
Mi escuela se llamaba o se llama Vicente Ponce Carrasco. Más conocida como el fanguito. Era una escuela bastante regular aunque su fama señalaba lo contrario. En esa escuela comencé a sentir por primera vez que estaba en un lugar donde decidían por mí. Me refiero con lugar a un país entero, que quede claro. ¿Pero en que país no deciden por las personas? Creo que si un día se dejara de decidir por las personas ya se llegaría a la verdadera democracia aunque quizás rozara con el caos. No me queda claro que quiero realmente, si un sistema que decida de buena fe por nosotros o que todos decidan de manera independiente su forma o método de vida aun con leyes que no interfirieran las libertades de unos con los derechos de los otros.

El caso es que me viene a la mente hoy por unas fotos que se cruzaron en mi camino que nunca fui Tarará, la ciudad de los niños ¿Cómo explicarlo?
Por mas que pregunto y pregunto, toda la gente que me rodea de mi generación y las anteriores fueron a Tarará. Todos recuerdan un funicular, los yogures de fresa, la playa. Yo no. Desde tercero me hubiera encantado ir pero siempre me frenaba una frase que se cruzó en mi camino casi hasta hoy día. Tu no te lo mereces ¿Qué había que hacer?
Ser combativo, disciplinado, aplicado, tener buena asistencia………traducido, yo nunca iba a ser nada de eso, la escuela para mi fue una inútil perdida de tiempo aunque sacaba buenas notas por leerme los libros y estudiar por mi cuenta pero estar sentado en un recinto lleno de gente que les daba vueltas la cabeza no era en lo mas mínimo mi interés por eso quizás nunca me merecí Tarará, hasta un día.
Un día que no recuerdo, me mencionaron en una lista de alumnos que iban a ir a Tarará, No porque lo mereciéramos según dijo el profe, sino porque nunca habíamos ido. Era solo un fin de semana, "la Guagua Girón" nos recogería el sábado en la mañana y nos traería el domingo en la tarde. Dando saltos llegué a mi casa y se lo conté a mi madre. La heroína de mi madre enseguida rompió una saya rosada de una tela muy fuerte que tenía y me hizo un short, después se animó y rompió mas de su ropa, me hizo tres short, uno verde, uno azul claro y uno marrón de corduroy o pana como le digan. Lo metió todo en un bolso y me lo dejó listo para el día siguiente. Es muy hábil cosiendo e inventando soluciones como casi todas las madres de Cuba.
Al otro día ni siquiera abrieron las puertas de la escuela. Por supuesto que la guagua nunca vino, llorando me fui a casa con mi madre que antes de llegar me paso para darme un chapuzón en el malecón para al menos estrenar los lindos pantalones cortos que me había hecho, pero seguí llorando toda la tarde y toda la noche a ratos cada vez que me acordaba del asunto, intento recordar que edad tenía pero casi lo he borrado todo de no ser por esa foto de ese lugar lleno de niños en la playa y tomando yogurt de fresa.
Creo que lloraba mas que nada por mirarme a mi mismo y por rabia.

El lunes, los profesores tranquilamente comentaron sin importancia que habían suspendido el viaje y que habían avisado a los padres que tenían teléfono que no eran ninguno por supuesto de los que se quedaron esperando ahí en la acera de la puerta de la escuela cerrada y silenciosa.
Y después se habló por televisión………………..
Los niños cubanos donaron Tarará a los niños de Chernobil para su recuperación en un acto de solidaridad sin límites. Nunca más hubo Tarará, ni aunque yo fuera el mejor de mi aula. Lo más lejos que fui en un viaje escolar fue a la 3짧 estación de policía de Zapata y 2 por tirarle una silla a un profesor que me golpeó con fuerza y desató la incontrolable rabia con que me vestía en aquella época.

Me daba alegría saber que los pioneros entre los que me encontraba podíamos regalar cosas de Cuba también, como nuestro líder que regalaba petróleo, armas o fabricas de azúcar, nosotros los pioneros aunque no me enteré de ello hasta después de hecho regalamos tarará a los niños rusos, que bien. Podíamos quizás ¿regalar el fanguito? ¿La dionisia? ¿Y todos aquellos barrios malos donde nos entraban a piedras al pasar por ellos?

Años después vi otro acto de libertad pioneril semejante. En un congreso de âlos pionerosâ se pararon pequeños niños de diez años con cintas discursivas metidas en el cerebro por adultos y recitaron de memoria un discurso por turnos donde se referían a la falta de combatividad, al fraude y la falta de honestidad en las escuelas. Todo era mentira. Era un alarde de combatividad revolucionaria. Esa, esa misma que separa familias y entierra a amigos. Esa asquerosidad de comportamiento que conlleva toda actividad política centrada en el auto marqueting de venta de sistemas perfectos. Y no se hizo esperar la respuesta de los profesores. En venganza, suspendieron la escuela entera, digo entera al 100%, tuve que repetir el odioso 9º grado y a la segunda vez lo repetí de nuevo. Tanto fue el caos que inventaron unas pruebas en agosto que le llamaron mundiales. Fue mi peor verano, en julio yendo a clases, con pruebas en agosto y sin salir de broncas con mis padres por la perdida de años de estudio. Volví a suspender. Por supuesto que de paso bajaron la puntuación mínima de "70 a" 60 y cuando reclamé no tenía carácter retroactivo y había suspendido matemáticas con 63,9 puntos. Me cago en Ruffini, aun le estoy buscando para matarle. Tampoco me acuerdo en que año fue esto, que alguien me ayude por favor. Yo lo llamo en mi perdido calendario particular. Año en que se fue a la mierda el nivel de escolaridad Cubano por maniobras políticas pero era muy largo para ponerlo en el almanaque así que...
no recuerdo mas....................
Hoy ostento en mi currículo personal y privado licenciatura en 9º grado ya que lo hice tres veces, al final en una escuela taller y por supuesto dada la honradez de mis obreros padres no pude falsificar el titulo de 9º por tanto no tuve acceso a estudios superiores en la potencia educativa donde me tuve que conformar con el obrero calificado que hoy tengo como única meta de estudio propia al prohibírseme entrar ya no en preuniversitario sino ni siquiera en un técnico medio por venir de una escuela taller que según boca de todos era la escuela de los desviados y los delincuentes.
Ahí empecé una vida de trabajo, de la cual estoy orgulloso. Aprendí sin tapujos teóricos a valerme por mi mismo, a coger las llaves, a soldar, a usar el torno.
Gracias Cuba.


Hoy, me alegro por los niños de Chernobil, ellos lo necesitaban más que yo. Los he visto en estas fotos y me dan pena, dolor, incluso me avergüenzo de haber protestado en aquella época. Ellos lo necesitaban más que nosotros, además eran tan victimas como yo de su fallido sistema político. Yo tenía a "40 metros" de mi casa un interminable malecón azul tan hermoso e insuperable que no se comparaba ni remotamente con su tierra helada y hecha cenizas. Bienvenidos niños y hombres de Chernobil. Cuba es vuestra y ojala que estén ahora todos bien y que haya servido a pesar de la política para que recuperasen la salud o al menos el animo.


De mayor fui a Tarará, costaba tres dólares entrar fueras Cubano o lo que fueras. Todo está en ruinas menos una pequeña marina de italianos con yates y sus jineteras. Al menos no te roban la ropa dijo mi acompañante en ese momento antes de lanzarse al bello mar aunque ya ausente de arena por la extracción para la construcción urgente de polígonos militares, pedraplenes y plazas de mítines. Daba mala impresión el lugar, quizás porque mi yo niño, en su momento, en secreto dijo solemnemente.
Métanse Tarará por el culo