|
|
General: Un año, ¿no hay cambio?
Choose another message board |
|
Reply |
Message 1 of 4 on the subject |
|
| From: Azali5 (Original message) |
Sent: 13/01/2009 14:43 |
 Después de pasado un año desde las últimas promesas de reformas, crípticamente tejidas entre los vericuetos verbales del presidente cubano, hasta los más optimistas han bajado la cresta de su entusiasmo. Entre enero de 2008 y este enero de 2009 nada se ha movido para los plácidos nativos de esta ínsula, salvo los techos y los bienes de aquellos que vieron volar sus pobres “propiedades” y sus esperanzas bajo los embates de los ciclones que en el año transcurrido se sumaron a los habituales azotes de la supervivencia. Nada se ha movido, es cierto; sin embargo, algo ha cambiado: el sonriente presidente que otrora parecía ofrecer con igual generosidad un sencillo vaso de leche a cada cubano que aquellos otros rubros mucho más significativos, como la supresión de la dualidad monetaria, la supresión de los permisos de salida del país, la reintroducción de la pequeña propiedad privada, o los âdebates democráticosâ; esta vez se presentó más adusto, casi ceñudo, anunciando la próxima supresión de ciertas âgratuidadesâ con las que la revolución ha favorecido a este pueblo malcriado y desagradecido. Es decir, que no solo se han incumplido los pronósticos de los ilusos que hasta hace un año creían que se iban a implementar cambios favorables para los cubanos de la Isla, sino que –por el contrario- se está dando un retroceso en todos los sentidos. La falta de expectativas de la gente se ha traducido en el más frío y apático fin de año que se recuerde. No se habla de planes y la mayoría de los cubanos siguen a la espera, solo que no saben a la espera de qué. A la indiferencia de los de a pie se ha añadido, sin embargo, un elemento nuevo. Nadie sabe qué ocurre, pero todos comentan lo mismo: la incertidumbre no es solo nuestra. Mirando las caras largas de los dueños del poder y de sus fieles, escrutando la expresión de ausencia de muchos rostros (años atrás exultantes) de los comandantes y del generalato presentes en el acto por la conmemoración (que no “festejos”) del aniversario 50 de la revolución (dicen que “triunfante”), ya no podemos decir que “algo anda mal”. Más bien parece que para ellos nada anduviera bien. Y no me refiero a los posibles problemas de artrosis o incontinencia propios de sus avanzadas edades. Algo se cuece… y apesta. Y es lógica su inquietud cuando lo que parece estar en juego para ellos es mucho más que gratuidades. Habrá que estar atentos, que ellos no tienen el signo de sosiego y mansedumbre que caracteriza al pueblo y no por obsoleta la maquinaria represiva ha dejado de funcionar: algo me dice que el camino se tornará, en lo mediato, cada vez más peligroso. |
|
|
First
Previous
2 to 4 of 4
Next
Last
|
|
Reply |
Message 2 of 4 on the subject |
|
|
From: Azali5 |
Sent: 13/01/2009 17:51 |
 No suelo entrometerme en los debates entre mis lectores, salvo para permitirme a mí misma la libertad de comentar también o para sugerir moderación. No tengo la intención tampoco de censurar a los agentes encubiertos al servicio del gobierno que se meten en este blog para cumplir las cuotas de loas al régimen que tienen asignadas: estoy convencida de que sus “comentarios” son en sí mismos la descalificación de lo que defienden, y de ellos mismos. Es así que les permito rebuznar a su antojo. Prefiero apelar a la inteligencia de los lectores para evitar responder a provocaciones de ese tipo, mejor es ignorar a los que –faltos de ideas propias- solo aspiran a repetir las mismas consignas que se publican a diario en el Granma. Ellos son excepciones, afortunadamente, y no es casual que esos monumentales adulones de hombres no firmen con su nombre. Quizás no sea por temor, sino por vergüenza; al menos quiero creer que algún átomo de vergüenza deben sentir por andar adorando a otros hombres, poderosos como no lo son ellos, pero en cualquier caso un ejercicio indigno. Por otra parte, no me parece inteligente dejarnos arrastrar por estos âetcéterasâ a una polémica estéril. Para una discusión se requiere de argumentos y al menos de un mínimo de inteligencia. En lo que a mí respecta, no creo que se pueda ser inteligente y fidelista a la vez. Quien dude de este aserto solo tiene que tomarse el paciente trabajo de leer tres o cuatro de las célebres âreflexionesâ que estuvieron saliendo durante todo el año, hacer un recuento de la historia de Cuba y verificar a qué espantosos niveles de miseria y de falta de libertades hemos llegado aquí por acatar la ideología fidelista, para después preguntarse a sí mismo si es racional apoyar tamaño dédalo de desvaríos. Por supuesto que aplaudo el derecho de cualquiera a expresar su apoyo a los hermanos Castro -aunque eso los haga sus cómplices voluntarios o involuntarios- pero con el mismo derecho sostengo que para mí los fidelistas exhiben un nivel de inteligencia similar al de los insectos (y que me perdonen los entomólogos). En cuanto a la defensa que hacen “del partido”, francamente, no me opongo a que en la Cuba del mañana también existiera un partido comunista, lo cual es mucho más que lo que permiten hoy “los comunistas” a los que no lo somos. Para mí esto sería una demostración de la democracia que añoramos. Dígase lo que se diga, la mayoría de los militantes actuales del PCC ni siquiera conocen las bases teóricas del marxismo. El partido ha sido solo un medio para alcanzar algún mezquino fin. Es preciso reconocer, no obstante, que al menos en los últimos 50 años, lo que ha existido en Cuba es fidelismo, no marxismo, y la militancia “partidista” no ha sido más que otro mecanismo de control, similar a la cartilla de racionamiento (dicen que “de abastecimiento”), a los CDR, al registro de direcciones o a los mal llamados “sindicatos”. En realidad, no conozco que el marxismo haya rebasado en ninguna parte del planeta los estrechos límites de una teoría esbozada por un pobre judío trasnochado (ahora con seguridad sale un majadero y dice que soy racista porque llamé a Marx “judío”). Tampoco soy partidaria de que semejante teoría rebase esos límites (¡Dios nos libre!); pero sé que nada nos protege más de un futuro comunista en este país que el vertedero estancado al que nos han conducido los últimos 50 años. Finalmente, prefiero que esta bitácora sea un espacio plural, pese a que algunos lectores me han escrito al buzón de e-mail solicitándome que censure algunos comentarios, o más bien algunos comentaristas. Tengo una tremenda fe en el debate como base para la futura democracia en Cuba, aunque eso implique que tengamos que soportar darle entrada a ciertas opiniones “por encargo”. Confío en que todos sabremos diferenciarlas. Estos sujetos son útiles al menos como ejemplo de lo que no queremos ni debemos ser. Por esos pobres diablos que, faltos de argumentos, se dedican a repetir consignas y textos ajenos, solo puedo sentir pena y elijo –a mi vez- obsequiarles mi silencio como respuesta. |
|
|
|
Reply |
Message 3 of 4 on the subject |
|
|
From: Azali5 |
Sent: 13/01/2009 20:55 |
 Quizás porque cada fin de año sale a flote el filósofo en ciernes que llevamos todos por dentro, o –más posiblemente aun- porque me tocó en “suerte” nacer también en el tan llevado y traído 1959, las cifras cerradas que enfrento para 2009 (50 años de revolución y ¡mis 50 años de vida en octubre!) me empujan al repaso de la memoria. Para los no nacidos en esta esmirriada geografía insular, y también para los que salieron de ella décadas atrás, ciertamente resultaría una rara experiencia recordar toda una vida signada por un solo gobierno, una ideología única, un falso pensamiento unitario, un sistema de enseñanza con programas homogéneos de instrucción y adoctrinamiento, una “canasta básica” que intenta igualarnos en la pobreza, un solo empleador-administrador-distribuidor de esa pobreza (dice que “riqueza”) y un solo dueño de todo (incluyendo, pretensiosamente, nuestras vidas). He estado repasando, ya decía, mi memoria, que afortunadamente goza de muy buena salud -aunque hay eventos de los cuales, remedando a Cervantes, no quisiera acordarme- y he estado organizando en ella todo el espantoso reguero de medio siglo de experimentos y fracasos que nos han implicado a todos. Los experimentos los ha aportado el gobierno único; los fracasos âclaro está- nos los apuntó ese mismo gobierno a nuestra cuenta. Es así que compruebo que, a pesar de tan largo período de tiempo con poder y control absolutos sobre cuanto se mueve en esta Isla, el gobierno jamás se reconoce responsable de ningún traspiés. Ni en el campo de la política, ni en lo social o en lo económico los artífices verdaderos llevan cargo alguno: ellos son los âsin tachaâ. A riesgo de sufrir un trombo cerebral o de caer en una crisis de ausencia mental permanente, he llegado a recordar casi todas las consignas escuchadas a lo largo de mi vida, he tarareado (masoquista yo) fragmentos de los muchos himnos del culto revolucionario –incluyendo los dos hits parade de Osvaldo Rodríguez: “La marcha del pueblo combatiente” y “Viva la Revolución”- he reconstruido algunos trozos de vivencias que me han tocado directa o indirectamente como aquellos grandes planes económicos de los primeros años que debían convertir a Cuba en un prodigioso productor de leche y carne vacunas (planes genéticos “Rosafé” y “Niña Bonita”), o de café y alimentos del agro (Cordón de La Habana), entre otras frecuentes y numerosas alucinaciones fruto de las inhalaciones de cohoba del gran behíque. Después vendría en avalancha incontenible la aplicación de muchas y variadas iniciativas gubernamentales más, como los planes de Escuela al Campo y las Escuelas en el Campo (que no son lo mismo, pero el resultado es igualmente desastroso), los “destacamentos” –pedagógicos, médicos, milicianos-, los trabajos voluntarios, los Domingos Rojos, los manuales de marxismo, las movilizaciones a las “Zafras del Pueblo” (sobre todo la mítica de “los Diez Millones”, a la que fue mi padre cuando yo tenía 10 años), los delirios de grandeza –o mal disimilados complejos de inferioridad- refrendados en aberraciones como la gigantesca Flota Cubana de Pesca y la Flota de Navegación Mambisa (mercante), los “planes quinquenales” de factura soviética, las microbrigadas de la construcción y otros interminables etcéteras, en los que cuentan con particular relieve las guerras libradas en el extranjero por tropas cubanas. Hechos todos que han jalonado nuestras expectativas, miserias y decepciones. Ahora, cuando cada âbatallaâ pasada parece un vagón abandonado junto a una línea que no conduce a ninguna parte, lo que no he conseguido recordar, por mucho que me esforcé, es alguna frase, ni siquiera una pequeña palabra, en la que el gobierno reconozca su fracaso, su responsabilidad o su más ligero error en los sucesos de un proyecto cuyo saldo se escribe en cifras rojas y en otras pérdidas más profundas que las simples cifras no serían capaces de reflejar; lo que me lleva a pensar que en realidad en los últimos 50 años el pueblo cubano es el que se ha equivocado en grande. Cierto que su equivocación mayor fue una sola vez, hace ya medio siglo, pero todavía hoy ây no sabemos hasta cuándo- sigue pagando por ese lamentable error. |
|
|
|
Reply |
Message 4 of 4 on the subject |
|
|
From: Azali5 |
Sent: 13/01/2009 20:55 |
 Estoy segura que todos conocemos a algún cubano de esos que, cuando les hablan de cualquiera de los muchos problemas de la vida cotidiana que vivimos dentro de la Isla âlo mismo sea una crítica al gobierno que al hecho simple y habitual de que los chícharos normados del mes volvieron a venir plagados de gorgojos-, ellos sencillamente asumen una expresión grave en el rostro y aseguran: âCompadre, a mí la política no me interesaâ. Este bocadillo lo utilizan en cualquier caso y ante cualquier información (â¿Viste quién se quedó?â, â¡Dicen que tronaron a Fulanito!â) y también ante la más mínima expresión de inconformidad (âEl transporte está del carajoâ, âEntre el descuento del Panda y del refrigerador no me queda ni paâl caféâ. Y es que en el fondo, los supuestos apolíticos saben que en Cuba, controlada por un régimen totalitario desde hace 50 años, cada espacio social está contaminado por la política oficial y es consecuencia de ella. Cuando usted tropiece con uno de esos elegidos que parecen darse una ducha de agua de quimbombó por las mañanas a fin de que los problemas “le resbalen”, tenga la certeza que se encuentra ante el clásico “efecto avestruz”: el individuo que entierra la cabeza en la arena para no ver lo que le rodea; un recurso pueril para hacer “desaparecer” aquello que les molesta. Por mi parte, siempre me ha llamado la atención que en una sociedad tan tristemente machista haya varoncitos que en esa posición dejen expuestas aquellas partes que ellos mismos suelen considerar más vulnerables; aunque es justo reconocer que la epidemia alcanza tanto a hombres como a mujeres. Casi todos -y ciertamente son muchos- los que padecen de esta afección (porque sin dudas es un mal) gozan de alguna prebenda, tienen todos o algunos de sus problemas resueltos, tienen algún compromiso o deuda con el sistema o, simplemente, padecen ese otro mal general y endémico: el miedo. Tampoco se puede descartar una combinación de todos estos factores o varios de ellos. La mayoría de los afectados por el efecto avestruz ni siquiera tienen conciencia de su enfermedad. No es de extrañar, teniendo en cuenta que ésta suele atacar a los más faltos de voluntad o también a los más ignorantes. Igualmente es curioso que algunos de los portadores declaren públicamente su “apolitia”, pero en privado se acercan a los desobedientes como yo y se quejan ampliamente de “la cosa”, incluyendo críticas a las autoridades. Saben que los políticamente incorrectos, los que no comulgamos con los poderes, somos interlocutores confiables, fundamentalmente los que no hacemos proselitismo. De cualquier manera, casi siempre el efecto avestruz constituye un padecimiento temporal (o digamos, circunstancial). Basta que el paciente sufra en carne propia alguna consecuencia de la política oficial: de inmediato descubre que sí, que la política le interesa, que lo afecta, que “ya no se puede más con esto”, etc. También algunos de los que sufren esa súbita curación se me han acercado a descargar su desgracia, y al final de sus cuitas todos, sin excepción, suelen preguntar lo mismo: “¿Hasta cuando?”. Yo, invariablemente, les doy siempre la misma respuesta: “Hasta que tú quieras”. |
|
|
First
Previous
2 a 4 de 4
Next
Last
|
|
| |
|
|
©2025 - Gabitos - All rights reserved | |
|
|