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General: La renuncia de Fidel
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Da: Gran Papiyo  (Messaggio originale) Inviato: 19/07/2004 04:31

Julio de 1959

Otra victoria de Fidel y del pueblo

ARNOL RODRÍGUEZ CAMPS

Cuba, julio 17 de 1959. Aquel viernes glorioso de nuestro incipiente proceso de la Revolución en el poder, amanecía con la estremecedora noticia en el periódico Revolución, de que Fidel Castro renunciaba a su cargo de Primer Ministro del Gobierno Revolucionario.

La lucha de clases se manifestaba al rojo vivo. El enemigo ponía en práctica las más aviesas campañas para desestabilizar y destruir a la Revolución. Se hacía lo imposible por impedir el ascenso de los humildes al poder pleno; tamaña realidad no se podía concebir por los contrarrevolucionarios. Algunos que ostentaban altos cargos en el Gobierno les hacían el juego a los norteamericanos; unos más conscientes y otros menos. Muchos vinculados al sistema del imperio estaban dispuestos a defender hasta con las uñas su modo de vida.

No pocos eran víctimas, a gusto, de la formación que el coloso del Norte había ejercido en la cultura y la economía cubanas. La situación era delicada y el acontecer revolucionario se encontraba a prueba. En ese contexto, la prensa —a través de sus diferentes medios, que se mantenían prácticamente intactos— alimentaba e incluso moldeaba aquellas circunstancias. Era algo parecido a la guerra mediática que se libra ahora contra la Revolución Bolivariana en Venezuela.

No obstante ese panorama, el pueblo era cada vez más protagonista, beligerante, ganaba confianza en sí mismo y se sentía más esperanzado.

El pueblo crecía con prontitud al influjo de las leyes revolucionarias —las mismas que tanto irritaban a los adversarios de la Revolución— y por influencia del liderazgo de Fidel.

Había que impulsar el proceso que querían frenar en su avance social y político. Los obstáculos se sucedían, incluyendo al propio Presidente de la República, doctor Manuel Urrutia Lleó, quien se convertía en un escollo por su incomprensión ante determinadas medidas y leyes de beneficio social, por declaraciones impropias y actitudes incorrectas.

Tenía que romperse el círculo vicioso que nos envolvía y, a la vez, respetar la Constitución y las leyes. Solo así saldría airosa la Revolución. No había alternativa. Nos teníamos que ajustar al magisterio de las leyes y de los principios, cortar el nudo gordiano que pretendía ahogar al pueblo y a su Revolución.

De nuevo Fidel supo aplicar la estrategia correcta, despejar el camino y revertir la situación existente. Renunció a su jerarquía de Primer Ministro y libre de los condicionamientos del cargo, se presentó por televisión ante la ciudadanía para explicar las razones de su decisión.

En previsión de cualquier eventualidad, desde horas antes de la llegada de Fidel a los estudios de CMQTV, lugar de su comparecencia, todo el perímetro que circundaba Radiocentro, fue protegido por combatientes de vanguardia de la Policía Nacional. Muchos de esos policías fueron integrantes del Batallón de Combate que dirigido por el hoy general de división Samuel Rodiles, ofrendó numerosas vidas y se glorificó victoriosamente en la Ciénaga de Zapata, combatiendo a los mercenarios que llegaron en la invasión de bahía de Cochinos, Playa Girón, preparada, pertrechada y conducida por los Estados Unidos en abril de 1961.

En su pormenorizada exposición, Fidel se refirió a los antecedentes que conformaron el embrollo que se había creado. Analizó las razones que tuvo él, para que en nombre de la Revolución procediera como lo hizo. Sus argumentaciones eran contundentes. El pueblo las asimiló perfectamente. Mencionó la trágica y reciente experiencia vivida con el caso de Pedro Luis Díaz Lanz, quien había sido destituido como jefe del Cuerpo de Aviación de las Fuerzas Armadas, por actitudes traidoras y practicar el nepotismo y la corrupción. Díaz Lanz abandonó el país clandestinamente, compareció ante el Subcomité de Seguridad Interna del Senado norteamericano y se pronunció contra el Gobierno cubano. A los pocos días piloteó un avión de matrícula y procedencia estadounidense que ametralló a la población civil de la capital.

Fidel concluyó sus argumentaciones afirmando que sus discrepancias con Urrutia eran de carácter moral; discrepancias morales que conducirían a la traición del segundo. Añadió que debía actuarse rápido, con valentía y sinceridad hasta las últimas consecuencias.

Mientras Fidel hablaba por televisión, frente al edificio de la CMQ, por la calle M, casi esquina a 23, se concentraba una parte del pueblo. El Consejo de Ministros, que se encontraba en el Palacio Presidencial, y el propio presidente Urrutia desde su residencia en el tercer piso del Palacio, escuchaban los pronunciamientos del Comandante en Jefe.

Urrutia tomó la decisión de hablar también por televisión, lo cual Fidel acogió con sumo interés, aunque muy pronto el Presidente desistió de ese propósito y presentó su renuncia al Consejo de Ministros. Al conocer esta información, el pueblo reunido frente a la CMQ, más otros contingentes salidos de distintos lugares de la ciudad, marcharon alborozados hasta el Palacio Presidencial.

Allí, desde uno de los balcones, Armando Hart, entonces ministro de Educación, le comunicó al pueblo que el Consejo de Ministros había aceptado la renuncia de Urrutia y nombrado nuevo Presidente de la República al doctor Osvaldo Dorticós Torrado, quien venía fungiendo como Ministro de Ponencia de Leyes Revolucionarias. La renuncia de Fidel no se aceptaba y le solicitaron su retorno al cargo de Primer Ministro.

Una vez más se confirmó que no había poder superior al poder del pueblo.

                                      SALUDOS REVOLUCIONARIOS

                                                  (Gran Papiyo)



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