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Réponse  Message 1 de 6 de ce thème 
De: comocomo  (message original) Envoyé: 29/05/2009 10:05

 


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Réponse  Message 2 de 6 de ce thème 
De: comocomo Envoyé: 29/05/2009 14:48

Réponse  Message 3 de 6 de ce thème 
De: Gran Papiyo Envoyé: 29/05/2009 15:05
Che, pero yo no sabìa que habìan tantos ricachones en Cuba.
Ahora mismo me voy para la Embajada de Cuba y les exijo un aumento urgente de sueldo.
La frutilla del postre : "Castro (de estar vivo) ..."       
 
 
Ese informe, màs ridìculo no puede ser.
 
 
 
SALUDOS REVOLUCIONARIOS 
(Gran Papiyo)

Réponse  Message 4 de 6 de ce thème 
De: comocomo Envoyé: 29/05/2009 17:07

Campaña contra "nuevos ricos" en Cuba afecta al cubano promedio

Unvision, 2 de Febrero de 2006.

El presidente Fidel Castro promueve una campaña contra los "nuevos ricos" cubanos, a los que acusa de corrupción y resquebrajamiento moral, en su anhelo por eliminar las diferencias de clase que amenazan los ideales utópicos de su régimen comunista.

Los infractores enfrentan hasta penas de prisión y la pérdida de sus empleos para el estado, mientras el gobierno trata de eliminar el creciente mercado negro que suministra a los cubanos y a los turistas todo tipo de productos, desde gasolina hasta aceite de cocina o alimentos prohibidos que se ofrecen en los pequeños restaurantes privados.

La palabra "rico" es muy subjetiva en la isla donde los salarios estatales alcanzan un promedio de 12 dólares al mes, una cantidad insuficiente para vivir a pesar de los servicios del gobierno fuertemente subsidiados y el costo casi gratis de la vivienda. Pero muchos de los blancos de Castro son sencillamente los cubanos pobres que roban al estado para sufragar sus necesidades.

En sus discursos recientes, el líder de 79 años protestó contra esos robos y advirtió que una corrupción generalizada sería una de las peores amenazas para el sistema socialista cubano.

"El país tendrá mucho más, pero no será jamás una sociedad de consumo", afirmó Castro. "Será una sociedad de conocimientos, de cultura, del más extraordinario desarrollo humano que pueda concebirse".

Cuarenta y siete años después de la revolución de Castro, muchos cubanos mantienen todavía una ética de solidaridad que antepone los valores espirituales al bienestar material. No son muchos los que poseen estéreos lujosos, pero muchos asisten a obras y conciertos. Y muchos se sienten orgullosos de que los médicos cubanos estén ayudando a las víctimas de los terremotos en Pakistán, aun cuando se afecte su propio servicio médico.

Los cubanos son famosos por su ingeniosidad y muchos se las arreglan para estirar su salario bajo cuerda.

"Si tuviera abundancia, ¿quién va a robar?" dijo Oscar Espinosa Chepe, un economista cubano que se convirtió en disidente. "Prácticamente nadie puede vivir en Cuba trabajando honestamente", agregó.

Los panaderos venden a los clientes panecillos de 50 gramos por el precio de los de 80 gramos y se quedan con la diferencia para venderla. Los trabajadores de las pizzerías del estado venden queso, tomate y aceite de cocina "extra" por la izquierda. Los conductores de autobuses no les dan los comprobantes a todos los pasajeros que pagan.

Además los conductores de los camiones del estado ayudan a los vecinos a transportar los materiales de construcción a cambio de dinero. Y los empleados de las tiendas del estado se llevan para sus casas parte de los productos para venderlos.

Otras personas ofrecen artículos hechos a mano sin la licencia requerida por el estado que controla a los trabajadores privados.

En la Cuba comunista el mercado negro está por doquier. Desde la ropa y los juguetes hasta artículos del hogar e incluso la gasolina, la venta de productos robados es parte de la vida cotidiana.

"La gente siempre ha ido desviando los recursos del estado; pasa cuando hay necesidad", dijo Jesús Blanco, un hombre de 51 años que trabaja en un bar. "Uno de los problemas es que no entran muchos productos".

Blanco explicó que se las arregla para vivir honestamente con su salario mensual de 235 pesos cubanos _unos 10 dólares estadounidenses_. Pero agregó que en su casa tiene el televisor y el refrigerador rotos, y además no le alcanza el dinero para arreglar el techo después de la temporada de ciclones del año pasado.

El socialismo cubano ofrece una variedad de servicios gratuitos, como el cuidado de la salud y la educación, mientras el transporte y la electricidad están fuertemente subsidiados. La ración de productos que los cubanos compran a bajos precios apenas cubre una tercera parte del promedio mensual de la gente.

Pero la calidad de algunos servicios es mala, y el precio de los alimentos adicionales acaba con casi todo el salario del mes. Entonces queda poco dinero para comprar jabón o aceite de cocina. Los electrodomésticos como el televisor y la ropa nueva son usualmente adquiridos con el dinero que envían los parientes de ultramar, y por eso son muchos los que prescinden de ellos.

El estado aumentó notablemente en diciembre las tarifas de la electricidad para los más altos consumidores. Una llamada por teléfono a países vecinos cuesta entre 2,45 y 4,45 dólares estadounidenses el minuto y los alimentos de venta libre son caros.

Castro dice que eliminando los robos se puede contribuir a elevar el nivel de vida de los 11,2 millones de habitantes en la isla. El gobierno aumentó los salarios en noviembre y en mayo duplicó el salario mínimo hasta 225 pesos _menos de 10 dólares al mes_.

Pero el objetivo de la cruzada de Castro es la convicción de que se hace por el bienestar colectivo. Las ansias por los bienes materiales o el prestigio basado en el bienestar son considerados una enfermedad capitalista. El altruismo, los valores culturales y el cuidado de la salud en el mundo se valoran por encima de los lujos personales.

Cuba tiene recursos materiales limitados y debe establecer prioridades "que difieren sustancialmente de las que priman en los países capitalistas", afirmó Francisco Soberón, el presidente del Banco Nacional de Cuba, ante un auditorio de economistas.

"Por ejemplo, se da prioridad al gasto para salvar la vida de un niño por sobre la compra de automóviles de último modelo para la elite o la arquitectura lujosa para sedes transnacionales", afirmó.

Pero hay una clase de "nuevos ricos" en la isla aunque es escasa.

Los cubanos con dinero compran en las tiendas para diplomáticos y en los supermercados que ofrecen productos de lujo como mantequilla de maní o rositas de maíz para microonda. Un club de golf cuenta con una veintena de cubanos entre sus 100 miembros, un privilegio que cuesta 70 dólares estadounidenses la inscripción y 45 mensuales.

Los relativamente pocos cubanos que gozan de estos beneficios son los que están casados con extranjeros o los que trabajan para compañías extranjeras, como también músicos y atletas con privilegios especiales. Algunos pueden ser incluso personas que roban al estado en gran escala.

Pero la mayoría de los cubanos tiene que luchar para conseguir las cosas esenciales.

La solución de Castro a este dilema moral depende en parte de la inocencia juvenil. Su gobierno ha movilizado a miles de jóvenes trabajadores sociales para sustituir a los empleados de las gasolineras sospechosos de robar al estado. Desde el inicio de la campaña en octubre, Castro afirma que las ventas de gasolina se incrementaron en 100.000 dólares diarios.

Pero la gente dice que mientras la situación económica no mejore será difícil hacer realidad los ideales de Castro.

"La economía está mejorando algo, pero creo que todavía no se puede vivir sin el mercado negro", dijo Blanco. "Hasta que bajen los precios, el aumento de los sueldos no se siente, y lujo, ninguno."

http://www.cubanet.org/CNews/y06/feb06/03o4.htm

Réponse  Message 5 de 6 de ce thème 
De: comocomo Envoyé: 29/05/2009 17:13
Papiyo cara dura
 

Réponse  Message 6 de 6 de ce thème 
De: comocomo Envoyé: 29/05/2009 17:16
Cuba confisca por 'enriquecimiento indebido' cientos de casas a nacionales y extranjeros

La compraventa de pisos, ilegal en la isla, se encubre bajo fórmulas como la permuta

Mauricio Vicent | La Habana. El País, agosto 6, 2001.

Cientos de viviendas, dinero en efectivo, cuentas bancarias y otros bienes 'obtenidos mediante enriquecimiento indebido' han sido confiscados en Cuba, según un informe de la Fiscalía General de la República presentado ante el Parlamento y facilitado ayer a la prensa internacional. El informe, que se refiere al trienio 1998-2000, habla de 347 viviendas, pero datos avanzados por la prensa local (oficial) hablan de 1.400 sólo en el año 2000. En cualquier caso, la medida pone de relieve el alcance de la batalla contra las ilegalidades en el sector de la vivienda, un tema muy delicado en la isla.

En los años sesenta, las mansiones y casas de los que abandonaban Cuba huyendo de la revolución eran nacionalizadas inexorablemente por el Gobierno de Fidel Castro. Cuatro décadas después, la historia se repite, pero a la inversa: como parte de la ofensiva ideológica y del proceso de 'lucha contra las ilegalidades' que se vive hoy en la isla, cientos de casas compradas en los últimos años bajo mano por extranjeros, exiliados o nuevos ricos cubanos, están siendo confiscadas. Las autoridades han convertido algunas en centros de salud y destinado otras a usos sociales.

El diario oficial Granma ofreció en julio la siguiente cifra: en el año 2000 se confiscaron más de 1.400 viviendas, se expulsó de ellas a 548 'ocupantes ilegales' y se impusieron multas por valor de 285 millones de pesetas. El proceso continúa y cada mes se hacen nuevas investigaciones y decomisos. Una buena parte de las casas confiscadas hasta ahora estaban en barrios lujosos de La Habana, en playas como las de Santa Fe y Guanabo, y en otros lugares menos llamativos; muchas habían sido adquiridas de forma ilegal por extranjeros o nuevos ricos cubanos que enmascaraban la compraventa (ilegal en la isla, incluso entre cubanos) como si fuese una simple permuta, un intercambio de viviendas.

Según The Miami Herald, son muchos los exiliados residentes en EE UU que han comprado ilegalmente casas en La Habana, Varadero y otros lugares de Cuba y las han puesto a nombre de sus familiares en la isla. Lo mismo han hecho los extranjeros con novia o amigos en Cuba, esperando que 'las cosas cambien después de Castro' para regularizar su situación y que sus propiedades se revaloricen.

Además, está el caso de los macetas o nuevos ricos cubanos residentes en la isla con acceso a dólares y que han comprado o reformado viviendas hasta convertirlas en mansiones. Para las autoridades, más allá de poner orden y de luchar contra el delito, las confiscaciones en todos estos casos tienen motivos políticos. 'El día en que el dinero distribuya las viviendas del país, estaremos divididos en clases sociales, y eso no lo permitiremos', ha indicado Juan Contino, el presidente de los Comités de Defensa de la Revolución.

Empresas españolas

Aparte del caso de los nuevos ricos, el Gobierno no está por la labor de tolerar que ciudadanos extranjeros o exiliados cubanos adquieran bajo manga propiedades. Un ejemplo claro tuvo lugar hace dos años, cuando el Ministerio de Inversión Extranjera decidió suspender temporalmente las nuevas inversiones en la construcción de viviendas para extranjeros. Diecisiete empresas, varias españolas, habían sido autorizadas en ese momento a fabricar 2.300 apartamentos en la capital, pero las autoridades dieron la orden de parar. Se generó inquietud y preocupación en la comunidad empresarial. La ministra de Inversiones Extranjeras, Marta Lomas, calmó los ánimos al asegurar que se trataba de una 'suspensión temporal', además sólo aplicable a La Habana. Los 500 apartamentos hasta ese momento vendidos o comprometidos con extranjeros, se respetarían, dijo. El resto sería comprado por empresas estatales para su alquiler.

Las autoridades dieron motivos diversos para justificar la medida, pero uno de los de más peso era que sólo el 90% de los compradores de los 500 apartamentos eran extranjeros sin vínculos con Cuba, cuando uno de los objetivos de la apertura era resolver el déficit de viviendas para empresarios y diplomáticos residentes en la isla. Otra razón era que la venta de apartamentos a extranjeros, cuando los cubanos no pueden comprar una vivienda, sino sólo permutarla, generaba contradicciones.

Desde enero de 1959, todo el que se marchaba para no volver perdía sus propiedades. Esta política ha permanecido invariable. Pero ahora también todo el que llega, extranjero o nuevo rico, con ánimo de hacer una compra barata pensando en el día después, ha de sopesarlo. En 2000 se aprobó el decreto 211, que otorga al Instituto de la Vivienda el derecho de autorizar construcciones y reformas y de confiscar viviendas en caso de infracciones.

© Copyright DIARIO EL PAIS, S.L.

http://www.cubanet.org/CNews/y01/ago01/06o6.htm



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