Bambú Press
Prensa alternativa políticamente incorrecta
Petróleo, pollos y puercos
Bush y el consumo de alcohol
Roberto Bardini
El presidente George W. Bush no anduvo con vueltas: reconoció que él es partidario de la producción y consumo de alcohol en Estados Unidos, y propuso extraerlo del maíz. Los criadores de pollos y cerdos, que posiblemente sean abstemios –los criadores, no los animales– se oponen a la medida: el grano es el principal alimento de las aves y los porcinos, y consideran que es una marranada destinarlo al consumo humano.
Pero esta nueva historia –que seguramente dará mucho qué hablar en los próximos días– tiene sus antecedentes y van más allá de los “pío pío” y “oink oink” de protesta que se escucharán en las granjas norteamericanas. Y para comprender al presidente Bush hay que considerar que entre esos antecedentes se encuentran cuestiones como el petróleo, el cuidado del medio ambiente y el terrorismo islámico, algo que no figura entre las preocupaciones inmediatas de pollos y cerdos.
Estados Unidos se negó durante años a suscribir el Protocolo de Kioto, un instrumento internacional creado en diciembre de 1997 en Japón para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros cinco gases contaminantes, principales responsables del calentamiento global o “efecto invernadero”.
Se estima que en todo el mundo se lanzan a la atmósfera 60,000 millones de toneladas de dióxido de carbono, el 80 por ciento procedente del uso de petróleo, carbón y gas. En la actualidad, más de 140 naciones han ratificado el pacto de Kioto, pero Estados Unidos –que causa la cuarta parte de las emisiones mundiales de CO2– se mantiene al margen desde hace nueve años.
Se mantenía, mejor dicho, porque el martes 23 de enero hubo un súbito cambio de posición. Repentinamente preocupado por la ecología, el presidente George W. Bush propuso a sus compatriotas reducir el consumo de petróleo y utilizar combustibles alternativos, como el etanol, que es menos contaminante.
En su discurso anual ante el Congreso, el mandatario explicó que su propuesta apuntaba a no depender de la energía extranjera, ahorrar dinero y contribuir a la limpieza del medio ambiente. El etanol –alcohol etílico– se obtiene de la caña de azúcar o del maíz y puede utilizarse solo, como combustible para automóviles, o como agregado a la gasolina. El resultado se conoce como “gasohol” (“alconafta”, en algunos países sudamericanos).
Bush –que un año atrás calificó a su país como “adicto al petróleo”– centró su atención en la seguridad energética. Esta “adicción” es el flanco débil de Estados Unidos frente a grandes productores como Irán y Venezuela, cuyos gobiernos no son considerados “amistosos” por la Casa Blanca, el Departamento de Estado y el Pentágono. “La dependencia nos hace vulnerables a regímenes hostiles y a terroristas, que pueden provocar grandes interrupciones al trasiego de petróleo, elevar su precio y causar un grave daño a nuestra economía”, dijo.
Cuando sólo faltan 24 meses para finalizar su mandato, el presidente propone una solución energética que antes rechazó sistemáticamente para proteger los intereses de las poderosas firmas petroleras y las empresas susidiarias que financiaron su irresistible ascención desde Texas hasta Washington y que hoy hacen buenos negocios en medio de la guerra de Irak.
Sin embargo, el plan de Bush para multiplicar por cinco el uso de etanol se verá limitado por la cantidad de maíz que pueden cultivar los agricultores norteamericanos. Los precios del maíz se han duplicado desde el otoño y están en su nivel más alto en una década, debido sobre todo al impresionante crecimiento de la demanda de etanol. “Si el gobierno sigue sacando el alimento del ganado y las aves de corral para el suministro energético, aumentará el costo de producir alimentos”, declaró William Roenigk, principal economista del Consejo Nacional del Pollo.
Por otro lado, existen grandes dudas acerca de la utilidad de destilar del maíz para transformarlo en combustible. La Agencia Internacional de la Energía (AIE), por ejemplo, señala en su informe “Perspectivas Energéticas Mundiales 2006” que la fabricación del etanol consume el equivalente a un 80 por ciento de la energía que genera y apenas reduce las emisiones contaminantes.
“Las cosechas tradicionales, como maíz y otros cereales, requieren tierras de cultivo de primera calidad y un uso sustancial de fertilizantes y pesticidas químicos”, dice la agencia. Y agrega: “La producción de esas cosechas aumentará la competencia mundial por tierras cultivables, aumentará la presión para convertir bosques en campos, y elevará el precio de los alimentos para animales de corral”.
Muchos temen que de seguir así, se producirá una batalla entre quienes quieran usar el maíz para fabricar combustibles a base de etanol y quienes pretendan continuar usándolo como alimento. Los campos de maíz en Estados Unidos actualmente ocupan 32 millones de hectáreas, por lo que para doblar la superficie serán desplazados otros cultivos o será necesario convertir más bosques en campos.
Estados Unidos es el principal exportador mundial de maíz. Pero los criadores de cerdos y pollos, que se nutren con ese grano, están preocupados. La meta propuesta por Bush –la producción de casi 132,500 millones de litros de etanol para 2017– podría afectar el suministro de maíz, alterar hábitos alimenticios y desquiciar la economía. Y lo que es peor, no contribuir en nada al cuidado del medio ambiente. Una verdadera cochinada.
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Pobrecito Bush. Ahora quiere hacerse el buenito y ecològico. Pero la sigue complicando. Si no destruye una cosa, destruye otra. Por què no prueba con consultar a Sètimatompeta ???????
SALUDOS REVOLUCIONARIOS
(Gran Papiyo)