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General: Mati, la dadora de nalgas
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: unodostres  (Mensaje original) Enviado: 02/03/2010 19:25
 
Mati
Sigues dando las nalgas
 
Lo de Mati es verborrea, eso es para idiotas
Mira Mati estupida;
La idea del marxismo NO ES LA DESTRUCCIÓN DEL ESTADO,SINO SU SUPERACIÓN ( Mati )
  hablas de superacion y Marx habla de desaparicion
----------
comunismo.

(De común).

1. m. Doctrina que propugna una organización social en que los bienes son propiedad común.

2. m. Doctrina formulada por Karl Marx y Friedrich Engels, teóricos socialistas alemanes del siglo XIX, y desarrollada y realizada por Lenin, revolucionario ruso de principio del siglo XX, y sus continuadores, que interpreta la historia como lucha de clases regida por el materialismo histórico o dialéctico, que conducirá, tras la dictadura del proletariado, a una sociedad sin clases ni propiedad privada de los medios de producción, de la que haya desaparecido el Estado.

3. m. Movimiento político inspirado en esta doctrina

http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=comunismo

Mati, la dadora de nalgas



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: unodostres Enviado: 02/03/2010 19:28
General: Criticas al marxismo
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Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: unodostres  (Mensaje original) Enviado: 02/03/2010 11:04
La crítica liberal [editar]

Los miembros de la escuela austríaca fueron los primeros economistas liberales en criticar sistemáticamente la escuela marxista. Esto fue, en parte, una reacción a la Methodenstreit (controversia sobre la cuestión del método), cuando atacaron las doctrinas hegelianas de la escuela histórica. Aunque muchos autores marxistas han intentado presentar a la escuela austríaca como reacción burguesa a Marx, tal interpretación es insostenible: Carl Menger escribió sus Principios de economía casi al mismo tiempo que Marx completaba El capital. Los economistas austríacos fueron, no obstante, los primeros en enfrentarse directamente con el marxismo, ya que ambos trataban de asuntos como el dinero, el capital, los ciclos económicos y los procesos económicos. Eugen von Böhm-Bawerk escribió críticas extensas de Marx en los años 1880 y 1890, y varios marxistas prominentes (como Rudolf Hilferding) asistieron a su seminario en 1905-1906. Sus obras más destacadas al respecto son La teoría de la explotación y La conclusión del sistema marxiano.

Posteriormente existió un debate entre Ludwig von Mises (discípulo de Böhm-Bawerk) y el economista marxista polaco Oskar Lange. Mises impactó profundamente en los planificadores soviéticos preocupados por la poca consecución de sus objetivos, con una observación, por entonces empírico-deductiva, por la cual el socialismo colapsaría o dependería eternamente de países extranjeros capitalistas, al no existir un mercado que determinase los precios. Esta primer exposición se volvería una obra completa titulada El socialismo. Más tarde Mises se extendió más allá de la imposibilidad del cálculo económico en el socialismo (problema observado con especial atención por su colega Max Weber en Economía y sociedad), alcanzando su crítica a la misma metodología marxista de interpretación histórica con su análisis del polilogismo clasista en Teoría e historia. Oskar Lange, apreciando cuidadosamente la crítica miseana que por entonces se limitaba al socialismo en tanto tal y no a su carácter de clase, propugnó una economía socialista con un mercado estatal en la que los precios fuesen determinados según un método de ensayo y error, hasta hallar un precio adecuado. El debate entre ambos economistas continuó durante varios años, hasta que Oskar Lange afirmó que von Mises tenía razón. Sin embargo, años después volvió a modificar su punto de vista, y defendió la economía soviética asimilando el aporte de von Mises al análisis de la acción humana: la praxeología, pero sin explicar con ella toda la teoría económica. Esta tesis sería planteada en su libro Economía política. La respuesta austríaca a los argumentos de Oskar Lange se vio completada con el análisis no-praxeológico y evolucionista de Friedrich Hayek, cuyos escritos al respecto fueron compilados en el libro Individualismo y orden económico. Un amigo de Hayek, el epistemólogo Karl Popper, realizaría paralelamente una crítica muy conocida a la filosofía social del marxismo, en un aspecto nuclear de dicha doctrina: el historicismo. El filósofo matemático Bertrand Russell llamaría la atención en que las obras de Popper referidas a Marx, La sociedad abierta y sus enemigos y La miseria del historicismo, resultan fundamentales para entender el liberalismo como doctrina política explicativa de la sociedad capitalista en forma alternativa al marxismo.

Economistas austríacos como Joseph Schumpeter han revisado los orígenes del capitalismo y han rechazado la noción marxista de acumulación originaria como una contradicción autorreferente que requiere capital inicial para la actividad de una supuesta burguesía violenta originaria. En El capitalismo y los historiadores, Hayek junto a T.S. Ashton, Louis Hacker y otros historiadores del progreso tecnológico, proponen una relectura no-marxista de la historia del desarrollo del capitalismo, en particular la Revolución industrial. Si bien siempre había existido una interpretación histórica alternativa a la marxista, tanto de hechos como de teoría, en la obra de sociólogos anteriores y posteriores a Marx (Tocqueville, Weber, etc.), nunca se trató como a mediados del siglo XX de fundamentar desde el liberalismo una visión capitalista del progreso histórico hacia la complejización progresiva de la división del trabajo, la expansión indefinida del mercado y el número creciente de clases sociales en cooperación orgánica.

Importantes economistas neoliberales, como Gary Becker y James Buchanan, comparten el individualismo metodológico con los liberales austríacos, pero a diferencia de éstos parten de las premisas neoclásicas de la teoría de la elección racional, cuya raíz antropológica está en el homo oeconomicus como visión estrecha del egoísmo, y que ya está presente en el realismo político de Maquiavelo, Spinoza y los "Federalistas" Hamilton, Madison y Jay; también adoptan un criterio de eficiencia económica entendido como óptimo paretiano, por cuanto dentro de la historia del pensamiento económico su fuente dentro de la revolución marginalista no es la vertiente ordinal de Menger/Böhm-Bawerk sino las ramas cardinales de Walras/Pareto y Jevons/Marshall. La microeconomía por ellos creada es, en síntesis con la macroeconomía fundada por Frisch y Keynes, el paradigma dominante en términos de Kuhn: la llamada economía matemática. Todos estos autores, naturalmente, replicaron en sus propios términos "economicistas" a las fuentes y a la interpretación propias de la visión histórico-tecnológica del marxismo. Sin embargo, a diferencia de las escuelas económicas que, como la austríaca, se enfrentaron doctrinalmente al marxismo, el mainstream neoclásico nunca adhirió a una filosofía social o política específica, y su actitud hacia Marx ha sido de cuasi indiferencia, incluso respecto a los mismos clásicos. En sus Ensayos sobre la persuasión Keynes llegaría a decir que El capital era "un manual obsoleto" al cual no sólo encontraba "científicamente equivocado sino además sin interés o aplicación para el mundo moderno". Si bien cabe mencionar que Keynes jamás mostró demasiado interés por los clásicos, a los que a veces citaba incorrectamente como fue el caso con Jean-Baptiste Say, este desdén sería común a todo el espectro del paradigma matemático, y paradójicamente se revertiría a fines del siglo XX con el trato atento que sus miembros más liberales darían al marxismo: es el caso de economistas como Thomas Sowell y filósofos como Robert Nozick. Un ejemplo importante es el del institucionalista Douglass North cuyo estudio clásico El nacimiento del mundo occidental: una nueva historia económica ha sido tenido muy en cuenta entre los historiadores marxistas.

En contraposición a la antropología del americano Lewis H. Morgan que Marx y Engels hicieron suya en El origen de la familia y según la cual todas las economías comunitarias primitivas habrían sido comunistas (hipótesis que el mismo historiador marxista Eric Hobsbawn ha considerado consecuencia de un pobre conocimiento de la prehistoria), el liberalismo se ha nutrido de la antropología de diferentes autores e historiadores como Denman W. Ross, Alfred Irving Hallowell, H. Ian Hogbin, Bronisław Malinowski o Fustel de Coulanges, autor de La ciudad antigua. Esta visión del origen de la propiedad privada fue resumida en la obra del historiador Richard Pipes Propiedad y libertad.

Diversos autores marxistas han ofrecido en los años posteriores respuestas a los argumentos capitalistas de libre mercado. Mientras que algunos defienden modelos de socialismo de mercado más refinados que el de Oskar Lange (por ejemplo, David Schweickart), otros consideran aun que es posible establecer una economía socialista sin mercado. En este último grupo se puede diferenciar entre los que sostienen que el método de cálculo en el socialismo debe realizarse según la teoría del valor trabajo y los que sostienen que el valor trabajo sólo existe en las sociedades capitalistas. Actualmente la crítica más refinada de la escuela austríaca al socialismo en todas sus variantes ha sido realizada por Jesús Huerta de Soto en su libro Socialismo, cálculo económico y función empresarial.

Al respecto de las raíces comunes del liberalismo y el marxismo en la Ilustración no todas son observaciones optimistas. Pensadores dispares de cierta orientación comunitarista, entre los que se puede contar a Zygmunt Bauman y Michel Houellebecq, han llamado la atención acerca de que el concepto liberal-popperiano de 'historicismo' se debería aplicar en gran medida en contra del mismo liberalismo. El economista del desarrollo Albert O. Hirschman destaca en Retóricas de la intransigencia que "la afinidad básica entre estas dos teorías [el liberalismo y el marxismo] en apariencia opuestas se demuestra por la manera en que el lenguaje de la futilidad es común a ambas. Marx es aquí un excelente testigo. Inmediatamente después de haber proclamado su descubrimiento de la 'ley del movimiento', escribe en su prefacio que la sociedad moderna 'no puede saltar por encima de las fases naturales (naturgemässe) de desarrollo, ni abolirlas por decreto'. La futilidad, tal como la expone el científico social que tiene un conocimiento privilegiado de las llamadas leyes del movimiento, consiste aquí en la tentativa de cambiar o estorbar su operación, mientras que en Pareto y Stigler la futilidad brota por tanto del vano esfuerzo por pisotear alguna constante básica."

La acción política liberal fundamentada a la manera de Karl Popper y Friedrich Hayek sobre la idea neosocrática de diálogo plural de ideas políticas, une el evolucionismo de Adam Smith y la tolerancia propugnada por John Stuart Mill, y establece a la estructura económica burguesa como único marco hasta el presente que posibilitaría dicho diálogo racional, tesis compartida y explicitada formalmente por el liberal-conservador Kenneth Minogue en La teoría pura de la ideología, trabajo en cuya tesis se invierten los términos respecto de la noción marxista de ideología. En contraste con la doctrina popperiana, pero partiendo críticamente de los mismos ideales de la modernidad ilustrada, el filósofo Jürgen Habermas escribiría su obra más importante: Teoría de la acción comunicativa en donde asimilaría en una misma posición socialista los análisis marxista y weberiano, y que sería de gran influencia sobre la socialdemocracia contemporánea.

La idea seminal de "sociedad abierta" descubierta por Popper ha sido utilizada en pro y en contra de la concepción que Marx tenía del "materialismo histórico", pero su verdadera relevancia reside en haber reinsertado nociones liberales, con peso de causalidad sociológica y hasta económica, en la discusión de los problemas de la acción política del marxismo y de la realización de un socialismo con genuina participación obrera. Sin necesidad de derivar en una apologética capitalista, el eje del debate volvió así a enfocarse sobre cuestiones sociopolíticas como ser la planificación central sobre una vida civil unificada que pueda estar a la vez sujeta a un poder de masas cuyo prerrequisito sea la posibilidad del pluralismo, y la necesidad de asegurar las condiciones institucionales para la libertad de expresión individual en una organización económica colectivista.

La crítica anarquista [editar]

Tanto el anarquismo como el comunismo marxista buscaban en última instancia la abolición de la propiedad privada y la sociedad sin clases sociales ni Estado mediante una revolución social. No obstante, anarquistas y marxistas han estado enfrentados desde que Pierre Joseph Proudhon, que conocía a Marx y Bakunin, afirmó que así como la tesis del capitalismo garantiza la libertad aboliendo la igualdad, la antítesis comunista sufre la contradicción opuesta; aplicando la dialéctica hegeliana en su libro Sistema de las contradicciones económicas o filosofía de la miseria (1847), señaló que sólo con la síntesis del mutualismo se pueden resolver estas contradicciones, lo que provocó la ruptura de Marx con Proudhon, expresada en su escrito crítico Miseria de la filosofía (1847).[4]

El enfrentamiento entre marxistas y anarquistas alcanzó su clímax en la lucha entre los partidarios de Marx y los de Mijaíl Bakunin por el control de la Primera Internacional, y que acabó con la ruptura de la misma en 1872. La base del conflicto se centraba en que, así como los marxistas creían en la necesidad transicional de un Estado bajo control de los trabajadores (la «dictadura del proletariado») y que a su vez se encargara de controlar la economía («planificación central»), los anarquistas pensaban que el camino al socialismo (o al comunismo) pasaba por la destrucción del Estado. Para los anarquistas, un Estado socialista repetiría las características de opresión y privilegio contra las que luchaban, al tiempo que, al extender los poderes a la organización de la vida económica, resultaría ser incluso más opresivo.[5]

Otra confrontación se encontraba en el papel que tenían lucha económica y la lucha política en la emancipación de la clase obrera. Para los marxistas, como el objetivo de la lucha proletaria era la conquista del poder político, la lucha política ocupaba un lugar central. Para los anarquistas, la única lucha política válida era la lucha por la destrucción revolucionaria del Estado, que esperaban surgiera espontáneamente de la lucha económica. La socialdemocracia, heredera del marxismo, se inclinó hacia el parlamentarismo y la actividad legal; mientras que el anarquismo se inclinó hacia los ataques a las instituciones y agentes estatales (propaganda por el hecho) y a la organización obrera apolítica (anarcosindicalismo).

La confrontación entre marxistas y anarquistas continuó luego bajo otro cariz a partir de la revolución rusa. El bolchevismo ruso, encabezado por Lenin, dio nueva vida a la teoría del Estado revolucionario. En su obra El Estado y la Revolución, Lenin explica que el estado burgués debe ser destruido para luego instaurar un Estado revolucionario y que sería este estado quien se extinguiría conforme desaparezcan las contradicciones de clase. Los anarquistas, ante las consecuencias de la dictadura bolchevique, continuaron reivindicando, con nuevo brío, la teoría bakuninista de la destrucción inmediata del Estado como objetivo de la revolución social.

Actualmente, la controversia entre anarquistas y marxistas pasa más por las formas de organización y métodos de lucha de las masas explotadas y la relación de los revolucionarios con éstas. Mientras los herederos del marxismo (partidos leninistas de distinto cuño) continúan reivindicando las prácticas político-partidarias con sus métodos centralistas, los herederos del anarquismo reivindican la organización asamblearia, la federación y la democracia directa.

http://es.wikipedia.org/wiki/Marxismo


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: unodostres Enviado: 02/03/2010 19:30
Mati, mientras mas hablas, mas das las nalgas, por la boca se dan las nalgas
 
Ja ja ja ja ja ja ja


 
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