Gobierno,
políticos, jueces empresarios y periodistas
Cómo funciona
la corrupción en la Argentina
La llamada
"corrupción estructural" de los políticos, no es
nada más que el eslabón menor de un sistema de
robo legalizado en el cual
el capitalismo transnacional se lleva la "parte del
león", y la corporación política se queda con el
resto.
(IAR-Noticias)
13Sept04
Por Rodrigo Guevara
El "sistema"
Cuando
las mayorías salieron a hacer espontáneamente el Cacerolazo en
diciembre de 2001, lo hicieron en la convicción de que todos
los políticos eran una sola cosa: corruptos.
La consigna del "que se
vayan todos" involucraba a toda la clase política sin distinción que
desde 1983 viene administrando el país para los intereses de los bancos y
transnacionales norteamericanos y europeos.
Sin saber exactamente cómo
funciona la maquinaria del saqueo económico del capitalismo en la Argentina,
la percepción del Cacerolazo apuntaba a "todos", desde Menem hasta las
filas de los "progresistas" representados por Elisa Carrió.

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Ex
presidente Carlos Menem, "perfeccionó" el método de
corrupción política y de saqueo legalizado de la
Argentina por los bancos y transnacionales.
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La
corrupción política no es una suma de individualidades,
sino que funciona como un sistema.
Quien se dedica a la
política, integra un sistema corporativo de corrupción destinado a gerenciar
el país para el Imperio y sus megaempresas financieras y comerciales.
Los medios toman la primera
parte, la corrupción política, y esconden la existencia de la segunda: el
rol de los políticos, empresarios y banqueros en el saqueo capitalista
trasnacional de la Argentina.
De esta manera, al sacársela
de su contexto de totalidad significativa, la corrupción se torna un
fenómeno de personas, de funcionarios o de políticos, sin conexión con
una red interconectada entre sí.
Todos los políticos son
corruptos, todos los jueces son corruptos, todos los funcionarios son corruptos,
por la sencilla razón de que la única manera que tienen de cobrar por sus
servicios administrativos a los bancos y transnacionales es por medio de la
corrupción.
O sea por medio de las
coimas, las sub o sobrefacturaciones del Estado (nacional, comunal o
provincial), o el otorgamiento de licitaciones, contratos, etc.
¿Y quiénes pagan a los
corruptos? Los bancos, y las megaempresas, comerciales, industriales o de
servicios, que se valen de la corporación política para administrar el
Estado, sancionar leyes e implementar medidas económicas favorables a sus
políticas comerciales.
De todo lo que produce
anualmente en la Argentina (su producto bruto nacional PBI) solamente el
"presupuesto nacional" queda en casa.
De ese presupuesto, además,
hay que extraer prioritariamente el pago de los intereses de la deuda externa, y
sufragar los gastos del Estado y de la red de seguridad social, que se van
achicando para pagar esas obligaciones.
Ese es el principio funcional de los "ajustes" periódicos.
Lo que resta se lo embolsa
el capitalismo que controla todos los resortes gerenciales del Estado
(léase Poder Ejecutivo, Poder Judicial y Poder Legislativo) por medio de la
corporación política asociada a la depredación económica imperial.
De toda esa masa de dinero,
(más de 80.000 millones USA) una parte es transferida a Europa y a Estados
Unidos, y otra parte está asignada (alrededor de 20.000 millones) a la
financiación de la maquinaria política que administra legalmente ese
saqueo capitalista de la Argentina.

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Néstor
Kirchner, sobre quién pesan denuncias judiciales sobre
enriquecimiento ilícito, continuó con el mismo
"sistema" de sus antecesores.
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Los
políticos (mandatarios, legisladores, funcionarios)
tarifan sus "servicios" por dos vías:
A) Las "cajas"
del Estado (nacionales, provinciales o comunales) cuyo control les permite
cobrar comisiones en negro (coimas) por cada pago contrato que haga el
Estado con empresas proveedoras o prestatarias de servicios (en este rubro, se
encuentra la caja del PAMI).
B) Las decisiones
administrativas del Estado (nacional, provincial o comunal) sobre contratos
o licitaciones con empresas privadas para realizar obras viales o de
infraestructura,en cuya "legalización" entran en juego tanto el Poder
Ejecutivo, el Judicial como el Legislativo, todos en manos de la corporación
política.
Los unos y los
otros
La "coima" a la
corporación política, es el mecanismo de pago que utiliza el capitalismo
trasnacional para llevarse con total impunidad, y con una fachada de
legalidad institucional, todo el producido económico y el trabajo anual de
los argentinos.
Unos dependen de los otros
para subsistir.
Esta forma de expoliación de riquezas, avalada formalmente por un Estado
encuadrado dentro de normas "republicanas y democráticas", no podría existir sin
la participación cómplice de los políticos, ni éstos ni su negocio
podrían existir sin los bancos y transnacionales que pagan comisiones en negro
por sus servicios.
Sin la gestión de gobierno
del Poder Ejecutivo, sin la sanción de leyes por el Poder Legislativo, sin la
implementación de fallos por parte del Poder Judicial, el robo capitalista
tendría que hacerse (como sucedió en otras épocas) con la presencia de una
dictadura militar en el gobierno.
La llamada "corrupción
estructural" de los políticos, no es nada más que el eslabón menor de
un robo legalizado en el cual el capitalismo transnacional se lleva la "parte
del león", y la corporación política se queda con el resto.
Los grandes consorcios
mediáticos de la Argentina, con el Grupo Clarín a la cabeza, sólo
muestran interesadamente la corrupción de la clase política, la parte menor
de la tajada, y esconde sistemáticamente la macroexpoliación del capitalismo
internacional en la Argentina que se vale de esa corrupción, que dice combatir,
para concretarla.

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Ex
presidente Eduardo Duhalde, maneja uno de los aparatos
políticos más corruptos: el PJ bonaerense.
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La
complicidad de la corporación mediática, integrante y
beneficiaria del saqueo a través de la publicidad y de
las prebendas oficiales a sus negocios diversificados,
lleva a las mayorías a pensar que los únicos culpables del
hambre y la desocupación en la Argentina son los
políticos y las "corporaciones".
La complicidad mediática
saca de escena a los "patrones" (banqueros y empresarios) y
coloca en su lugar a sus "empleados", o sea los políticos, que obran de
"fusibles" para que esos ciclos se sigan repitiendo impunemente.
Esa es la razón principal
porqué las famosas "cámaras ocultas" de la TV sólo se ocupan de la
corrupción política, particularmente de dirigentes menores, los "perejiles",
con los cuales los periodistas cómplices del sistema se dan el gusto de hacer
"justicia mediática".
Si alguna de esas cámaras
fueran colocadas en los despachos de la City financiera, o en cualquiera
de las sedes del poder económico, esos periodistas pasarían, en el mejor de los
casos, a engrosar la lista de desocupados.
Y nadie de esos periodistas
"justicieros" come vidrio.
Son "corruptos pero no boludos", como suelen decir sus víctimas
preferidas.
La corporación mediática con
sus escribas rentados, conforman la "tercera pata" de la corrupción que
posibilita el macrosaqueo legalizado y en paz por parte del capitalismo
transnacional, amparado bajo la protección política y militar del Imperio
norteamericano.
Hay mucha información
acumulada, muchas carpetas negras, con las andanzas sociales y
comerciales de los periodistas argentinos, que nadie saca a relucir por el temor
a ser convertidos en leprosos sociales por el poder mediático.
Buena vida, buenos contactos
con el establishment, buen nivel y pasar económico, pasajes aéreos abiertos en
cualquier aerolínea, acontecimientos gastronómicos en los quinchos del poder,
vacaciones con la familia en Europa o EEUU, que no salen precisamente de sus
sueldos como profesionales.
A ellos, los periodistas,
también se refiere el sindicalista Barrionuevo cuando, amenazando con su
"clásico archivo secreto" dice que en este país "somos todos ladrones".
Razón por la cual la
corporación mediática lo ha convertido en el personaje más odiado de la
Argentina, pero a su vez teme que algún día las "carpetas de Barrionuevo"
salgan a la luz del día.