Por: Julio Algañaraz. Vaticano, corresponsal.
Ante 35 mil fieles que lo aclamaban, el Papa atacó ayer en su prédica de la audiencia general de los miércoles en el Vaticano la codicia de los ricos y los poderosos como raíz de "todos los vicios y todos los males, no solo para las personas sino también para las sociedades". Con el mismo tono duro que ya empleó en otras homilías, Benedicto XVI dijo que hay "un nexo entre la crisis económica mundial" y la avidez.
El pontífice dedicó elogios a un santo francés del siglo octavo, el fraile Ambrogio Autperto, que escribió el libro "De la codicia" y fue preceptor de Carlo Magno, y citó una frase suya en la que observó que "la avidez y las ganancias de los ricos y los potentes de la sociedad de su tiempo, existe también dentro del alma de los monjes".
El santo francés afirmó que "todos los vicios provienen de una única raíz: la codicia", recordó Benedicto XVI. Destacó que esto, a la luz de la presente crisis económica mundial, revela toda su actualidad. Vemos que justamente de esta raíz de la avidez ha nacido la crisis".
El Papa dijo que para los ricos vale también el deber de "combatir contra la codicia, contra los deseos de poseer, de aparecer, contra el concepto falso de libertad como facultad de disponer de todo según el propio arbitrio".
Benedicto concluyó que "también el rico debe encontrar el auténtico camino de la verdad, del amor y de la penitencia".
Joseph Ratzinger ha expresado en los últimos tiempos toda su preocupación por las recaídas de la crisis sobre las familias y la sociedad. En el último Sínodo, hace unos meses, denunció cómo la especulación financiera había "hecho humo de la riqueza y el bienestar de tantos en el mundo".
Una anécdota curiosa fue que el Papa lució durante unos momentos sobre las espaldas el tradicional manto palestino, la "kefya", que le regaló una pareja juvenil de peregrinos llegados a la audiencia general desde una parroquia palestina de Belén, la ciudad cercana a Jerusalén donde nació Jesucristo y que el Papa visitará dentro de unos días.
Los ecos inquietantes y continuos de la crisis entre israelíes y palestinos, que el Papa encontrará en la segunda parte de su viaje a Tierra Santa, entre el 8 y 15 de mayo, volvieron a producirse ayer. El ministro israelí de turismo, Stas Misezhnikok, principal responsable del gobierno de los preparativos para la visita de Benedicto XVI, pidió al Papa que no reciba cuando visite Tierra Santa a un alcalde árabe-israelí a quién acusó de "apoyar al terrorismo".
El ministro pertenece al partido ultranacionalista Israel Beiteinu del canciller Avigdor Lieberman. El alcalde, acusado por haber condenado la represión israelí en Gaza en diciembre y enero pasados y organizado manifestaciones, es Mazen Ghanyem, quién escribió al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, protestando por el pedido del ministro Misezhnikok al Vaticano.