Un traductor del presidente George Bush y su novia están obligados a pagar entre los dos más de 15 dólares porque hace cuatro años viajaron a Cuba con la intención de presenciar un espectáculo artístico.
El traductor se nombra Fred Burks, quien, al regresar en aquella oportunidad a su país procedente de La Habana, fue retenido e interrogado, al igual que su novia, en el aeropuerto de Minneapolis.
Desde entonces, Burks y su pareja han sido presionados para que liquiden sus multas por el viaje, que estuvo destinado a presenciar una actuación del grupo Buena Vista Social Club.
Al respecto, el traductor del mandatario norteamericano declaró al periódico El Nuevo Herald: "he vivido en China cuatro años y nunca necesité un permiso. Ahora mismo podemos viajar a Corea del Norte sin autorización. ¿Por qué a Cuba no?".
El periódico aclara que Fred Burks "no es un traductor cualquiera", pues habla cuatro idiomas y desde hace doce años el Departamento de Estado norteamericano contrata sus servicios.
Según El Nuevo Herald, una fuente de la Casa Blanca le confirmó que Fred Burks "ha prestado servicios como traductor del Presidente". El caso hace aun más grotesca la política de sancionar a ciudadanos estadounidenses que, atenidos a la Constitución de su país, visitan a Cuba.
Y se suma a quienes han recibido igual sanción por venir, entre otras cosas, a pescar truchas, pasear en bicicleta, donar medicinas, enterrar las cenizas de sus padres o traer Biblias.
A esa increíble legión de condenados se une ahora un traductor de Bush que junto a su novia cometió el pecado de viajar aquí para disfrutar la actuación del grupo Buenavista Social Club. Otra repulsiva y hasta sorprendente muestra del bloqueo a Cuba.