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Grietas
Nunca me terminará de sorprender el muro de mi casa: viejo y dañado, pero sobre todo, esa grieta que se agrava con el paso de los años. ¿Qué querrá decir? ¿Qué verdad esconderá?
Con el muro viví desde pequeña y no me atrevería jamás a destruirlo; las diferentes estaciones maltrataron mi muro.
Su desolador panorama me hizo aceptar muchas veces herramientas insuficientes para recomponerlo: todo aquello sólo le aseguraban un maltrato mayor.
Casi siempre el miedo a la soledad nos hace aceptar el momento fugaz que otro ser nos regala sin pensar en aquello que se quiere o necesita para ser feliz. Una mezcla homogénea de soledad y amor propio forman parte de la reconstrucción.
A/D
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