) y superior a los de Canadá (8.2% del PIB).
No obstante, la iniciativa de reforma tributaria del gobierno de Fox y su
posterior versión "elbiazul" propuso elevar la recaudación de impuestos
regresivos sobre el consumo, en vez de proponer una reforma fiscal basada en
impuestos progresivos sobre el ingreso.
La afirmación del presidente Fox en el sentido de que la resolución de la
Cámara de Diputados significa "posponer la recuperación del crecimiento"
tampoco es consistente. Por el contrario, la elevación de los impuestos
sobre el consumo de las mayorías nacionales generaría efectos
contraccionistas sobre el volumen agregado de la actividad económica. Al
reducir el poder de compra de los pobres y las empobrecidas clases medias,
el IVA, IPI o IEI, comprimiría la demanda interna agregada, afectando
negativamente la producción, la inversión y el empleo.
Por si fuera poco, como única opción alterna a su propuesta de incremento de
los impuestos regresivos sobre el consumo, el gobierno del presidente Fox
propone recortar fuertemente la inversión pública y el gasto promocional del
desarrollo, lo cual significa también reducir la demanda interna agregada,
la producción, la inversión y el empleo. El obcecado propósito gubernamental
consiste en reducir el déficit fiscal de 0.6% del PIB en 2003, a 0.3% del
PIB en 2004, precisamente en condiciones de marasmo de la economía real,
como si fuera una manda religiosa.
Por el contrario, cuando los países exitosos padecen estancamiento económico
o recesión, lo que hacen sus gobiernos es exactamente lo contrario: aumentar
la inversión y el gasto públicos y/o reducir los impuestos (además de
aplicar políticas monetarias expansivas), con el fin de incrementar la
demanda interna agregada, estimulando de ese modo el crecimiento y el empleo
aunque ello implique un incremento del déficit fiscal. Por eso, muchos de
los países exitosos están operando actualmente con elevados déficits
fiscales (4.3% en Estados Unidos, 3.8% en Francia, 2.6% en el Reino Unido,
etcétera). Simplemente sus gobiernos insospechables de "populismo" colocan
la economía real y el empleo por encima de obcecadas metas de balance
fiscal.
En este contexto resulta grotesca la postura del gobierno federal. En un
escenario extremo sin incremento de los ingresos tributarios y sin precios
del petróleo superiores a los proyectados por la SHCP, sería factible
expandir cuando menos 3% real la inversión y el gasto público en todas las
áreas de bienestar social y económico, con un déficit fiscal de 0.9% del PIB
para 2004, apenas 0.3% del PIB mayor que el de 2003. Nada extraordinario.
Incluso permítasenos insistir los "requerimientos financieros del sector
público" (RFSP), que ascendieron a 3% del PIB en 2003, apenas pasarían a
3.3% del PIB en 2004, en vez de reducirlos a 2.7% del PIB, como proyecta la
SHCP. Tampoco es algo extraordinario: en 2000 los RFSP alcanzaron 3.2% del
PIB; y en 2001, ascendieron a 3.9% del PIB y el mundo no se acabó.
¿Por qué entonces la obsesión por reducir el déficit fiscal a toda costa en
el 2004? Simplemente por sometimiento a dogmas tecnocráticos, Por eso, para
2004 nuestro mejor deseo es una hacienda pública definida con criterios
democráticos.
Investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM

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