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Réponse  Message 1 de 2 de ce thème 
De: Azali5  (message original) Envoyé: 03/01/2009 17:10
 

consulado-espanol.JPG

Si alguno de los próceres de las guerras decimonónicas por la Independencia de Cuba tuviera a bien levantarse de su sepulcro, con toda seguridad volvería a caer de espaldas y fulminado al comprobar el elevado número de cubanos que han iniciado trámites en los registros civiles con la esperanza de obtener la nacionalidad española a partir de la supuesta inminente aprobación, por parte de las autoridades de ese país, de una ley que devuelve tal condición a los nietos de aquellos peninsulares que la perdieron después de emigrar de España.

No tengo muy claro de qué manera ha trascendido la “bola”, pero sí que se ha producido después de la divulgación de la disposición adicional séptima de la Ley 52/2007, sobre el derecho de opción a la nacionalidad española, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra Civil y la Dictadura. Es de suponer que no será requisito suficiente ser nieto de españoles, pero –por las dudas, y “por si acaso”- miles de cubanos han comenzado a mover los caracoles en busca de su pedigrí ibérico con la esperanza de obtener, junto con la nacionalidad, algún beneficio… incluida (y quizás sobre todo) la posibilidad de emigrar de Cuba. Seguramente algún resabioso acotará en este punto que también en otros países tercermundistas miles de desposeídos emigran o tratan de huir de la vida que tienen. Cierto, pero yo me limito a reportar el caso cubano, no solo porque es la realidad que vivo, sino porque no se supone que en una sociedad donde todo lo bueno está garantizado para los humildes y exista tanta justicia existan miles de esos beneficiados que se lancen llenos de esperanzas a los brazos del capitalismo feroz.

Es así que, como desde hace varios años ha estado ocurriendo con los hijos de españoles llegados a esta orilla, esta vez los nietos isleños se han lanzado a la solicitud de inscripciones literales de nacimiento, suyas, de sus padres y de sus abuelos, movidos por la esperanza de –al menos por esa vía- cambiar un poco su vida. Para los que sueñan con emigrar, no importa lo que espera del otro lado si es que finalmente se concretaran  sus anhelos, el caso es buscar algo diferente a lo que tienen; otros quizás solo persiguen asegurarse alguna posible prerrogativa. En cualquier caso, muy mal andan las cosas en un país donde tantas personas desean, no ya solo emigrar, sino siquiera adquirir una nacionalidad extranjera: las numerosas solicitudes de documentos en cada registro civil hablan por sí solas y son la mejor ilustración de que ser cubano en esta Isla es, para muchos, la mayor de las desventajas



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Réponse  Message 2 de 2 de ce thème 
De: Azali5 Envoyé: 03/01/2009 23:23

carlos-iii-y-m-glez.JPG

Pocas cosas reflejan tanto la grisura de la propaganda del régimen cubano como las vallas públicas, vectores de una ideología que boquea públicamente su anoxia. Uno de los más recientes carteles se puede ver en la valla que se alza en la avenida de Carlos III, esquina a Marqués González. Allí, junto a una de las muchas cajas de cambio (CADECA) de la ciudad, se puede ver la que les presento en la fotografía. Otra idéntica se puede ver también en la intersección de Boyeros y Tulipán y en otras vías muy transitadas de la ciudad.

La primera vez que me detuve ante el engendro gráfico quedé un tanto desorientada: un grupo de hormigas afanosas cargando hojas mientras una sola queda rezagada de sus compañeras (¿holgazana ella?). ¿Qué refleja realmente aquel cartel? ¿Que debemos ser insectos obedientes? ¿Qué se nos percibe como hormigas? ¿Hasta ese punto hemos descendido en la escala zoológica? De alguna manera misteriosa tiendo más a solidarizarme con la hormiga del final de la fila; ella al menos es distinta, no es rebaño. En todo caso, el diseño con el que se pretende estimular a la gente al trabajo no es el más feliz, aunque sí exacto si se le mira en su mensaje literal: las hormigas son esos diminutos y pobres seres que dedican su vida entera a trabajar para la reina, sin otro beneficio que la precaria protección del tambaleante hormiguero. No diría que el parecido con la realidad es pura coincidencia.

Otras vallas de la ciudad reflejan idéntico mensaje, pero utilizando abejas en lugar de hormigas, en lo que parece ser una manía entomológica de las autoridades preocupadas por la falta de interés de sus insectos en emplear su fuerza de trabajo sin poder disponer, en definitiva, ni de las hojas ni de la miel. Y es que en Cuba un salario tiene –como esas vallas- solo un valor simbólico: demuestra que eres una hormiga, ¡perdón!, un empleado del gobierno, pero no cubre ni medianamente las necesidades familiares. Tal vez por eso mi propia y personal lectura de la valla es otra, por lo que pienso que acaso la hormiguita aparentemente rezagada del cartel no sea en realidad una holgazana: quizás solo se esté tomando un tiempo y sea la representante del individuo que muta, uno de esos que –escasos pero singulares- han marcado siempre el avance en la evolución de las especies.



 
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