Para cualquier persona medianamente instruida, es incomprensible que Latinoamérica pueda creerse autosuficiente. Sin embargo esa es la opinión de una buena parte de su población. El motivo: prepondera la mentalidad etnocentrista provinciana. Por más que algunos se consideran conocedores del mundo, su apreciación de la realidad es semejante a la de los turistas que viajan en grupo. Estuvieron medio día en París, un día en Londres, seis horas en Bélgica. Sacaron fotos, volvieron a casa y dicen que conocen Europa. Esa mentalidad de creer haberlo visto o saberlo todo prepondera en el medio, y el medio es significativamente atrasado. Como dice el refrán: “La ignorancia es atrevida”.
Por lo general la masa en todas partes del mundo es ignorante. Lo que varía son sus niveles de incultura. Nadie puede saberlo todo. Todos somos ignorantes en ciertas áreas. Pero una cosa es no conocer ciertos temas específicos, otra es desconocer la realidad; que no es un asunto de opinión personal. Hay que ver las cosas tal como son, no como nos las imaginamos o como nos gustaría que fuesen. Para ver el mundo real, hay que eliminar la intención. La verdad y la realidad no cambian porque sean creídas o no por una mayoría. Si mil millones creen una estupidez, sigue siendo una estupidez. O como dijo más delicadamente Gandhi: “Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él”
Creer que los bolivarianos pueden competir o combatir con los Estados Unidos, demuestra un nivel de idiotez que sobrepasa cualquier límite. La actitud desafiante de Chávez, Morales y sus afines confirma su falta de cordura. La UE no logra superar la rentabilidad económica ni el poderío militar norteamericano, pero los latinoamericanos piensan que pueden lidiar con semejante coloso e imponerle sus caprichos. Pretenden crear una confederación donde Chávez sería el jefe. En vez de Unión Soviética la tienen temporalmente bautizada: “UNASUR”: Unión de Naciones Suramericanas. El venezolano sería el Stalin que dirigiría a sus títeres con título de presidentes. Pero si la URSS fracasó en todas sus propuestas, nada augura que con un nivel educativo y económico muy inferior, Latinoamérica podría hacerlo mejor.
La altanería contra los norteamericanos no sorprende sino que asusta. Estados Unidos le presta o regala a América Latina miles de millones de dólares y habitualmente le condona sus deudas. Pero no hace aspavientos al respecto. Sería como que un magnate hiciera gala por darle diez centavos a un mendigo. Sin embargo, Venezuela sí hace notoria su “generosa” presencia en el continente, como fue su publicitada adquisición de bonos argentinos para financiar la campaña cotidiana de Kirchner, sus ofrendas de combustible en los Estados Unidos o la promesa de invertir 1.500 millones de dólares en Bolivia.
El mundo libre ganó la Guerra Fría pero los comunistas siguen ganando la guerra de la propaganda, tergiversando la verdad o directamente mintiendo. Si se unieran todos los países latinoamericanos para enfrentar a los Estados Unidos, serían nada más que una pulga atacando a un elefante.
Talita pont elas pilas