En la fría madrugada de ayer, agentes del FBI y de otras fuerzas aplicaron uno de los más contundentes golpes contra la Cosa Nostra de Estados Unidos. En un operativo con características cinematográficas, que incluyó unos 800 efectivos, detuvieron a 127 integrantes de las más poderosas familias mafiosas que controlan el delito en Nueva York y otras ciudades de la costa Este.
Los arrestados cumplían distintas funciones dentro de la estructura de poder de los grandes clanes conformados por las familias Colombo, Gambino, Bonanno, Genovese y Lucchese. También en otras dos de menor relevancia como Patriarca, de Nueva Inglaterra, y DeCavalcante, de Nueva Jersey.
El operativo, de cuidada precisión, se dividió en tres grandes zonas que comprendieron Nueva York, Nueva Jersey y Rhode Island. Los mafiosos fueron detenidos en sus propias residencias y no hubo ningún episodio de resistencia. Los cargos van desde asesinato hasta tráfico de drogas, pasando por extorsión, blanqueo de dinero, usura y apuestas clandestinas. También chantaje relacionado con la industria de la construcción y portuaria.
El FBI fue la agencia que condujo este golpe, pero también participaron la policía de Nueva York, la DEA y algunos servicios secretos que no se especificaron. Para demostrar la importancia del operativo, la información la dieron a conocer en forma conjunta el Fiscal General estadounidense, Eric Holder, y la subdirectora de la oficina del FBI en Nueva York, Janice Fedarcyk.
Holder explicó que estas familias tenían conexiones con sectores muy variados de la economía estadounidense, como la construcción o el transporte marítimo y actividades portuarias, donde los trabajadores “eran obligados a dar parte de sus pagas extraordinarias a los mafiosos”.”Las detenciones de hoy marcan un avance importante en el desmantelamiento de las actividades ilegales de la Cosa Nostra”, señaló.
Como ejemplo de las actividades que realizaban los detenidos, el funcionario citó “las clásicas visitas mafiosas para eliminar a sus supuestos rivales”, hasta “crímenes sin sentido alguno”, como matar en un robo frustrado o “provocar un tiroteo en un bar por una bebida derramada”. “Esta operación –dijo Holder–, es la más grande de un solo día contra la ‘Cosa Nostra’”.
En este operativo, a cada clan le cayó una acusación distintiva. La familia Colombo –la más golpeada porque detuvieron a un alto jefe, cuatro “capitanes” y ocho “soldados”– enfrenta cargos por homicidio y extorsiones varias. Los Gambino, por asesinato y chantaje contra empresas de la construcción. Al clan Genovese, según la denuncia, se los acusa de controlar el sindicato portuario y de extorsionar a sus miembros. Los Patriarca, por su parte, se dedicaban a lo más tradicional de la mafia: cobraban comisiones para proteger a los clubes de nudistas y striptease. Como se ve, la realidad vuelve a superar a la ficción que representaba la familia Corleone en El Padrino o Tony Soprano en la serie de David Chase.
Las familias pertenecientes a la Cosa Nostra llegaron a Nueva York hace un siglo.
Consiguieron infiltrarse y controlar parte de la economía estadounidense, y siguen siendo consideradas como uno de los mayores responsables del crimen organizado. Gracias a datos brindados por arrepentidos, el FBI viene diezmando sus filas y la Justicia pudo así imponer ejemplares condenas.
Uno de los casos más reconocido es el de Salvatore Vitale, detenido en 2003 y condenado en octubre pasado. La información que este capo mafia facilitó, luego de trabajosos acuerdos con el FBI, le permitió a esa agencia detener a varios jefes importantes de la familia Bonnano.
Claro que aún es pronto para declarar la victoria sobre la mafia. Varias familias, con grandes organizaciones internas, lograron resurgir aplicando los métodos que conocen para acumular riqueza e influencia.
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