24 de junio de 2006
El gobierno de Bush finalmente actuó contra supuestos terroristas que viven a la vista de todos en Miami. Pero no eran los terroristas cubanos de derecha implicados en verdaderos actos de terrorismo, tales como la voladura en pleno vuelo de un avión civil cubano. Eran siete jóvenes negros cuyo delito era más “de aspiraciones que de operaciones”, dijo el FBI.
Mientras que la fanfarria relacionada con el arresto convirtió a los siete jóvenes, muchos de los cuales llevaban trenzas, en la nueva cara del enemigo terrorista en los Estados Unidos, el Fiscal General Alberto Gonzales reconoció que los siete hombres no tenían ni armas ni explosivos y no representaban una “amenaza inmediata”.
Pero Alberto Gonzales advirtió que este tipo de terroristas nacionales “pudiera demostrar ser tan peligroso como grupos como al-Qaeda”. (NewYork Times, 24 de junio 2006)
Para los viejos observadores del terrorismo político en el sur de la Florida, la agresiva reacción a lo que pueden haber sido habladurías del grupo de Miami sobre la violencia, probablemente alentadas por un informante del FBI que se hacía pasar por operativo de al-Qaeda, contrasta de manera evidente con la política de nada veo del gobierno de los EE.UU. hacia connotados terroristas cubanos que han vivido abiertamente en Miami durante decenios.
Por ejemplo, el gobierno de Bush no hizo nada a principios de abril de 2006, cuando un canal de televisión en español de Miami entrevistó al terrorista cubano Orlando Bosch, quien ofreció en detalles la justificación para la voladura en pleno vuelo en 1976 de un avión de Cubana de Aviación, donde perdieron la vida 73 personas, incluyendo a los jóvenes miembros del equipo cubano de esgrima.
Bosch se negó a admitir su culpabilidad, pero su escalofriante defensa del atentado, y las sólidas pruebas que han girado en torno a su papel en este, dejan pocas dudas de su complicidad, aun cuando vive en Miami como un hombre libre, protegido tanto en el pasado como en el presente por la familia Bush.
El gobierno de Bush también ha actuado a un ritmo muy lento en relación con otro exiliado cubano implicado en el atentado, Luis Posada Carriles, cuya presencia ilegal en Miami fue un secreto a voces durante semanas, a principios de 2005, antes de que las autoridades de los EE.UU. lo arrestaran, solo después de que Posada Carriles diera una conferencia de prensa.
A pesar de todo esto, el gobierno se ha mostrado reacio a enviar a Posada de vuelta a Venezuela, donde el gobierno de Hugo Chávez, a diferencia de los que lo precedieron, estaba ansioso por juzgar a Posada por los asesinatos en el avión de Cubana.
A modo de resumen del dilema de George W. Bush en el 2005, el New York Times escribió: âLa concesión de asilo se prestaría para que se acuse al gobierno de Bush de ceder en su posición de que ninguna nación debe albergar a sospechosos de terrorismo. Pero entregar al Sr. Posada pudiera provocar la cólera política en las comunidades conservadoras cubano-americanas del sur de la Florida, que son importantes fuentes de apoyo y dinero para las campañas del presidente Bush y de su hermano Jebâ. [NYT, 9 de Mayo de 2005
Vínculos con la familia Bush
Sin embargo, en realidad no hay nada nuevo en que estos dos terroristas, y otros violentos extremistas de derecha, tengan la protección de la familia Bush.
Durante tres decenios, tanto Bosch como Posada han estado bajo el ala protectora de la familia Bush, comenzando con el antiguo Presidente George H. W. Bush (quien era Director de la CIA cuando ocurrió el atentado en 1976) y hasta el Gobernador de la Florida Jeb Bush y el Presidente George W. Bush.
Las pruebas apuntan a una obvia conclusión: los Bush ven al terrorismo, el cual se define como matar a civiles para transmitir algún mensaje político, como algo justificado cuando sus intereses coinciden con los intereses de los terroristas. En otras palabras, su indignación moral es selectiva, en dependencia de quiénes sean las víctimas.
Esta hipocresía fue llevada a la pantalla por medio de la entrevista televisiva a Bosch, transmitida por el Canal 41 de Miami, que fue citada por artículos publicados en Internet, escritos por el abogado que representa al gobierno de Venezuela, José Pertierra, pero fue completamente ignorada por los medios de difusión de los EE.UU. [ Para ver el artículo de Pertierra, vea Counterpunch, 11 de Abril de 2006)
“¿Ud. derribó el avión de 1976?”, preguntó el periodista Juan Manuel Cao.
“Si te respondo que estuve involucrado, me estoy acusando”, respondió Bosch, “y si te respondo que no participé en la acción, tú dirás que te estoy mintiendo. Por tanto, no te voy a responder ni una cosa, ni la otra”.
Pero cuando Cao le pidió a Bosch que hiciera algún cometario sobre los civiles que perecieron cuando el avión se estrelló cerca de las costas de Barbados in 1976, Bosch respondió: “En una guerra como la que tenemos los cubanos amantes de la libertad contra el tirano (Fidel Castro), usted tiene que derribar aviones, usted tiene que hundir barcos, usted tiene que estar preparado para atacar lo que esté a su alcance.”
“Pero, por los que murieron ahí, por sus familiares, ¿no sentirías un poquito de…?”, preguntó Cao.
“¿Quién podía venir en ese avión?”, respondió Bosch. “Cuatro miembros del Partido Comunista, cinco norcoreanos, cinco guyaneses.” (De hecho, informes oficiales afirma que fueron 11 los guyaneses que murieron.)
Bosch añadió: “Cuatro presidentes del Partido Comunista, entonces, chico, ¿quiénes venían ahí?: enemigos nuestros...”
â¿Y los esgrimistas?â, preguntó Cao sobre el equipo cubano amateur de esgrima, que acababa de ganar medallas de oro, plata y bronce en una competencia juvenil de esgrima, celebrada en Caracas. â¿Los muchachos jóvenes?â
Bosch respondió: “Yo estaba en Caracas y yo vi a las muchachas jóvenes por la televisión. Eran seis. Después que terminó la competencia, esta que era la líder de las seis, dijo que esta victoria se la debemos al tirano, etc, etc… Y todo un discurso de loas al tirano”.
“Nosotros habíamos acordado en Santo Domingo, que todo el que saliera de Cuba a llenar de gloria a la tiranía, tenía que correr los mismos riesgos que los hombres y mujeres que combatían junto a esa tiranía”. (El comentario sobre Santo Domingo fue una aparente referencia a una reunión para fijar estrategias, realizada por la organización terrorista de derecha CORU, en la Republica Dominicana, en 1976.)
“Si usted tuviera que hablarle a los familiares de los 76, ¿no piensa que es difícil, preguntó Caos.
“No, porque al final, los que iban ahí tenían que saber en algún momento que estaban cooperando con la tiranía”, respondió Bosch.
En un artículo sobre los comentarios de Bosch, el abogado Pertierra afirmó que las respuestas “nos permiten vislumbrar la mente del tipo de terrorista que el gobierno de los Estados Unidos alberga y protege en Miami”.
El caso Posada
Bosch fue arrestado por entrar ilegalmente a los Estados Unidos durante el gobierno de Bush padre, pero este le concedió la libertad condicional en 1990, a instancias de su hijo mayor Jeb, quien entonces era un político con aspiraciones en la Florida.
El gobierno de Bush padre no solo libró a Bosch de la cárcel hace un decenio y medio, sino que el segundo gobierno Bush ha dejado en suspenso la petición de Venezuela de extradición del presunto cómplice de Bosch, Posada.
El vuelo de Cubana de Aviación que fue derribado partió de Caracas, donde según alegan las autoridades de Venezuela los terroristas tramaron el atentado. Sin embargo, los funcionarios de los EE.UU. se han resistido a enviar a Posada a Venezuela porque Hugo Chávez es visto como un amigo del gobierno comunista de Castro en Cuba.
Durante una audiencia de inmigración celebrada en los EE.UU., en el 2005, el abogado defensor de Posada llamó como testigo a un amigo de este último que alegó que el gobierno de Venezuela practica la tortura. Los abogados que representaban al gobierno de Bush no cuestionaron esta afirmación, lo cual llevó al juez de inmigración a impedir la deportación de Posada a Venezuela.
En septiembre de 2005, el embajador de Venezuela Bernardo Ãlvarez calificó a Posada, de 77 años, como el âOsama Bin Laden de América Latinaâ y acusó al gobierno de Bush de aplicar âun cínico doble raseroâ en su Guerra contra el Terrorismo.
Álvarez también negó que Venezuela practicara la tortura. “No existe ni una sola prueba de que Posada vaya a ser torturado en Venezuela”, dijo Álvarez, quien añadió que la afirmación es particularmente irónica, teniendo en cuenta informes de prensa ampliamente divulgados que indican que el gobierno de Bush ha cometido abusos contra prisioneros en la base militar de los Estados Unidos en Guantánamo, Cuba.
En teoría, el gobierno de Bush aún podría extraditar a Posada hacia Venezuela para que enfrente los 73 cargos de asesinato, pero en esencia está ignorando la petición de extradición de Venezuela, a la vez que mantiene retenido a Posada por cargos menores de inmigración de entrar ilegalmente a los Estados Unidos.
Mientras tanto, Posada ha comenzado a emprender acciones para lograr su libertad. Citando sus servicios en el ejército de los Estados Unidos de 1965 a 1966 en Vietnam, Posada ha solicitado se le conceda la ciudadanía estadounidense y su abogado Eduardo Soto ha amenazado con llamar al gobierno de los Estados Unidos como testigo, incluyendo al antiguo asesor de la Casa Blanca, Oliver North, para que dé fe del servicio que prestó posada a Washington en el pasado.
Posada se convirtió en un personaje del escándalo Irán-Contra, por su trabajo en un programa clandestino para ayudar a la contra nicaragüense que luchaba contra el gobierno sandinista de izquierda de Nicaragua. La operación era dirigía secretamente desde a la Casa Blanca por North, con la ayuda de la oficina del entonces Vicepresidente George H. W. Bush.
Posada llegó a Centroamérica en 1985, luego de escapar de una prisión venezolana donde enfrentaba cargos relacionados con el atentado al avión de Cubana en 1976. Posada, utilizando el nombre de Ramón Medina, se asoció a otro exiliado cubano, el antiguo oficial de la CIA Félix Rodríguez, quien informaba periódicamente a la oficina de Bush.
Posada supervisaba la logística y sirvió como encargado de pagarle a los pilotos en la operación de suministro a los contra. Cuando uno de los aviones de suministro a los contra fue derribado dentro de Nicaragua, en octubre de 1986, Posada fue el responsable de alertar a los funcionarios de los EE.UU. sobre la crisis y de cerrar las casas de seguridad de la operación en El Salvador.
Incluso después que se puso al descubierto el papel de Posada en la operación de suministro a los contra, el gobierno de los EE.UU. no hizo esfuerzo alguno por llevar al acusado terrorista ante la justicia.
Historia secreta
En cuanto al atentado al avión de Cubana, documentos desclasificados de los EE.UU. muestran que después que el avión fuera destruido en pleno vuelo el 6 de octubre de 1976, la CIA, entonces dirigida por George H. W. Bush, identificó rápidamente a Posada y a Bosch como los que planearon y organizaron el atentado al avión de Cubana.
Pero en otoño de 1976, el jefe de Bush, el Presidente Gerald Ford, se encontraba en una reñida contienda electoral con el Demócrata Jimmy Carter y el gobierno de Ford quería mantener cualquier escándalo de inteligencia fuera de los periódicos. Así que Bush y otros funcionarios mantuvieron las investigaciones tapadas. (Para conocer los detalles, vea Secrecy & Privilege. )
Aun así, dentro del gobierno de los EE.UU., se conocían los hechos. De acuerdo con un cable secreto de la CIA con fecha 14 de octubre de 1976, fuentes de inteligencia en Venezuela transmitieron información sobre el atentado al avión de Cubana que vinculaba al extremista anti-comunista cubano Bosch, quien había estado visitando Venezuela, y a Posada, que para entonces era un oficial de alto rango en la agencia de inteligencia de Venezuela, la DISIP.
El cable del 14 de octubre decía que Bosch arribó a Venezuela a finales de septiembre de 1976, bajo la protección del Presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez, un cercano aliado de Washington que designó a su consejero de inteligencia Orlando García “para proteger y ayudar a Bosch durante su estancia en Venezuela”.
A su llegada, Bosch fue recibido por García y Posada, de acuerdo con el informe. Más tarde se celebró una cena para recaudar fondos en honor a Bosch, durante la cual este solicitó dinero al gobierno venezolano a cambio de la seguridad de que los exiliados cubanos no protestarían durante el viaje a la sede de la ONU, que Andrés Pérez tenía planeado.
“Pocos días después de la cena, se oyó a Posada decir que “vamos a golpear un avión cubano” y que “Orlando tiene los detalles”, decía el informe de la CIA.
“Poco después de la caída del avión de Cubana en las cercanías de las costas de Barbados, Bosch, García y Posada acordaron que sería mejor para Bosch abandonar Venezuela. Por tanto, el 9 de Octubre, Posada y García escoltaron a Bosch hasta la frontera colombiana, donde cruzó hacia el territorio de este país.”
El informe de la CIA fue enviado al cuartel general de la agencia en Langley, Virginia, así como al FBI y a otras agencias de inteligencia de los EE.UU., de acuerdo notas en el cable.
Una redada
En América del Sur, los investigadores comenzaron a arrestar a los sospechosos del atentado.
Dos exiliados cubanos, Hernán Ricardo y Freddy Lugo, que habían abandonado el avión de Cubana en Barbados, confesaron que habían colocado las bombas. Ellos nombraron a Bosch y Posada como los artífices del atentado.
En un registro en el apartamento de Posada en Venezuela se descubrieron itinerarios de Cubana de Aviación y otros documentos comprometedores.
Posada y Bosch fueron arrestados y acusados en Venezuela por la voladura del avión de Cubana, pero ambos negaron las acusaciones. El caso pronto se convirtió en un estira y encoge político, pues los sospechosos conocían algunos secretos del gobierno venezolano, que podían poner en una situación embarazosa al Presidente Carlos Andrés Pérez. El proceso de mantuvo estancado por casi un decenio.
Tras la toma de posesión del gobierno de Reagan-Bush, en Washington en 1981, el ímpetu para desentrañar completamente los misterios de los complots terroristas anticomunistas se disipó. La guerra fría eliminó cualquier preocupación sobre el terrorismo de derecha.
Para finales del decenio de los ochenta, Orlando Bosch ya había salido de las cárceles de Venezuela y estaba de vuelta en Miami. Pero Bosch, que estaba implicado en cerca de 30 ataques violentos, enfrentaba la posibilidad de la deportación por funcionarios de los EE.UU. que advertían que Washington no podía, de manera creíble, dar sermones sobre terrorismo a otros países, mientras protegiera a terroristas como Bosch.
Pero Bosch se puso de suerte. Jeb Bush, quien entonces era un político con aspiraciones en la Florida, dirigió una campaña de cabildeo para impedir que el Servicio de Inmigración y Naturalización de los Estados Unidos expulsara a Bosch. En 1990, el cabildeo tuvo sus resultados cuando el papá de Jeb, el Presidente George H. W. Bush, bloqueó el proceso en contra de Bosch y permitió que el terrorista “no arrepentido” se quedara en los Estados Unidos.
En 1992, también durante la presidencia de George H. W. Bush, el FBI entrevistó a Posada sobre el escándalo Irán-Contra durante 6 horas, en la embajada de los EE.UU. en Honduras.
Posada puso al FBI al corriente del papel de la oficina vicepresidencial de Bush en la operación secreta para ayudar a los contra. De acuerdo con un resumen de 31 páginas de la entrevista del FBI, Posada afirmó que el asesor de seguridad nacional de Bush, Donald Gregg, mantenía contactos frecuentes con Félix Rodríguez.
âPosadaâ¦recuerda que Rodríguez siempre llamaba a Greggâ, decía el resumen del FBI. âPosada sabe esto porque él es quien paga las cuentas telefónicas de Rodríguez.â Después de la entrevista, los agentes del FBI dejaron a Posada abandonar la embajada en libertad. (Para obtener más detalles, ver Lost History: Contras, Cocaine, the Press & Project Truth, Parry.)
Más ataques
Posada pronto regresó a sus conspiraciones contra Castro.
En 1994, Posada se dispuso a matar a Castro durante un viaje a Cartagena, Colombia. Posada y otros cinco seguidores llegaron a Cartagena, pero el plan fracasó cuando los cordones de seguridad impidieron que los potenciales asesinos tuvieran a tiro a Castro, de acuerdo con el relato del Miami Herald. (Miami Herald, 7 de junio de 1998)
El Herald también describió el papel de Posada en una mortal campaña de atentados con bombas contra populares hoteles y restaurantes en Cuba, como resultado de la cual murió un turista italiano. El relato citó documentos probatorios de que Posada organizó el pago a los conspiradores desde cuentas en los Estrados Unidos.
Posada fue a parar a la cárcel nuevamente en el año 2000, después que la inteligencia cubana puso al descubierto un complot para asesinar a Castro, que consistía en poner una bomba en una reunión que el líder cubano pensaba celebrar con estudiantes, en Panamá.
Las autoridades panameñas arrestaron a Posada y a otros presuntos miembros de la conspiración en Noviembre de 2000. En abril de 2004, fueron sentenciados a penas de ocho a nueve años en prisión, por poner en peligro la seguridad pública.
Sin embargo, cuatro meses después de que los sentenciaran, la presidenta panameña Mireya Moscoso, que estaba en los últimos meses de su mandato, quien ahora vive en Cayo Vizcaíno, Florida y que tiene fuertes vínculos con la comunidad cubano-americana y con el gobierno de George W. Bush, indultó as los condenados.
A pesar de informes de prensa que aseguran que Moscoso había estado en contacto con funcionarios de los EE.UU. en relación con los indultos, el Departamento de Estado negó haber presionado a Moscoso para que liberara a los exiliados. Tras los indultos y a solo dos meses de las elecciones de 2004, tres de los cómplices de Posada, Guillermo Novo Sampol, Pedro Remón y Gaspar Jiménez, llegaron a Miami y fueron recibidos como héroes, haciendo señales de victoria a sus partidarios.
Mientras los terroristas celebraban, las autoridades de los Estados Unidos vigilaban a los hombres, que se encontraban en suelo estadounidense y que también estaban implicados en atentados en Nueva York, Nueva Jersey y la Florida. Como apuntara la periodista del Washington Post Marcela Sánchez, en un artículo de septiembre de 2004 sobre los indultos de la presidenta panameña, âhay algo terriblemente mal en que los Estados Unidos, tras el 11 de septiembre (2001), no condene el indulto a terroristas y, por el contrario, les permita andar por la libre en las calles de los EE.UUâ. (Washington Post, 3 de septembre de 2004)
Pero en estos momentos se aplica un conjunto de normas totalmente diferentes a los siete sospechosos negros de terrorismo en Miami. A pesar de que no tenían planes concretos, ni siquiera los medios para llevar a cabo ataques terrositas, fueron arrestados en una redada, en medio de una estrepitosa cobertura mediática.
Al pueblo estadounidense se le ha asegurado que los terroristas en Miami han sido localizados y se les llevará ante la justicia.
Robert Parry hizo pública muchas de las historias del Irán-Contra a mediados de los ochenta para la Associated Press y Newswek. Su más reciente libro, Secrecy & Privilege: Rise of the Bush Dynasty from Watergate to Iraq (Secreto y Privilegio: El Ascenso de la Dinastía Bush de Watergate a Irak), se puede solicitar en secrecyandprivilege.com. También se puede encontrar en Amazon.com, al igual que su libro de 1999, Lost History: Contras, Cocaine, the Press & 'Project Truthâ (La Historia Perdida: Contras, Cocaína, la Prensa y el âProyecto Verdadâ )