El 29 de diciembre de 1916 fue asesinado Grigori Rasputín, llamado por muchos "El Monje Loco". Tenía fama de sanador con la imposición de manos y esto le hizo ganar el respeto y la confianza de los zares de Rusia de ese entonces (pertenecientes a la dinastía de los Romanov). Fue llamada al palacio para que sanara al único hijo varón de los zares, Alexis Nicoláyevich, quien padecía de hemofilia. Por esta razón Rasputín comenzó a ejercer una gran influencia en los zares, sobre todo, en la zarina Alejandra y esto causó malestar y envidias en el círculo más cercano a los mandatarios lo que los llevó a planificar su muerte.