Carta a Fidel Castro de un paciente venezolano
Carta a la que el Presidente Chávez se refirió en su discurso, enviada por el ingeniero Jesús Ángel Díaz Molero al Presidente Fidel Castro
Caracas, 15 de diciembre del 2004
Ciudadano
FIDEL CASTRO
Presidente de la República de Cuba
La Habana, Cuba
Estimado señor Presidente:
Con gran honor me dirijo a usted en la oportunidad de manifestarle mi agradecimiento por la grata experiencia que nos hizo vivir a ciento sesenta (160) venezolanos en el país que tan dignamente usted preside, durante la segunda quincena del pasado mes de octubre. Yo fui atendido para ser sometido a una extirpación de cataratas en la ciudad de La Habana, y los otros cientos de venezolanos que disfrutaron, al igual que mi persona, de tratamientos médicos económicos, tuvieron una gran ayuda moral y disposición familiar, entre otras cosas. Todos regresamos a Venezuela sumamente complacidos, por lo que deseamos enviarle nuestra gratitud por tan loable labor de la que fueron protagonistas su personal médico-quirúrgico.
¡Dios le pague eternamente!
Muy atentamente,
Jesús Ángel Díaz Molero
CI 108.154
RELATO DE UNA EXPERIENCIA AGRADABLE
ESCRIBE: JESÚS ÁNGEL DÍAZ MOLERO
Yo soy un ingeniero de los que denominan por ahí como “Veteranos”; el primer fin de semana del pasado mes de septiembre, sorpresivamente sufrí una intoxicación estomacal con vómitos y cefalea de origen desconocido y de cierto grado de molestia física o de incomodidad.
Tan pronto pude hacerlo, viviendo en la urbanización Santa Fe, tomando en cuenta las dificultades normales para conseguir asistencia médica los fines de semana, tanto para dirigirme hacia algún instituto de asistencia médica dentro del sector más cercano a mi habitación.
Al consultar con el taxista, recibí mi primera sorpresa al informarme el taxista que a muy poca distancia se encontraban unas instalaciones para asistencia médica de la denominada “Misión Barrio Adentro” donde me recibieron de inmediato un par de muchachas médicas que atendían el local sin preguntarme, aparte de mi identificación, mi condición social ni mi capacidad económica, abocándose rápidamente a determinar mis padecimientos de salud y el tratamiento primordial para mi estabilidad física primaria con los suministros de los fármacos necesarios para ello sin costo económico alguno por ningún concepto.
Transcurrido el tiempo necesario para lograr mi estabilización física, me enviaron a mi domicilio con la primera etapa de mi tratamiento, incluyendo la totalidad de las medicinas requeridas para esa etapa y adicionalmente para una nueva comparecencia para el siguiente lunes a fin de verificar un conjunto de exámenes médicos en diferentes instalaciones médicas, entre ellas el Hospital Militar, que consideraban imprescindibles y necesarios para determinar el origen y la calidad de mi padecimiento, con la advertencia de que si se me presentaba un nuevo ataque me dirigiera de inmediato al consultorio, sin tomar en cuenta la hora, porque ellas se encontraban dispuestas a la prestación de los servicios asistenciales durante las veinticuatro horas del día con personal médico permanente.
Cumpliendo con mi nueva cita médica, me presenté en el mismo sitio indicado, donde comprobaron mi nuevo estado de salud y me expidieron las órdenes requeridas para los exámenes médicos que consideraban necesarios.
En el transcurso del grupo de exámenes requeridos, de diferentes índoles, me encontraron adicionalmente que yo padecía de “cataratas” en los dos ojos y me indicaron si yo quería trasladarme a Cuba para que me sometieran a intervenciones de cirugía para eliminarme las “cataratas” y recuperar la visibilidad completa de ambos ojos y adicionalmente completarían los exámenes faltantes para determinar los tratamientos definitivos de mi padecimiento original, cubriendo totalmente el traslado a la isla y su regreso por vía aérea, todos los exámenes necesarios, preparación y hospitalización previa y post-operatoria; las propias intervenciones quirúrgicas, el período de recuperación post-operatoria, y la devolución a mi país, incluyendo el suministro de las medicinas requeridas sin costo alguno para mí y con el derecho, con las mismas condiciones, de llevar un acompañante, familiar o no, que velaría por mis cuidados y padecimientos.
Aceptando tan desinteresada oferta y dentro de un plazo relativamente corto me fijaron el día y la hora de mi comparecencia al aeropuerto de Maiquetía para dar comienzo al procedimiento ya indicado de antemano, con los documentos indispensables, prácticamente nuestros respectivos pasaportes y cédulas de identidad vigentes e igualmente en el caso de no disponer del pasaporte urgente o no tenerlo ellos intercederían para aligerar los trámites de sus respectivas obtenciones.
Salimos (yo y mi acompañante) a la hora fijada desde el aeropuerto Simón Bolívar de Maiquetía llegando a la ciudad de la Habana, Cuba, sin inconvenientes de ninguna especie, donde nos esperaban toda una delegación de personas especialistas que nos trasladaron en autobuses especiales al lugar de alojamiento, unas instalaciones de asistencias médicas que prácticamente es un conjunto bastante completo de una especie de ciudad hospitalaria con toda clase de instalaciones médicas, incluyendo las instalaciones habitacionales para los médicos, todo el personal capacitado para la prestación de servicios asistenciales de las diferentes especialidades médicas con tecnología de punta, equipos adelantados de últimas instancias.
Este contingente de personas trasladadas conjuntamente con nosotros alcanzaba aproximadamente a unos ciento cincuenta individuos en esa oportunidad, con un alto porcentaje dentro de los acompañantes que a la vez también eran pacientes.
Instalados convenientemente procedieron a completar, aumentar el conjunto de los exámenes médicos considerados necesarios y a mi preparación física pre-operatoria para someterme a la cirugía oftálmica prevista.
En vista de que la cirugía del primero de mis ojos resultó algo complicada, fuera de lo común, por las condiciones que presentaba ese tipo de cataratas, se me postergó la intervención quirúrgica del segundo de mis ojos para el próximo mes de enero, para esperar la recuperación total de la primera cirugía, para lo cual ellos me comunicarían el día y la hora de mi nuevo traslado con la suficiente anticipación para mi nuevo procedimiento, adicionalmente nos entregaron 500 pesos cubanos en moneda legal para cubrir nuestros gastos menores ya que los demás gastos, en su totalidad, estaban cubiertos por el Estado cubano.
Como un obsequio especial recibimos un estuche conteniendo: un par de zapatos deportivos, ropa interior, pantalones y franelas como presente adicional del pueblo cubano para nosotros los visitantes de la isla.
Para mi sorpresa, dentro del grupo de exámenes médicos a que me sometieron dentro de la etapa pre-operatoria me detectaron un nivel de azúcar fuera de lo normal y de inmediato me sometieron a tratamientos específicos para llevar mi nivel de azúcar en la sangre a los índices requeridos; me indicaron una dieta, me entregaron todo el grupo de medicinas especiales para ello, durante mi estadía en la Isla y durante mi tratamiento a seguir en mi país.
A mi acompañante (mi hermano) que tenía un quiste sebáceo en el cuello que pensaban extirpárselo, durante el grupo de exámenes médicos pre-operatorio le encontraron un estado de tensión arterial muy baja que para proceder a la intervención quirúrgica le indicaron un tratamiento determinado para corregirlo de cierta duración que impediría la cirugía hasta el próximo mes de enero que tendría que regresar conmigo para llevar a cabo tales procedimientos.
Durante todos los trámites aduanales y nuestro regreso a nuestro país por vía aérea no tuvimos el más mínimo inconveniente y de paso quedamos inscritos oficialmente para el próximo tratamiento, para lo cual nos avisarán oficialmente sin ningún tipo adicional de tramitaciones para nuestro traslado que no sean los controles médicos exigidos.
Hacemos notar y lo consideramos de mayor importancia, que este tipo de asistencia médica para todas las clases sociales, sin discriminación alguna, lo consideramos único dentro de la política asistencial del país y sin precedente alguno dentro de este tipo de servicio asistencial dentro de toda la historia de nuestro país, y hacemos los mejores votos para mantenerlo y mejorarlo, si es posible, permanentemente.
Yo, ingeniero Jesús Díaz Molero, venezolano y maracucho, quiero expresarle mi más profundo agradecimiento al ciudadano Hugo Chávez Frías, Presidente de la República, y al ciudadano Fidel Castro Ruz, Presidente de la República de Cuba, por el tipo de servicios asistenciales médicos establecidos entre ambos países para el beneficio de todas las clases sociales de la nación sin discriminación alguna, y muy especialmente en nombre de todas las clases sociales más necesitadas de este país.
También nos entregaron varias tarjetas telefónicas para comunicarnos con nuestros familiares y amigos cuando lo deseáramos.
Ya para finalizar este reportaje periodístico quiero decir altamente mi profundo agradecimiento en unión de mis compañeros de viaje, a los presidentes revolucionarios y bolivarianos de Cuba y Venezuela por las políticas desarrolladas en estos particulares.
Hay que ser bien agradecido. Ya lo decía San Juan en su retiro en la isla de Pathos, al finalizar su gloriosa y santa vida al decir: âEl purgatorio está lleno de almas mal agradecidasâ.
Jesús Díaz Molero