Los narco paramilitares, nuevo peligro para el movimiento popular, advierten ex dirigentes del ERPI
Segunda parte
El movimiento popular vive una etapa aún más peligrosa, porque el Estado utiliza sicarios del narcotráfico para cometer crímenes políticos, como la desaparición y asesinato de los dirigentes mixtecos Raúl Lucas Lucía y Manuel Ponce Rosas, y del comandante Ramiro, advierten los ex dirigentes del ERPI, Gloria Arenas Agís y Jacobo Silva Nogales.
En una entrevista, el 26 de noviembre, cuando de que ofrecieron su primera conferencia de prensa en Chilpancingo después de que estuvieron presos durante 10 años, hablan del poder del narcotráfico, aliado del Estado, que es utilizado para reprimir al pueblo, y consideran que si la lucha armada sirve al menos para oponerse a esa fuerza, sólo por eso vale la pena.
En sus últimos comunicados, el ERPI había advertido sobre la utilización de sicarios de los cárteles de la droga en la represión política, y culpó a esas fuerzas del asesinato de Lucas Lucía y Ponce Rosas. Por su parte, en la primera entrevista que dio a medios locales y nacionales, Omar Guerrero Solís, el comandante Ramiro del ERPI, declaró el 12 de mayo de 2009, que la guerrilla estaba combatiendo a los sicarios del narcotráfico y a grupos paramilitares que actúan juntos en la sierra de Guerrero para reprimir a las comunidades que defienden sus derechos y sus tierras.
Gloria Arenas Agís (GAA) y Jacobo Silva Nogales (JSN) hablan de ese fenómeno nuevo, al que el ERPI en sus comunicados llama narcoparamilitares.
JSN: Hay casos de grupos paramilitares que capturan a algún dirigente social y lo entregan al Ejército como también hay casos inversos, donde el Ejército captura para entregarlos a grupos paramilitares. Entonces es una cuestión bastante nueva y preocupante en grado sumo, porque los grupos paramilitares no tienen freno, no tienen ningún escrúpulo ni les importa las consecuencias políticas que puedan tener sus actos, ellos son asesinos profesionales y no tienen la menor posibilidad de ser detenidos mediante otras formas como las denuncias legales. Entonces requiere de una coordinación todavía a nivel superior, que sí incluya esa denuncia pero también incluya mecanismos que permitan defenderse directamente para esquivarlos.
–Omar Guerrero, el comandante Ramiro del ERPI, en una entrevista habló de combatir a los grupos narcoparamilitares, se entendía que aniquilarlos o deshacerlos, porque si no ellos acaban con los movimientos sociales, matan a la gente que no está controlada por ellos.
GAA: También el Consejo Nacional Indígena se pronunció por el derecho a la autodefensa de los pueblos indios, cuando un pueblo indio o una organización india dice eso está diciendo mucho. El derecho a la autodefensa nos remonta al inicio de la Revolución Mexicana, Zapata también habló de la autodefensa de los pueblos, ya no solamente estamos hablando de organizaciones armadas, sino de algo a lo que está llevando la situación al movimiento popular, porque el Estado en su intento de detenerlo es tan cruel que no le importe ya los crímenes que cometa, tal vez no lo podemos evitar totalmente pero la peor derrota para nosotros como movimiento es que logre paralizarnos o atemorizarnos, sembrar el terror. Es un intento de dar no sólo el golpe de aniquilamiento a los luchadores sociales, sino dar un golpe psicológico. En Atenco hubo un golpe psicológico a un movimiento, y creo que eso intenta el Estado y busca paralizar al movimiento popular. El reto del movimiento es no paralizarnos, vemos que no lo ha logrado, el movimiento sigue fuerte a pesar de la represión. Como movimiento tenemos que ver cómo enfrentarla de nuevas formas, Oaxaca dio un ejemplo con las radiodifusoras, en cuanto a tener el movimiento voz y hacerla llegar masivamente. Y esa fue una forma no nada más de difundir el movimiento sino de enfrentar la represión, y a la mejor uno puede decir cómo si hubo tantos muertos y desaparecidos, pero hubiera sido peor, porque estamos hablando de meses en que los escuadrones de la muerte iban a matar, a pesar de los muertos y desaparecidos en Oaxaca creo que enfrentaron de manera acertada la represión.
–Volviendo a los narcotraficantes. El uso de sicarios del narcotráfico para la represión política crea confusión, dificulta la comprensión y la denuncia.
JSN: Lo han visto directamente las organizaciones sociales y las comunidades indígenas que tienen que defenderse de esa situación, que han sufrido las consecuencias, incluso puede pensarse que el asesinato de los dos dirigentes indígenas mixtecos Raúl Lucas Lucía y Manuel Ponce Rosas, es parte de eso, no es algo inicial, es consecuencia de, no es una agresión que vino de la nada, es respuesta a que la gente ya se estaba oponiendo a esa situación.
“Creo que ya hay ese enfrentamiento, esa guerra que se está realizando contra el pueblo y en particular contra las comunidades rurales donde hay esa presencia del narcotráfico. Esa situación hace necesario pensar en formas nuevas y también pensar en que hay mayores riesgos, mucho mayores que antes. Nosotros mismos estamos expuestos, porque estamos denunciando ya esto, estamos llamando a la gente a que se defienda. Sabemos que esto existe y que puede en un momento determinado culminar en alguna agresión contra nosotros. Pero el hecho es que algo se tiene que hacer y yo creo que vale la pena correr el riesgo porque la ganancia es mucha, porque si lo que se gana es que las comunidades tengan capacidad defensiva, y las comunidades puedan eludir esos ataques, que las comunidades puedan sobrevivir como tales sin tener ya ese asedio, creo que vale la pena ese riesgo. Me imagino que así lo asumieron los dirigentes que fueron asesinados y otros que han sido torturados por los paramilitares, o detenidos por una fuerza militar y entregados a los paramilitares o al revés.
“Nos coloca en la necesidad de pensar en formas nuevas de denuncia, que tienen que ver con la reacción rápida, que tienen que ver con que ante alguna situación represiva tiene que darse algo rápido para que no se haga mayor. Creo que las organizaciones han encontrado una forma que consiste en que cuando hay amenaza de represión o represión en una zona tienen que ir observadores para que sean testigos de lo que ocurra e inhibir al Estado para que siga apoyando o haciendo ese tipo de acciones. Eso se debe dar y la otra es la difusión para que venga la solidaridad y el apoyo, y que se conozca lo que está pasando. Porque sabido es que detrás de los paramilitares está el Ejército. Eso es evidente, no es posible creer que un grupo de civiles se mueva tranquilamente donde hay enorme presencia militar, que pasa cuando hay retenes, y que después de una represión o de asesinatos se retira tranquilamente, es que hay la protección y la participación conjunta.
GAA: El narcotráfico, participa del poder del Estado y del poder económico y es muy fuerte su poder. Y efectivamente el hecho de que sean los sicarios los que asesinan haciendo el trabajo del Estado hace que no sea claro que este asesinato sea político, aunque es político y es innegable que es político. Porque si alguien en una comunidad campesina se opone al poder cacique y lo matan es un asesinato político. Si un campesino se opone al poder de los narcos, a la amenaza al chantaje, a entrar a la fuerza a su mafia, está ofreciendo una resistencia política contra el poder, y es un poder que también es del Estado porque lo está compartiendo. Entonces son asesinatos políticos claramente, y muchos de los asesinados que a lo mejor no pertenecían a un partido o una organización social, pero que se negaron a ser cómplices, sus muertes o desapariciones son políticas porque se oponen a ese poder.
“Porque sí hay esa duda. Y lo vemos con Ramiro, la zona donde él estuvo es una zona de gran influencia del narcotráfico, y realmente recibió ofrecimientos, amenazas y él se opuso a los narcotraficantes”.
JSN: –Creo que el hecho de que el Estado y el narcotráfico sean copartícipes de la represión en las poblaciones y a los dirigentes sociales, es manifestación de que el narcotráfico también es copartícipe del poder del Estado y a su vez el Estado es copartícipe del negocio el narcotráfico. Ya no es una cuestión de que algún individuo del Estado por corrupción se pasa a las filas de la delincuencia, es ya el Estado en su conjunto el que está metido en negocios ilícitos y lo que varía nada más es el grupo con el que está. El negocio es el mismo, es el negocio del siglo, no hay otro.
“Se da esa coparticipación y creo que hay que denunciarlo para frenarlo, y es la única forma de hacer mover a las fuerzas de la sociedad para que acaben con ese estado de cosas, porque si no a dónde se va a llegar. Ya como está es preocupante pero puede ser peor porque todavía pude haber dentro del Estado gente que se manifieste inconforme con esa situación, pero puede llegar un momento en que ya no ocurra así. Ahora hablamos de unidades completas del Ejército que participan con el narcotráfico pero puede haber unidades sanas, militares que no quieran participar, pero creo que cada vez es más grande la participación. Ya no son dos fuerzas –el Estado y el narcotráfico– sino que se va convirtiendo en una sola.
–¿Y todo ese gasto que hace el Estado para combatir el narcotráfico?, se ha creado ahora un centro de inteligencia.
JSN: No es contra el narcotráfico, es contra la población y que si hay lucha de una cierta cúpula dentro del Ejército es contra una parte del narcotráfico porque está con la otra parte. Hay temporadas que se persigue a algún cártel y llega un momento en que es al otro. Digamos que hay una especie de cártel de Estado.
GAA: Gran parte de la economía del país tiene que ver con el narcotráfico. El Estado ya no resuelve las necesidades de la población. Los jóvenes no tienen empleo, no los admiten en las escuelas, no es que quieran ser sicarios, el único camino al que muchos de ellos son lanzados es a volverse sicarios, o informantes o vendedores, entrar en toda esa red. Esta guerra contra el narcotráfico es una apariencia nada más.
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Historias de los dos dirigentes más conocidos del ERPI: el comandante Ramiro y Antonio
Tercera parte y última
Ya fuera de la clandestinidad, Jacobo Silva Nogales, el ex comandante Antonio del ERPI revela que él ingresó al Partido de los Pobres después de la muerte de su dirigente, Lucio Cabañas Barrientos, y fue enviado a Guerrero a reconstruir el movimiento guerrillero en el estado.
Jacobo Silva Nogales y Gloria Arenas Agís, la ex coronela Aurora del ERPI, en entrevista hablan también del trabajo de Omar Guerrero Solís, el comandante Ramiro, que se enfrentó al poder del narcotráfico y los grupos paramilitares aliados con el Ejército, y fue asesinado por un sicario, el 4 de noviembre pasado, en una comunidad de la sierra de Ajuchitlán, sólo una semana después de que los dirigentes de la misma organización guerrillera salieran de las cárceles donde estuvieron más de 10 años.
El ERPI, que se fundó en 1998, a partir de una escisión del EPR, es de acuerdo con la información publicada en los medios, la organización armada con más presencia en Guerrero, entre otros grupos que existen en la entidad, como el mismo EPR, la Tendencia Democrática Revolucionaria, el Comando Justiciero 28 de Junio y varios más.
El comandante Antonio y el comandante Ramiro están entre los dirigentes del ERPI que han tenido más presencia en medios públicos. Primero, se conoció el nombre de Antonio como parte de la dirección estatal del EPR porque firmaba la mayoría de los comunicados de prensa –así como el comandante Hermenegildo, del que ya no se sabe nada, porque el grupo guerrillero decidió dejar de hacer públicos los nombres de sus integrantes para evitar la persecución enfocada hacia ellos–. Antonio también dio entrevistas y conferencias de prensa a varios medios locales, nacionales e internacionales, y encabezó acciones de propaganda armada, entre las más conocidas la toma de Tecoanapa, el 5 de febrero de 1997.
Omar Guerrero Solís, Ramiro, tuvo presencia en los medios cuando fue detenido en Ciudad Altamirano y brutalmente torturado, el 9 de marzo de 2001, acusado de secuestros y de pertenecer al ERPI. Como antes había escapado de la cárcel de Coyuca de Catalán, en la Tierra Caliente, fue trasladado al reclusorio de Acapulco, donde rápidamente se convirtió en presidente del Comité de Presos Políticos y de Conciencia, y desde ahí organizó a los presos para impedir el predominio de un narcotraficante, y encabezó las denuncias de presos de la sierra sobre la participación del ex presidente municipal de Petatlán y conocido narcotraficante Rogaciano Alba Álvarez, aliado con el Ejército, en el asesinato de la abogada Digna Ochoa.
Omar Guerrero estaba en el área de máxima seguridad del reclusorio de Acapulco, donde encierran a los reos peligrosos, y de ahí se escapó, con 13 presos más, a finales de 2002. Desde entonces estaba en las listas de los más buscados por la Procuraduría General de la República. Sus acciones fueron conocidas en 2007, porque el 10 de junio una columna guerrillera atacó a un grupo paramilitar en Las Mesas del Guayabo, en la sierra de Coyuca de Catalán, y en mayo de 2009 cuando al frente de su columna guerrillera y de milicianos y milicianas de la sierra ofreció conferencias de prensa en las que denunció la represión a las comunidades de la sierra en la que participaban conjuntamente el Ejército, grupos del narcotráfico y paramilitares.
–Una pregunta sobre el caso de Ramiro. Él dio entrevistas, salió en un noticiero de Televisa, y se hizo público su movimiento y su columna, quizás los aparatos de represión del gobierno descubrieron con exactitud el lugar donde se encontraban los guerrilleros. Ramiro mostró el trabajo que estaba haciendo, pero finalmente se vio vulnerable, o probablemente se volvió vulnerable cuando se hizo pública su actividad.
JSN: De por sí el actuar militarmente implica riesgos, ahora el decirlo y mostrar algún área específica donde uno se encuentra eso hace que el riesgo aumente, eso nos ocurrió también a nosotros cuando dábamos entrevistas y luego teníamos que proteger el área y nosotros mismos, eso lo vivimos, por eso muchas veces rehusamos conceder entrevistas, o las hacíamos en condiciones que no se pudiera ubicar exactamente por dónde nos encontrábamos.
GAA: Si pude verse esa parte como un descuido, un error, pero creo que no es tan sencillo, porque yo vi la entrevista cuando todavía estaba en la cárcel de Ecatepec, y me dio la impresión de que la persecución y la muerte sobre esa zona y la ubicación ya existía, y recuerdo que en una entrevista él dijo que había 60 asesinatos políticos en esa zona, entre compañeros de ellos y gente del pueblo. Entonces creo que no es que la entrevista haya acarreado la represión, pudiera ser que él valoró que ya estaba la represión y que habría que hablar, y la otra era morir en silencio, soportar la militarización, el ataque de los grupos paramilitares, y que se creyera que todos esos asesinatos eran por el narcotráfico, y no asesinatos políticos, que se creyera que todos esos campesinos murieron por pugnas del narcotráfico.
“Entonces creo que ese fue como un grito de auxilio, de decir aquí estamos, miren, nos están matando, estamos siendo asesinados, no somos narcotraficantes. En esas entrevistas Ramiro dio nombres, es algo que no se había hecho antes. Creo que no debió confiar tanto, pero tal vez lo sentía necesario”.
–Dijiste en la conferencia de prensa que conociste a Omar Guerrero cuando tenía 14 años, ¿tú lo reclutaste, o lo formaste?, ¿qué relación tenían?
–La relación era de un joven que se incorpora a un grupo armado en busca de una alternativa, y al grupo armado le corresponde dar una formación política, ideológica y militar, y a mí me tocó dársela inicialmente, entonces lo conocí en esa etapa crucial, cuando se da la decisión de participar primero en cosas sencillas, por ejemplo primero llevarnos la comida, guiarnos, y en el transcurso de esas tareas se viene dando la formación política que corrió no nada más a mi cargo, sino de otros compañeros más, como integrantes de una columna o como instructores.
GAA: Él cuando se incorpora lo hizo por convicción propia, él venía de toda una experiencia familiar que él vivió de explotación pero también de injusticias, de represión, y él entendía que eso tenía que cambiar, que él no quería este mundo.
–¿Creen que en Guerrero hay condiciones para la lucha armada?
JSN: Pues al seguir habiendo dirigentes sociales asesinados, creo que hay gente que se indigna ante eso, dentro del mismo pueblo, dentro de su comunidad hay gente que no queda conforme, y que eso a veces sirve como detonante de un cambio de mentalidad, y que también se incorporan a ese intento de cambiar. Nosotros creemos que no es inútil ese tipo de muertes, porque mueven a otros a que también intenten hacer algo.
“Nosotros mismos somos producto de eso, por decir algo era yo jovencillo cuando ocurre la muerte de Lucio, y cuando ocurrió, no es cosa de buscar guerrilleros, da indignación y ganas de buscar hacer algo, en forma ingenua a veces. Omar mismo es una persona cuya familia supo de la represión de años atrás, así que por algo no fue difícil que se incorporara a la guerrilla”.
–¿Cómo te incorporaste a la guerrilla?
–Cuando se da la muerte de Lucio, el 2 de diciembre de 1974, el Pdlp sufre un golpe mortal, en el sentido de que las dos columnas que había en ese tiempo quedan desechas, sin capacidad de poder continuar la lucha. Hay cuatro grupos que quedan cada uno por su lado, creyendo que son los únicos sobrevivientes, unos se van para Acapulco, otros para México, otros a Morelos y otros se quedan en otros lugares de Guerrero. Están replegados pensando que son los únicos y ya poquito a poquito se van reintegrando. En ese proceso de reintegración es cuando yo me incorporo. Yo no conocí a Lucio, yo no me incorporé a la guerrilla cuando Lucio estaba, yo me incorporo en ese proceso de reorganización, cuando en el DF estaba la gente tratando de reestructurar la guerrilla, ingreso al Pdlp, con la idea de incorporarme a una columna guerrillera, a la columna que se supone había en Guerrero. Y ese era el mito, incluso sostenido por los propios compañeros, que a veces le decían a la columna los compas de la sierra. Ya cuando me incorporo de lleno, que me toca que me asignen un lugar, después de hacer tareas pequeñas por ahí a nivel urbano y suburbano, me dicen que si quiero venirme a Guerrero, desde luego, es lo que estaba esperando desde hace años, desde 75, 76, 74 cuando muere Lucio estaba yo con la ilusión de incorporarme a una columna guerrillera. Resulta que en lugar de una columna guerrillera lo que había eran nada más dos contactos, dos personas a las cuales se me dice, vas a ver a fulano y a zutano para que con ellos se reorganice todo. Tú vas a formar esa columna. Para mí era una tarea enorme, se me hizo prácticamente imposible, pero esa era la tarea: a partir de dos personas que colaboraron con Lucio Cabañas, reconstruir columnas guerrilleras, estructura urbana, y tratar de hacer más de lo que pudo hacer Lucio, ya no una columna en un municipio o en dos sino columnas en todos los municipios, con casas de seguridad en las ciudades, con guerrilla urbana. Esa era la tarea y había que hacerla sólo con dos contactos, uno de ellos ya murió.
“Y fue el hombre que me pasó los primeros contactos en la sierra de Atoyac, gente de su generación, gente ya grande, gente que era ya madura cuando Lucio andaba en la sierra. Era un señor al que se le conocía con el seudónimo de Ciro Andrade. El fue prácticamente el principal hombre que permitió que Lucio desarrollara su lucha armada en la sierra, y con él se reinició otra vez, él fue fundamental en el tiempo de Lucio, y fue fundamental también cuando se trata de reactivar todo otra vez, de reestructurar la lucha armada. A mí me tocó estar trabajando con él.
GAA: Y esa es la prueba de que no es una persona la que va ir a una zona a construir guerrilla, es la gente que está ahí, y alguien llega y se une. Y eso también le pasó a Ramiro, con un solo contacto, y él tenía 18 años de edad, cuando él se fue a la Tierra Caliente.
(Según versiones, era originario de El Escorpión, en la sierra de Atoyac, y cuando lo matan el 4 de noviembre de 2009 tenía 33 años).
JSN: Se reprodujo con él lo mismo que me pasó a mí. Con un contacto que yo le pasé, yo lo llevé con esa persona, y le dije y tu tarea es ésta, le pregunté ¿puedes?, me dijo puedo. No sabía con seguridad si iba a poder pero tenía confianza en sí mismo. Y era una zona en la que el contacto que se le pasó era una persona mayor que él, con capacidades intelectuales, de manera que era muy grande la diferencia, y pese a eso hizo el trabajo con él, y construyó una zona guerrillera, en la que pudo moverse, como nosotros en nuestro tiempo nos movíamos en Atoyac, en Coyuca, en Tecpan, en otros lugares.
“Ramiro era muy receptivo, no hacía lo que él consideraba lo más adecuado, sino lo que la gente decía, porque nosotros aplicamos lo que el EZLN aplicó, que es mandar obedeciendo, que nosotros no tuvimos la capacidad de sintetizarlo así con esas dos palabras geniales, pero en la práctica lo hacíamos, se acostumbraba esa forma. Eso, obviamente provoca riesgos enormes, porque es escuchar a la gente, es consultarla, a veces implica reunir a la gente en condiciones desfavorables, algo así como lo que pasó en El Charco.
“Ramiro aprendió que son las comunidades las que deben decidir. Nosotros lo hacíamos ya, y él lo aprendió de nosotros, y de las experiencias de otras columnas, porque hay columnas que se desarrollaron en un medio indígena, columnas de un medio no indígena, por ejemplo las columnas de La Montaña. Las de la Tierra Caliente con otras características, las del área baja de la Costa Chica, las de la sierra. Entonces cada una, pero sobre todo las del área indígena contribuyeron a esa concepción nuestra de que hay que consultar siempre a la población y hacer siempre lo que la población considera que es conveniente, ya no decirle a la gente vamos a hacer esto, sino preguntarle, qué es lo que vamos a hacer y hacerlo. Entonces eso implica mucho riesgo pero implica una gran satisfacción y que aunque se pueda cometer un error la gente lo asume y lo asimila porque es su decisión. Eso se reprodujo donde estaba Ramiro, y allá fue más difícil porque es una zona no indígena, allá fue más difícil lograr que la comunidad decida y que ejerza su autonomía”.
GAA: El trabajó en un área donde hay narcotráfico, donde justamente él se opuso a que los jóvenes se volvieran sicarios.
El puso en práctica un estilo de trabajo con las comunidades. Creo que no se llegó al grado de lo que hoy conocemos como los municipios autónomos ni mucho menos Los Caracoles, a ese nivel no, pero sí a nivel de comunidad completa organizada.
“Por ejemplo, la cuestión del alcoholismo no fue tan fácil. Fueron las comunidades campesinas las que empezaron a pensar que no debería comercializarse el alcohol ahí porque eso estaba causando mucha violencia en las familias y muertes entre ellos. Se va tomando la decisión por las comunidades y logran no imponerlo con violencia, y algo increíble es que incluso a una mujer viuda que vivía de eso, lo que se hace para que ella ya no vendiera alcohol es que la columna la ayudaba económicamente incluso para que pusiera otro negocio, pero tenía que respetar el no vender alcohol, y lo hizo por acuerdo comunitario”.
http://www.ejecentral.com.mx/noticias/articulo/17878