Marxismo-leninismo o trotskismo
Partido de la Liberación
Buenos Aires, noviembre de 1987
Vamos a tocar en este trabajo el tema de las diferencias que tenemos con las concepciones de León Trotsky y, si el tiempo lo permite, también con las diferencias que tenemos con quienes defienden esas concepciones en la Argentina.
En primer lugar, creo que se impondría una aclaración. En general, los trotskistas en nuestro país, siguiendo en este punto al mismo Trotsky, han tratado de presentar las cosas como si la gran divisoria de aguas se planteara entre Trotsky y Stalin. Y en realidad nosotros, que reivindicamos muchas cosas de Stalin (otras no), creemos que esa presentación de la polémica es falsa. Lo cierto es que el choque o confrontación, que venía de mucho tiempo atrás, estaba planteado entre Trotsky y Lenin.
Vamos a tratar de demostrar por qué afirmamos tal cosa. En este sentido queremos hacer referencia también a que otras de las mentiras giran en torno al comúnmente llamado "testamento de Lenin". O sea, una de las últimas cartas que escribe Lenin, dirigida al Comité Central, en el año 1923, donde -según los trotskistas- el fundador del estado soviético criticó duramente a Stalin.
Es cierto que en ese documento (recién fue publicado oficialmente 30 años después) Lenin criticó en algunas líneas a Stalin. Dijo que éste era un hombre de mal genio, autoritario y que no sería la persona más adecuada para ser el secretario general del Partido. Pero yo digo que hay contrabando de los trotskistas, porque en ese mismo documento Lenin criticó a Trotsky, de quien dijo que si bien era un hombre capaz, a menudo se desviaba ideológicamente. Y le destinó unos cuantos párrafos con observaciones no ya de tipo metodológico sino político. Lenin le hizo críticas ideológicas a Trotsky y dijo de él que tampoco podía ser el dirigente del partido bolchevique.
Quiere decir, entonces, que en este testamento se criticaba a los dos. Y no sólo a uno, como dicen los trotskistas.
Y, en segundo lugar, contra Stalin -si no conté mal- en ese testamento Lenin dedicaba 9 líneas en total. Sin embargo aquí tenemos el tomo I y el tomo II de "Contra el Trotskismo", con recopilación de citas de Lenin contra Trotsky, que suman más de 400 páginas. Y eso que ésto es solo una selección de algunos párrafos, o sea que no es una publicación completa de las obras en las que Lenin criticaba enérgicamente a Trotsky, tratándolo de todo menos de bonito. Le decía Judas, derechista, liquidador, menchevique, charlatán, etc.
Para quienes tienen interés en estos temas que vamos a tocar someramente hoy, recomendaría como material de lectura estos trabajos: tomos I y II de la selección de las polémicas de Lenin con Trotsky.
Hecha esta aclaración y yendo directamente al grano, me parece que hay cinco grandes temas a tocar. Demostrarían que en definitiva Trotsky y el trotskismo, en primer lugar, no suponen un sinónimo, sino todo lo contrario, algo opuesto al leninismo. El primer cargo que haría es que el trotskismo no es el leninismo. En segundo lugar, que los trotskistas no son revolucionarios. Tercer tema: los trotskistas no son unitarios. Cuarto tema: no son socialistas y, en quinto lugar, que no son objetivos, sino una corriente que cultiva el subjetivismo como método de análisis y para la toma de decisiones políticas.
El trotskismo es opuesto al leninismo
Esto habría que analizarlo en tres puntos. En primer lugar, las diferencias que ambos tuvieron a propósito del análisis del imperialismo; en segundo lugar, acerca de la etapa de la revolución y finalmente sobre qué tipo de partido político construir. Son tres grandes temas que a mi juicio demuestran algunas de las divergencias de principios entre el leninismo y el trotskismo.
Vamos por partes. Es sabido por todos que en el análisis leninista del imperialismo se apunta a la ley de desarrollo desigual del imperialismo, como la norma que caracteriza la esencia del imperialismo. Desarrollo desigual en los ritmos de crecimiento económico, en la expansión política, en la lucha por los espacios y los mercados, etc.
Esa ley de desarrollo desigual que caracteriza al capitalismo monopolista, o sea al imperialismo, fue definida por Lenin como ley principal. En función de ella se explica el desarrollo a saltos que la historia ha comprobado tanto en el imperialismo como en la revolución proletaria. Primero estuvo al tope Inglaterra como la punta de lanza del imperialismo, en algún otro momento lo fue Alemania, luego EU. Hoy existen diferencias, hay un mayor desarrollo en Japón y Alemania, etc. Es decir, hay un clima de alteración permanente en el "ranking" de los países imperialistas. Y eso ha conducido a las guerras y también a las revoluciones, digamos entre paréntesis.
En función de este concepto del "desarrollo desigual" apareció en el pensamiento leninista la otra idea clave, que fue la del "eslabón débil". El mapa del imperalismo ofrecía a la revolución proletaria mundial una cadena que tenía, en algunos puntos (por razones de orden económico, político, histórico, militar y sus crisis) los eslabones débiles que podían ir rompiéndose con el avance de la revolución socialista.
Y el remate lógico, coherente, de esta teoría leninista fue el de la revolución que comenzaba no de manera simultánea en todos los países, o en grupos numerosos de países, sino en uno o en pocos países. O sea, la vituperada -por los trotskistas- teoría del "socialismo en un solo país" que le achacan a Stalin.
Lenin en su trabajo "El programa militar de la revolución proletaria", en setiembre del 16, dijo lo siguiente: "En tercer lugar, el socialismo triunfante en un país no excluye, de modo alguno, de golpe todas las guerras en general. Al contrario, las presupone. El desarrollo del capitalismo sigue un curso extraordinariamente desigual en los diversos países. No puede ser de otro modo bajo el régimen de producción de mercancías. De aquí la conclusión indiscutible de que el socialismo no puede triunfar simultáneamente en todos los países. Triunfará primero en uno o varios países, mientras los demás seguirán siendo, durante algún tiempo, países burgueses o preburgueses. Esto no sólo habrá de provocar razonamientos, sino incluso el intento directo de la burguesía de los demás países a aplastar el proletariado triunfante del Estado Socialista" (Editorial Cartago, tomo III, página 551).
Esta es la concepción leninista. En cambio, la idea trotskista se tocó en este punto con ideas como las de Rosa Luxemburgo, Hilferding y Kautsky, quienes llegaban a la teoría del "ultraimperialismo".
O sea que ellos no advertían que en el imperialismo existe una doble tendencia que es contradictoria: por un lado a la competencia y a la lucha; por otro lado a la monopolización. Y esta monopolización genera ciertos niveles en que los países imperialistas se van emparejando entre sí. Pero justamente esta monopolización y esta tendencia a la nivelación entre los países imperialistas (una tendencia cierta), lejos de suponer la desaparición de las contiendas, agudizaba el fenómeno de la lucha interimperialista. No le quitaba vigencia, sino todo lo contrario, a la denominada "ley del desarrollo desigual".
En cambio, Trotsky planteaba concretamente que la ley del desarrollo desigual era más vieja que el imperialismo, que el capitalismo en los distintos países se desarrollaba de manera desigual en extremo. Pero en el siglo XIX, afirmaba él, esta desigualdad era más considerable que en el siglo XX. Y que debido precisamente al capital financiero, que era una forma más vieja del capitalismo, el imperialismo desarrollaba más las tendencias "niveladoras" que en el capitalismo pre-monopolista.
En función de este mundo monopolista "nivelado", con un fuerte desarrollo de las fuerzas productivas, es que Trotsky fundamentaba en definitiva su teoría de la "Revolución Permanente". Ella debía abarcar al conjunto de países industrializados o, al menos, en forma simultánea (y por eso lanzó la consigna de los "Estados Unidos Socialistas de Europa"), a la Europa avanzada, occidental y capitalista.
En su trabajo "Las lecciones principales, qué es la Revolución permanente, tesis fundamentales", publicado en 1946 por la revista "Octubre", de los trotskistas argentinos, Trotsky decía textualmente que "el triunfo de la revolución socialista es inconcebible dentro de las fronteras nacionales". Y al fundamentar una visión que en definitiva era derrotista -como cuando la Unión Soviética se quedó sola, allá por los años 19 y 20, luego del reflujo y de la derrota de la Revolución en Hungría y en Alemania-, insistía en esta visión: o había revolución en el conjunto de Europa o no tenía sentido la Revolución en un país aislado (como se había producido en Rusia). Afirmaba en este mismo trabajo que "la división mundial del trabajo, la subordinación de la industria soviética a la técnica extranjera, la dependencia de las fuerzas productivas de los países avanzados de Europa respecto de las materias primas asiáticas, hacen imposible la edificación de una sociedad socialista independiente en ningún país del mundo".
Entonces reitero la primera conclusión. Lenin apostaba a la Revolución Socialista Proletaria Mundial; con un criterio en absoluto estrechamente nacionalista, sino internacionalista. Entendió que este avance de la revolución tenía que ser a saltos, rompiendo las cadenas por los eslabones débiles, primero en algunos puntos antes que en otros, etc. Y mantuvo firmemente una posición no derrotista, de ofensiva, aún en los años en que la Unión Soviética se quedó casi totalmente sola.
Frente a estas concepciones, el trotskismo elucubró las suyas rayanas en el ultraimperialismo, sobre los Estados Unidos Socialistas de Europa. Cuando estas ideas no se hicieron realidad, se tornaron profundamente derrotistas, de derecha, liquidadoras, con respecto a la posibilidad y las perspectivas de que el régimen soviético se pudiera consolidar.
Etapas de la revolución
Otro punto en que se produjo el choque entre Lenin y Trotsky fue el de las etapas de la revolución.
De acuerdo al leninismo vivimos en la época del imperialismo y de la revolución proletaria mundial, tanto de los países que han podido hacer una revolución socialista, cuanto en su alianza con los movimientos de liberación nacional y social.
De esta concepción surge la necesidad de prever y de tener en cuenta las distintas etapas o fases de la revolución en los distintos países.
Hay mucho escrito por Lenin al respecto. Yo les recomendaría el trabajo "Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática", porque creo que es uno de los textos donde más sintética y fundamentadamente se expone su teoría sobre las etapas de la lucha.
Al efecto de ilustrar esta concepción, vemos que en el tomo IX de las obras completas de Lenin, éste planteaba el siguiente punto de vista: "De la revolución democrática comenzaremos a pasar enseguida, y precisamente en la medida de nuestras fuerzas, de las fuerzas del proletariado con conciencia de clase y organizado, a la revolución socialista. Somos partidarios de la revolución ininterrumpida, no nos quedaremos a mitad de camino".
Así proponía Lenin esa concepción que nosotros defendemos, la revolución ininterrumpida que distingue fases y etapas. Y, en cada una de las mismas, blancos, fuerzas motrices, programas y objetivos políticos, económicos y militares, diferenciados de acuerdo a cada correlación de fuerzas y a cada etapa de la revolución, siempre bajo dirección del proletariado y su partido revolucionario.
Inclusive, y sintetizando más aún el debate, en noviembre del 18 Lenin recapitulaba: "Las cosas ocurrieron tal como dijimos que ocurrirían. La marcha de la revolución confirmó la exactitud de nuestro juicio. Primero, junto con todos los campesinos, contra la monarquía, los terratenientes, contra el medievalismo. Y, hasta ese punto, la revolución sigue siendo burguesa, democrático-burguesa. Después, junto con los campesinos pobres, con los semiproletarios, con todos los explotados, contra el capitalismo, incluyendo a los ricos del campo, los kulaks, los especuladores, y es en ese punto donde la revolución se convierte en socialista".
Y esta definición de la etapa la completó, desde el punto de vista leninista, planteando que debía ser la clase obrera la que encabezara la revolución democrática. Así marcó la gran diferencia que tenía con los mencheviques -y de hecho con Trotsky, en aquella época emblocado con ellos-, en cuanto a una revolución democrática que la clase obrera no debía dejar en manos de la burguesía, sino acaudillarla. Debía golpear junto a la burguesía y marchar separado de ésta; tratar de hegemonizar esa revolución democrática para luego, cuanto antes, "en la medida de nuestras fuerzas", pasar a la etapa de la revolución socialista.
De más está decir que este planteamiento de la revolución democrática de parte de Lenin fue una innovación. Uno de los grandes aportes que hizo a la cuestión, tomando en cuenta que, hasta ese momento, el movimiento comunista internacional se seguía manejando con la táctica esbozada en el capítulo de cierre del Manifiesto Comunista por parte de Marx y Engels. En general, ellos planteaban una táctica de apoyo crítico a tal o cual fracción de la burguesía, para desgastarlas, en tanto esperaban que sonara la hora de la clase obrera para pasar a derribar a la última fracción de la burguesía que ya estuviera desmoralizada, dividida y, sobre todo, desprestigiada ante las masas (ver capítulo titulado "Actitud de los comunistas ante los diferentes partidos de oposición" del Manifiesto Comunista. Obras Escogidas Marx-Engels, tomo I, página 139-140).
El enfoque de Lenin es diferente. En la época del imperialismo, vista la aceleración de las contradicciones, las guerras, la maduración de las contradicciones objetivas y subjetivas -y éste es uno de los aportes fundamentales de los bolcheviques al arsenal teórico del marxismo- el proletariado debía encabezar la revolución democrática, y luego pasar de modo ininterrumpido, sin etapas intermedias de dominación burguesa, a la lucha por el socialismo.
La consigna que sintetizó esta idea leninista fue la de un "gobierno democrático-revolucionario de los obreros y campesinos".
Frente a ésto se alzaron los puntos de vista del trotskismo, que planteó en los años de la Revolución de 1905 la errónea y sectaria consigna de "Sin Zar, por un gobierno obrero". El Trotsky que agitaba esa consigna formaba el bloque con los mencheviques desde 1901 hasta 1905.
Sobre esto hay que recordar algunas citas críticas en los trabajos de Lenin, que nos ayudan a situar la historia del personaje que venimos criticando: "Trotsky representa únicamente sus vacilaciones personales, y nada más. En 1903 fue menchevique, abandonó el menchevismo en 1904, volvió al menchevismo en 1905, haciendo gala de una fraseología ultrarrevolucionaria; en 1906 se apartó de nuevo; a fines de 1906 defendió los acuerdos electorales con los Kadetes (es decir, de hecho estuvo de nuevo con los mencheviques). Y en la primavera de 1907, dijo en el Congreso de Londres que divergía de Rosa Luxemburgo más sobre ´matices individuales de las ideas que sobre tendencias políticas´. Trotsky plagia hoy los bagajes ideológicos de una fracción, mañana de otra y como consecuencia, se proclama ubicado por encima de ambas fracciones. En teoría Trotsky no está de acuerdo en ningún punto con los liquidadores y otzovistas, pero en la práctica está en un todo de acuerdo con ellos". (V.I. Lenin, Contra el trotskismo, tomo I, página 92).
En una carta a Máximo Gorki, Lenin escribió el 13 de febrero de 1908: "Yo personalmente, por ejemplo en el período 1903-1905, cuando Trotsky era menchevique, tuve con él choques que llegaron a convertirse en verdaderas batallas".
En otra carta al mismo Gorki, el 11 de abril de 1910, el jefe de la revolución rusa añadió que "Solamente un charlatán como Trotsky supone que este rechazo (al liquidacionismo y otzovismo) puede evitarse".
En 1911, lo calificó de "Judas Trotsky" en estos términos: "En el pleno del CC el Judas Trotsky se deshizo en ataques contra el liquidacionismo y el otzovismo. Juró y aseguró que era fiel al Partido. Le fue concedido un subsidio. Después del pleno del CC se debilitó y se fortalecieron los de Vperiod, que ahora tienen dinero. Se robustecieron los liquidadores que a la vista de Stolipin escupían a la cara del partido ilegal. El Judas expulsó de Pravda al representante del CC y comenzó a escribir artículos liquidacionistas en Vorwats".
La posición del trotskismo era en aquellos años -y luego sus herederos lo continuaron- la de "Sin Zar, por un gobierno obrero". Según él era errónea y reaccionaria la consigna bolchevique de un "gobierno de unidad obrero-campesina".
Muchos años después, en "La Revolución Permanente", Trotski afirmó textualmente: "La tendencia de la Internacional Comunista de imponer actualmente a los pueblos orientales la consigna de la dictadura democrática, superada hace años por la historia, no puede tener más que un carácter reaccionario".
Su concepción era la no distinción de las etapas dentro de la Revolución. La suya fue una crítica a todos aquellos que plantearan una línea de alianza obrero-campesina (como la quería primero Lenin y luego Mao, Ho Chi Minh, Fidel Castro y el Che Guevara), afirmando que renegaban de la lucha por el socialismo.
Lenin era enemigo de la teoría de la Revolución Permanente y mantuvo una posición concluyente con respecto a ella. Dijo irónicamente: "Trotsky mantiene su ´original´ teoría de 1905, negándose a reflexionar sobre las causas por las cuales durante 10 años la vida ha pasado de largo ante esta magnífica teoría. La ´original´ teoría de Trotsky copia de los bolcheviques el llamamiento al proletariado a una lucha revolucionaria resuelta y a la conquista del poder político, y de los mencheviques, la negación del papel del campesinado". (V.I. Lenin, "Las dos líneas de la revolución", noviembre de 1915).
El tema del campesinado constituyó una diferencia con Lenin que no data solamente de aquellos años, 1905/1912/1917. Inclusive después del 17 Lenin siguió enfatizando acerca de la necesidad de la unidad de los obreros con los campesinos. Máxime en un país como Rusia, donde había una abrumadora mayoría de campesinos. Por eso el jefe de la revolución soviética hizo concesiones a los campesinos y al partido de los campesinos -que era el de los Socialistas Revolucionarios-, no sólo en las polémicas de 1905, sino cuando tomó el poder y firmó el Decreto de la Tierra. Ese fue el primero del nuevo poder soviético, junto con el Decreto de la Paz que firmaron Lenin y el Consejo de Comisarios del nuevo Gobierno del Pueblo.
El 30 de diciembre de 1920, Lenin observó: "Se trata de que (el poder soviético) no es un Estado completamente obrero. Aquí es donde el camarada Trotsky comete uno de sus errores fundamentales. En primer lugar el nuestro no es, en realidad un estado obrero sino un estado obrero y campesino". ("Los sindicatos, la situación actual y los errores del camarada Trotsky").
En cuanto a la tierra, justamente, Lenin fue flexible frente a los campesinos, abandonó su consigna de "nacionalización de la tierra" por la cual luchó durante 15 años, y tomó en cuenta el mandato campesino inspirado por los Socialistas Revolucionarios de izquierda. En suma planteó una consigna de reforma agraria que entregaba la tierra a los campesinos, promoviendo luego la cooperativización.
Incluso en polémicas que sostuvo con Bujarin y el mismo Trotsky, en el VI y VII Congreso del partido bolchevique (en el 17 y 18 respectivamente), Lenin definió al poder soviético como un estado obrero y campesino. Lo hizo hostigado por los insultos de Bujarin y Trotsky, a quienes les parecía inconcebible una definición de esas características.
Con esto quiero significar que no se trataba de una mera discusión teórica, sino algo práctico y trascendente. Fue en base a la alianza obrero-campesina que Lenin pudo hacer y sostener la Revolución. Por tener una línea para los campesinos después de tomar el poder, fue que pudo mantener el poder soviético en momentos en que -todos lo sabemos- se desarrollaron las dificultades ocasionadas por la intervención extranjera, la Guerra Civil, la injerencia militar de los alemanes, japoneses, ingleses, franceses, etc. contra el naciente poder soviético.
Creo que esta discusión, hoy, que han transcurrido muchos años, se da en términos generales, cuando ya están maduras las condiciones para evaluar -a la luz de la práctica- quién tuvo la razón.
La realidad ha demostrado, después de transcurridos muchos años, que la razón la tuvo Lenin. Desde 1902, desde el "Qué hacer" en adelante, él sostuvo hasta 1917 -hasta "Las Tesis de Abril", del 17- la necesidad de la Revolución Democrática y del Gobierno Obrero y Campesino.
En "Las Tesis de Abril" fue cuando Lenin planteó el cambio de las etapas de la Revolución y reclamó que todo el poder debía pasar a los soviets. De allí en adelante, sobre todo desde la represión del gobierno burgués de Kerensky en junio-julio de 1917, orientó al partido para poner a la orden del día la preparación de la insurrección armada y el planteamiento de la Revolución Socialista.
Eso tenía que ver con que en febrero del 17 el zarismo había sido derribado por una revolución popular y se había creado una dualidad de poderes. Por un lado Kerensky y la burguesía, y por el otro los Soviets o consejos de delegados obreros, soldados y campesinos. Esto debía dar lugar a una resolución por medio de una revolución socialista que pusiera todo el poder en manos de los obreros.
La vida ha demostrado lo correcto de las teorías leninistas en general sobre las distintas etapas de la revolución. Esta verdad general y esta conclusión histórica también deben traerse a colación en la Argentina.
Aquí, donde no hemos hecho la Revolución, también chocan dos concepciones.
La de los trotskistas, que conducen al aislamiento. No son revolucionarias, son sectarias, debilitan y aislan a la clase obrera; en nombre del socialismo abandonan las reivindicaciones democráticas y antiimperialistas en manos de la burguesía y de la pequeña burguesía.
Por otro lado nosotros, que humildemente intentamos ser herederos de los bolcheviques, queremos hacer también una revolución cuya primera etapa sea democrática, antimonopolista, antioligárquica, antiimperialista, profundamente popular y dirigida por la clase obrera. Una revolución cuyas dos tareas centrales -que para Lenin fueron paz, pan y tierra- sean en la Argentina las de forjar una revolución democrática seguida por la expropiación y confiscación de los 300 monopolios nacionales y extranjeros como Bunge & Born y Pérez Companc. Esto significa en nuestro país una Revolución Democrática. Y que, simultáneamente, se destruya, desde los cimientos hasta el techo, el edificio fascista de las Fuerzas Armadas, que es justamente el que asegura esta dominación oligárquico-imperialista. Esta es la gran tarea popular siguiendo las concepciones leninistas para la revolución en un país capitalista dependiente como el nuestro. Así se abrirá paso al socialismo.
Entendemos junto a Lenin y por oposición a Trotsky que hubo una etapa democrática de la revolución en Rusia, pese a que era un país imperialista (atrasado dentro de los países imperialistas).
Lejos de lo que planteaba Trotsky, cuando decía que estaba superada por la historia, la vida demostró que en China hubo dictadura democrática de obreros y campesinos, con etapas de la revolución; en Nicaragua la hay; en Europa Oriental las hubo con las Democracias Populares. No conocemos caso algunos de las revoluciones que no hayan atravesado en su lucha esa etapa preparatoria de la revolución socialista en base a aquella alianza obrero-campesina que tanto repugnaba a Trotsky.
Que los sectores reformistas (los "mencheviques" de la Argentina, los Juan B. Justo y los Victorio Codovilla) hayan hecho seguidismo detrás de la burguesía nacional y hasta de la gran burguesía, en nombre de la "etapa democrática", no significa que el leninismo haya perdido vigencia. Ni que el trotskismo tenga razón con su estrecha propuesta de "gobierno obrero".
En los países avanzados como Francia, Alemania y EU, por supuesto, habrá que plantear las cosas directamente como revolución socialista. Pero en las revoluciones que hubo hasta ahora, incluso en algunos casos como el de Rusia, que no era un país típico del Tercermundo, colonial o semi-colonial, hubo etapas.
Construcción del socialismo
En cuanto a la construcción del socialismo, yo trataría de sintetizar en dos grandes puntos estas diferencias, aunque hay muchas más por supuesto. Pero veamos estos puntos fundamentales: uno, el tratado de paz de Brest-Litovsk; otro, la polémica acerca de los sindicatos.
El caso de Brest es muy sencillo: el imperio alemán, apoyándose en que Rusia no tenía casi fuerzas armadas, que estaba construyendo el socialismo sin clase obrera -como lo expresó paradojalmente el mismo Lenin en alguna oportunidad-, presentó una serie de reclamos territoriales y económicos. Frente a ésto Lenin dijo que había que ganar tiempo. Trotsky fue como canciller soviético a estas negociaciones, procedió de acuerdo con Lenin durante algún tiempo, y luego lo desobedeció. No firmó la paz con los alemanes y desmovilizó al ejército. Esto creó condiciones para que los alemanes avanzaran y la Rusia soviética tuviera que pagar con más territorio y más dinero, aparte de tener que ceder Ucrania, Finlandia, Estonia y otros territorios que los alemanes reclamaban. Ahí se armó un gran debate de política internacional en el VII Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso.
La discusión sacudió a todo el partido. Trotsky afirmó que era una traición haber firmado la paz de Brest. La oposición "de izquierda" se coaligó contra Lenin-Stalin a propósito de esta cuestión. Habló de que se traicionado la revolución alemana, entregado Finlandia, etc. Lenin le contestó indignado diciendo que eran como los niños, que pensaban que quien firmaba un pacto se vendía a Satán y al infierno. Que eso era sencillamente ridículo, pues la historia militar demostraba con claridad que la firma de un pacto después de una derrota era un recurso para unir fuerzas. "Hicimos todo lo que se podía hacer. Con la firma del tratado salvamos a Petrogrado, aunque más no sea por unos pocos días". Trotsky, Bujarín y toda la oposición "de izquierda" dijo que era una traición. Afortunadamente Lenin ganó esa votación en el Comité Central, aunque ajustadamente. Y en el VII Congreso partidario ganó con 30 votos contra 12 y 4 abstenciones.
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