GUILLÉN, NICOLÁS Poeta cubano al que se le considera un genuino representante de la poesía negra de su país.
Trabajó como tipógrafo antes de dedicarse al periodismo y darse a conocer como escritor. Desde su juventud participó intensamente en la vida cultural y política cubana, lo que le costó el exilio en varias ocasiones. Ingresó en el Partido Comunista en 1937, y tras el triunfo de la Revolución cubana en 1959 desempeñó cargos y misiones diplomáticas de relieve.
Inició su producción literaria en el ámbito del posmodernismo y la afianzó en el de las experiencias vanguardistas de los años veinte, en cuyo contexto se convirtió pronto en el representante más destacado de la poesía negra o afroantillana. Sin renunciar a otras posibilidades, en Motivos de son (1930), Sóngoro cosongo. Poemas mulatos (1931), West Indies Ltd. (1934) y poemas dispersos en libros posteriores, usó todos los recursos característicos de esa poesía con la voluntad de lograr una expresión auténtica para una cultura mulata, la propia de un país mulato como él mismo, y manifestó una preocupación social que se fue acentuando con el paso de los años.
Desde West Indies Ltd., evolucionó rápidamente hacia esas preocupaciones políticas y sociales: en Cantos para soldados y sones para turistas (1937), El son entero (1947) y La paloma de vuelo popular (1958), mostró su compromiso con la patria cubana y americana, con sus hermanos de raza y con todos los desheredados del mundo, mientras en España. Poema en cuatro angustias y una esperanza (1937) acusó el impacto de la Guerra Civil española y el asesinato de Federico García Lorca. Crítico con la injusticia y el imperialismo, eso no le impidió verse afectado por las inquietudes neorrománticas y metafísicas que también dominaron la literatura de esa época, pues el amor y la muerte son también temas fundamentales en su poesía. Con Tengo (1964) manifestó su júbilo ante la Cuba revolucionaria, y Poemas de amor (1964), El gran zoo (1967), La rueda dentada (1972), El diario que a diario (1972) y Por el mar de las Antillas anda un barco de papel. Poemas para niños y mayores de edad (1977) demostrarían su capacidad para conjugar preocupaciones diversas y encontrar formas de expresión siempre renovadas. En Prosa de prisa (1975-1976) se han recogido sus trabajos periodísticos.
Según el NT, ¿Quién establece la identidad del Mesías y bajo qué parámetros?
Jesús, en una conversación con un grupo de judíos, afirma que los Escritos de Moisés son evidencias únicas, por tanto, suficientes para establecer los parámetros que definen quién es el Mesías.
Si leemos detenidamente el evangelio de Juan notaremos que sus palabras, de manera categórica, establecen que ÚNICAMENTE, la Torá es suficiente para establecer su mesianidad:
“Porque, si creyerais a Moisés (Sus Escritos), me creeríais a mí (cómo Mesías), porque él escribió de mí. Pero si no creéis en sus escritos, cómo vais a creer en mis palabras (Reclamos Mesiánicos)?” (Juan 5:46) RVT.
Sin embargo, la afirmación del texto anteriormente citado, entra en duda al encontrar que, otros textos muestran que no son los Escritos de Moshé quienes establecieron las evidencias acerca de su supuesta mesianidad. Veamos:
De acuerdo con los tres primeros Evangelios, el mesianismo de Jesús fue establecido por:
1. Ángeles en el tiempo de su concepción (Mt. 1,20-23), en su nacimiento (Lc. 2,9-14) y durante su bautismo (Mc. 1,11). 2. Fue más tarde reconocido por el demonio (Lc. 4,41) y, posteriormente, 3. Por Pedro y el mismo Jesús (Mt. 16,16-17).
Con esto en mente podríamos crear algunas frases:
1 "Si creyerais a los ángeles, me creerías a mi porque ellos hablaron de mi”
2 “Si creyerais al demonio, me creerías a mi porque él habló de mi”
3 “Si creyerais a (“la revelación celestial”) de Pedro, me creerías a mi porque él habló de mi”
También se puede seguir la indicación de leer a Moisés y ver que NO EXISTE ni un solo texto en la Torá indicando que un ángel, un demonio, o un ser humano, establecerían la mesianidad de una persona.
Por tanto si leemos a Moisés, vemos que este NO escribió de Jesús.
Por tanto su mesianidad está basada en el testimonio de dos seres incorpóreos y uno corpóreo. Lo cual no es válido.
Pero, ¿Por qué no podemos aceptar este nombramiento mesiánico hecho bajo supuestas revelaciones celestiales?
Todo estudiante serio del Tanaj (Las Escrituras Judías), sabe que las características de un profeta están definidas por lo que la Torá y los Sabios de Israel han establecido. Y no por lo que segundos o terceros establezcan, a través de supuestas revelaciones angelicales y/o celestiales, puesto que la Palabra del Eterno es inquebrantable y ha sido dada una sola vez y para siempre. Si esto es así con un profeta, ¿cuánto más no lo será con el Mesías de Israel?
Ha sido establecido que:
“La Torá NO está en el Cielo; ha sido entregada bajo nuestro dominio” Deuteronomio 30:12 Talmud Bab. Baba Metzía 59b
Por tal razón, a la hora de reconocer la mesianidad de un ser, debemos ir a la Torá y ver qué exige esta de él para que califique como Mesías.
Si nos basamos en revelaciones “celestiales” dadas a individuos, para establecer la mesianidad de un ser humano, entonces, seria posible que una mañana de un lunes, en una provincia llamada Blagoevgrad, ubicada en Bulgaria, un individuo de nombre Shekerdjiiski tuviera un “sueño” y se levantara por los demás provincias Búlgaras proclamando que su vecino Eshua de la provincia de Kyustendil el Mesías.
¿Acaso esa revelación, sueño, develamiento, declaración, manifestación, descubrimiento, mal dormir, (mala digestión); es evidencia absoluta para establecer la mesianidad del señor Eshua de la provincia de Kyustendil?
De ningún modo. Lo mismo aplica en el caso de Jesús. No solo por la evidencia particular que hemos mostrado aquí. Sino también por la evidencia acumulativa que existe actualmente.