Dice que una sociedad que
no descifra a sus criminales, no avanza. Que
optó por contarlo todo "para aportarles algo a
los colombianos que tanto lesioné".
Por eso el temible John
Jairo Velásquez, alias "Popeye", el sicario
estrella de Pablo Escobar y uno de los pocos
sobrevivientes del Cartel de Medellín, se sentó
durante un año con la periodista colombiana
Astrid Legarda. El resultado fue "El verdadero
Pablo, sangre, traición y muerte", sus memorias
en 300 páginas.
El libro ya arrojó
resultados concretos: gracias a sus confesiones,
hace cuatro meses fue arrestado el ex ministro
de Justicia y dos veces candidato a la
Presidencia Alberto Santofimio por haber
aconsejado a Escobar asesinar al también
candidato presidencial Luis Carlos Galán, en
agosto de 1989.
Aunque en Colombia no es
novedad la publicación de memorias en forma de
acto de contrición -ya lo han hecho el ex líder
de los paramilitares Carlos Castaño y no menos
de una decena de mafiosos y políticos que han
pasado por la cárcel-, por primera vez un libro
permite conocer detalles cruciales de episodios
que marcaron para siempre la historia de este
país andino, en conflicto armado desde hace ya
más de cuatro décadas.
Por ejemplo, los autos
bomba, la gran especialidad de los terroristas
colombianos, quienes han inventado la forma de
hacer estallar caballos, collares, perros,
bicicletas, burros, aviones y hasta cadáveres
bomba.
Popeye, de 43 años y quien
actualmente purga 18 años de prisión en una
cárcel de máxima seguridad por asesinato y
concierto para delinquir, cuenta en el capítulo
14 (de los 32) que Escobar, obsesionado por no
ser extraditado, buscaba una arma "que
amedrentara y creara pánico".
"El Negro -otro de los
sicarios de Escobar- le cuenta al Patrón que,
cuando estuvo preso en Estados Unidos, conoció a
un experto en explosivos, integrante del
Ejército Separatista Vasco (ETA). A Escobar se
le prende el bombillo y pregunta si lo pueden
ubicar".
En 1988, Miguel, un etarra
que después terminó muerto, recibió 300.000
dólares de entonces "para que nuestros hombres
aprendieran la técnica de los autos bomba,
activados tanto a control remoto como por mecha
lenta".
Aprendieron todos. Desde
entonces no hay un año en que en este país no
mueran inocentes por culpa de los autos bomba.
Amigo Fidel
Pero lo anterior no es lo
único revelador. "Popeye" describe
detalladamente cómo Escobar sostuvo una
"permanente y fluida" comunicación epistolar con
Fidel Castro, quien le permitió usar la isla
como lugar de tránsito de droga hacia Estados
Unidos.
"Pablo estaba feliz con
esa ruta (Colombia-México-Cuba-Estados Unidos).
Decía que era un placer hacer negocios con Raúl
Castro, pues era un hombre serio y emprendedor",
señala Velásquez.
Aunque en La Habana han
negado esta historia pese a diversas versiones
coincidentes, "Popeye" especifica que la
operación era manejada "por los militares
cubanos al mando del general (Arnoldo) Ochoa
Sánchez y el oficial Tony de la Guardia, bajo
instrucciones directas de Raúl Castro".
Cuando la operación fue
descubierta, "Fidel Castro no se quedó con los
brazos cruzados y ordenó una farsa de
investigación para de esta forma protegerse él
y, de paso, a su hermano Raúl".
Según Popeye, quien de
paso salpica a buena parte de la clase política
colombiana y a varias reconocidas modelos y
presentadoras de televisión, la operación en
Cuba -que duró dos años, a través de aviones que
llevaban entre 10 mil y 12 mil kilogramos de
cocaína en cada vuelo- le permitió a Escobar
multiplicar las ganancias con la droga.
Aunque, además, señala al
entonces líder sandinista Daniel Ortega y al ex
hombre fuerte de Panamá Manuel Antonio Noriega
de ser "amigos de la mafia, bandidos totales",
el de la toma de Palacio de Justicia (1985) es
el capítulo que por estos días ocupa las
primeras planas de los periódicos colombianos.
Popeye dice que los
principales dirigentes del desaparecido
movimiento guerrillero M-19 (Iván Marino Ospina
y Álvaro Fayad, hoy muertos) se entrevistaron
con Escobar para que los ayudara en la toma del
Palacio, un episodio que dejó más de un centenar
de muertos entre civiles, magistrados y
guerrilleros.
Al margen de los intereses
del M-19, el objetivo de Escobar era destruir
los expedientes de todos los futuros
narcotraficantes extraditados.
"Por la toma del Palacio,
el M-19 recibió 2 millones de dólares. Si
hubiera caído la extradición misma, como quería
Pablo Escobar, recibirían entre 5 y 10 millones",
anota "Popeye".
Hace seis meses, en Miami,
el Presidente Álvaro Uribe Vélez también implicó
al M-19 con el Cartel de Medellín, lo que generó
entonces duras réplicas de los actuales
dirigentes de esa desaparecida agrupación,
algunos de los cuales -como Antonio Navarro Wolf
y Gustavo Petro- son congresistas.
Otras figuras del crimen
ya están siguiendo los pasos de "Popeye". Hace
un par de días, Jorge Luis Gutiérrez, abogado
del ex capo del Cartel de Cali Gilberto
Rodríguez Orejuela, anunció la próxima
publicación de las memorias de su cliente, para
así conseguir dinero lícito que le permita pagar
su defensa judicial en los EE.UU., donde fue
extraditado a finales del año pasado. Las
revelaciones de la mafia parecen no tener fin.