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General: Castrismo
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| De: unodostres (message original) |
Envoyé: 25/02/2010 16:47 |
1- Revolucion o muerte
2- Ahorro o muerte
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RAUL CASTRO ES EL MAXIMO RESPONSABLE DE LA MUERTE DEL PRISIONERO DE CONCIENCIA ORLANDO TAMAYO ZAPATA LUEGO DE 86 DIAS EN HUELGA DE HAMBRE RECLAMANDO LA CONDICION DE PRISIONERO DE CONCIENCIA.PERO SOBRE TU CADAVER DE HOMBRE INTEGRO QUE NO PUDIERON DOBLEGAR TODOS LOS BRUTALES METODOS REPRESIVOS DEL REGIMEN SE LEVANTARAN LOS DIGNOS PARA SEGUIR TU LUCHA INCLAUDICABLE.http://cubaindependiente.blogspot.com/2010/01/por-que-continua-el-castrismo-necesidad.html |
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Sanguinetty: ¿Por qué continúa el castrismo?
En lo personal, soy un convencido de la incapacidad de nuestra cultura –me refiero, concretamente, a la cubana- para construir, desde sus actuales presupuestos, una democracia moderna. Dicho convencimiento se ha reafirmado particularmente tras observar las reacciones al pedido de acción humanitaria que apoyamos en este blog, en entradas anteriores. Y no por alguna que otra negativa concreta, que entre otras cosas de eso se trata la democracia –de poder estar de acuerdo, o no, públicamente inclusive, con determinado proyecto o propuesta- sino, sobre todo, por la naturaleza de muchos de los silencios y excusas recibidos.
El problema debe abordarse sin medias tintas, pues mientras no se le reconozca abiertamente no se podrá trabajar en función de atenuarlo o eliminarlo (seamos ambiciosos). El siguiente artículo, del economista Jorge A. Sanguinetty, llama la atención sobre algunos de los déficits de la cubanidad relacionados con lo que afirmo en el párrafo anterior: la dificultad de los intercambios entre cubanos o su incapacidad para organizarse adecuadamente, por ejemplo.
¿Por qué continúa el castrismo?
un artículo Jorge A. Sanguinetty
La continuidad del castrismo se puede explicar por la confluencia de dos grupos de factores. Sin comprender estos factores, es muy difícil hallar y aplicar una estrategia que ayude a los cubanos a salir del régimen actual (en este análisis descarto la intervención de una fuerza externa por no considerarla factible en las condiciones actuales).
Uno de los grupos de factores es la capacidad del castrismo de monopolizar casi todas las formas de organización mediante los movimientos de masas y el montaje del totalitarismo. El otro grupo de factores es la falta de una tradición y cultura entre los cubanos que facilite su organización para acciones colectivas sostenibles en plazos largos. En la lucha entre los que quieren mantener la dictadura y los que quieren un cambio fundamental de régimen, los primeros han estado ganando todas las entradas hasta ahora, porque están relativamente mejor organizados.
Pero realmente, ¿qué significa estar mejor organizado? La mayoría de los que han estado sólo expuestos a nuestra cultura o a culturas similares y no han tenido la experiencia de vivir sumergidos en culturas de altos niveles de organización, generalmente los países de mayor desarrollo económico y político, pueden encontrar estas aseveraciones incomprensibles. El hecho es que cuando un grupo de individuos, aun cuando sea relativamente pequeño, se propone algún objetivo común y se organiza adecuada y disciplinadamente para lograrlo, mantiene su plan de acción por un tiempo lo suficientemente largo y está dispuesto a utilizar formas extremas de conducta para lograr sus metas, la única manera de detenerlo o vencerlo es contraponiendo una fuerza lo suficientemente organizada y/o poderosa. Si por otro lado, los primeros vencen y prevalecen sobre los segundos sometiéndolos a su dominio, los últimos tendrán que desplegar un esfuerzo aún mayor del que hubieran requerido al principio para prevalecer.
Es más fácil organizarse cuando hay alguna libertad que cuando se vive bajo un gobierno totalitario. Por eso fue más fácil rebelarse contra Machado y Batista que contra Castro.
Por lo tanto, en lugar de preguntarnos por qué los cubanos no se rebelan contra el castrismo, debiéramos preguntarnos por qué los cubanos no se organizan para mejor resistir a la tiranía y propiciar algunas condiciones de cambio. La respuesta correcta a esta interrogante nos ayudaría a encontrar la fórmula para debilitar al castrismo y evolucionar hacia formas democráticas de gobierno. La experiencia de los polacos con el movimiento Solidaridad demuestra que la organización puede contribuir a la evolución política de los regímenes totalitarios.
Una de las causas principales de por qué los cubanos no se organizan con facilidad es que no se caracterizan por mantener diálogos organizados. Este importante fenómeno fue apuntado por Ortega y Gasset en su libro España Invertebrada, donde hace unas nueve décadas se refirió a las divisiones entre los españoles y la frecuente desorganización de sus diálogos. Comparando las formas predominantes de diálogo entre cubanos con las formas típicas de otras culturas (en este punto es inevitable mencionar como ejemplo a los ingleses), cualquiera se da cuenta que nuestros intercambios tienden a ser difíciles, lo cual, entre otras cosas, no conduce fácilmente a acuerdos. Y mucho menos a acuerdos que requieren compromisos de acciones que deben mantenerse por largo tiempo.
El problema hay que apuntarlo para superarlo, aunque no son sólo los diálogos desorganizados los que impiden que los cubanos se organicen eficazmente. Hay otros muchos factores que no puedo tratar en este espacio, pero que se pueden mencionar, como son la voluntad colectiva de adquirir un compromiso y cumplirlo, la necesidad de ser preciso en las comunicaciones y las acciones (la puntualidad es una expresión definitiva de estas formas de comportamiento), la confianza interpersonal que existe en los grupos que funcionan con gran eficacia (como lo hacen los comandos en una operación militar de alto riesgo), etcétera. Yo creo que muchos cubanos sufren hoy de una crisis de confianza en su capacidad de organizarse para actuar colectivamente en defensa de sus intereses. Por eso muchos prefieren abandonar el país, porque ya no creen ni en él ni en ellos mismos.
En las condiciones predominantes en Cuba es difícil organizarse para casi cualquier forma de acción colectiva, pues el gobierno y su aparato de seguridad sospechan que toda agrupación puede servir para fines políticos, lo cual es cierto. Sin embargo, eso no ha impedido que las Damas de Blanco, los movimientos disidentes o independientes y la iniciativa de recoger firmas para demandar reformas hayan sobrevivido los embates de la tiranía. Hay que apuntar que cuando estas iniciativas (todavía insuficientes) aparecen en Cuba, captan la atención de algunos observadores externos, cubanos y de otras naciones, que llegan a ejercer, cada uno a su manera, alguna presión sobre el gobierno cubano para moderar su reacción.
En la actualidad, hay claras manifestaciones de descontento en Cuba, especialmente entre los segmentos más jóvenes de la población, pero son manifestaciones individuales, sin base organizativa y por lo tanto de impacto limitado. Estos jóvenes y los que no lo son tanto pueden comenzar a organizarse aun cuando de inmediato no sea con fines políticos, para ir desarrollando una cultura organizativa que oportunamente servirá para muchos otros fines. Tales iniciativas debieran ser apoyadas por el exilio cubano para facilitar el proceso de formación de una sociedad civil capaz de cambiar los destinos del país. Los cubanos comenzarán a ganar su libertad cuando se liberen del monopolio organizativo del gobierno.
http://www.cubaencuentro.com/armando-anel/blogs/cuba-inglesa/sanguinetty-por-que-continua-el-castrismo
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El Castrismo se Atrinchera
Cualquiera diría que se trata de un libreto escrito por un equipo genialmente disparatado: Cantinflas, Tres Patines y los Tres Chiflados. El domingo 3 de enero, Cuba expulsó de su territorio al eurodiputado socialista Luis Yáñez de sólo pisar éste el Aeropuerto Internacional José Martí; Fidel Castro ha atacado a Barack Obama, últimamente, acusándolo de encabezar una "nueva ofensiva del imperio"; la filóloga Yoani Sánchez, ganadora de varios premios internacionales, fue secuestrada y golpeada junto a otros disidentes por policías cubanos, el año pasado; las Damas de Blanco, madres y esposas de prisioneros políticos, fueron nuevamente acosadas por turbas civiles organizadas por el régimen; el cantautor colombiano Juanes descubrió que un supuesto agente de la seguridad cubana lo estaba siguiendo, poco antes de su concierto en la Plaza de la Revolución, en septiembre pasado; Raúl Castro y otros funcionarios han culpado al pueblo cubano de la falta de productividad existente en el país. Es obvio que el castrismo, desesperado, se atrinchera.
En una entrevista concedida a Contacto Magazine, en marzo de 1997, el escritor Guillermo Cabrera Infante citó un proverbio chino, "lo peor del dragón está en la cola", para referirse a los coletazos que propinan las dictaduras en su etapa final. Han pasado casi 13 años desde entonces y los coletazos del castrismo no se detienen.
Yáñez llegó a la capital cubana de vacaciones en compañía de su esposa, la diputada Carmen Hermosín. No pudo salir de la terminal aérea. Allí mismo lo montaron en otro avión y lo enviaron de vuelta a España. Madrid protestó y manifestó al embajador cubano en la capital española, Alejandro González, su esperanza "de que no se vuelva a producir este tipo de incidentes, que no ayudan al desarrollo de las relaciones entre los dos países". El embajador se limitó a decir que el eurodiputado fue expulsado a "consecuencia de la aplicación de leyes internas cubanas", como si las leyes promulgadas a dedazo limpio por una dictadura, fuesen el Nuevo Testamento. Yáñez llevaba algunas direcciones y teléfonos de opositores pacíficos con los que pensaba reunirse informalmente. Pecado mortal en Cuba. ¿Puede alguien imaginar una reacción igual del gobierno español, en la era de José María Aznar, cuando algún que otro funcionario cubano se reunía con la oposición socialista?
La llegada de Barack Obama a la Casa Blanca, hace un año, abrió nuevas expectativas respecto al futuro de la relaciones entre Washington y La Habana. De inmediato, Obama colocó el balón en la cancha de los hermanos Castro, al relajar las restricciones a los viajes a Cuba de cubano-estadounidenses y al envío de remesas familiares a la isla. También ha estado abriendo las puertas de los intercambios culturales entre ambos países. Los Castro lanzaron algún que otro piropo al nuevo mandatario estadounidense, sin embargo, nunca dieron paso alguno en función de mejorar las relaciones con Estados Unidos, en el sentido de liberar prisioneros políticos y permitir, al menos, un mínimo de libertad de expresión. Pero a partir de diciembre de 2009, Fidel Castro la emprendió contra Obama. A mediados de ese mes, en una carta enviada a Hugo Chávez, el mayor de los Castro criticó a Obama por recibir el Premio Nobel de la Paz, y lo acusó de llevar a cabo una "nueva ofensiva del imperio" contra los países gobernados por regímenes de izquierda en América Latina.
"Son obvias las intenciones reales del imperio, esta vez, bajo la sonrisa amable y el rostro afroamericano de Barack Obama. El imperio moviliza tras sí a las fuerzas derechistas de América Latina para golpear a Venezuela" y a los países del ALBA, comentó el anciano dictador en la carta, a pesar del conocido perfil de izquierda de Obama y de sus intenciones de emprender una nueva política hacia Latinoamérica.
Un ex agente de la inteligencia cubana comentó a Contacto Magazine de manera anónima, en septiembre pasado, que el gobierno de los Castro "ya no está interesado en conservar la imagen idealista" de los años románticos, refiriéndose al incidente del supuesto agente cubano que seguía a Juanes en La Habana. "El hombre que Juanes vio no era exactamente el que lo vigilaba, era un anzuelo falso para dejar claro que cualquiera en Cuba puede ser vigilado, para que a nadie se le ocurra levantar un dedo en contra del régimen". Tiene lógica, la lógica que razonó Cabrera Infante al citar el proverbio chino de que "lo peor del dragón está en la cola".
En medio de una nueva y feroz crisis económica, con una gerontocracia casi centenaria al frente de un país habitado por una mayoría de jóvenes, a la vista de un rotundo fracaso en materia de crear riquezas y bienestar, el castrismo se atrinchera para no perder su última dosis de poder. La dosis que debe permitir a los ancianos del Buró Político del Partido Comunista y del Consejo de Estado, morir con las botas puestas.
El castrismo no quiere relaciones normales con Estados Unidos, por eso ataca a Obama. No quiere relaciones decentes con la Unión Europea, por eso expulsa a Yañez. No quiere una juventud rebelde, por eso golpea a Yoani Sánchez. No quiere símbolos hermosos en la oposición, por eso lanza turbas civiles contra las madres y esposas de los prisioneros políticos. El castrismo quiere morir en soledad. Las relaciones con Estados Unidos, ceder a las demandas aperturistas de la Unión Europea, tolerar a Yoani Sánchez y a las Damas de Blanco, liberar a los prisioneros políticos, permitir un poco de libertad de expresión podrían ser síntomas de debilidad capaces de provocar vientos democráticos. Mala idea. Por ahí están, todavía, los fantasmas del fin del comunismo en Europa, desde la caída del Muro de Berlín hasta la desintegración de la Unión Soviética. Y el peor de todos, la captura y ejecución de Nicolai Ceausescu, el dictador comunista rumano. Más cerca, los enjuiciamientos y condenas de militares suramericanos. La democracia y los estados de derecho, piensa el castrismo, son peligrosos. Por eso se atrinchera.
http://www.contactomagazine.com/cafeimpresso/castrismoatrincherado0110.htm
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Notas sobre la represión en el castrismo. |
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Notas sobre la represión en el castrismo.
El problema de la represión y el terror en las sociedades totalitarias como la cubana no es en exclusiva ni manera subsidiaria de la Psicología.
El caso cubano no es de ningún modo singular. En la instauración de un sistema político que tiene como uno de sus principales fundamentos el terror, el castrismo no ha sido innovador ni imaginativo. Ha sido y es la aplicación pura y dura de los principios y métodos de control y represión presentes en cualquier régimen totalitario conocido. Su inspiración y escuela han sido la URSS y la RDA, el KGB y la STASSI. Y no es exagerado afirmar su parentesco con el fascismo, primo hermano político-moral del comunismo. Mussolini, héroe admirado por Castro en su juventud ya había afirmado, en nombre del gran ideal: “Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado”. ¿No les recuerda acaso esta frase otra pronunciada por Castro en 1961?
En los momentos iniciales del castrismo, Castro tenía muy claros los principios y las instrucciones expuestos por Lenin desde los albores mismos de la Revolución de Octubre, que era su secreto modelo, y se dispuso a aterrorizar a la población. No contaba aún con el personal cualificado para cumplir la misión, por lo que los bisoños torturadores sólo disponían de su devoción fanática al líder y a la causa. La represión y el terror en esos tiempos primeros se llevó a cabo a lo guerrillero, a lo bestia como se diría aquí en España, sin maquillaje legal y sin una praxis, digamos, técnica. Se fusilaba, se encarcelaba y se torturaba no sólo sin limitación alguna, sino que se hacía pública e impúdicamente, con amplia divulgación en los medios de comunicación. La intención era evidente, enseñar la feroz musculatura del nuevo poder, hacer temblar a los posibles adversarios y generalizar en la población el sentimiento de terror, de indefensión ante el poder. Desalentar cualquier conato de actividad política contraria. Desarrollar, con vesánica premura, lo que en psicología se conoce como síndrome de indefensión adquirida.
Nada original, repito. De Robespierre a Lenin, de Stalin a Mao, de Hitler a Mussolini, idénticos principios y métodos: el control social mediante el terror.
El terror y la represión no pueden tener lugar en el vacío. En una situación social normal, en una vida social rutinaria, en una estructura social sin fracturas no puede tener lugar el terror represivo. Sólo en una situación social anómala, manipulada convenientemente, se puede crear la circunstancia de locura colectiva, de delirio por una Gran Causa en nombre de la que será posible aplicar el terror apoyado y hasta legitimado por amplios sectores de la sociedad. A partir de ahí se producirá un efecto circular: la Gran Causa legitima el terror y el terror impone la Gran Causa.
Ocurre, sin embargo, que una vez instaurado el miedo en la sociedad el mismo se hace parte de la psicología de la sociedad en general y por lo tanto de la conducta de las personas. De ahí la dificultad extrema para erradicarlo una vez instituido, una vez que se ha incorporado a lo que podríamos llamar el magma de la conciencia social, o lo que esto sea.
Es habitual que caigamos en la tentación de considerar al agente, a la persona que hostiga, maltrata e incluso tortura como alguien con trastornos en la personalidad, con alguna patología psicológica que le hace proclive a comportarse de esa manera. No obstante, sin negar lo anterior, es necesario hacer algunas precisiones. Es interesante que Friedrich A. Hayek, esencialmente un economista y un científico social, fuera quien nos diera las pistas imprescindibles para la comprensión del problema. Hayek descubrió que la planificación y el control de la propiedad por el Estado no sólo lastimaba la libertad económica y traía la pobreza, sino que conducía a la esclavización del individuo. Para Hayek, la maldad represiva no dependía directa y exclusivamente de las cualidades morales o de los problemas psicológicos de los dirigentes y de las personas.
El horror soviético y del comunismo en todas partes, incluyendo a Cuba, no ha sido consecuencia de la mala suerte o de la fatalidad de aquellas sociedades en las que estos personajes han dirigido, sino que personas criminales y desajustadas como las de Lenin o Stalin, Pol Pot o Fidel Castro han podido gobernar porque han podido, en circunstancias dadas, imponer el totalitarismo. En otras palabras, que no puede haber totalitarismo o colectivismo bueno porque el totalitarismo y el colectivismo sólo pueden tener lugar por medio del ejercicio de la violencia para con los individuos, por medio de la cárcel, de la tortura y del asesinato, y sólo la hez de la sociedad puede gobernar de esa manera.
El terror y la represión tienen una función social básica para la instauración y el mantenimiento de las sociedades totalitarias. Sólo mediante el sistemático y generalizado empleo de la represión y el terror puede una exigua minoría hacerse con todo el poder de manera incontestada sobre el completo de la sociedad. El terror se debe aplicar, en las sociedades totalitarias, y así se ha hecho, de manera generalizada, incluso de modo preventivo. Los dirigentes soviéticos decían con todo cinismo que ellos actuaban con los traidores antes de que se produjera la traición. En el castrismo también. Recuérdense si no las redadas masivas cuando Bahía de Cochinos, la repatriación forzosa de pueblos enteros del Escambray para prevenir que ayudaran a los guerrilleros anti-castristas, incluso los procesos de la llamada micro-fracción y tal vez hasta los procesos a Ochoa y otros miembros de las fuerzas armadas .
Otro aspecto importante es el de que el totalitarismo siempre tiene como coartada subyacente una utopía, la propuesta de una sociedad perfecta y el logro de un hombre nuevo. Obras magnas de ingeniería social sólo posibles, en la teoría, aunque nunca conseguidas, mediante el instrumento de la violencia sobre los hombres. Porque es el hombre el principal obstáculo para la Utopías que le desconocen absolutamente. Por eso Juan Pablo II, al valorar el fracaso estrepitoso del comunismo, afirmó que el mismo era producto de un enorme error antropológico
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EL CASTRISMO Algunos ejemplos...

¿Quienes son los que hablan bien de Cuba?
No creo que los jodidos hablen bien de Cuba
Hablan bien de Cuba los que viven comodamente en Cuba .
¿Quienes viven comodamente en Cuba?
En Cuba los que menean la sopa son los que viven comodamente.
¿Quienes menean la sopa?
Los lacayos de Fidel son los que menean la sopa.
¿Qué es menear la sopa?
Menear la sopa es pertenecer a los privilegiados de la revolucion
Esas son las dos clases de Cuba, los privilegiados y los no privilegiados .
¿Quedó claro?
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La dictadura de los Castro
Lluís Foix | 25/02/2010 - 18:44 horas
El régimen de Castro ha permitido que un disidente político muriera en huelga de hambre. Era un albañil de 42 años que pertenecía al grupo Alternativa Republicana que fue condenado a 18 años de cárcel por "desacato" y "resistencia" en el año 2003. Orlando Zapata fue reconocido como preso de conciencia por Amnistía Internacional, sufrió torturas y vejaciones antes de declararse en huelga de hambre que mantuvo durante 85 días.
Murió sin que su familia pudiera visitarle, sin que sus compañeros de grupo político alternativo tuvieran ocasión de comunicarse con él. Su funeral se ha celebrado al amanecer en la localidad de Banes, a 700 kilómetros de La Habana, custodiado por un gran aparato de seguridad para evitar que simpatizantes de Zapata se acercaran a la ceremonia. Decenas de disidentes han sido detenidos y puestos a disposición judicial. No se sabe cuántos presos políticos hay en Cuba.
El presidente Zapatero ha pedido por fin que Raúl Castro ponga en libertad a cuantos cubanos cumplen penas por delitos "políticos". El castrismo lleva más de medio siglo en el poder. Cientos de miles de cubanos han abandonado la isla, la pobreza del país es comprobada por los miles de turistas europeos que acuden a la isla como el que va a visitar un laboratorio en el que se experimenta cómo puede degenerar una sociedad en la que no existen las mínimas grietas de libertad.
Los norteamericanos tienen la culpa con el boicot. Puede ser. Pero el problema no está en Miami o en Washington sino en la misma capital cubana donde el predominio de la policía sobre el aparato militar convierte a la isla en un totalitarismo. Es cierto que Cuba no es una excepción. Hay muchas dictaduras en el mundo todavía. De carácter político como Corea del Norte o de naturaleza religiosa como Irán.
Las dictaduras demasiado poderosas no se tocan. Por mucho que los diarios nos informen de que China transgrede los derechos humanos en el Tibet o en la provincia de mayoría musulmana de Uigur, nadie propone bombardear Pekín para poner fin a sus fechorías: el precio sería demasiado alto.
Cuba cumple los requisitos básicos de una dictadura. Niega la autonomía de los individuos, su derecho a escoger las normas por las que quieren vivir, su ansia de libertad. El totalitarismo promete la felicidad para todos, pero sólo cuando se hayan eliminado quienes no son dignos de ella, ya sean las clases enemigas o las razas consideradas inferiores.
Una muerte por huelga de hambre de un disidente político tiene más fuerza que un ejército enemigo. Pienso que la figura de Orlando Zapata será recordada cuando las libertades vuelvan a Cuba. Seguramente su nombre figurará en una calle de La Habana. No sé cuánto tiempo perdurará el castrismo. Pero hay razones para predecir que acabará desmoronándose por dentro, por obra de los propios cubanos, como ha ocurrido con todas las tiranías de la historia.
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