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General: FRANCO , LA IGLESIA CATOLICA Y SUS MARTIRES
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De: Ruben1919  (Mensagem original) Enviado: 01/02/2011 20:44
SECTA CATOLICA Y LOS REGIMENES FASCISTAS FRANCISCO FRANCO, PRIMERA PARTE 
 
Franco, la Iglesia católica y sus mártires

El 1 de julio de 1937, hace ahora 70 años, la jerarquía de la Iglesia católica española selló oficialmente el pacto de sangre con la causa del general Franco. Ese día vio la luz la "Carta de los Obispos españoles a los de todo el mundo con motivo de la Guerra de España". Redactada, a petición de Franco, por el cardenal Isidro Gomá, la apoyaron con su firma todos los obispos españoles, menos Mateo Múgica y Francesc Vidal i Barraquer, que se encontraban en ese momento en Italia. Múgica, obispo de Vitoria, había sido expulsado de su diócesis unos meses antes por la Junta de Defensa de Burgos por haber "amparado con excesiva transigencia a los sacerdotes nacionalistas" y excusó su firma alegando precisamente que no estaba en su puesto. Vidal i Barraquer, arzobispo de Tarragona, que había podido escapar de la violencia anticlerical del verano de 1936, le dijo a Gomá que ese documento colectivo podría servir de pretexto "para nuevas represalias y violencias" y para "colorear las ya cometidas" y que además le molestaba, en clara alusión a Franco, "aceptar sugerencias de personas extrañas a la Jerarquía en asuntos de su incumbencia".

Nada nuevo, desde el punto de vista doctrinal, había en esa "Carta" que no hubiera ya sido dicho por obispos, sacerdotes y religiosos en los doce meses que habían pasado desde la sublevación militar. Pero la resonancia internacional fue tan grande, editada inmediatamente en francés, italiano e inglés, que muchos aceptaron para siempre la versión maniquea y manipuladora que la Iglesia transmitió de la guerra, del "plebiscito armado": que el "Movimiento Nacional" encarnaba las virtudes de la mejor tradición cristiana y el Gobierno republicano todos los vicios inherentes al comunismo ruso. Además de insistir en el bulo de que el "alzamiento militar" había frenado una revolución comunista planeada a fecha fija y de ofrecer la típica apología del orden, tranquilidad y justicia que reinaban en el territorio "nacional", los obispos incorporaban un asunto de capital importancia, que todavía hoy es la posición oficial de la jerarquía: la Iglesia fue "víctima inocente, pacífica, indefensa" de esa guerra y "antes de perecer totalmente en manos del comunismo", apoyó la causa que garantizaba "los principios fundamentales de la sociedad". La Iglesia era "bienhechora del pueblo" y no "agresora". Los agresores eran los otros, los que habían provocado esa revolución "comunista", "antiespañola" y "anticristiana".

La "Carta colectiva" consiguió la adhesión de los episcopados de treinta y dos países y de unos novecientos obispos. El respaldo sin contemplaciones al bando rebelde sirvió de argumento definitivo para los católicos y gentes de orden del mundo entero. Fundamentalmente porque iba acompañado de un descarado silencio acerca de la violencia exterminadora que los militares habían puesto en marcha desde el primer momento de la sublevación. La "Carta" demonizaba al enemigo, al que sólo movía la voluntad de persecución religiosa, y codificaba definitivamente el apadrinamiento de la guerra como Cruzada santa y justa contra la disgregación patriótico-religiosa emprendida por la República.

Franco y la Iglesia católica salieron notablemente reforzados. La conversión de la guerra en un conflicto puramente religioso, en el que quedaban al margen los aspectos políticos y sociales, justificó la violencia ya consumada y legitimó a Franco para seguir matando. El entonces director de Propaganda del bando franquista, Javier Conde, le transmitió al jesuita Constantino Bayle, hombre de confianza de Gomá, lo satisfechos que estaban en los círculos políticos y militares con aquel milagroso documento: "Diga Ud. al Señor Cardenal que se lo digo yo, práctico en estos menesteres: que más ha logrado él con la 'Carta colectiva' que los demás con todos nuestros afanes".

Acabada la guerra, los vencedores ajustaron cuentas con los vencidos, recordándoles durante décadas los efectos devastadores de la matanza del clero y de la destrucción de lo sagrado, mientras se pasaba un tupido velo por la "limpieza" que en nombre de ese mismo Dios habían emprendido y seguían llevando a cabo gentes piadosas y de bien.

Obispos y sacerdotes celebraron durante mucho tiempo actos religiosos y ceremonias fúnebres en memoria de sus mártires. Bajo aquellos "días luminosos" de la paz de Franco, sus restos fueron exhumados y trasladados en cortejos que recorrían con gran solemnidad numerosos pueblos y ciudades, desde los cementerios y lugares de martirio a las capillas e iglesias elegidas para el descanso eterno de sus restos.

La Iglesia católica española quiso, no obstante, perpetuar la memoria de sus mártires con algo más que ceremonias fúnebres y monumentos, y reclamó, apoyada por los dirigentes franquistas, su beatificación, un camino que tardó casi cuatro décadas en recorrerse y que, paradójicamente, empezó a encontrar frutos varios años después de muerto Franco, con la democracia ya implantada en la sociedad española. Pío XII se había opuesto a una beatificación indiscriminada y masiva de miles de "caídos por Dios y por España" y una actitud similar adoptaron sus sucesores Juan XXIII y Pablo VI, quien ordenó incluso la paralización de los procesos canónicos que desde el final de la guerra estaban llegando al Vaticano.

Las cosas cambiaron con Juan Pablo II. En marzo de 1982 comunicó a los obispos españoles que iba a impulsar la beatificación de los mártires de la persecución religiosa en España. El 29 de marzo de 1987 beatificó a tres monjas carmelitas de Guadalajara, asesinadas el 24 de julio de 1936. Fueron las primeras beatificaciones de mártires de la cruzada. A partir de ese momento, se aceleró la conclusión de procesos anteriormente paralizados y se abrieron otros muchos. A la jerarquía eclesiástica española, sin embargo, los más de cuatrocientos beatificados desde entonces le parecen pocos y reclaman que sean elevados a los altares muchísimos más: los cerca de siete mil eclesiásticos "martirizados" y unos tres mil seglares de ambos sexos, militantes de Acción Católica y de otras asociaciones confesionales, a quienes se quiere aplicar la misma categoría. Si se cumple lo anunciado por la Conferencia Episcopal, la Iglesia española tendrá 498 nuevos mártires de la "persecución religiosa" en octubre de este año, una ceremonia de beatificación masiva para la que se está organizando una peregrinación multitudinaria a Roma.

Nada ni nadie le impide a la Iglesia católica recordar y honrar a sus mártires. Pero con esas ceremonias de beatificación, la Iglesia católica española continúa siendo la única institución que, ya en pleno siglo XXI, mantiene viva la memoria de los vencedores de la Guerra Civil y sigue humillando con ello a los familiares de las decenas de miles de asesinados por los franquistas, quienes, por cierto, a la espera de la Ley de Memoria Histórica, todavía no han encontrado la reparación moral ni el reconocimiento jurídico y político después de tantos años de vergonzosa marginación. A la jerarquía de la Iglesia católica no le gusta esa Ley ni tampoco desea que un Parlamento democrático apruebe un reconocimiento público y solemne a las víctimas del franquismo. Prefiere su memoria, la de sus mártires, la que sigue reservando el honor para unos y el silencio y la humillación para otros. Como hizo siempre la dictadura de Franco.

[Fuente: Por Julián Casanova, El País, Madrid, 26jun07. Julián Casanova es catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Z


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De: residente Enviado: 01/02/2011 20:49
Ese rubimierda copypastero


Resposta  Mensagem 3 de 3 no assunto 
De: Ruben1919 Enviado: 12/02/2011 14:05

Investigación de Garzón destapó la Caja de Pandora de amnistías

06-may-2010 Verónica Egui Brito

Postal de Franco - Dreamstime
Postal de Franco - Dreamstime

 

La orden judicial emitida contra Augusto Pinochet en 1998 el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón abrió un entramado político y social que distintas sociedades -latinoamericanas principalmente- habían decidido ocultar con el objetivo de recomponer a sus países después de que acabaron fragmentados por dictaduras de derecha

Quién tuvo la intención de develar los crímenes de Franco es cuestionado por ex funcionarios judiciales que intentan resguardar el nombre de sus familias.

s.

España aplicó el principio de la jurisdicción universal, lo que colocó a la nación ibérica a la vanguardia de los derechos humanos y causas humanitarias.

En consideración de Luis Esteban Manrique, analista político y autor del libro América Latina: de la Conquista a la Globalización, los españoles estaban empleando un mecanismo psicológico tratando de juzgar a Pinochet por persona interpuesta a su propio dictador, pues Francisco Franco murió en gestiones, pero muchos de sus altos mandos y ministros estaban vivos cuando procesaban al dictador y violador de derechos humanos de Chile.

 

A nadie, en ninguna parte del mundo, se le ocurrió introducir causas penales contra los ex funcionarios del régimen de Franco para enjuiciarlos y castigarlos por sus crímenes.

Criminalizan la investigación

En cambio ahora, cuando Garzón intentó aplicar en su país lo propio, fue adversado por toda una tendencia derechista (afines a Franco) para acallarlo y mantener la impunidad en el propio país que abrió la oportunidad mundial para condenar a otros gobernantes. Una paradoja total.

El Partido popular (PP) y otros organismos y movimientos de derecha en España consideran que con la ley de Memoria Histórica -promulgada por el jefe del Gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero que avala la investigación realizada por Garzón sobre los crímenes del franquismo- se está violando los principios que hicieron posible la transición política de España.

Cabe recordar que en 1977 fue promulgada la ley de amnistía en España pero existen muchos movimientos y partidos políticos que consideran que esa legislación ya no tiene cabida en la sociedad actual.

El problema fundamental de España es que, precisamente este país a través de uno de sus jueces abrió la Caja de Pandora sobre el controvertido tema de las amnistías y derechos humanos, y era de esperar que, más temprano que tarde, su nación también se viera en la necesidad de actuar frente a sus propios crímenes e injusticias cometidos durante la dictadura de Franco.

Intereses debilitan al sistema judicial

Lo cierto es que, existen denuncias del ex fiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo sobre la existencia de jueces que conforman el Tribunal Supremo que habrían sido cómplices de torturas y graves violaciones de los derechos humanos en el régimen franquista, asegura Manrique.

Además de esto, el analista político explica que actualmente existe en España un franquismo sociológico, formado por hijos de ex funcionarios del régimen que ahora son opositores democráticos. A ellos, según Manrique, no les conviene que el buen nombre de sus familias sea manchado por estas acusaciones y por esto, tratan de interferir con la investigación de Garzón a través de la querella en su contra.

De hecho, los grupos radicales exigen que el juez de la Audiencia Nacional sea inhabilitado por 20 años, y con esto, archivar la investigación sobre los crímenes del franquismo.

Sanación moral de las víctimas

Tras 35 años de la muerte de Franco y posterior restablecimiento del carácter democrático de España aún queda un sentimiento de vergüenza e impunidad sobre lo sucedido en esa dictadura.

Permitir a los deudos conocer el sitio donde están enterrados sus familiares y darles una digna sepultura iniciaría una sanación moral que los españoles necesitan.

Hace par de semanas miles de españoles marcharon no sólo para apoyar la causa que realiza Garzón contra el franquismo sino para defender la justicia y detener la impunidad que ronda al sistema judicial español.

Si bien es cierto que toda amnistía se crea para restablecer democracias y unificar sociedades fragmentadas también lo es que, para ello, necesitan un reconocimiento moral de las culpas.

En España nadie ha pedido perdón por los atroces crímenes cometidos, la derecha sigue responsabilizando a los republicanos, que mucha culpa tienen, pero con ello justifican las represiones y el derramamiento de sangre durante la guerra civil. Al menos 150 mil personas desaparecieron.

Es momento de unificar criterios sin importar ideologías políticas.

Similitudes fascistas

Antes de haber comenzado con extranjeros, la justicia española ha debido castigar a quien oprimieron y vejaron a su pueblo por más de tres décadas. Hay que recordar que Franco fue gran aliado de Adolfo Hitler y de Benito Mussolini, dos de los peores fascistas de la historia universal contemporánea. Pinochet se quedó corto en comparación con estos hombres.



Leer más en Suite101: Investigación de Garzón destapó la Caja de Pandora de amnistías http://www.suite101.net/content/garzon-destapo-la-caja-de-pndora-de-las-amnistias-mundiales-a16293#ixzz1DkfltdKF

 

 


 
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