Castro y Pinochet, parecidos y diferencias
El dirigente cubano controla su país mediante los 700.000 miembros del Partido. El chileno lo hizo mediante la represión militar
VIDAS PARALELAS.- La detención del general chileno Augusto Pinochet en Londres ha generado una oleada de reacciones a escala mundial. Sus enemigos piden justicia. Sus partidarios se preguntan por qué no se le ha dado el mismo trato a Castro. La biografía de estos dos dictadores son similares en algunos aspectos. Sus regímenes están cargados de violaciones a los derechos humanos. Ambos encabezaron una rebelión armada contra el Gobierno de su país, eliminaron a los opositores... Pero también tienen sus diferencias: el régimen de Castro no tiene desaparecidos, pero sí presos políticos. El chileno dejó una estela de crímenes, pero los ciudadanos pudieron votar contra Pinochet.
Como en la mayoría de los dirigentes latinoamericanos, la educación de Castro y Pinochet se realizó en escuelas católicas: Castro, que nació en Birán, Cuba, en 1926, estudió en La Habana, con los jesuitas del colegio Belén, el mejor del país. Pinochet nació en 1915 en Valparaíso, Chile, tiene, por tanto, 83 años, 11 más que Castro. Estudió primaria en el seminario San Rafael, y, a los 10 años, con los maristas el Instituto de Quillota. Luego con los padres franceses de Valparaíso.
Los dos provienen de familias de clase media y de origen europeo. El padre de Castro, Angel Castro y Argiz, tenía ingenios azucareros, y era de Galicia. La madre era la cocinera de la familia, Lina Ruz González.
El dictador chileno tiene un apellido francés por parte de padre (Pinochet) y vasco por parte de madre (Ugarte).
Aunque los dos tienen formación castrense, los caminos que recorrieron para llegar a ello fueron diferentes. Pinochet se graduó en la academia militar de Santiago de Chile en 1936, y tras su ascenso, fue nombrado comandante del Ejército por Salvador Allende, 18 días antes del golpe de Estado.
Castro, en cambio, se graduó en Derecho en La Habana. Tras organizar grupos de activistas universitarios, participó en un intento de invasión de la República Dominicana. En 1953, trató de asaltar con un grupo armado el cuartel Moncada, en Cuba, y fracasó. A partir de aquí, ya era un guerrillero con formación militar.
La rebelión armada
Castro y Pinochet se parecen en que tomaron el poder de manera violenta. Castro, tras ser puesto en libertad por su asalto del cuartel, lo intentó de nuevo organizando una guerrilla en Sierra Maestra junto con su hermano Raúl Castro y el Che Guevara. Hace casi 40 años, en la Nochevieja de 1958, Fidel Castro entró en La Habana con sus soldados y tomó el poder, tras la huida precipitada de Fulgencio Batista, el corrupto jefe de Estado.
Augusto Pinochet se convirtió en un personaje mundial cuando, en 1973, derrocó al Gobierno constitucional de Salvador Allende, a causa del caos social y de la hambruna, e implantó una junta militar. Empleó los mismos métodos violentos que Castro: las armas. Aunque hay una llamativa diferencia: Castro derribó a una dictadura, pues Batista llegó al poder mediante una revuelta de militares. Pinochet aplastó a un gobierno elegido democráticamente en las urnas. A partir de ahí, la represión ejercida por ambos tiene muchas coincidencias. Castro encarceló a los miembros de la oposición y, al parecer, fusiló a los más radicales. La cifra: unos centenares.
Luego, apoyado por la Unión Soviética, aprobó la abolición del capitalismo, nacionalizó las empresas, instituyó una reforma agraria basada en la propiedad estatal de los medios de producción y convirtió a su partido en el Partido Comunista de Cuba.
Los restantes partidos quedaron prohibidos. La prensa fue censurada. La libertad de expresión, reducida a añicos.
Las cárceles se llenaron de opositores. Por cierto, que cuando Castro asumió el poder, afirmó en una entrevista publicada en EEUU que era un demócrata y que no era comunista. Algunos historiadores, como Paul Johnson (conservador), afirman que Castro fue apoyado por la CIA y por la revista Times.
Si fuera cierto, se encontraría otra similitud con Pinochet, quien, apoyado abiertamente por la CIA, encajaba perfectamente en el plan estadounidense de detener el avance de la izquierda en Latinoamérica. Pinochet asaltó con el Ejército y la Aviación el Palacio de la Moneda, donde se refugiaba el presidente Allende, que acabó suicidándose. Pinochet detuvo a unos 130.000 sospechosos en los tres años siguientes. En 1974, asumió la presidencia del país. Su legado es estremecedor. Se resume en un aluvión de cifras: los 2.298 asesinados y desaparecidos que contabilizó el Informe Rettig en 1990; las 899 víctimas que se añadirían a esa dramática compilación en 1996; los entre 600.000 y 800.000 reos que fueron torturados durante los 17 años de dictadura, según cifras proporcionadas por la psiquiatra María Paz Rojas; los cerca de 400 campos de concentración y centros de tortura.
Un régimen que llegó a instituir un auténtico menú de torturas con prácticas tan aberrantes como la violación de mujeres por medio de perros, la introducción de botellas rotas en la vagina, la permanencia de presos en jaulas, la consabida picana (descargas eléctricas), el teléfono (golpe en los dos oídos).
Se calcula que en esos años, la policía política de Pinochet, la DINA (policía política), eliminó a 90 españoles, cuyas muertes son las que han activado el proceso que ahora se ventila en Madrid y Londres.
El régimen de Castro no tiene desaparecidos: «En esta islita todo el mundo se conoce, y si hubiera desaparecidos se habría notado», dice una fuente diplomática española.
Sin embargo, los enemigos de Castro denuncian igualmente torturas, encarcelamientos y persecuciones. De hecho, unos dos millones de cubanos se han tenido que exiliar desde que Castro llegó al poder.
En la querella presentada la semana pasada ante la Audiencia Nacional española, se mencionan varios casos de asesinato. Uno de ellos describe cómo las patrulleras del militar cubano enviaron a pique un barco con disidentes, y una vez en el agua, comenzaron a dar vueltas para crear remolinos y ahogarlos. También existen muchos testimonios de las cárceles de Castro, donde han permanecido detenidos los enemigos del régimen durante 20 años sin cargos fundamentados.
Desde el punto de vista económico, las cosas son bien distintas. El régimen de Castro es una economía estatalizada que no ha logrado elevar el nivel de ingresos de los ciudadanos. Muchas mujeres se han tenido que prostituir, vendiendo su cuerpo a los turistas, con el objeto de mejorar sus condiciones de vida, obtener divisas y comprar en los almacenes reservados a los extranjeros.
Sin recursos
El país apenas tiene recursos, salvo las divisas que recibe por la venta de habanos y el turismo. El embargo impuesto por Estados Unidos desde principios de los 60 ha impedido al país explotar con más fortuna sus riquezas.
El régimen de Augusto Pinochet implantó una economía de mercado de corte occidental. Los ingresos per cápita de los chilenos están entre los más altos de América Latina, aunque existen bolsas de pobreza. Se ha creado una gran clase media que tiene el mejor sistema de pensiones de Latinoamérica. Los chilenos pueden entrar y salir del país libremente. En la Cuba de Castro, los cubanos no pueden salir con la misma libertad.
Desde el punto de vista sanitario, Cuba es un país con un médico por cada 170 habitantes y con servicios de salud y educativos gratuitos. Además, es el país del mundo que más medallas obtiene en los Juegos Olímpicos en relación con su población.
Las cosas difieren aún más cuando se habla de aperturismo político. En el caso de Cuba, apenas ha existido libertad. El Partido Comunista Cubano tiene 700.000 militantes, que controlan las asambleas populares y las elecciones para diputados. Castro se ha mantenido 47 años en el poder sin dar a los cubanos posibilidad de elegir a otro mandatario. Es presidente del Consejo de Estado, secretario general del Partido Comunista de Cuba y Comandante de las FFAA.
En cambio, Pinochet, planteó a los chilenos un referéndum sobre su continuidad en 1988 que dio como resultado un 55% de votos negativos. Permaneció como presidente hasta las elecciones libres de 1990, en las que Patricio Aylwin fue elegido presidente. Luego, continuó como jefe de las FFAA y ahora, senador vitalicio.
ANIMO GARZON DESPUES DE PINOCHO VIENE FIDELON