Sent: Tuesday, June 08, 2004 9:37 PM
La era de la ética
La era de la ética
Leonardo Boff
Las
imágenes de torturas a prisioneros irakíes, por lo demás
cotidianas en las
prisiones norteamericanas -según el New York Times
del 31 de mayo-, son
reveladoras del descalabro ético al que hemos
llegado. Tales imágenes tienen
que ver con la crisis de nuestro
paradigma de civilización.
En efecto. La era que está terminando se fundó en la
voluntad de
conquista y de dominación de los otros y de la naturaleza, casi
siempre con el recurso a la violencia directa. El capital, la
acumulación privada de bienes materiales, el consumismo, la
competición,
la exaltación del individuo y la expoliación de los
recursos naturales,
caracterizan esta era. Junto a valores
irrenunciables, no se puede
desconocer un legado perverso: una
humanidad barbarizada y dividida entre
incluidos y excluidos, una
Casa Común depredada y una máquina de muerte
montada, capaz de
destruir el proyecto planetario humano, y capaz de afectar
profundamente a nuestro sistema de vida. Todo indica que ya ha
realizado
sus virtualidades históricas. Sin capacidad de persuasión,
necesita utilizar
la violencia para mantenerse, lo que agrava su
situación. Si quisiéramos
garantizar nuestra presencia en el proceso
evolutivo, necesitamos de otro
arreglo civilizatorio que tenga
condiciones de futuro y de
sostenibilidad.
Leonardo Boff
En otras
palabras, necesitamos una revolución en el sentido
clásico de la palabra, o
sea, el establecimiento de una nueva utopía,
un nuevo rumbo con otras
estrellas-guía que orienten nuestros pasos,
que esta vez serán pasos de la
humanidad como un todo. Aunque con
pretensiones universalistas, todas las
revoluciones anteriores fueron
regionales. Lo que ahora importa es que la
revolución sea mundial,
porque mundiales son los problemas que exigen un
equilibrio mundial.
Y es una revolución urgente, porque el tiempo del reloj
corre en
contra nuestra. O la hacemos dentro del tiempo limitado (la ONU
establece que hasta el año 2030, Johannesburg que hasta 2050), o será
demasiado tarde. El sistema-Tierra-Humanidad será insostenible. Lo
impensable puede resultar probable.
¿Sobre qué base se
hará esa revolución? Cristovam Buarque, nuestro
político-pensador brasileño,
nos sugirió la pista verdadera.
Refiriéndose a la segunda abolición, la de
la pobreza, escribió:
necesitamos "una coalición de fuerzas que habrá de
hacerse por
razones éticas, mucho más que por razones políticas".
Pensando en la situación mundial, ello equivale a decir:
necesitamos urgentemente una ética planetaria para garantizar nuestro
futuro común. ¿Cómo se hará eso? No será en pocas líneas como
diseñaremos su perfil, cosa que hemos intentado en nuestro ensayo,
fruto
de muchos intercambios, Ethos mundial, um consenso mínimo entre
os humanos
(Sextante 2004).
Pero necesitamos antes que nada una
utopía: mantener la humanidad
re-unida en la misma Casa Común contra
aquellos que quieren
bifurcarla haciendo de los diferentes desiguales, y de
los desiguales
desemejantes. A continuación, necesitamos potenciar el nicho
de donde
irrumpe la ética: la inteligencia emocional, el afecto profundo
(pathos) de donde emergen los valores. Sin sentir al otro en su
dignidad, como semejante y como próximo, jamás surgirá una ética
humanitaria. Además, importa vivir -en el día a día, y más allá de
las
diferencias culturales- tres principios comprensibles para todos:
el cuidado
que protege la Vida y la Tierra, la cooperación que hace
que dos más dos
sean cinco, y la responsabilidad que se preocupa de
que las consecuencias de
todas nuestras prácticas sean benéficas. Y,
por fin, alimentar un aura
espiritual que dará sentido al todo. La
nueva era, será de la ética o no
será.