Por Andres Roseñada Cepero Uno de los pilares en que el sistema político cubano ha sentado los supuestos logros alcanzados por la Revolución comunista desde su llegada al poder está en el campo de la educación, la salud y el deporte. Indudablemente Castro necesitaba tener en sus manos una moneda fuerte de cambio que garantizase el apoyo popular interno y la exportación de su modelo político hacia los países del Tercer Mundo, acorde con los lineamientos hegemónicos de la extinta Unión Soviética. El asunto de los logros educacionales del sistema resulta un tema casi obligado de conversación cuando cualquier cubano emigrado es abordado por un ciudadano en diferentes países del mundo; y no poca gente, inclusive de tendencias ideológicas de derecha, da por sentado que el socialismo en Cuba ha promovido un elevado nivel educacional y cultural del pueblo. Los que fuimos testigos presenciales desde sus inicios del proceso revolucionario que se materializó en enero de 1959 podemos hoy, al cabo de casi 50 años, tener el convencimiento del estilo maquiavélico bien elaborado con que el Sr. Castro tendió desde entonces cada uno de sus pasos con miras al futuro. ¡Acusadlo pues, si queréis de cualquier cosa menos de ser un estratega innegable en pro del sometimiento sistemático de su pueblo en pro de un modelo económico y social desastroso y la imposición de sus ideas megalomaníacas! Así, al llegar al poder se encontró, entre otros, ante el escenario de una Cuba sumida en una severa crisis política y un gobierno de facto, corrupto, el cual ya era incapaz de garantizar el desarrollo económico y la estabilidad necesarias para el país. Pero, por supuesto, no todo era tan nefasto: el panorama educacional y cultural históricamente forjado era netamente positivo. Cuba, junto con Uruguay y Argentina, ostentaban los más bajos índices de analfabetismo y los más altos en educación básica, media y universitaria dentro de América Latina. A las llamadas “escuelas públicas” de instrucción primaria diurna y nocturna, escuelas del hogar, normalistas, de educación especializada, escuelas “superiores” o de enseñanza media, todas de carácter estatal, asistía un numero considerable de ciudadanos de las más bajas extracciones sociales y sin mayores requisitos de por medio. De ellas surgieron muchos de los que mas tarde serían nuestros más ilustrados científicos, literatos y artistas. Institutos Politécnicos como la “Escuela de Artes y Oficios”, por citar alguno, engrosaban la lista anterior. Las Universidades de La Habana, y más tarde de Santiago de Cuba, fueron referentes también, en el ámbito latinoamericano, de una buena formación académica, y éstas lanzaron al ruedo de la vida pública nacional a excelentes médicos, escritores, ingenieros, arquitectos, etc. cuyo renombre hubo de traspasar en ocasiones las fronteras de la isla. El germen educacional estaba, pues, en gestación, y con excelentes probabilidades de crecer y cubrir las crecientes demandas en una isla de 6 millones de habitantes para entonces, si los gobernantes de turno hubiesen aplicado a posteriori políticas coherentes en cuanto a la inversión económica y la orientación socio-política que este rubro demandaba. Obviamente, Castro y los ideólogos revolucionarios que lo asesoraron y asistieron desde sus primeros años en el poder, llegaron muy tempranamente a la conclusión de que la inversión económica y la capacitación sobre algo que ya era razonablemente bueno, resultaría en una buena oferta al pueblo con la certeza de que, a futuro, no habría mucho más que ofrecerle en el entorno del modelo socialista de corte soviético que ya se gestaba. Este es el origen de las grandes inversiones en infraestructura y formación docente promovida por el gobierno revolucionario, lo cual le permitió proyectarse al mundo como portadores de un milagro educacional y crear un elevado índice de satisfacción popular dentro de los nacionales. ¿Dónde está el problema entonces? La politización de la educación, el ostracismo a que ha estado sometido el pueblo cubano y la importación de modelos de los países del antiguo bloque socialista, han sido los factores determinantes en el estancamiento y el retroceso del sistema educacional cubano. Los escolares de primaria son obligados a militar en la Unión de Pioneros de Cuba, organismo político filial del PCC y la UJC, e ideologizados sistemáticamente mediante los sermones matutinos diarios que culminan con el Slogan: ¡Pioneros por el comunismo, seremos como el Che! y la lectura y análisis diarios de los discursos de los dirigentes de La Revolución. Se llegó a promover el estudio del idioma ruso, tan ajeno a nuestras fronteras históricas y culturales entre los estudiantes de secundaria y pre-universitario y se limitó a la mínima expresión el estudio del la lengua inglesa por considerarla entonces como un arma de penetración ideológica. El acceso a Internet se encuentra limitado a los web-sites filtrados por el Partido y catalogados como carentes de información supuestamente subversiva, esto en el mejor de los casos para quienes posean un ordenador. El acceso libre a la prensa internacional no existe y sólo llega a los cubanos la información oficialista difundida por el “Granma”. Los mayores exponentes del arte, la literatura y la ciencia cubanos quienes hubieren emigrado por discrepancias ideológicas con el sistema están proscritos y su arte impedido de llegar al pueblo por todos los medios posibles. ¿Cuál es el panorama cultural actualmente en Cuba? En el marco de los antecedentes históricos y los errores políticos que se cometieron contra el acervo cultural del pueblo, la situación actual no puede ser menos que lamentable y dista mucho de la auto-denominación de Cuba como potencia cultural o educacional con la que el gobierno ha legitimado sus logros. Muchos de los mejores profesionales y artistas han tenido que emigrar a otros países en busca de mejoras en sus economías y su libre manifestación e iniciativas. Estos han tenido que ser suplantados por personas con inferior experiencia y capacitación para paliar el vacío que dejaron en hospitales y aulas. La infraestructura en la mayoría de los centros educacionales es desastrosa. La mayoría de los jóvenes cubanos desconoce la realidad allende sus fronteras y muestra una desinformación atroz. De esta manera el gobierno ha tratado de mantener, a ultranza, su compromiso con la educación, pero el resultado general se puede definir como caótico en la actualidad. Cuando tengáis por interlocutor a emigrados recién salidos de Cuba, podréis percibir con frecuencia el vacío cultural tan grande que existe en muchos de ellos, llegando al punto, en ocasiones, de ignorar aun las verdaderas raíces de la diáspora de la que están participando y de los crímenes cometidos durante mas de 47 años contra las raíces e identidad del pueblo cubano. Una inmensa tarea queda por delante para las actuales generaciones de jóvenes técnicos, profesionales y artistas en pro del rescate de nuestro acervo histórico y cultural. |