Qué tristeza sentirse apaleado
como un perro por las calles de la vida
Quá pena de lamerse cada herida,
sucio y solo, hambriento y derrotado.
Qué dolor da mirarse apedreado,
sangrando por el alma malherida,
bajando la mirada, ya vencida
por tanto sufrimiento soportado.
Qué lastima sentirse solitario,
huyendo siempre y siempre perseguido,
queriendo descansar, volverse humano.
Y cuánto amor, despues de este calvario,
se desborda, sabiéndose querido
por la dulce caricia de una mano.
D/A.
NANI