(Versiones Taquigráficas – Consejo de Estado)
Queridos compatriotas;
Distinguidos invitados:
En este 51 aniversario del asalto a la fortaleza del Moncada el 26 de julio de 1953, dedicaré mis palabras a un personaje siniestro que nos amenaza, nos insulta y nos calumnia. No es un capricho o una opción agradable; es una necesidad y un deber.
El día 21 de junio en la Tribuna Antiimperialista leí la epístola número dos al Presidente de Estados Unidos, respondiendo a un infame informe del Departamento de Estado sobre el tráfico de seres humanos de los que suele hacer, cual supuesto juez supremo moral del mundo, el gobierno de ese país, en el que se acusa a Cuba de estar entre los países que promueven el turismo sexual y la pornografía infantil.
Pasaron apenas dos semanas y, en lugar de guardar decoroso silencio ante verdades irrefutables contenidas en la epístola, los cables trajeron noticias de un discurso electoral de Bush en Tampa, Florida, con nuevas y más alevosas acusaciones e insultos, que tenían el claro propósito de calumniar a Cuba y justificar las amenazas de agresión y las brutales medidas que acaba de tomar contra nuestro pueblo.
La agencia francesa de prensa AFP comunicaba el 16 de julio desde Tampa lo siguiente:
"El presidente George W. Bush lanzó un duro ataque contra Cuba al definirla como ‘principal destino del turismo sexual’ y afirmó que Estados Unidos tiene el deber de liderar la lucha mundial contra el tráfico de personas para trabajos forzados o fines sexuales."
"Cuba es uno de los diez países citados por el Departamento de Estado en un informe divulgado en junio, en el que se señala a los gobiernos que toleran el tráfico humano o fallan en luchar contra este delito."
"‘El régimen de Fidel Castro convirtió a Cuba en el principal destino del turismo sexual’ reemplazando al sudeste de Asia como destino favorito de los pedófilos de Estados Unidos y Canadá, afirmó Bush.
"Durante una conferencia en Tampa, Florida, el mandatario señaló a Cuba como uno de los peores violadores en la materia.
"‘El turismo sexual es una fuente vital de divisas para mantener su gobierno corrupto a flote’, acusó.
"Bush indicó que terminar con el tráfico de seres humanos será parte esencial de su política exterior.
"‘El tráfico de seres humanos trae sufrimiento y vergüenza a nuestro país y lideraremos la lucha contra ello’, prometió.
"‘Estamos en una lucha contra el mal, los estadounidenses están agradecidos por su dedicación y servicio’, les dijo a los presentes en la conferencia. ‘La vida humana es un regalo de nuestro creador y nunca debe ser vendida.’"
Un cable de la agencia española EFE señalaba:
"‘Tenemos un problema a apenas 150 kilómetros de nuestras costas’, dijo Bush en el estado de Florida."
"Citó un estudio según el cual Cuba ‘ha reemplazado al sudeste asiático como sitio para los viajes de pederastas y turistas que buscan sexo’.
"‘Cuando se aflojaron las restricciones para los viajes a Cuba en los años 90, el estudio encontró que el flujo de estadounidenses y canadienses había contribuido a un agudo incremento de la prostitución infantil en Cuba.’"
"‘Mi gobierno trabaja para una solución completa de este problema: la transición rápida y pacífica a la democracia en Cuba.’"
"‘Hemos puesto en marcha una estrategia para acercar el día en que ningún niño o niña cubana sea explotado para financiar una revolución fracasada y todos los cubanos vivan en libertad.’"
"Bush dijo que ‘la vida humana es el don de nuestro Creador y jamás debería estar a la venta’.
"‘Se requiere una clase especial de depravación para explotar y herir a los miembros más vulnerables de la sociedad.’"
"‘Los traficantes de personas roban a los niños su inocencia, los exponen a lo peor de la vida antes de que hayan visto mucho de la vida. Los traficantes separan a las familias, y tratan a sus víctimas como bienes para la venta al mejor postor.’"
Para colmo de noticias extrañas, ese mismo cable añadió frases de John Ashcroft, en el discurso de presentación de Bush ante la Conferencia Nacional de Instrucción sobre Tráfico Humano:
"‘En el siglo XIX el presidente Abraham Lincoln definió una visión de libertad para todos, y con justicia se le llama el gran emancipador.’"
"‘En el siglo XXI tenemos un gran líder que nos ha convocado a una comprensión de la libertad no como un regalo de Estados Unidos al mundo sino como un don del todopoderoso a la humanidad.’"
Otro cable de la agencia inglesa REUTERS comunicaba:
"El Presidente de Estados Unidos acusó el viernes al Presidente cubano de haber convertido su isla caribeña en un destino de turismo sexual y de contribuir al problema mundial del tráfico de personas."
La agencia italiana ANSA informaba:
"‘El régimen de La Habana está agregando más crímenes: da la bienvenida al turismo sexual’, dijo Bush, quien incluso repitió una presunta cita de Castro: ‘Cuba tiene las prostitutas más limpias y educadas del mundo.’"
Cables posteriores han dado cuenta de que la cita de una supuesta frase mía sobre este tema, que hace el Presidente de Estados Unidos en su mencionado discurso de Tampa para sustentar sus graves acusaciones, se basa en un documento sobre Cuba escrito por Charles Trumbull, alumno de Derecho de la Universidad norteamericana de Vanderbilt, quien declaró enfáticamente que el discurso de Bush tergiversa el verdadero significado de una frase incluida en su trabajo, añadiendo entre otras las siguientes aclaraciones:
"La prostitución tuvo un alza repentina en la nación caribeña posterior al derrumbe de la Unión Soviética."
"Castro, que declaró ilegal la prostitución al asumir el poder en 1959, inicialmente contó con pocos recursos para combatirla. Pero alrededor de principios de 1996 las autoridades cubanas comenzaron a tomar medidas severas sobre la práctica."
"Aunque aún existe, es mucho menos visible y sería inexacto decir que el gobierno la promueve."
El lunes 19 de julio funcionarios de la administración Bush reconocieron que no tenían otra fuente para referirse al tema, que no fuera el trabajo del mencionado estudiante.
A pesar de que quedaba demostrado que el Presidente de Estados Unidos había formulado una gravísima acusación a partir de una frase contenida en el trabajo de un estudiante norteamericano, cuya intencionada tergiversación fue desmentida por el propio autor, la respuesta del vocero de la Casa Blanca, enfrentado a este desmentido, no pudo ser más inusitada. Simplemente, según el propio cable, "...defendió la inclusión [de la frase] argumentando que expresaba una verdad esencial sobre Cuba", o sea, que para la Casa Blanca "verdad esencial sobre Cuba" es cualquier cosa que el Presidente imagine en su mente con independencia de que se corresponda o no con la realidad.
Este es exactamente el tipo de enfoque fundamentalista a que el presidente Bush recurre constantemente, donde los datos, los argumentos, las verdades, los razonamientos, las realidades sobran, y lo único determinante es la idea que él tenga, o le convenga, sobre un tema en particular: algo se convierte en una verdad absoluta e irrebatible simplemente cuando el señor Bush lo imagina.
Hay muchos en el mundo que conocen muy poco de la Revolución Cubana y pueden ser víctimas de las mentiras y engaños que el gobierno de Estados Unidos difunde a través de los enormes medios de divulgación de que dispone.
Pero hay también muchos, especialmente en los países pobres, que conocen lo que es la Revolución Cubana, el esmero con que se consagró desde el primer instante a la educación y a la salud de los niños y de toda la población, su espíritu de solidaridad que la ha llevado a cooperar desinteresadamente con decenas de países del Tercer Mundo, su apego a los más altos valores morales, sus principios éticos, su insuperable concepto de la dignidad y el honor de su Patria y de su pueblo, por los cuales los revolucionarios cubanos han estado siempre dispuestos a ofrendar sus vidas. Sin duda esos muchos amigos, en cualquier rincón del mundo, se preguntarán cómo es posible que se lancen contra Cuba tan incalificables y groseras calumnias.
Esto me obliga a explicar con toda seriedad y franqueza las causas que, desde mi punto de vista, dan lugar a tales inconcebibles e irresponsables afirmaciones por parte del Presidente de la potencia más poderosa del planeta, quien además nos amenaza con hacer desaparecer a la Revolución Cubana de la faz de la Tierra.
Lo haré con el máximo de objetividad posible, sin afirmaciones arbitrarias ni adulteraciones vergonzosas de palabras, frases y conceptos de otros, o guiado por mezquinos sentimientos de venganza u odio personal.
Un tema ampliamente documentado en varios libros de eminentes autores, científicos y otras personalidades norteamericanas es la adicción del actual Presidente de Estados Unidos al alcohol durante dos décadas, entre los 20 y los 40 años. Este punto ha sido rigurosamente abordado de forma impresionante con criterio científico y desde el punto de vista psiquiátrico por el doctor Justin A. Frank en un libro ya famoso titulado "Bush en el diván".
El doctor Frank comienza aclarando que resulta valioso definir científicamente si Bush era un alcohólico o si sigue siéndolo, expresando textualmente a continuación:
".... la interrogante más apremiante es si la influencia de esos años de bebedor empedernido y su abstinencia posterior aún inciden en él y en los que lo rodean."
Prosigue explicando, y lo cito de forma textual:
"El alcoholismo es una enfermedad potencialmente fatal, un mal de toda la vida que resulta sumamente difícil de detener de forma permanente." (p.40)
A continuación, refiriéndose ya al Presidente de Estados Unidos en particular, expone:
"Bush ha dicho públicamente que dejó de consumir alcohol sin la ayuda de Alcohólicos Anónimos (una organización dedicada al tratamiento de adictos al consumo de alcohol), ni de ningún programa contra el uso indebido de sustancias prohibidas, y ha afirmado que dejó el hábito para siempre con la ayuda de instrumentos espirituales, tales como el estudio de la Biblia y conversaciones con el evangelista Billy Graham."
El libro en la página 40 cuenta que, según el ex escritor de discursos David Frum, al llegar a la Oficina Oval Bush convocó a un grupo de líderes religiosos, les pidió sus oraciones y les dijo:
"Solo hay una razón por la que estoy en la Oficina Oval y no en un bar." "Encontré la fe, encontré a Dios. Estoy aquí por el poder de la oración."
Al respecto el Dr. Frank analiza que esta aseveración puede ser verdad, y apunta con sus propias palabras lo siguiente:
"Seguramente todos los estadounidenses quisieran creer que el Presidente ya no bebe, aun cuando no tengamos la forma de saber si es cierto. De ser así, se ajusta al perfil del antiguo bebedor cuyo alcoholismo ha sido detenido pero no tratado".
Y añade:
"Los antiguos bebedores que se abstienen sin el beneficio del programa de Alcohólicos Anónimos son conocidos como ‘borrachos secos’, etiqueta esta que ha circulado por Internet y por otras partes refiriéndose a Bush. ‘Borracho seco’ no es un término médico, y no es un término que yo utilice en un medio clínico. Pero aun sin catalogar a Bush como tal, resulta difícil pasar por alto los muchos elementos problemáticos de su carácter entre los rasgos que la literatura sobre recuperación asocia con el alcoholismo, incluidos la grandiosidad, la naturaleza sentenciosa, la intolerancia, el desapego, la negación de la responsabilidad, una tendencia a reaccionar excesivamente y una aversión por la introspección." (p.41)
El Dr. Frank insiste en que él personalmente ha atendido a alcohólicos que detuvieron su adicción sin el tratamiento adecuado, quienes por lo general tienen muy poco éxito en aprender a controlar la ansiedad que una vez trataron de suprimir con el consumo de alcohol, y explica que:
"Sus rígidos esfuerzos para controlar la ansiedad dificultan cualquier análisis psicológico. Incluso algunos ni siquiera pueden enfrentar la ansiedad de tener que admitir su alcoholismo."
Continúa el Dr. Frank:
"He observado que, sin esta admisión, incluso, los antiguos bebedores no pueden cambiar realmente ni aprender de su propia experiencia."
Y ya refiriéndose concretamente a Bush, hace el siguiente razonamiento:
"El patrón de culpa y negación, que tan arduamente intentan romper los alcohólicos en recuperación, parece estar arraigado en la personalidad alcohólica; raramente se limita a su alcoholismo. El hábito de culpar a otros y negar la responsabilidad es tan dominante en la historia personal de George W. Bush, que evidentemente se dispara ante la más ligera amenaza.
"La rigidez en la conducta de Bush es quizás más evidente en su bien documentada confianza en sus rutinas diarias ―las reuniones famosamente breves, el programa sacrosanto de ejercicios, las lecturas diarias de la Biblia y las limitadas horas de oficina. Una persona saludable es capaz de alterar su rutina; una persona rígida no puede hacerlo." (p.43)
“Por supuesto” ―continϊa afirmando textualmente el eminente especialista norteamericano―, “todos necesitamos descanso y relajaciσn, tiempo para reagruparnos, pero al parecer Bush lo necesita más que la mayoría. Y esto no constituye una sorpresa, entre otras razones, porque la ansiedad de ser Presidente pudiera representar un riesgo real de retornar a la bebida". (p.43)
"Conjuntamente con las rutinas rígidas vienen los procesos de pensamiento rígido ―otra caracterνstica de la presidencia de Bush", sigue afirmando, con precisiσn casi matemática, el Dr. Frank: "Lo apreciamos en la forma testaruda, casi obsesiva, en que se aferra a las ideas y los planes después que han sido desacreditados, desde su imagen propia como persona que ‘unifica, no divide’, hasta su convicción de que Iraq tenía armas de destrucción masiva (o, en ausencia de dichas armas, que de alguna manera ‘los Estados Unidos hicieron lo que era correcto en Iraq’ de todas formas). Tal rigidez de pensamiento no está motivada por una simple testarudez; el alcohólico sin tratamiento, consumido por la tarea de tener que controlar las ansiedades que pudieran llevarlo a buscar la bebida, simplemente no puede tolerar ninguna amenaza contra su statu quo."
Y agrega el Dr. Frank que tal intolerancia generalmente trae como consecuencia respuestas desproporcionadas en relación con la magnitud de la amenaza real que percibe.
"Esto pudiera ayudar a explicar el dramático contraste entre la respuesta de George W. a Saddam Hussein y la de su padre, quien cuidadosamente creó una coalición, tomó medidas solo después que Kuwait había sido invadida y, después, procedió con prudencia y cautela cuando se estaba desarrollando la lucha –la conducta de un líder experimentado que sabía que era responsable de un sinnúmero de vidas, no un alcohólico acostumbrado a tomar medidas dramáticas para autoprotegerse."
Continuando con su análisis, el doctor Frank puntualiza:
"Hay dos preguntas que, al parecer, la prensa está decidida especialmente a pasar por alto, y que penden silenciosamente en el aire desde antes que Bush asumiera la Presidencia: ¿Está aún consumiendo alcohol? Y de no ser así, ¿está incapacitado por todos esos años que pasó consumiendo alcohol? Ambas interrogantes tienen que ser abordadas en cualquier evaluación seria de su estado psicológico." (p.48)
En cuanto a la primera pregunta, señala la posibilidad de que Bush esté calmando su ansiedad con medicamentos para mantenerse alejado del alcohol, y se refiere en particular a su extraño comportamiento en las conferencias de prensa.
Al respecto expone:
"Al escribir sobre la apariencia vacilante de Bush en una conferencia de prensa ofrecida precisamente antes de comenzar la guerra contra Iraq, el crítico del Washington Post Tom Shales especuló que ‘probablemente el Presidente haya estado ligeramente medicado’."
"Sin embargo, más preocupantes son las comparecencias que motivan sospechas no por la forma en que habla sino por lo que dice. En repetidas ocasiones se ha enfrascado en una confabulación, llenando los vacíos en su memoria con lo que él cree son hechos ―el más significativo fue el 14 de julio de 2003 cuando se paró al lado de Kofi Annan e inventó la idea de que los Estados Unidos le habían dado a Saddam ‘una oportunidad para permitir la entrada de los inspectores y él no los dejó entrar’. (Como observara el Washington Post, ‘Hussein, realmente, había admitido a los inspectores y Bush se había opuesto a prorrogar su trabajo porque no creía que fueran eficaces’. La confabulación es un fenómeno común entre los consumidores de alcohol, como lo es la perseverancia, que se evidencia en la tendencia de Bush a repetir palabras y frases clave, como si la repetición lo ayudara a permanecer calmado y mantener la atención." (p.49)
Y concluye el doctor Frank su análisis sobre estas dos preguntas con las siguientes palabras:
"Incluso si, además, asumimos que los días de alcoholismo de George W. Bush quedaron atrás, aún queda la interrogante del daño permanente que pudo haber causado antes de que dejara de consumirlo ―m慣s all慣 del considerable impacto en su personalidad que podemos rastrear hasta su abstinencia sin tratamiento. Todo estudio psicológico o psicoanalítico integral del presidente Bush tendrá que explorar cuánto ha cambiado el cerebro y sus funciones en más de veinte años de alcoholismo. En un estudio reciente realizado por el Centro Médico de la Universidad de California/San Francisco, los investigadores comprobaron que los bebedores empedernidos que no se consideran a sí mismos como alcohólicos revelan que ‘su nivel de consumo de alcohol constituye un problema que necesita tratamiento’. El estudio observó que los bebedores empedernidos de su muestra estaban ‘significativamente incapacitados en las mediciones de memoria de trabajo, velocidad de procesamiento, atención, función ejecutiva y equilibrio’. Aún está en curso una seria investigación sobre la recuperación a largo plazo del consumo indebido de alcohol. La ciencia ha establecido que el alcohol mismo es tóxico para el cerebro, tanto para su anatomía (ya que el cerebro se reduce y se amplían las fisuras entre los hemisferios y alrededor de estos) como para su neurofisiología. Pero la recuperación se produce con la sobriedad continuada, durante un período mayor de cinco años para muchos alcohólicos. Bush afirma que ha permanecido sobrio durante más de quince años y muy bien pudiera haber mejorado hasta los niveles anteriores al consumo de alcohol. Sin embargo, incluso los alcohólicos crónicos que recuperan sus funciones mentales comprometidas generalmente sufren de un daño persistente en su capacidad para procesar la nueva información. Importantes funciones neuropsicológicas se afectan: La nueva información esencialmente se coloca en un fichero que se pierde en el cerebro."
"Los ex bebedores empedernidos generalmente tienen problemas para diferenciar entre la información importante y la intrascendente. También pudieran perder parte de su capacidad para mantener la concentración. Todo lo que tenemos que hacer para observar la falta de atención de Bush es mirarlo cuando escucha un discurso pronunciado por otra persona, observar su comportamiento en ocasiones en plena campaña electoral o considerar el esfuerzo evidentemente desesperado que hace para mantener la concentración en todos los discursos que pronuncia." (p.50)
Por último el doctor Frank señala que Bush aliviaría el temor de muchos estadounidenses sometiéndose a pruebas psicológicas que pudieran medir científicamente los efectos de su adicción al alcohol en el funcionamiento de su cerebro, y advierte:
"De lo contrario, no podemos más que sospechar ―con razón― que nuestro Presidente pudiera estar incapacitado en su habilidad para comprender las ideas e informaciones complejas." (p.51)
Y termina sentenciando:
"Probablemente todos nosotros estaríamos un tanto temerosos de averiguarlo; después de todo, ya ha permanecido en la presidencia durante tres años y ha conducido a nuestra nación a la guerra. Pero si no lo hacemos, las consecuencias podrían condenarnos a todos y cada uno de nosotros". (p.51)
Otro aspecto tratado con profundidad y detalles en el mencionado libro "Bush en el diván", del doctor Justin A. Frank, es el referido al fundamentalismo religioso del presidente Bush.
El doctor Frank explica cómo tratando de encontrar alivio al caos interior que la bebida en algunos momentos calmó pero en última instancia intensificó, Bush debe haber encontrado en la religión una fuente de calma no totalmente diferente que el alcohol, y un grupo de reglas que lo ayudan a manejar ambos, el mundo externo y su mundo espiritual interno.
Expone que un análisis del papel del fundamentalismo en la vida de Bush mostrará que la sustitución de sustancias prohibidas es solo una de las varias formas en que Bush depende de la religión como mecanismo de defensa, y afirma que Bush utiliza la religión para simplificar e incluso sustituir el pensamiento, de modo tal que, en cierta forma, no tenga siquiera que pensar. Agrega que Bush, al colocarse del lado del bien ―al lado de Dios― se coloca por encima de la discusiσn y del debate mundano. La religiσn le sirve de escudo para protegerlo de los desafíos, incluidos aquellos que de otra forma él mismo se crearía.
Se pregunta cómo Bush llegó a este punto, y a continuación expone que la tradición de la familia Bush ha descansado por muchos años en la fe, en la creencia de un dios estrechamente vinculado con la rectitud moral, pero hace la siguiente distinción:
"Sin embargo, la orientación religiosa del presidente Bush representa un cambio significativo respecto de la tradición familiar. Aun cuando ciertos aspectos de la tradición familiar se han mantenido, particularmente la formalidad de la participación religiosa, su conversión en la madurez hacia un enfoque más fundamentalista contrasta dramáticamente con la vida espiritual de su padre."
"Un análisis de los acontecimientos que llevaron a Bush a abrazar de forma consciente el fundamentalismo demuestra que efectivamente ocurrió en un momento en que buscaba soluciones desesperadamente, en un momento de imperiosa necesidad."
(continuará)
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)