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"Gordo,
sos tan ladrón que ni siquiera respetás el código de los ladrones",
le dijo en un aparte Luis Barrionuevo al ministro de Salud, Ginés García,
durante la sesión del Senado donde se debatía la ley para intervenir al PAMI
enviada por el gobierno de Kirchner.
Barrionuevo
se refería a que Ginés García, un funcionario duhaldista, quien maneja
una parte de la red de gerentes y directores de la obra social de los
jubilados actualmente en funciones, se había sumado a la cruzada
"anticorrupción" del kirchnerismo en esa institución.
El
ministro de Salud bajó el tono de su embestida después que Barrionuevo
lo encarara nuevamente diciéndolole al oído: "gordo, somos pocos y nos
conocemos mucho ¿así que ahora mejicaneás para Kirchner?
El
líder de los gastronómicos, el dirigente más atacado por los medios del
sistema, es temido no por su lengua "filosa" sino porque es uno de los
que en la Argentina es capaz de poner en evidencia la corrupción de "doble
moral" que practican los políticos y funcionarios que se turnan en el
aparato del Estado.
"Kirchner
es tuerto pero no boludo, sabe que con el PAMI suma imagen electoral y agrega
dos mil palos más a su cajita musical", dice Barrionuevo entre sus pares
de la CGT.
La
semana pasada, durante una reunión con el dirigente West Ocampo y otros "gordos"
prominentes de la CGT oficial, Barrionuevo les mostró una carpeta y les dijo:
"muchachos, aquí está la vida y obra de Kirchner, todo detalladito,
privatizaciones, Repsol, Corte adicta, platita por el mundo, cometas varias, y
algunas cositas amorosas de su mujer con uno de los íntimos de su
entorno, les dijo.
Y agregó: "esta historia la compra cualquiera, si quieren se la dejo".
Como
siempre, los "gordos" se callaron la boca ante la amenaza encubierta de
Barrionuevo.
"Luisito" como lo llaman, siempre hace sus "aprietes"
por tiro de elevación.
Cuando
el gastronómico se refería al "prontuario" de corrupción de
Kirchner le estaba diciendo a los "gordos": si no defienden mi tajada en el PAMI, les saco la carpeta a ustedes.
Esto
explica porqué a Luis Barrionuevo, titular del gremio de los gastronómicos,
senador nacional, jefe del PJ Catamarqueño, corrupto casi confeso, nadie lo
pudo derrotar hasta ahora.
Sabe
demasiado, lo tiene todo documentado, y es uno de los que pueden probar que en
la Argentina todos los políticos son corruptos. Incluído él, que hace
de su impunidad y peligrosidad su principal baluarte de supervivencia.
El
"sistema"
Cuando
las mayorías salieron a hacer espontaneámente el Cacerolazo en diciembre de
2001, lo hicieron en la convicción de que todos los políticos eran una sola
cosa: corruptos. La consigna del "que se vayan todos"
involucraba a toda la clase política sin distinción que desde 1983
viene administrando el país para los intereses de los bancos y transnacionales
norteamericanos y europeos.
Sin
saber exactamente cómo funciona la maquinaria del saqueo económico del
capitalismo en la Argentina, la percepción del Cacerolazo apuntaba a "todos",
desde Menem hasta las filas de los "progresistas" representados por
Elisa Carrió.
La
corrupción política no es una suma de individualidades, sino que
funciona como un sistema. Quien se dedica a la política integra un
sistema corporativo de corrupción destinado a gerenciar el país para el
Imperio y sus megaempresas financieras y comerciales.
Los
medios toman la primera parte, la corrupción política, y esconden la
existencia de la segunda: el rol de los políticos en el saqueo capitalista
trasnacional de la Argentina.
De
esta manera, al sacársela de su contexto de totalidad significativa, la
corrupción se torna un fenómeno de personas, de funcionarios o de
políticos, sin conexión con una red interconectada entre sí.
Todos
los políticos son corruptos, todos los jueces son corruptos, todos los
funcionarios son corruptos, por la sencilla razón de que la única manera que
tienen de cobrar por sus servicios administrativos a los bancos y
transnacionales es por medio de la corrupción.
O
sea por medio de las coimas, las sub o sobrefacturaciones del Estado (nacional,
comunal o provincial), o el otorgamiento de licitaciones, contratos, etc.
¿Y
quiénes pagan a los corruptos? Los bancos, y las megaempresas, comerciales,
industriales o de servicios, que se valen de la corporación política
para administrar el Estado, sancionar leyes e implementar medidas económicas
favorables a sus políticas comerciales.
De
todo lo que produce anualmente en la Argentina (su producto bruto nacional PBI)
solamente el "presupuesto nacional" queda en casa.
De
ese presupuesto, además, hay que extraer prioritariamente el pago de los
intereses de la deuda externa, y sufragar los gastos del Estado y de la red de
seguridad social, que se van achicando para pagar esas
obligaciones.
Ese es el principio funcional de los "ajustes" periódicos.
Lo
que resta se lo embolsa el capitalismo que controla todos los resortes
gerenciales del Estado (leáse Poder Ejecutivo, Poder Judicial y Poder
Legislativo) por medio de la corporación política asociada a la
depredación econonómica imperial.
De
toda esa masa de dinero, (más de 80.000 millones USA) una parte es transferida
a Europa y a Estados Unidos, y otra parte está asignada (alrededor de 20.000
millones) a la financiación de la maquinaria política que administra
legalmente ese saqueo capitalista de la Argentina.
Los
políticos (mandatarios, legisladores, funcionarios) tarifan sus
"servicios" por dos vías:
A) las "cajas" del Estado (nacionales, provinciales o
comunales) cuyo control les permite cobrar comisiones en negro (coimas)
por cada pago contrato que haga el Estado con empresas proveedoras o
prestatarias de servicios (en este rubro, se encuentra la caja del PAMI).
B) las decisiones administrativas del Estado (nacional, provincial o
comunal) sobre contratos o licitaciones con empresas privadas para realizar
obras viales o de infraestructura,en cuya "legalización"
entran en juego tanto el Poder Ejecutivo, el Judicial como el Legislativo, todos
en manos de la corporación política.
Los
unos y los otros
La
"coima" a la corporación política, es el mecanismo de pago
que utiliza el capitalismo trasnacional para llevarse con total impunidad, y con
una fachada de legalidad institucional, todo el producido económico y el
trabajo anual de los argentinos.
Unos
dependen de los otros para subsistir.
Esta forma de expoliación de riquezas, avalada formalmente por un Estado
encuadrado dentro de normas "republicanas y democráticas", no podría
existir sin la participación cómplice de los políticos, ni éstos ni
su negocio podrían existir sin los bancos y transnacionales que pagan
comisiones en negro por sus servicios.
Sin
la gestión de gobierno del Poder Ejecutivo, sin la sanción de leyes por el
Poder Legislativo, sin la implementación de fallos por parte del Poder
Judicial, el robo capitalista tendría que hacerse (como sucedió en otras
épocas) con la presencia de una dictadura militar en el gobierno.
La
llamada "corrupción estructural" de los políticos, no es nada
más que el eslabón menor de un robo legalizado en el cual el
capitalismo transnacional se lleva la "parte del león", y la
corporación política se queda con el resto.
Los
grandes consorcios mediáticos de la Argentina, con el Grupo Clarín a la
cabeza, sólo muestran interesadamente la corrupción de la clase política, la parte
menor de la tajada, y esconde sistemáticamente la macroexpoliación del
capitalismo internacional en la Argentina que se vale de esa corrupción, que
dice combatir, para concretarla.
La
complicidad de la corporación mediática, integrante y beneficiaria del
saqueo a través de la publicidad y de las prebendas oficiales a sus
negocios diversificados, lleva a las mayorías a pensar que los únicos
culpables del hambre y la desocupación en la Argentina son los políticos y las
"corporaciones".
La
complicidad mediática saca de escena a los "patrones" y coloca
en su lugar a sus "empleados", o sea los políticos, que obran de
"fusibles" para que esos ciclos se sigan repitiendo impunemente.
Esa
es la razón principal porqué las famosas "cámaras ocultas"
de la TV sólo se ocupan de la corrupción política, particularmente de
dirigentes menores, los "perejiles", con los cuales los periodistas
ignoranrtes del sistema se dan el gusto de hacer "justicia
mediática".
Si
alguna de esas cámaras fueran colocadas en los despachos de la City
financiera o en cualquiera de las sedes del poder económico esos
periodistas pasarían, en el mejor de los casos, a engrosar la lista de
desocupados.
Y
nadie de esos periodistas "justicieros" come vidrio.
Son "corruptos pero no boludos", como suelen decir sus
víctimas preferidas.
La
corporación mediática con sus escribas rentados, conforman la "tercera
pata" de la corrupción que posibilita el macrosaqueo legalizado y en
paz por parte del capitalismo transnacional, amparado bajo la protección
política y militar del Imperio norteamericano.
Hay
mucha información acumulada, muchas carpetas negras, con las andanzas sociales
y comerciales de los periodistas argentinos, que nadie saca a relucir por el
temor a ser convertidos en leprosos sociales por el poder mediático.
Buena vida,
buenos contactos con el establishment,buen nivel y pasar
económico, pasajes aéreos abiertos en cualquier aerolínea, acontecimientos
gastronómicos en los quinchos del poder, vacaciones con la familia en Europa o
EEUU, que no salen precisamente de sus sueldos como profesionales.
A
ellos, los periodistas, también se refiere el sindicalista Barrionuevo cuando,
amenazando con su"clásico archivo secreto" dice que en este país "somos
todos ladrones".
Razón
por la cual la corporación mediática lo ha convertido en el personaje más
odiado de la Argentina, pero a su vez teme que algún día las
"carpetas de Barrionuevo" salgan a la luz del día.
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