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General: LA INICIACION DE LAZARO
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Resposta  Missatge 1 de 1 del tema 
De: moriajoan  (Missatge original) Enviat: 10/04/2009 17:10
LAZARO.png picture by Sibylita

 

AHORA...

hello.gif picture by vislumbrar 

La excelsa labor de Iniciación desarrollada durante la Semana de Pasión, se

inaugura, el sábado anterior a la Entrada Triunfal, con la Iniciación de Lázaro.

Debido a la trayectoria ascendente de la evolución humana, las antiguas fases de la

Iniciación, así como ciertos aspectos de la religión de Jehová, estaban muriendo.

Cristo vino para "hacer todas las cosas nuevas". Las fuerzas que liberó con Su venida

eran necesarias para salvar a la Humanidad de extraviarse en un materialismo que

estaba destinado a hacerse más y más denso durante los siglos venideros. Pero, en un

proceso ordenado de crecimiento, lo nuevo crece e incorpora los valores

conquistados por lo antiguo. Por eso, en el Rito iniciador de Lázaro se combinaron

los procesos prevalecientes en el ritual antiguo y los que se trataba de instaurar,

dando esa mezcla como resultado el nacimiento de los Nuevos Misterios Cristianos.

Este acontecimiento, por tanto, señala el comienzo de los Misterios de la Semana

Santa o las profundas enseñanzas espirituales sobre las que se fundó la Iglesia

Cristiana inicial.

El gran poder que detentó la Iglesia Cristiana Inicial, el poder de curar y de

hacer milagros, derivaba del conocimiento de los Misterios. Luego, cuando los

intereses mundanos fueron invadiendo la iglesia y el pensamiento materialista

oscureció su conciencia, perdió contacto con la fuente original de poder, y cayó en

una relativa impotencia, situación que se ha prolongado durante centurias y que

continúa en nuestros días. Hasta que la iglesia no haga suyas, de nuevo, las verdades

de la Iniciación, no recuperará el poder suficiente para conducir a la Humanidad

hacia la necesaria regeneración, lo cual la calificará para establecer un orden

cristiano sobre la Tierra. Ha habido siempre algunos, sin embargo, tanto dentro como

fuera de la iglesia, que han conservado la luz interior y han preservado para la

Humanidad la Sabiduría de las Enseñanzas Iniciáticas. Son los que conocemos como

santos ilustres, cuyas vidas y hechos han escrito gloriosas páginas de la historia, a lo

largo de los tiempos.

El trabajo del Primer Grado, de los tres de que se componen los Misterios

Cristianos, lo constituye la Purificación. Afecta primordialmente al cuerpo de

deseos. El trabajo del Segundo Grado lo constituye la Iluminación y afecta

especialmente al cuerpo vital. El Rito del Tercer Grado, denominado del "Maestro",

unifica las fuerzas del cuerpo de deseos y el vital, de tal manera, que el espíritu

iluminado puede establecer contacto con el mundo interno y entrar en comunicación

consciente con seres pertenecientes a los reinos suprahumanos e infrahumanos.

En el Rito de la Purificación se le enseña al neófito cómo vivir una vida casta e

inofensiva. Si el aspirante permanece fiel a los principios establecidos para este

Grado, experimenta, en su momento, un despertar de ciertos centros latentes del

cuerpo de deseos. Obtenido esto, adquiere conocimientos, de primera mano, relativos

a los planos situados más allá del alcance de los sentidos físicos.

La siguiente etapa del desarrollo esotérico, la del Segundo Grado o Rito de la

Iluminación, consiste en conseguir que los recién despertados centros del cuerpo de

deseos, impresionen o sensibilicen los centros correspondientes del cuerpo vital. Con

tal fin, el aspirante ha de practicar ciertos ejercicios de concentración y meditación,

hasta que se desarrollan la clarividencia y la clariaudiencia.

Estos resultados se obtenían en las Iniciaciones precristianas de modo muy

distinto. En los antiguos Ritos de Egipto y Babilonia, por ejemplo, derivados

originariamente de los Ritos Atlantes, el (espíritu del) candidato a la Iniciación era

extraído de su cuerpo físico por el Maestro Supervisor, junto con sus cuerpos de

deseos y vital y, en los planos internos, los centros activos del cuerpo de deseos

activaban los del cuerpo vital durante un período de tres días y medio. Era, pues,

necesaria, una situación anormal, dirigida por un Maestro Iniciado, para conseguir el

fin propuesto.

Con la venida de Cristo, esa situación cambió y se hizo posible para el hombre

obtener el mismo desarrollo, pero en estado de vigilia y sin necesidad de estados

anormales ni de supervisiones elevadas. Tras despertar del estado de trance, el

neófito era considerado, en las iniciaciones precristianas, como alguien que había

resucitado de entre los muertos. Verdaderamente, era un "recién nacido", puesto que

había adquirido facultades supranormales y poderes de que antes carecía.

El pensamiento materialista y sensual tiende a entrelazar de tal modo los

cuerpos de deseos y vital, que hace la iniciación extremadamente difícil, si no

imposible. Tal era el estado de la Humanidad, en general, en el momento de la

venida de Cristo Jesús. Su labor consistió en liberar al hombre de esa barrera que le

privaba del desarrollo espiritual. Los comienzos de tal logro se obtienen mediante la

concentración y la meditación, a los que se añade el ejercicio vespertino de la

retrospección; los tres formaban parte de las enseñanzas de la iglesia primitiva.

Durante la concentración, el polo masculino del espíritu o voluntad, es el

predominantemente activo; durante la meditación, el factor dominante es el polo

femenino o imaginación. Mediante estos ejercicios, los centros del cuerpo de deseos

pueden imprimirse en el cuerpo vital sin disociar éste del cuerpo físico. Actualmente,

debido al materialismo prevaleciente, la dificultad para extraer ambos vehículos al

modo precristiano es tan grande que podría llegar a ser catastrófico. Su resultado,

con demasiada frecuencia, sería la locura o, incluso, la muerte.

Para recibir la nueva forma de Iniciación Cristiana se eligió al más avanzado

entre los seguidores de Cristo. Fue el discípulo amado del Maestro, cuyo nombre de

iniciación fue "Lázaro". Lázaro significa "aquél a quien Dios asiste". Fue su elevado

estado de desarrollo lo que le capacitó para responder a la llamada: "Lázaro, sal

fuera" y, luego, a la gran recomendación de su Maestro: "Desembarazadlo y dejadlo

libre".

Fue el maridaje que se produjo con la resurrección de Lázaro, entre lo viejo y

lo nuevo, lo que produjo tan gran regocijo entre el pueblo cuando Cristo Jesús hizo,

el Domingo de Ramos, su entrada triunfal en Jerusalén, al día siguiente del

acontecimiento iniciático.

 

EL MISTERIO DE LOS CRISTOS.- Corinne Heline

  

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