WASHINGTON, 21 de enero.— La muerte de otros 20 uniformados estadounidenses en Iraq, constituyó este fin de semana el recibimiento en Bagdad a más de 3 000 soldados enviados por el presidente George W. Bush, como parte de su nueva estrategia para neutralizar la resistencia iraquí.
En uno de los días más letales para las fuerzas norteamericanas desde que iniciaron la agresión en marzo del 2003, 13 efectivos murieron en la caída de un helicóptero de los invasores, destacó el diario The New York Times.
Funcionarios iraquíes citados por el rotativo precisan que fue derribado por la insurgencia.
En varios episodios separados de enfrentamiento a las tropas ocupantes otros siete militares murieron.
Esta elevada cifra de bajas solo es superada por los 37 militares que perecieron el 26 de enero del 2005.
También coincidió la llegada del nuevo refuerzo estadounidense con la muerte de un soldado británico a causa del estallido de una bomba cerca de Basora, en el sur del país.
El arribo de las unidades a Iraq se produce en momentos en que se acrecienta la oposición en el Congreso contra la decisión del gobierno de Bush de enviar más de 20 000 efectivos adicionales a la nación árabe.
Según analistas, el inicio de la nueva estrategia de Bush para crear un clima de seguridad en Bagdad es poco promisorio.
Mientras tanto, analistas predicen que aún falta lo peor en Iraq y que el 2007 será un año terrible.