Lo mismo que si fuéramos veinte imposibles.
En Lod, en Ramala y en Galilea.
Sobre vuestros pechos,
aquí, como un muro,
nos quedamos.
Aquí,
en vuestras gargantas,
como un trozo de vidrio,
como un higo chumbo sin pelar.
Como una tempestad de fuego,
en vuestros ojos.
Sobre vuestros pechos,
aquí,
como un muro,
nos quedamos.
Limpiando platos en las tabernas,
llenándoles las copas a los señores,
fregando suelos en las cocinas negras,
arrancando el bocado para los niños
de vuestros colmillos zarcos.
Sobre vuestros pechos,
aquí,
como un muro,
nos quedamos.
Hambrientos.
Desnudos.
Desafiantes.
Cantando versos.
Llenando las irritadas calles
de manifestaciones,
y de orgullo, las cárceles.
Haciendo generaciones rabiosas,
de niños,
una tras otra.
Lo mismo que si fuéramos veinte imposibles.
En Lod, en Ramala y en Galilea.
Bebeos el mar,
que aquí permanecemos.
Vigilando la sombra
del olivo y la higuera.
Sembrando ideas,
como en la masa se echa la levadura.
Con el frío del hielo en nuestros nervios.
Con un infierno rojo en nuestros corazones.
Exprimimos las rocas al sentir sed,
y mordemos el polvo al tener hambre,
pero no nos marchamos.
Ni guardamos, avaros, nuestra sangre fragante.
Que aquí,
tenemos un pasado,
un presente,
un futuro.
Lo mismo que si fuéramos veinte imposibles.
En Lod, en Ramala y en Galilea.
¡Ay, raíz viva y nuestra, agárrate!
¡Y golpead, orígenes, el suelo!
Prefiero que revise la cuenta el agresor,
antes
de que la rueda gire.
"Pues toda acción..."
Leed...
Leed lo que la Biblia dice.