He vuelto a ver a Dios sin hermosura.
Era un chico no mas de nueve años.
Sembraba en los cartones desengaños
y buscaba el carton en la basura.
Era un chico no mas, su arquitectura,
forjada de cartones y de paños,
bajaba poco a poco los peldaños
del caliz que encerraba su amargura.
Coronada su frente con espinas,
se está volviendo su cabeza cana,
y espera un vuelo azul de golondrinas.
Lo he mirado al pasar por mi ventana
buscando su salario en las esquinas
y me ha dolido Dios esta mañana
observando a esa pobre criatura.