 |
Una flor para Camilo /al agua vamos a echar /todos los niños de Cuba /lo queremos recordar… |
| |
Hoy, a lo largo del malecón Caibarién, al norte de Villa Clara, se hará un jardín, al igual que en el resto de Cuba. El mar abrirá su pecho para entregarnos todos los días el regocijo de un Camilo Cienfuegos vivo, y pedirá a cambio, cada 28 de octubre, infinidad de flores.
En Caibarién, él mismo expresó en 1959: «No solamente debemos recordar a los compañeros caídos en determinados días del año. Hay que recordar a los compañeros caídos cada día, todos los días de cada año...»
Un hombre florece de pueblo. Los pequeños llevan en sus manos las rosas de octubre para el héroe de mil anécdotas, y cantan una y otra vez aquella letra que varias generaciones tararean desde la infancia: Una flor para Camilo /al agua vamos a echar /todos los niños de Cuba /lo queremos recordar…
El mar, desde la infinidad de su extensión, espera con ansias esta fecha. Nunca como ahora siente el perfume de tantos jazmines, gladiolos, margaritas, mariposas… Y en sus entrañas, el querido Comandante sonríe, porque el gesto ennoblece, da vida y seguridad en el futuro.
Cuando el yate Granma empujaba la esperanza contra las olas turbulentas, allí viajaba él, último en enrolarse en la expedición, pero primero siempre en la broma, la picardía y el espíritu de combate.
Entonces, las aguas apenas conocían a este joven, luego el barbudo de sombrero alón que un 28 de octubre quedaría atrapado en ellas para eternizar su paso por la historia.
La lucha en la Sierra, la invasión, los combates en Las Villas, la toma de Yaguajay y las enseñanzas durante los primeros meses de la Revolución, multiplicaron su ejemplo. Camilo venció la muerte trágica en el aire y evadió la sepultura. Ahora, las flores sin tumba le imprimen fuerza para nuevas victorias. Camilo vive porque en el pueblo hay muchos Camilos que lo renacen.
Por nuestras tierras, su estampa guerrillera dejó fuegos… más de cien. Después del triunfo, caminó las calles de Santa Clara para homenajear a héroes como El Vaquerito. Muy consciente estaba de que los mártires de la Patria alcanzan la inmortalidad.
El Che, su amigo inseparable, desde la Plaza histórica extraña al cordial compañero de batalla. Y si los restos de Camilo se hubiesen encontrado, tal vez integrara el glorioso Destacamento de Refuerzo.
A pesar de las búsquedas incesantes, el mar escondió el cuerpo como el que guarda un premio valioso. Pero los grandes son más grandes que el mar. Dijo Martí: «La noción del bien flota sobre todo y no naufraga jamás». Por eso, Camilo permanece dentro de la vida; su imagen inspira aliento y compromiso.