Fidel Castro tengo que darle las gracias.
Realmente el vejete agonizante ha hecho algo
admirablemente bueno, pues luego de recibir a la presidenta electa
democráticamente, Michelle Bachelet, de tirarse fotos aparentando estar
bien, como ella misma dijera en todas las entrevistas, le enterró el
puñal por la espalda, como se dice.
Bachelet recibió su merecido del dictador militar de medio siglo.
Creyó, quizás, que trataba con alguien decente, aunque a estas alturas
debería saber qué cosa es una dictadura y qué es la decencia, ya que
ella padeció la de Pinochet. No sé si es porque aquella dictadura era
de derecha, duró 17 años y fue a un plebiscito que, luego respetó y
salió del poder cuando el pueblo chileno votó porque se fuera.
¿Confundida la Bachelet? No lo creo.
La señora Bachelet salió corriendo para verse con el viejito
sanguinario, cuando su hermano, el heredero del trono, Raúl Castro, la
sacó de un evento donde se encontraba como parte de su estancia en
Cuba. Salió “trotando” como dijera un periodista de El Mercurio que
estaba allí, y trotando se fue para Chile luego de recibir la puñalada
trapera que este zorro tirano le clavó en su espalda apenas escuchara
sus adulaciones en cada entrevista que le hacían.
Jamás se imaginó esta presidenta ingenua que su amiguito le haría
algo así. Ella confiaba tanto en él, que hasta del caso de Bolivia se
olvidó, sabiendo que Evo Morales es uno de los preferidos del vejete, y
que ese tema se saca debajo de la manga cada vez que conviene hacerlo.
Es parte del rejuego castrista cuando tratan de desviar temas o asuntos
realmente importantes.
Pero aún así, esta señora sigue sin entender que hizo el papelazo
del siglo. Fue adorando a un tirano y salió abochornada ante la prensa
internacional, ya que cuando todavía festejaba su visita a la tiranía,
ya las “reflexiones” del viejito senil estaban siendo leídas por todo
el mundo, restregándole en su cara su intromisión en los asuntos
internos de Chile. Ya sucedió en 1972 cuando visitara esa nación y
estaba en la presidencia otro socialista llamado Salvador Allende. En
aquella ocasión Fidel Castro estuvo un mes paseándose por todo Chile,
dando órdenes, instrucciones y preparando una dictadura comunista que
fue abortada luego por un golpe militar. Es verdad que ninguna
dictadura es buena, pero también cuando se comparan, hay notables
diferencias.
Ahora Michelle Bachelet enfrenta un serio problema en su país, pues
tanto la oposición, como la prensa, le cuestionan su viaje y lo
positivo o negativo que pudo ser, teniendo en cuenta la burla del
dictador y su renuente posición de escuchar a la oposición interna
cubana y a las madres, hijas y esposas de prisioneros políticos.
Todo indica que a la presidenta no le importan los derechos humanos.
Más bien, lo demostró, pues su complicidad fue tan grande, que pasará
mucho tiempo en que los cubanos recordaremos esa actitud suya tan
cobarde y tan miserable. Que no tenga dudas.
Pero al dictador retirado tendré que dar las gracias por su efectivo
golpe contra la democracia que representó la Bachelet. Su estancia en
Cuba pudo ser más alegre, pero fue empañada por la actitud arrogante,
senil y astuta de un viejo zorro que, ni aún muriendo, deja de hacerle
daño hasta a sus propios aliados.
¿Aprenderá la democracia mundial algún día? No lo sé. Ojalá y no sea
muy tarde cuando se den cuenta con quienes están tratando. De todas
formas, le diré nuevamente al vejete moribundo: Gracias, Fidel.
