La tendencia a la autodestrucción de los argentinos es similar a la de otros latinoamericanos, aunque su incoherente peculiaridad es que gozaron de una educación superior a los demás. La Argentina de ser un país de pensamiento y comportamiento casi europeo, se latinoamericanizó de propia voluntad convirtiéndose en tercermundista sin rumbo definido y con endebles valores morales. El contagioso e indestructible virus del populismo peronista, la llevó a golpes de estado y dictaduras más cruentas que en países menos civilizados.
La frustración y la intolerancia existente entre los propios argentinos, los incita a demostraciones de vandalismo e irracionalidad, que se manifiestan en violentos actos políticos, en su alocada manera de conducir vehículos, en su delirante fanatismo futbolero, en la criminalidad y el racismo. En Argentina cada cual lleva un epíteto discriminatorio: el tano, el ruso, el gallego, el bolita, el turco, el moishe, el negro. Para todos hay una identidad menos la de argentino. Se aúnan idolatrando a personajes frívolos estilo Maradona: individuo ordinario, fanfarrón, maleducado, alcohólico, drogadicto, vergüenza para el deporte mundial, cuyo diminuto cerebro está íntegramente en sus pies y que se luce orgullosamente junto a personajes de similar calaña: Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, alentando el neocomunismo de moda. Al igual que sus compinches izquierdistas, goza de poderosa fortuna, además de los repudiables atributos que le permiten ser socio del club de los caraduras.
Es que para ser socialista hoy en día hay que tener mucha plata y amigos en altas esferas que te permitan hacer lo que quieras, inclusive drogarte abiertamente. Diego Armando goza de ese status. En su último viaje por Bolivia consiguió merca de la mejor, que lo llevó al hospital y puso al borde de la muerte. Con la amistad que hizo con Morales --futbolista nato y gran productor de coca-- Maradona puede continuar con su vicio de por vida… si sobrevive. Con la nueva política pro droga del gobierno boliviano, Argentina y Brasil ya empezaron a recibir grandes cargamentos de cocaína. De acuerdo a la UNODC (Oficina de las Naciones Unidas para las Drogas y el Crimen) la producción de coca boliviana aumentó en ocho por ciento, incrementando la elaboración del narcótico a 94 toneladas anuales.
Maradona sobresale entre otros egocéntricos héroes de papel que brillan en la Argentina. Algunos aprovecharon de la popularidad adquirida en actividades totalmente ajenas al manejo de Estado, para incursionar en política. Carlos Reutemann y Palito Ortega son dos ejemplos. El primero podía haber hecho de chofer del auto presidencial, y el segundo cantar en las fiestas patrias. En el mismo nivel, Diego podría jugar fulbito en la calle con la turba piquetera obstruyendo el tráfico.
¿Cuántos fanáticos del futbolista mirarán con simpatía al imperialismo venezolano, gracias a la presencia de su ídolo oponiéndose al ALCA, o inaugurando la Copa América junto a Chávez y Morales? Como Maradona es el mayor icono argentino –venerado según las encuestas por 51 por ciento de su población-- en las próximas elecciones presidenciales podría proyectarse como candidato. Desde Caracas a Buenos Aires, con claras excepciones, Sudamérica está gobernada por peligrosos mediocres; el futbolista encaja en el perfil. La estupidez cunde por el cono sur. La muestra fue Mar del Plata, seguida por la invitación de Kirchner a Hugo Chávez para que insulte a George Bush desde Buenos Aires, mientras el jefe de la Casa Blanca visitaba Montevideo.
¿Hasta dónde llegará el insolente predominio de los nuevos aliados rojos? ¿Será Cristina Kirchner quien seguirá recibiendo los millones de Miraflores? ¿Surgirá en tan corto tiempo, antes de las elecciones, alguien que pueda hacer frente a la maquinaria gubernamental? ¿Será Maradona el feliz receptor de los votos si se postula? Solo de pensarlo da nauseas, pero como hay muchos argentinos que piensan y actúan como los bolivianos --que eligieron a Morales para presidente-- no faltan quienes estarían ansiosos de elevarlo a esas alturas.