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General: Saramago: "soy un comunista libertario"
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Da: OmarComas1  (Messaggio originale) Inviato: 20/04/2004 16:00

 



      â€œAhora soy un comunista libertario” 

 

[La periodista Adriana Herrera, de la revista PODER, entrevistó a José
Saramago, premio Nobel de Literatura 1998, en su reciente visita a
México]

En 1975, José Saramago, nacido 53 años atrás en Azinhaga,
una provincia portuguesa, deambulaba por las calles de Lisboa como puede caminar
un hombre que ha apostado todo a una causa y lo ha perdido. No se arrepentía de
su elección porque sabía que “a la hora de elegir no sólo estás escogiendo algo.
Te estás construyendo un destino, y ése que serás en el futuro”. Acababa de
perder la dirección de uno de los diarios más importantes de su país, por
denostar en sus páginas contra la fuerza política recién instaurada en el poder,
que segaba de tajo el curso de “la Revolución de los Claveles” a la que se había
sumado con todo el entusiasmo ese 25 de abril de 1974 en el que los soldados se
alzaron contra 42 años de dictadura y pusieron flores en el cañón de sus
fusiles.

 

De haber hecho caso a ese sentido común que no respeta demasiado, habría
guardado silencio, habría bajado la cabeza. Como no lo atendió, se encontró en
la calle, quemado por su lucha política, sin la más mínima posibilidad de
conseguir un empleo y sin que nadie –ni siquiera sus compañeros de partido– lo
determinara o le preguntara si necesitaba algo. Gracias a su desobediencia al
sentido común, este hombre vencido y desocupado recobró los ejemplos de dignidad
que le fueron propuestos en la infancia por gentes sencillas que “dejaban la
vida apesadumbradas porque el mundo era hermoso”; y entonces –sólo entonces–
pudo consagrarse de un modo total a escribir. 

 

Sus impugnaciones frente al poder han remecido aquello que él considera más
poderoso que nada sobre la tierra –más que las potencias, que los ejércitos y
los poderes económicos– y en lo cual deposita toda su esperanza: la opinión
pública. Habiendo sido aliado del régimen de Castro en Cuba no teme contradecir
su propia línea de pensamiento comunista, para rechazar la prisión a las
conciencias y salvar su coherencia humana, ni escandalizar a las gentes con su
señalamiento de que el baluarte más preciado de nuestra civilización –la
democracia– es una fachada huera, una estafa. Dialogamos con este hombre duro de
roer e insobornable, en su reciente paso por México.

* Aunque no ha
publicado su Ensayo sobre la lucidez entiendo que es un testamento personal para
este tiempo.
- No quiero adelantarme a su publicación. A mí el mundo no me
gusta como es. Yo tengo en mi vida mucho más de cuanto hubiera alcanzado a
imaginar. Personalmente no deseo nada más. Lo que me gustaría es irme de este
mundo  —para lo cual no falta mucho— dejándolo más limpio, más honesto, más
serio, más bueno. Pero a la vez no tengo mucha ilusión frente a los seres
humanos... En un mundo como éste, riquísimo, lleno de posibilidades
tecnológicas, donde hay ahora muchos más inventores que en toda la historia, no
vivimos mejor. Se ha producido una especie de equivocación.

*
Usted acusa de perversa simulación a la democracia, e insiste en que es
necesario volver a la filosofía...
- Nosotros hemos puesto una imagen en el
lugar de la realidad. Lo que tenemos como democracia es una fachada, pero si
miramos detrás de ella, no está. Al darle la vuelta hallamos una realidad
falseada —el nombre en lugar de la cosa—. Nosotros nos portamos en relación con
la democracia como si ella fuera una especie de ícono incuestionable. Y al
contrario, me parece que deberíamos discutirla todos los días, para ver si sigue
siendo lo que pretendemos que sea, porque en la realidad no lo está siendo. No
vivimos en un mundo democrático.

* Pero tampoco el comunismo lo
construyó...
- El comunismo de la Unión Soviética se derrumbó por los mismos
motivos que se derrumbará la democracia: porque no se puede soportar un sistema
que supuestamente es democrático, que se proclama como gobierno del pueblo, que
pone todos los días en la boca de la gente la palabra democracia, sin que nadie
se pare siquiera a preguntar si efectivamente eso que se está viviendo tiene
algo que ver con la realidad que supuestamente crearía. Vivimos en una época en
que todo se puede discutir, salvo la democracia. Nadie en este mundo se pregunta
si efectivamente la democracia está cumpliendo lo que por definición propia está
llamada a ser. El nombre de la democracia no se toca, su falacia no se devela y
permanecemos con los ojos vendados, llenándonos la boca con una palabra que
opera como una representación falseada de algo que no ha comenzado a
existir.

* ¿Qué haría posible a la democracia cumplir lo que se
supone que sea?
- No es la democracia la que no he permitido calmar el
hambre, preparar a las gentes para los cambios productivos, asegurar una vida
digna: la democracia lo haría si el poder real estuviera en otras manos. Los
gobiernos hoy son los comisarios políticos del poder económico. No son más que
eso. Y lo es no sólo el gobierno de un pequeño país, sino también el de Estados
Unidos. Entonces, mientras los ciudadanos no comprendan que decir hoy “gobierno
socialdemócrata” o “liberal” no es más que una operación de cosmética barata, un
modo de nombrar algo que simplemente no se encuentra donde se nos quiere hacer
creer, porque en otro e inalcanzable lugar está el poder real, el poder
económico y financiero pluricontinental; mientras los ciudadanos no logren
desplazar ese centro del poder –y no lo lograrán en el funcionamiento corriente
del sistema democrático teniendo dos o cuatro partidos y votando en nombre de
ellos, y esperando que de ahí resulte el perfeccionamiento de la democracia– no
será posible un mundo donde se protejan los intereses de las mayorías. La
democracia se ha vuelto fundamentalista al proclamarse como el sistema perfecto.
Lo peor que nos puede ocurrir es que las víctimas sean al mismo tiempo
cómplices. Los medios no presentan ninguna discusión seria al
respecto.

* ¿En qué consistiría ese desplazamiento del poder? ¿Ha
considerado escribir una novela sobre ello?
- De una cierta forma Ensayo
sobre la lucidez contesta a eso. No para proponer una solución, porque no suelo
cargarlas en el bolsillo. Lo que hago es pedir que paremos un momento a
reflexionar, pensemos en por qué ocurre lo que ocurre, cómo dejaría de ocurrir,
qué instrumento tiene el ciudadano en sus manos... Ah, ninguno. Mirémoslo un
poco más cerca porque quizá lo tenga. En esa novela, de la que no le diré nada
más, hay un momento en que un personaje dice una frase semejante a esta: “Cuando
nacimos es como si firmáramos un pacto, pero a veces llega un momento de la
vida, en que decimos: «¿Quién ha firmado esto por mí?»”.

* Fue muy
difícil, supongo, pronunciar el “Hasta aquí llegué” frente a la situación
política de Cuba. ¿Cuánto tiempo lo pensó?
- Fue difícil, sí. Pero yo no soy
persona de tres días de pensar. Yo pienso rápido.

* ¿Piensa o
siente para decidir?
- Fernando Pessoa dice en un momento: “Lo que en mí
siente está pensando”; pero esa afirmación se puede pronunciar al revés también:
“Lo que en mí piensa, está sintiendo”. Si te pones a pensar demasiado puede que
te dejes llevar por el sentido común, por la prudencia –no te metas en eso, para
qué vas a complicarte la vida–. Pero si estás consciente de tu causa, si sientes
como yo sentí que no había motivo para transigir, y lo dices, aceptas las
consecuencias. Yo sabía el chaparrón que iba a venirse. Si uno espera protegerse
bajo el paraguas (el silencio) quizá no se moje; pero tiene que llegar el
momento de cerrar el paraguas aunque esté lloviendo. Cuando salga Ensayo sobre
la lucidez, ya verá la tormenta.

* ¿Cómo vio el intercambio de
insultos entre Aznar y Castro?
- Yo no tengo nada que ver con eso. Hay otros
políticos que se están insultando.

* Pero si intentamos mirar con
lucidez un hecho así, ¿qué es lo que podemos ver?
- Si nosotros nos quedamos
en el espectáculo de los insultos de Castro contra Aznar, o viceversa, o de A
contra B, independientemente de que sea más o menos bochornoso, o más o menos
efectivo, podemos permanecer toda la vida en un tipo de perspectiva que tiene
muchísimo en común con la prensa de corazón. Ese tipo de atención distrae las
preguntas fundamentales. En qué mundo estamos viviendo es lo que importa. ¿Qué
se está haciendo para que la vida de la gente cambie en un mundo donde cada tres
o cuatro segundos alguien muere de hambre? Lo que importa es negarnos a la
indolencia con que aceptamos la muerte de incontables personas. Los cientos de
barcos cargados de inmigrantes africanos que naufragan en las costas de la isla
donde vivo, por ejemplo. ¿Qué figura de realidad hace ese intercambio de fuegos
verbales? Eso no tiene importancia en un mundo pobre, en un mundo miserable,
donde tantos mueren bajo la marca de una condición humana constituida mitad por
nuestra indiferencia, mitad por nuestra ruindad. Dos marcas que la acción del
poder exacerba. El poder no necesita ser absoluto para corromper de un modo
absoluto. El poder corrompe.

* ¿Qué responder ante esa pregunta no
resuelta de la humanidad de cómo se puede paliar el hambre sin ahogar la
libertad? Y no me refiero a la estatua de la libertad convertida en el caballo
de Troya que se lleva a otros lugares, sino a lo que en nombre de los bienes
básicos se exiló de Cuba.
- Por algunas razones de Cuba, por otras de Estados
Unidos, donde después del 11 de septiembre está ocurriendo el surgimiento de un
ambiente prefascista, el resurgir del macartismo total. Pero abordemos la
cuestión de la libertad del ser humano. ¿Qué es el ser humano? Como expresión es
una abstracción, pero el uso del poder lo define. Por eso las preguntas de quién
lo obtiene, para qué fin, cómo ha llegado a ostentarlo, en interés de quién, son
necesarias. En el fondo resolver el por qué, el para qué y el para quién o para
quiénes en torno al poder, ejerciendo una continua reflexión sobre el poder,
puede preservar la libertad de las personas. Yo creo que las personas son
capaces de defenderla en lo que viven, por lo que hacen, en lo que piensan hecho
a hecho.

* ¿Cómo vio la polémica desatada entre el gobierno inglés
y la BBC por las informaciones en torno a la guerra de Irak? Vargas Llosa
defiende el veredicto del juez...
- En Vargas Llosa es natural esa defensa.
Por lo que yo he leído me parece un intento escrito de servir al señor Blair, de
mantenerlo políticamente vivo.

* ¿Todavía sostiene que es un
comunista hormonal?
- Esa fue una broma, pero es una broma seria. Yo estaba
en el programa de Bernard Pivot, el periodista francés, y él me preguntó, “¿Cómo
es que usted se hizo comunista?”. Y yo, que no lo había pensado, dije: “Voy a
dejar una contribución importantísima para el marxismo y las ideas de izquierda
y es que al igual que tengo barba o ciertos rasgos genéticos atribuidos a las
hormonas masculinas, soy un comunista hormonal”. Puede atribuirlo a las
hormonas, aunque sin duda, sería mejor atribuirlo a la conciencia. Últimamente
estoy diciendo: comunista sí, pero creo que hay que cambiar el calificativo: soy
un comunista libertario.

* ¿Es posible que “El Centro” –metáfora
con la que se refiere en su libro La Caverna al desplazamiento del poder
absoluto de “Dios” por el del mercado- opere, en tanto coacción a la libertad,
tanto en el paraíso consumista como en el comunista?
- En mi vida he
comprendido que la enajenación es igual provenga de un poder o del otro, de un
color o del otro. Por eso estoy diciendo que soy un comunista libertario. Quizá
puede creerse [que entre esos dos términos] hay una contradicción, pero yo la
tengo bastante bien resuelta. Yo digo comunismo, sí, yo digo que se puede. Pero
no para repetir todo lo que se ha hecho. Algunas cosas sí. Lo que he comprendido
es que no se puede, en nombre de lo que sea, intentar imponer lo que uno supone
que es la felicidad sin escuchar al otro. Tú no eres más ni mejor que el otro.
Quizá tenga razón.

* ¿Cómo ha logrado esquivar la tentación del
poder?
- Yo soy crítico frente al poder, frente a todos los poderes. Siempre,
siempre. Yo tengo poder, pero lo respeto. Soy consciente de mi enorme
responsabilidad.

* ¿No ha llegado la hora de inventar un término distinto para designar
aquello que no se halla ni con el bienestar del consumo, ni con lo que insiste
en llamar comunismo libertario?
- Hay que inventarlo, sí.

*
¿Será la isla desconocida?
- Quizá sea, sí. Hay que seguir navegando hasta
llegar...

Saramago escribió alguna vez que ya no quedaba tierra por
esperar o descubrir, pero luego inventó La isla desconocida, un relato cuyas
regalías donó en su totalidad a Centroamérica, donde cuenta la historia de un
hombre que sin ser marinero se planta frente al rey y le pide un barco para
encontrarla, aunque carezca de mapas porque de otro modo no sería desconocida.
Saramago tampoco los tiene, pero de nuevo apuesta todo cuanto es a la convicción
de que en esta hora del mundo nos urge navegar hacia la isla desconocida.



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Da: Anti-gusano Inviato: 21/04/2004 07:42
No encuentro en este mensaje criticas consistentes hacia el sistema economico y social cubano como si las encuentro con respecto al sistema capitalista, ¿será  que realmente Saramago no rompió con Cuba?, ¿o será que no encuentra la manera de equiparar la "maldad" de la revolución cubana con la maldad del capitalismo?  Yo más bien creo que es lo segundo que lo primero, aunque también debe haber algo de lo primero ya que un comunista que se queda sin Cuba es un comunista que se queda sin un espejo en el que mirarse el y su sueño de un futuro distinto y con justicia. 


 
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