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General: Tomás Moro
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De: algoporalgo  (Mensagem original) Enviado: 17/06/2011 03:20

Tomás Moro
 

(1478-1535)

Vida y obras

 

Biografía de Tomás Moro

1.

Tomás Moro nació en Londres en 1478, de familia acomodada y noble, ciudad de la que sería alguacil, posteriormente. Tras la realización de sus primeros estudios pasa a formar parte del séquito del cardenal arzobispo de Canterbury Juan Morton, donde continuó su formación, profundizando en los estudios teóricos. Será, sin embargo, en Oxford en donde completará su formación intelectual, orientada hacia el estudio de los clásicos, entablando posterior amistad con otros humanistas de la época, como Erasmo, pese a que los deseos de su padre le llevaron a ejercer como jurista y magistrado en Londres.

El All Souls College, en Oxford, fundado por Enrique IV de Inglaterra y Henry Chichele, arzobispo de Canterbury, en 1438.

2.

El interés por la reflexiones políticas y morales que se ve reflejado en sus obras fue acompañado por una participación activa en la vida política de su tiempo. En 1504 es elegido miembro del Parlamento, oponiéndose al absolutismo de Enrique VII, siendo multado y encarcelado a raíz de dicha oposición, viéndose obligado a abandonar la participación activa en la vida política. Con la llegada al trono de Enrique VIII se ve rehabilitado, siendo nombrado alguacil de Londres, y participando también en algunas misiones diplomáticas; el éxito alcanzado en sus actividades le lleva a ser nombrado Lord Canciller de Inglaterra. Sin embargo, su desacuerdo con los planes de Enrique VIII, quien deseaba romper con la iglesia de Roma y consolidar su poder absoluto, le hacen caer en desgracia, siendo encarcelado en la Torre de Londres, y condenado a muerte y decapitado, finalmente, en julio de 1535.

3.

La obra de Tomás Moro está impregnada de los ideales del humanismo, recibiendo directamente el influjo de los pensadores clásicos, pero teniendo en cuenta las condiciones históricas de su tiempo, lo que se puede observar perfectamente en su conocida obra "De optimo reipublicae statu deque nova insula Utopia",(Sobre la mejor condición del estado y sobre la nueva isla Utopía ), escrita en 1516, bajo la clara influencia de la "República" de Platón. Especialmente interesantes pueden resultar todavía para nosotros sus ideas sobre la tolerancia (política y religiosa) y sus consideraciones sobre la violencia, que le conducen al rechazo y condena de la guerra.

GUERRA Y PAZ EN LA UTOPÍA DE TOMÁS MORO

1.

La "Utopía" de Moro, presentada en forma de diálogo, se divide en dos libros. En el primero de ellos, el narrador, Moro, expone las circunstancias que le llevaron a Amberes donde, a través de su amigo Pedro Giles, conoció a Rafael Hitlodeo, aventurero portugués, con quien ambos mantendrán una animada conversación que desembocará en la exposición y análisis de los males de la sociedad de su época. En el segundo libro, Rafael Hitlodeo describirá la forma en que se organiza la sociedad de los utopianos, pueblo que conoció en uno de sus viajes y con quien vivió varios años, presentándolo como modelo para la superación de los males de la sociedad europea de la época. El contenido de la obra podría esquematizarse como sigue:

Libro I

  • 1.- Presentación de los personajes (pp. 68-73)
  • 2.- Comienzo del diálogo sobre los consejeros de los príncipes (pp. 73-76)
  • 3.- Relato de la conversación habida en casa del cardenal Morton (pp. 76-92)
  • 4.- Continuación del diálogo sobre los consejeros de los príncipes (pp. 92-104)
  • 5.- Conclusión del libro (pp. 104-07)

Libro II

  • 1.- Descripción de la sociedad de Utopía (pp. 111-196)
  • 2.- Conclusión:

    - Reflexiones de Hitlodeo (pp. 196-200)
    - Reflexiones de Moro (pp. 200-201)

(La "Utopía" de Moro está disponible en castellano en la Biblioteca de Autores Socialistas de la Universidad Complutense de Madrid).

El Libro I

1.

Luego de haber presentado a Rafael Hitlodeo y de haber narrado éste sus viajes y reflexiones sobre las sociedades conocidas en ellos, Pedro Giles le pregunta por qué no se ha puesto al servicio de algún príncipe, sirviéndole como consejero, dada la sabiduría alcanzada en temas de sociedad y gobierno. Responde a ello negativamente Hitlodeo, casi con amargura y acaso con cierta violencia, dando lugar al comienzo del diálogo sobre los consejeros de los príncipes.

2.

Sostiene Hitlodeo que el poder no le interesa porque los príncipes no se ocupan de la paz ("La mayoría de los príncipes piensan y se ocupan más de los asuntos militares, de los que nada sé ni quiero saber, que del buen gobierno de la paz", Tomás Moro, "Utopía", Alianza Editorial, Madrid, 1992, p. 75); dominados por la ambición sólo se preocupan por adquirir nuevos dominios, sin preocuparles el buen gobierno de los que ya tienen; además, se rodean de aduladores, dominados también por ambiciones ("... mentes absurdas, soberbias y retrógradas"), en medio de una maraña de leyes desproporcionadas, injustas e ineficaces (p. 77).

3.

Surge entonces la referencia a Inglaterra, que da pie al relato de la conversación mantenida por Hitlodeo con el cardenal Juan Morton, y en el curso de la cual se catalogarán los males de la sociedad inglesa y de su forma de gobierno. La miserable pobreza a que se ve abocada la mayoría de la población, a causa de los propietarios de ovejas, que destrozan la agricultura tradicional, y la política de mantener ejércitos mercenarios son las principales causas del robo y de otras depravaciones morales. Ante ello, la aplicación de leyes desproporcionadas no dejan más alternativa que la de morir de hambre.

4.

En lugar de erradicar las causas de la pobreza, y eliminar así a los ladrones, los gobernantes abundan en ignorarlas, y recrudecen las leyes aplicando la pena de muerte a los ladrones. Actúan doblemente mal, porque no respetan el derecho a la vida, al aplicar la pena de muerte, y porque en la práctica incitan a aumentar la magnitud del crimen, ya que al castigar con la muerte al ladrón aumentan la posibilidad de que éste al robar mate, para evitar testigos del robo (pp. 85-86). El ejemplo de los Polileritas (pp. 86-89) viene a subrayar la idea de que un tratamiento racional del crimen y de la miseria es posible, conduciendo a soluciones estables que permiten eliminar los problemas derivados de la existencia de ladrones, vagabundos, ancianos y enfermos.

William el conquistador ordenó construir la Torre de Londres en 1078 con piedra de Caen, importada expresamente de Francia, siendo dirigida la construcción por el arquitecto Gundulf, obispo de Rochester.

5.

Terminado el episodio del cardenal Morton, se continúa el diálogo sobre los consejeros de los príncipes, considerando el tema platónico del filósofo rey. Moro insiste en la utilidad de la sabiduría para el buen gobierno y la dicha del pueblo ("Pero ¿no se alejará de nosotros esa dicha si los filósofos ni se dignan siquiera asistir a los reyes con sus consejos?", p. 93). Hitlodeo lo niega: los príncipes no le harían caso; y explica sus razones imaginando que fuera consejero del rey de Francia y se opusiera al avance de la guerra en Italia. No seguiría sus consejos antibelicistas. ¿Cómo reaccionaría la Corte si les pusiera el ejemplo de los Acorianos (p. 95) y de los Macarianos (p. 99)? Es decir, si le propusiera a la Corte renunciar a la ambición de conquistar otros pueblos o a su acumulación de riqueza. No le harían caso. Como mucho, acabaría corrompido él mismo por sus argumentos, cediendo a sus pretensiones o dejándose contaminar por su ambición. Frente a la ambición que genera el poder, la filosofía es inoperante. No hay ninguna vía ni directa ni indirecta ("Si no puedes conseguir todo el bien, que resulte el menor mal posible", dirá Moro, p. 101). No hay modo de ser útil para unos hombres así, dice Hitlodeo: "Su solo trato deprava. El más limpio y honesto terminaría encubridor de la maldad y estupidez ajenas" (p. 102). ¿Cuál es la razón última de esa imposible colaboración entre poder y filosofía? "Creo que donde hay propiedad privada y donde todo se mide por el dinero, difícilmente se logrará que la cosa pública se administre con justicia y se viva con prosperidad", dirá Hitlodeo (p. 103).

Conclusión del Libro I

Moro insiste en que allí donde todas las cosas se comparten no existen motivos para desear ganancias personales, y que el individuo se convierte en alguien perezoso si no hay manera de conservar lo que se ha conseguido con esfuerzo personal. Hitlodeo rebate todo esto citando el ejemplo de Utopía ("Cuando estuve en Utopía") y, afirmando estar familiarizado en profundidad con sus costumbres y sus maneras, afirma que no existe ninguna sociedad tan bien ordenada como la de ellos. Aquí, Peter Giles, que lleva sin hablar bastante tiempo, estalla, expresando un escepticismo extremo ante lo que dice Hitlodeo. Sería difícil imaginar un pueblo mejor ordenado que el que nosotros formamos. Hitlodeo contesta que los miembros de la mancomunidad de esta parte del mundo son mayores que los nuestros, y que tenían ciudades antes de que hubiera hombres entre nosotros. Una vez un barco romano naufragó en Utopía. Los utopianos aprendieron de inmediato todo lo que los romanos podían enseñar. Si nos ocurriera lo mismo, difícilmente podríamos aprender de ellos de esa manera. Su pasión por aprender es una de las causas que explican su superioridad sobre nosotros. Moro interviene entonces, de manera diplomática, para pedir a Hitlodeo que les dé una descripción amplia de Utopía (lo que se convierte en el "asunto" del Libro II): de sus tierras, ríos, ciudades, habitantes, tradiciones, leyes y costumbres. Hitlodeo se muestra muy dispuesto a hacerlo, pero avisa de que le llevará tiempo. Moro propone cenar primero. Después de la cena, vuelven al mismo lugar del jardín, donde Hitlodeo comienza su narración sobre Utopía.

El Libro II

1.

El Libro II se dedica fundamentalmente a la exposición de las diversas características de Utopía: situación, formas de organización social y de gobierno: trabajo, familia, educación, propiedad, magistrados, relaciones internacionales, el arte de la guerra, la filosofía, la moral y la religión, fundamentalmente. En el curso de la misma surgen cuestiones de relevancia, como el tratamiento del divorcio, la eutanasia, muerte, etc. Y otras de mayor alcance ideológico, como el rechazo de la propiedad privada, de la guerra, de la pena de muerte, y la exigencia del reconocimiento de la igualdad entre los hombres y la tolerancia religiosa. Algunas de estas consideraciones se habían ido vertiendo ya en el Libro I (sobre la guerra, por ejemplo). Otras serán introducidas en el contexto de la sociedad de Utopía como solución a los problemas planteados en el Libro I.

2.

El libro finaliza con una doble conclusión: la de Hitlodeo y la de Moro, abriendo ésta última un espacio para la crítica y la reflexión. Después de su narración sobre Utopía, Hitlodeo vuelve a la idea central que había expuesto al final del Libro I: que la superioridad de la sociedad utópica está en que sus miembros lo comparten todo. En Utopía los graneros públicos se encuentran llenos, por lo que no hay que preocuparse por pasar hambre: aunque nadie es dueño de nada, todo el mundo es rico. Fuera de Utopía, la gente tiene está siempre preocupada, no sólo por su supervivencia, sino también por la de su familia. No existe la justicia fuera de Utopía. Los nobles, los prestamistas y los banqueros viven con lujo y esplendor siendo vagos, haciendo un trabajo que no es esencial.

3.

Mientras que las personas corrientes, cuyo trabajo es absolutamente esencial a la mancomunidad, llevan vidas incluso más duras y desdichadas que las de las bestias de carga, para al final ser descartadas en su vejez o al caer enfermas, abandonadas a morir una muerte mísera. Los ricos incluso sacan una parte de sus ganancias de los pobres por ley. Han corrompido las leyes, y nos lo han endosado con el nombre de "justicia". El estado de todas las mancomunidades que florecen hoy no es más que una conspiración de los ricos, que persiguen sus propios intereses, bajo la apariencia de mancomunidad. Y sin embargo, por toda su avaricia insaciable, los ricos están muy lejos de la felicidad de Utopía. En Utopía, la avaricia quedó abolida cuando el dinero fue abolido.

4.

Y una considerable cantidad de problemas y de actividades criminales también quedó liquidada con aquello. Compara esto con la situación que tenemos, donde miles de personas pobres han sido víctimas del hambre. Si hubieras abierto los graneros de los ricos, habrías hallado más que suficiente para alimentar a todos quienes murieron de hambre y de enfermedad. La humanidad, ya sea por interés propio o siguiendo las enseñanzas del propio Cristo, habría adoptado las prácticas de los utopianos si el monstruo del orgullo no les hubiera detenido. El orgullo está profundamente enraizado en los corazones de los hombres; no es fácil desarraigarlo. Pero en Utopía, al menos, sí se han desarraigado los vicios de la ambición y del afán de crear facciones.

5.

Cuando Hitlodeo terminó de hablar, Moro le respondió, señalando las muchas cosas absurdas de la sociedad utópica, en especial su vida en común y su común abastecimiento alimentario, así como su falta de dinero. Estas cosas socavan por completo toda nobleza, magnificencia, esplendor y majestad, lo que - como cree la gente- (muy irónico), son las verdaderas glorias de una mancomunidad. Sabedor de que Hitlodeo se había cansado de la narración y que no toleraría ningún tipo de oposición a sus opiniones, la voz final propone entonces, de manera diplomática, retirarse a cenar y continuar la conversación algún otro día si fuera posible. La voz final termina de forma bastante ambivalente, expresando desacuerdo con algunos aspectos de la narración de Hitlodeo, pero también alabando muchos rasgos de esa sociedad, rasgos nada realistas si se piensa en su aplicación en nuestros países, sino más bien meramente deseables.

La guerra y la paz

1.

Uno de los grandes temas de Moro en Utopía es el de la paz, aunque tratado negativamente a través de su análisis y rechazo de la guerra. En el Libro I, a lo largo del diálogo sobre los consejeros de los príncipes y del episodio del cardenal Morton, en relación con la ambición de las Cortes europeas. En el segundo, casi hacia el final del relato sobre Utopía, para explicar bajo qué condiciones acuden a la guerra los utopianos que, pese a todo, la abominan: es decir, cuándo podríamos hablar de una guerra justa.

A) La organización social y política de Utopía

1.

Respecto al Libro I parece claro que la guerra en las Cortes europeas sólo está motivada por la ambición de los príncipes: ya sea por aumentar sus posesiones territoriales, o las económicas, o ambas.

El ejemplo de los Acorianos (p. 95 y ss.) viene a decirnos cómo, al saber frenar las ambiciones de posesiones territoriales del rey, un pueblo supo organizar una paz duradera con sus vecinos y la prosperidad de los súbditos en su territorio. La guerra es presentada aquí como el peor de los males, ya que "había corrompido las costumbres, fomentado el vicio del robo, incrementado la práctica del asesinato y disminuido el respeto a la ley" (p. 95). La guerra es, pues, un agente de descomposición social y de infelicidad para todos.

2.

El ejemplo de los Macarianos (p. 99 y ss.) abunda en los beneficios que supone para un pueblo frenar las ambiciones económicas del rey. La imposibilidad de que éste acumule más de una cantidad suficiente de dinero redunda en beneficio del pueblo, ya que el rey no dispone así de medios para maquinar guerras contra sus vecinos y sólo de lo necesario para combatir las rebeliones internas y defenderse del ataque de los enemigos (dos causas de guerra justa que volveremos a encontrar en el Libro II aplicadas a los utopianos).

3.

Hay todavía una tercera mini utopía, la de los Polileritas (pp. 86-88), en la que, a raíz del análisis del trato que ese pueblo da a los ladrones, se habla de su organización social y se explica cómo consiguen vivir en paz pagando un tributo al rey de Persia y librándose así del servicio militar y de la servidumbre de la guerra.

La parte más antigua del actual Palacio de Westminster, sede del Parlamento, se comenzó a construir en 1097. El Palacio fue utilizado también como residencia real hasta 1512, año en que Enrique VIIII decide cambiar su residencia tras un incendio.

4.

Los reyes y príncipes de las Cortes europeas, por el contrario, están dominados por la ambición de poder: político y económico. Y ello lleva inevitablemente a la guerra. Lejos de saber gobernar adecuadamente los territorios que poseen "lo que les importa es saber cómo adquirir -con buenas o malas artes- nuevos dominios" (p. 75). Para ello, necesitan ejércitos cada vez más numerosos y mejor dotados, lo que no se puede hacer sin aumentar los gastos para poder pagar tales ejércitos.

4.1

Ejércitos que acaban siendo permanentes, convirtiéndose en uno de los agentes más nocivos de la sociedad. Ante la afirmación de que en los guerreros reside el valor y el coraje que permite defender a un pueblo (p. 79), Hitlodeo no ve en ellos más que una "turba de vagos" y "ladrones" (p. 79). El haber mantenido ejércitos permanentes de nada les sirvió a los romanos, sirios y cartagineses, o a sus contemporáneos franceses, sino como agente de destrucción interna, por lo que no ve "manera de justificar esa inmensa turba de perezosos por la simple posibilidad de que pueda estallar una guerra" (p. 80).

5.

"La guerra se podría siempre evitar, si es que de verdad se quiere la paz, tesoro más preciado que la guerra" (p. 80). Casi hacia el final del Libro I nos dirá cómo: eliminando la causa de la ambición, la propiedad privada. No se trata de apelar a la buena voluntad del gobernante, ni de que éste se deje asesorar por el filósofo: en un mundo dominado por la propiedad privada sería absurdo, como argumenta a lo largo de todo el Libro I. El filósofo rey no tiene sentido en esa sociedad, en la que la sabiduría tampoco tiene lugar. La verdadera solución a los males sociales y, en particular, al de la guerra comienza por instaurar unas condiciones sociales que la hagan imposible.

5.1

En ausencia de igualdad de bienes entre los ciudadanos, ¿cómo evitar que el poderoso aumente su poder?, ¿cómo evitar que la sabiduría sea sometida a la ambición y aniquilada? Sólo prevalecerá una razón: el interés por el aumento de las posesiones y, con ellas, el aumento del poder.

6.

No rechaza Moro la combinación de gobierno y filosofía. Sólo nos recuerda que ya para Platón esa combinación sólo era posible en una República en la que el principio de igualdad de bienes se hubiera aplicado, aunque fuera parcialmente. Moro dará un paso más, radicalizando esa exigencia y extendiendo ese principio a toda la población. "Por todo ello, he llegado a la conclusión de que si no se suprime la propiedad privada es casi imposible arbitrar un método de justicia distributiva, ni administrar acertadamente las cosas humanas. Mientras aquella subsista, continuará pesando sobre las espaldas de la mayor y mejor parte de la humanidad el angustioso, el inevitable azote de la pobreza y de la miseria" (p. 104). Una sociedad tal es posible. Moro la describe en el Libro II ofreciéndonos las soluciones a los problemas apuntados en el Libro I.

B) Los utopianos y la paz

1.

Luego de haber descrito la organización social y política de Utopía, analiza Moro el tratamiento que los utopianos dan al tema de la guerra.
La abolición de la propiedad privada en Utopía iguala en derechos a todos los ciudadanos y permite desarrollar una forma de gobierno democrática. El príncipe es elegido entre los nominados por el pueblo y ostenta un poder vitalicio, siempre que respete las leyes y actúe en conformidad con ellas; en caso contrario, será destituido.

2.

Todas las decisiones son tomadas por el Consejo, formado por el príncipe y los representantes elegidos democráticamente (Traniboros); a los Sifograntes (otra clase de representantes entre los que son elegidos los Traniboros) se les invita a asistir también a las reuniones del Consejo a fin de estar informados. Dado que los Traniboros pertenecen a la clase intelectual, observamos aquí una conjunción de sabiduría y gobierno, distinta a la que nos ofrece Platón en "La República", pero inspirada en ella.

3.

En última instancia, todas las decisiones políticas deben estar inspiradas por principios éticos o filosóficos, destacando el de "vivir según la naturaleza", lo que equivale a decir: buscar la felicidad, y no sólo para nosotros, sino también para los demás (principio de solidaridad). "Nadie, en efecto, por austero e inflexible seguidor de la virtud y aborrecedor del placer que sea, impone trabajos, vigilias y austeridad, sin imponer al mismo tiempo la erradicación de la pobreza y de la miseria de los demás. Nadie deja de aplaudir al hombre que consuela y salva al hombre, en nombre de la humanidad. Es un gesto esencialmente humano -y no hay virtud más propiamente humana que ésta- endulzar las penas de los otros, hacer desaparecer la tristeza, devolverles la alegría de vivir. Es decir, devolverles al placer".

4.

Ello impone casi como corolario el rechazo de la guerra, de todo aquello que suponga alejar al hombre de su fin natural: llevar una existencia feliz. En consecuencia, los utopianos "abominan la guerra con todo corazón" (p. 71), por lo que no van a la guerra más que por graves motivos, aunque ello no impida que estén bien preparados para ella. Antes de entrar en guerra procuran todos los medios necesarios para evitarla; y si ello no es posible, prefieren utilizar el ingenio a la fuerza bruta, ya que en última instancia el objeto de la guerra es "conseguir lo que les hubiera impedido declararla si sus reclamaciones hubieran sido atendidas" (p. 174).

5.

Son pocas las causas por las que los utopianos entran en guerra: "defender sus fronteras, expulsar de los territorios amigos a los invasores, liberar del yugo y esclavitud de un dictador a algún pueblo oprimido por la tiranía" (p. 172); razones, como vemos, de supervivencia, solidaridad o humanidad. Muy lejos de las ambiciosas razones de las Cortes europeas. Los intereses económicos propios no son causa de guerra, sino "que basta, para repararlos, una interrupción de las relaciones comerciales, hasta conseguir la reparación con la nación culpable" (p. 173). No ocurre así con los intereses económicos de los pueblos amigos, que sí pueden conducir a una guerra por solidaridad, si se ven burlados.

6.

En cuanto a los métodos utilizados en la guerra, prevalece en los utopianos la preferencia del ingenio a la de la fuerza bruta, siempre con el ánimo de que la guerra cause el menor mal posible. Así, poner precio a la cabeza del príncipe enemigo (p. 174), invitar a sus lugartenientes a traicionarle ofreciéndoles dinero (p. 175), hacer intervenir a otros países en la guerra, evitando tener que ir ellos, también a cambio de dinero (p. 176) o contratar ejércitos de mercenarios, preferentemente de la tribu de los zapoletas, famosos por su carácter sanguinario (p. 177) son algunas de las medidas que según los utopianos recomienda el ingenio.

7.

Si estas medidas fracasan y la guerra se hace inevitable, irán a la guerra con sus propios ciudadanos. "Sólo en último lugar destacan a sus propios ciudadanos", siendo el reclutamiento libre y voluntario, participando también como combatientes las mujeres e hijos de los utopianos, lo que hace de ellos un ejército unido y valeroso que resulta prácticamente invencible. Se destacan también como formas correctas de combate el recurso a comandos suicidas, y la organización de emboscadas, todo ello unido a un "perfecto dominio de las técnicas militares" (p. 179).

LA DEFENSA DE LA PAZ EN LA UTOPÍA DE MORO

A pesar de estas últimas consideraciones sobre los métodos bélicos que utilizan los utopianos, que podríamos considerar de dudosa moralidad (¿en qué medida es lícito fomentar el mal, aunque sea entre nuestros enemigos?... a menos que estuviéramos dispuestos a considerarlos fuera del ámbito de lo humano), la defensa de la paz en Moro es manifiesta. La guerra viene a ser considerada como un mal menor, y se recurre a la habilidad o al ingenio para contribuir a evitar que ese mal se agrave injustificadamente. Pero los comportamientos belicistas son claramente rebatidos, tanto en el Libro I como en el Libro II. Y lo que es más importante, ese rechazo de la guerra se fundamenta en una exigencia de igualdad de derechos entre los hombres. Podríamos pensar que la paz de la que habla Moro es una paz pasiva, el mantenimiento de un status quo basado en la preparación para la guerra y en el miedo que provoca en los posibles enemigos la posibilidad de un combate con fuerzas superiores en valor y destreza técnica. Pero también encontramos la posibilidad de interpretar esa paz como una paz activa, una paz que se construye modificando las condiciones sociales y políticas del entorno que conduce a la guerra, y eliminando así las causas del conflicto. Moro apela a la "humanidad" para justificar que nada hay en la naturaleza humana que impida a los hombres vivir pacíficamente. Todo lo contrario: es lo más humano. Se le ha acusado de defender ideológicamente posiciones imperialistas. Los utopianos actuarán con respecto a los otros pueblos de forma muy similar a como los imperios lo harán con los países vecinos y los sojuzgados. La humanidad se reserva para la metrópolis; a los demás les queda el "maquiavelismo" de Moro: la explotación de sus recursos, la imposición de formas de poder que le convienen, y si es necesario su utilización en guerras o simplemente el exterminio. ¿Cómo conciliar estas conductas con los ideales humanitarios? El todavía reciente conflicto de los Balcanes hace pensar inevitablemente en las propuestas de Moro, y repensarlas. Los Estados Unidos, valiéndose de los países aliados, mediatizan un conflicto étnico-religioso(?) apelando a razones humanitarias. A consecuencia del conflicto bélico los daños causados son mayores que los que se pretendía evitar, al menos, si atendemos al grado de destrucción y al éxodo generado. Pero los Estados Unidos no son Utopía, ni sus presidentes están asistidos precisamente por la sabiduría (Reagan, Bush padre e hijo), sino sometidos probablemente a las presiones económicas del mayor, con diferencia, centro financiero del mundo. Más bien, parecen ser sus exigencias económicas las provocan la intervención en el conflicto. Una imagen más de cómo la ambición que denunciaba Moro se disfraza de contenidos ideológicos (una intervención por razones humanitarias o, actualmente, la constitución, también ideologica, del llamado "eje del mal"). Lo que no podía saber Moro (lo sabremos a partir del siglo XIX) es que el poder político es la representación ideológica de la actividad productiva del hombre, de la actividad económica. Y que las justificaciones humanitarias se resuelven en justificaciones ideológicas. Pero lo que sí deja claro Moro es que en ausencia de una igualdad real entre los hombres, en ausencia de la abolición de la propiedad privada, ninguna propuesta moralizante, ningún acto de buena voluntad servirá para cambiar el curso de una sociedad que sigue dominada por la ambición de posesiones territoriales y/o económicas. Las explicaciones de los EEUU para provocar el conflicto parecen coincidir con los casos de guerra justa que Moro contempla entre los utopianos: solidaridad con un pueblo oprimido por un tirano, y ayuda por razones humanitarias. Pero tales motivos de guerra son justos, según Moro, sólo para una población que, como la de Utopía, se asiente sobre la igualdad, en las condiciones señaladas en la obra. En otro caso las causas de la guerra se reducen a las señaladas en el libro I, (como la ambición), y las justificaciones de la misma se reducen a explicaciones ideológicas

Actualidad de la Utopia de Moro

En tal sentido, podemos hacer una lectura de "Utopía" en la que lo que se refleja es el cambio de la actividad productiva de su época, las tensiones entre una edad que muere y otra que se genera. Aún prescindiendo de los contenidos concretos de la obra observamos en ella no sólo la exposición de problemas reales, sino también la expresión ideológica de exigencias reales: la de la libertad e igualdad de los ciudadanos ante la ley. La misma división de la obra, en dos libros, uno en el que se describen los males de la sociedad, y otro en el que se propone otra forma de organización social, es un reflejo ideológico de su época. Se nos dice lo que debe desaparecer: no porque lo quiera Moro, sino porque así lo exige el desarrollo productivo de su época. Y lo que debe surgir: una sociedad igualitaria, justa, en la que el reparto de la riqueza sea equitativo. Con el consiguiente rechazo, por lo tanto, de las formas de organización política y económica correspondientes. Los detalles no tienen demasiada importancia. Las utopías suelen perderse en descripciones más o menos pormenorizadas que dependen de la imaginación o de los sueños del autor, más que de una solución conservadora de los problemas de su época. Pero todas contienen la exposición de esos problemas y la descripción de los valores que permitirían superarlos. Todos los elementos ideológicos del segundo libro de "Utopía" responden a una ambición de cambio que se verá realizada en la modernidad. Libertad, igualdad, solidaridad, son palabras que encontramos en "Utopía" y que encontramos en otros autores de la época y que serán realizadas en un futuro no demasiado lejano, abriendo paso a la modernidad. Aunque todavía en la actualidad no se hayan llenado del contenido que Moro les reservaba.

http://www.webdianoia.com/medieval/tomasmoro.htm



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Resposta  Mensagem 2 de 10 no assunto 
De: Ruben1919 Enviado: 17/06/2011 13:45
Me sorprende muy gratamente resi regalándonos tan valiosa biografía .- Tomás Moro en mi vida significó practicamente el cambio de mi pensamiento  y me llevó por los caminos de lo sencillo , de lo noble ... y de mi acercamiento a quienes de alguna manera sufren los males de un sistema económico injusto ...   todo ello hasta el punto de que mi familia ...  de primero y segundo y hasta quinto grado me catalogaran como alguien que no se estimaba por ser amigo de " negros" o " indios "... no por ser mis amigos o novias tales  ..sino por ser pobres ... pero valiosos intelectualmente .-

En las varias veces que he visitado Cuba he visto en su pueblo y sus costumbres una aproximación maravillosa a lo que con toda seguridad vislumbró alguna vez Moro en su Utopía .- Gracias de nuevo resi ...  Sé que si puedes !!

Resposta  Mensagem 3 de 10 no assunto 
De: anelita Enviado: 17/06/2011 17:43
Vaya algoporalgo ..........me sorprendes gratamente
SALUDOTES REVOLUCIONARIOS
ANELITA

Resposta  Mensagem 4 de 10 no assunto 
De: algoporalgo Enviado: 17/06/2011 19:41
General: LOS INVITO A LA GRAN FIESTA DEL 26 DE JULIO..!!!
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Respuesta  Mensaje 6 de 6 en el tema 
De: algoporalgo Enviado: 17/06/2011 11:38
De: Kukuza  (Mensaje original) Enviado: 17/06/2011 06:38
LOS INVITO QUE VENGAN A CUBA ,PARA FESTEJAR EL 26 DE JULIO...SERA UNA GRAN FIESTA EN LA PLAZA DE LA REVOLUCION...CON ORQUESTAS,KIOSCOS,PITOS, Y MATRACAS...Y LA PRESENCIA DE NUESTROS COMANDANTES FIDEL,Y RAUL...LOS ESPERAMOS...!!!!!
 
A la chusma hay que darle pan y circo, eso es lo que hacía el imperio romano.

Resposta  Mensagem 5 de 10 no assunto 
De: algoporalgo Enviado: 17/06/2011 20:00
El mercado libre se impone en China y en Cuba, eso es señal de que el socialismo es solamente una utopía, eso, una utopía. Las leyes naturales no se pueden cambiar, la igualdad de clases es solamente una utopía, pues los que reparten las ganancias de los proletarios se quedan con la mejor parte y con mas cantidad, desgraciadamente así es, la naturaleza humana no se puede cambiar, es por eso que en Cuba reina la corrupcion, el mercado negro, el apartheid, los que visitan Cuba no tienen la capacidad para ver la realidad de Cuba, solamente los mal llamados gusanos son los que saben que el proletario cubano es explotado y dominado por un régimen completamente brutal, en este foro no participan cubanos, la única cubano es Kukuza, pero esa pobre diabla es una ignorante que no ve como vive el pueblo cubano, pues ella vive en el mundo de los privilegiados cubanos, esa es la realidad, realidad que no la ven los rojillos que participan en este foro, la esposa de Papiyo es cubana pero hay cubanos que por miedo no dicen lo que es la realidad cubana, la esposa de Papiyo está contenta de haber salido de esa isla cárcel llamada Cuba.

Resposta  Mensagem 6 de 10 no assunto 
De: algoporalgo Enviado: 17/06/2011 20:03
De: anelita Enviado: 17/06/2011 09:43
Vaya algoporalgo ..........me sorprendes gratamente
SALUDOTES REVOLUCIONARIOS
ANELITA
 
Anelita, vives en la luna, eres una pobre rojilla, tú eres borrega, los rojillos de arriba son los que manipulan a los rojillos borreguillos

Resposta  Mensagem 7 de 10 no assunto 
De: IGNACIOAL Enviado: 19/06/2011 11:26
CUBA ES UNA ISLA CÁRCEL DE MISERIA Y CORRUPCIÓN DONDE SOBREVIVEN LOS PERTENENCIENTES A LA CLASE DIRIGENTE . EL RESTO . EL PUEBLO LLANO ESTÁ TIRANIZADO POR FIDEL , RAÚL Y SUS ADLÁTERES .
PARA SER LIBRES DEBERÍAN INICIAR UNA NUEVA REVOLUCIÓN QUE DESALOJARA A ESTOS TIRANOS DEL PODER . ¡ MUCHOS HAN HUIDO DE CUBA , JUGÁNDOSE SUS PROPIAS VIDAS , PARA HUIR DE LA REPRESIÓN , DE LA TIRANÍA DEL TOTALITARISMO DE LA IZQUERDA  Y DE LA AUSENCIA DE LIBERTAD !

Resposta  Mensagem 8 de 10 no assunto 
De: IGNACIOAL Enviado: 19/06/2011 11:32
TOMÁS MORO
FUE MANDADO ASESINAR POR ENRIQUE VIII , POR SER COHERENTE EN SUS IDEAS Y CREENCIAS HASTA EL FINAL
.
 
 
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/fotos/moro_tomas.jpg
 
TOMÁS MORO ( 1478 - 1535 ) .
 
 
"Felices los que nada esperan, porque nunca serán defraudados.

Cuando nos sintamos demasiado atrevidos, recordemos nuestra fragilidad; cuando nos sintamos demasiado desmayadizos, recordemos la fortaleza de Cristo.

El hombre no puede ser separado de Dios, ni la política de la moral.

Es más breve y rápido escribir herejías que responder a ellas.

Estas cosas, buen Señor, por las que rezamos, danos la gracia de trabajarlas."

Resposta  Mensagem 9 de 10 no assunto 
De: algoporalgo Enviado: 19/06/2011 18:13
Thomas MoreSanto Tomás Moro (More)
Mártir, canciller del rey inglés Enrique VIII.
Patrono de los gobernantes y los políticos.
Nace: 1478, muere 1535.
Fiesta: 22 de junio, junto con san Juan Fisher

                INDICE
Biografía
Algunos pensamientos 
Reflexiones sobre el santo
Papa lo declara patrono de gobernantes y políticos
Oración

Ver también: El Católico y la política 

          

"El hombre no puede ser separado de Dios, ni la política de la moral"

"El Buen servidor del rey,
pero primero Dios" 

 


Me pongo totalmente en manos de Dios con absoluta esperanza y confianza, Carta escrita a su hija desde la cárcel

ORACION DE
SANTO TOMÁS MORO

Dios Glorioso, dame gracia para enmendar mi vida y tener presente mi fin sin eludir la muerte, pues para quienes mueren en Ti, buen Señor, la muerte es la puerta a una vida de riqueza.

Y dame, buen Señor, una mente humilde, modesta, calma, pacífica, paciente, caritativa, amable, tierna y compasiva en todas mis obras, en todas mis palabras y en todos mis pensamientos, para tener el sabor de tu santo y bendito espíritu.

Dame buen Señor, una fe plena, una esperanza firme y una caridad ferviente, un amor a Ti, muy por encima de mi amor por mí.

Dame, buen Señor, el deseo de estar contigo, de no evitar las calamidades de este mundo, no tanto por alcanzar las alegrías del cielo como simplemente por amor a Ti.

Y dame, buen Señor, Tu amor y Tu favor; que mi amor a TI, por grande que pueda ser, no podría merecerlo si no fuera por tu gran bondad. Buen Señor, dame Tu gracia para trabajar por estas cosas que te pido.


**************

La despedida
de Tomás Moro a su hija
Margarita,
escrita en la cárcel poco antes de su martirio

"Ten, pues, buen ánimo, hija mía, y no te preocupes por mi, sea lo que sea que me pase en este mundo. Nada puede pasarme que Dios no quiera. Y todo lo que él quiere, por muy malo que nos parezca, es en realidad lo mejor".

"Aunque estoy convencido, mi querida Margarita, de que la maldad de mi vida pasada es tal que merecería que Dios me
abandonase del todo, ni por un momento dejaré de confiar en su inmensa bondad. Hasta ahora, su gracia santísima me
ha dado fuerzas para postergarlo todo: las riquezas, las
ganancias y la misma vida, antes de prestar juramento en
contra de mi conciencia".

 

 

BIOGRAFÍA

Santo Tomás Moro nació en Londres en 1477. Recibió una excelente educación clásica, graduándose de la Universidad de Oxford en abogacía. Su carrera en leyes lo llevó al parlamento. En 1505 se casó con su querida Jane Colt con quien tuvo un hijo y tres hijas. Jane muere joven y Tomás contrae nuevamente nupcias con una viuda, Alice Middleton. 

Hombre de gran sabiduría, reformador, amigo de varios obispos.  

En 1516 escribió su famoso libro "Utopía". Atrajo la atención del rey Enrique VIII quién lo nombró a varios importantes puestos y finalmente "Lord Chancellor", canciller, en 1529.  En el culmen de su carrera Tomás renunció, en 1532, cuando el rey Enrique persistía en repudiar a su esposa para casarse, para lo cual el rey se disponía a romper la unidad de la Iglesia y formar la iglesia anglicana bajo su autoridad.  

Santo Tomás pasó el resto de su vida escribiendo sobre todo en defensa de la Iglesia. En 1534, con su buen amigo el obispo y santo Juan Fisher, rehusó rendir obediencia al rey como cabeza de la iglesia. Estaba dispuesto a obedecer al rey dentro de su campo de autoridad que es lo civil pero no aceptaba su usurpación de la autoridad sobre la Iglesia. Tomás y el obispo Fisher se ayudaron mutuamente a mantenerse fieles a Cristo en un momento en que la gran mayoría cedía ante la presión del rey por miedo a perder sus vidas. Ellos demostraron lo que es ser de verdad discípulos de Cristo y el significado de la verdadera amistad.  Ambos pagaron el máximo precio ya que fueron encerrados en La Torre de Londres. Catorce meses mas tarde, nueve días después de la ejecución de San Juan Fisher, Sto. Tomás fue juzgado y condenado como traidor. El dijo a la corte que no podía ir en contra de su conciencia y decía a los jueces que "podamos después en el cielo felizmente todos reunirnos para la salvación eterna"

Ya en el andamio para la ejecución, Santo Tomás le dijo a la gente allí congregada que el moría como "El buen servidor del rey, pero primero Dios" ("the King's good servant-but God's first"). Nos recuerda las palabras de Jesús: "Al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios."  Fue decapitado el 6 de julio de 1535. Su fiesta es el 22 de junio.

Qué gran modelo es Santo Tomás Moro para todos, en especial para los políticos, gobernantes y abogados.  Pidámosle que su valentía les inspire para mantenerse firmes e íntegros en la verdad sin guardar odios ni venganzas.


PENSAMIENTOS DE STO. TOMAS MORO

"Si me distraigo, la Eucaristía me ayuda a recogerme. Si se ofrecen cada día oportunidades para ofender a mi Dios, me armo cada día para el combate con la recepción de la Eucaristía. Si necesito una luz especial y prudencia para desempeñar mis pesadas obligaciones, me acerco a mi Señor y busco Su consejo y luz" 1

"Estas cosas, buen Señor, por las que rezamos, danos la gracia de trabajarlas" 2 

"Es mas breve y rápido escribir herejías que responder a ellas" 3

NOTAS

1 "If I am distracted, Holy Communion helps me become recollected. If opportunities are offered by each day to offend my God, I arm myself anew each day for the combat by reception of the Eucharist. If I am in need of special light and prudence in order to discharge my burdensome duties, I draw nigh to my Savior and seek counsel and light from Him." --Saint Thomas More

2 "These things, good Lord, that we pray for, give us Thy grace to labor for." --Saint Thomas More.

3 "It is a shorter thing and sooner done, to write heresies, than to answer them." --Saint Thomas More.


Una imagen de Sto. Tomas More en la iglesia anglicana

Por primera vez en la historia, junio 2002, han puesto una imagen del mártir en una iglesia anglicana. Es verdaderamente "Un hombre para todas las épocas" (A Man for All Seasons), tal como se titula la película sobre su vida.

El artista es obra de Holbein, artista de la corte inglesa. Fue desvelado por el príncipe de Wales en un acto reconciliación.
 


Sobre sus escritos:
-
por Esteban Kriskovich (Director Instituto Tomás Moro. Universidad Católica. Asunción-Paraguay)

En los catorce meses de prisión (17 de abril de 1534 a 6 de julio de 1535), escribió varios cientos de hojas que forman uno de los más conmovedores testimonios de la fidelidad de un ser humano a su conciencia, a la verdad y a sus principios.

Además de una numerosa correspondencia, que parcialmente se ha podido rescatar, y unas cuantas conmovedoras oraciones encontradas en su libro de las horas, y una "Instrucción para recibir el cuerpo de Cristo", ha escrito dos obras impresionantes:

1) "Un diálogo de la fortaleza contra la tribulación", en el cual dos personajes Antonio y Vicente, uno anciano y el otro joven, dialogan ante una eminente invasión turca de los peligros y adversidades que han debido sobrellevar los cristianos perseguidos por su fe dentro y fuera de Inglaterra.

2) "La agonía de Cristo", obra inconclusa que parece habérsele arrancado de las manos justo cuando estaba en el capítulo de la aprehensión de Cristo luego de la agonía en el huerto de los olivos. Su última expresión referida a la captura de Cristo en el huerto fue "...echaron mano sobre Jesús".

La imitación a Jesucristo es la plenitud del hombre, y el amor del cristiano. Como muy bien lo dice Alvaro de Silva, Moro escribió este libro con lucidez, afecto y ternura, pero sin ningún sentimentalismo. El cristiano ha de seguir los pasos de Cristo hasta el final, empujado por el amor y la belleza de Cristo. El Calvario es una montaña, no un hoyo oscuro. También la Cruz erguida es un desafío a la ley de la gravedad[3].

Sobre ella quiero referirme explícitamente, porque creo que en algunas páginas existe algo que luego de casi dos mil años, de casi quinientos años, permanece actual.

Moro hizo de la pasión de Cristo, y de manera dramática, el centro de su contemplación durante su encarcelamiento en la Torre de Londres y todo el proceso. Para fortalecerse, Moro se ensimisma en Cristo, y sigue los pasos de Cristo en su agonía, encarcelamiento, proceso, pasión y muerte[4].

Y en un capítulo[5], que es el que quería recordar, reflexiona el hecho de que los Apóstoles, en el huerto de los olivos, duermen mientras el traidor conspira, y Cristo les llama tres veces seguidas y ellos se vuelven a dormir, tal vez por cansancio, tal vez por pereza, tal vez por dolor, pueden existir miles de explicaciones, lo cierto es que se duermen mientras Cristo los necesita. ¡Velad y orad!, les repite y ellos se vuelven ha dormir. Estado de somnolencia. ¿No es este contraste entre el traidor y los apóstoles como un espejo, y no menos clara que triste y terrible, de lo que ocurre tantas veces a través de los siglos, desde aquellos tiempos hasta nuestros días?. La somnolencia. Con razón dice Cristo que los hijos de las tinieblas son mucho más astutos que los hijos de la luz. Y nosotros, ¿estamos despiertos mientras otros maquinan?; ¿estamos despiertos en nuestras universidades fomentando una cultura de la vida humanizadora, mientras otras universidades pueden estar produciendo tesis deshumanizante?, ¿estamos despiertos mientras nuestras leyes atentan contra la vida y la dignidad humana?, ¿estamos despiertos mientras crean nuevos términos y manipulan conceptos y el lenguaje?, legisladores, filósofos, educadores, periodistas, estudiantes, juristas, jueces, médicos, pastores, intelectuales, religiosos, hombres de gobierno, padres de familia, familias enteras, pueblo amante de lo verdadero, ¿estamos acaso despiertos?.

En todos sus últimos escritos se puede notar que Tomás Moro está prácticamente solo. Si no fuera por la comprensión incluso forzada de su hija Margaret estaría completamente solo. Pero "solo" en el convencimiento de su participación en la verdad y la certeza de la comunión en esa verdad con todos los santos. El excanciller es un hombre solo, pero ¿no es la libertad original y auténtica precisamente estar solo el hombre delante de su Dios?[6].

No se encuentra en los escritos de Moro ningún fenómeno que ocurrió a otros santos como apariciones, voces celestiales, milagros ni arrebatos místicos. Moro persevera anclado firmemente en la claridad de su conciencia cristiana frente a todo lo que tiene por delante. Sólo cuenta con su fe y su razón, su libertad anclada en el amor a Cristo y a la Iglesia. Ha formado su conciencia durante largo tiempo. Con estudio y reflexión. Su convicción es tan honda y tan pura que no tiene necesidad de juzgar, despreciar o condenar a los demás. Ni disminuye su amor y respeto al Rey que le envía a la muerte, ni su lealtad al país que tanto ama. Pero su amor a Cristo y a la Iglesia es mayor, y fundado en la clara razón, en la verdad[7]. Por esto murió, no tanto por un principio o idea o tradición, ni siquiera doctrina, sino por una persona, por Cristo. No por un amor a Cristo en abstracto, sino a su Iglesia y a la verdad revelada en ella, en su caso la aceptación y defensa de la supremacía espiritual del Romano Pontífice, la "roca". Moro amaba a Cristo y comprendió que negar aquella verdad o punto doctrinal equivalía a renegar de Cristo.

Moro dentro de su silencio escogió y valoró cada palabra para fabricar una de las protestas más apasionadas y al mismo tiempo serenas a favor de la libertad del espíritu humano, iluminado por la verdad. El cristiano puede vivir sin muchas cosas, pero no puede vivir sin libertad. Su pasión por la verdad debe necesariamente ir unida a su pasión por la libertad. Moro ingresó en la Torre por seguir la verdad de su conciencia. No se adhirió al juramento porque repugnaba su conciencia cristiana. Hacerlo le hubiera llevado a perder su libertad auténtica, con mayúsculas, adherida a la verdad, y por consiguiente a perderse a sí mismo para adherirse a la auténtica libertad. Sin esa libertad original del Espíritu, las demás libertades pueden ser cadenas, aunque produzcan admiración y muy hermosas parezcan. Esto es lo que Moro tiene presente al hablar en algunas cartas del "respeto a su alma".

Hablar de conciencia individual y de inalienable libertad, no significa de ningún modo que esté permitido tomar caprichosamente cualquier decisión, sino más bien, la aptitud y obligación de buscar la verdad en cualquier asunto, según los medios de que se disponga. Y por eso fue al suplicio sin hacer concesiones, cuando le hubiera bastado aceptar un compromiso equívoco, que todo el mundo esperaba de él, para hallarse de nuevo en el ocio con dignidad[8], o en la mentira con una supuesta dignidad.

La auténtica libertad es la fuente de la alegría: "La claridad de mi conciencia hizo que mi corazón brincara de alegría", escribió a su hija Margaret, en los últimos meses de vida. Y esto hacía que el santo, pueda perdonar, rezar por sus enemigos, y aún en esos momentos difíciles y dolorosos, incluso en el cadalso, con el buen humor, fruto de la alegría de pertenecer a Cristo, antes que al propio interés o a los intereses de Estado.

Un contemporáneo de Moro, Nicolas Maquiavelo, escribió: "Amo a mi ciudad más que a mi propia alma". En esta exclamación la trascendencia se borra, el espíritu se aplaca, la conveniencia está por encima de la verdad, y el ser de las cosas se manipula causando incalculables perjuicios. Las consecuencias las conocemos mejor nosotros y mucho más trágicamente que Maquiavelo.[9]

Como decía Chesterton, "dentro de la Iglesia uno tiene que quitarse el sombrero, pero no la cabeza". No luchaba Moro obstinado en su concepción personal ni subjetiva sino en defensa y amor a la verdad. No aspiraba a "salirse con la suya", sino "con la de Dios". Moro murió por una verdad que en su época había sido puesta en peligro. Moro era un intelectual de primera línea, figura cumbre del humanismo renacentista europeo. Tomás Moro estudió la cuestión con objetividad y se aseguró concienzudamente en la verdad. Su conciencia estaba bien formada, su fe era razonable y su contenido había conocido largas horas de reflexión y de estudio. No murió por defender una simple opinión de su cabeza ni por un capricho de su conciencia, sino por salvaguardar la conciencia en la verdad objetiva revelada. Se opuso a una ley dictada al antojo por intereses del momento. Se le cortó la cabeza porque ella era lo que sus enemigos no pudieron conquistar en él[10], y necesitaron de un traidor que con perjurio lo acuse infamemente. Parecería que la verdad venció sobre la mentira, pero ¿ha sido así?. Veritas magna et prevalet. La verdad es grande y prevalece (San Agustín)[11]. Su testimonio aún sigue hasta nuestros días y nos compromete. El peso de su carácter, de su energía viril, de su honestidad, de su formación jurídica y sus quince meses en prisión es abrumador en lo que respecta a sus razones en defensa de la verdad, de lo que las cosas son realmente, del bien, de la justicia. Había mantenido con su inteligencia y prestigio humanista, con la tinta de su pluma, la fe de siempre muchos años antes de librar la última batalla con la sangre de su cabeza[12].

En un bote antes de ser apresado, hablando con su yerno William Ropper sobre la posibilidad de perder su libertad, Moro le manifestó: "La batalla está ganada". La batalla está ganada, existen muchas interpretaciones de esta expresión: la batalla de Moro consigo mismo, la batalla frente a la tentación, la batalla contra los temores, la batalla del bien contra el mal, la batalla de la verdad contra la mentira, la batalla de la muerte contra la vida, la batalla que ya Cristo ganó por nosotros.

La batalla está ganada, pero no abandonemos la lucha. Estamos llamados a ser notables soldados de Cristo, sobre todo para que no hayan más víctimas inocentes del relativismo en lo concreto. Si Dios no existe, ya todo está permitido –decía Dostoievsky-. Debemos prepararnos para ello siempre, para anunciar el esplendor de la verdad en nuestro mundo, hasta las últimas consecuencias.

Para terminar, quisiera repetir algunas frases de la entrevista sobre Tomás Moro a Oscar Luigi Scalfaro, expresidente de Italia: "Para ser buenos políticos hay que ser, ante todo, personas íntegras y formadas; formadas especialmente en la vivencia según los valores cristianos. De este modo pueden ser fuertes interiormente para poder resistir a las tentaciones del poder. Fuertes con la gracia de Dios, que conquista y que se mantiene con la oración y los sacramentos. Cuando Moro tenía entre manos algún asunto importante o grave, iba a la Iglesia, se confesaba, asistía a Misa y recibía la Comunión[13]. Reconocía que el poder era un don que venía de lo alto. El poder por el poder es diabólico; es el pecado de soberbia; es, sobre todo, pensar en sí, en la propia carrera, en el propio interés. ¡Lo opuesto al servicio de la comunidad! La formación de la persona forma parte de los derechos y deberes naturales de la familia, es decir, de los padres. Ahora bien, también es un deber primario de la Iglesia, que es madre y maestra, y tiene la tarea formar integralmente a sus propios hijos. La responsabilidad de la Iglesia en este campo es grande: ¿quién mejor que la Iglesia puede hacer sentir al cristiano que, como ciudadano, no se puede quedar en casa durmiendo, que el bien común depende de cada uno y que el sacrificio por la comunidad es un deber de justicia?. El desafío es grande y necesita personas y sobre todo jóvenes dispuestos a vivir la política como una misión, dispuestos a seguir los grandes ideales del Evangelio, con generosidad y afrontando todo riesgo.

"Simón, tú duermes?" Pedro y los demás lo amaban con locura pero estaban en un estado de somnolencia. "Simón, tu duermes?", pongamos en lugar de Simón allí nuestro nombre y ensimismémonos con esta pregunta de Cristo. Permanezcamos despiertos.

Estas Jornadas para muchos en su historia puede marcar un hito muy importante. No es casual que nos hallamos encontrado. Dios suele llamar con una sutileza muy especial. Tal vez este llamado se haya dado con la invitación a participar de estas Jornadas. El compromiso es personal. Es personal. La tarea de la iluminación de la inteligencia no es fácil pero es necesaria y apasionante. No estamos solos, aunque aparentemente lo sintamos así, porque de hecho estamos llamados en tiempos difíciles.

La batalla está ganada, pero la lucha continúa. Todos estamos llamados para este desafío, aunque nos encontremos aparentemente solos contra el poder, Dios Padre nos protege, Dios Hijo Jesucristo nos acompaña, y Dios Espíritu Santo, nos ilumina con su gracia, y además tenemos la compañía de todos los santos. El mundo está hambriento de una respuesta política auténtica, humana, Dios por algo nos hizo nacer en este tiempo y en esta tierra. Respondamos a su llamado. Muchas gracias.

[3] Cartas desde la Torre, Introducción, Pág. 16.
[4] Un hombre solo. Cartas desde la Torre. Rialp. Madrid. 1990. Pág. 148.
[5] La Agonía de Cristo. Rialp. Madrid. 1997. Pág. 76
[6] Idem. Päg. 21
[7] Idem, 22
[8] Louis Brouyer. "Tomás Moro. Humanista y mártir". Encuentro. Madrid. Pág. 88.
[9] Carta de Maquiavelo a Francesco Vettoni el 16 de abril de 1527.
[10] La agonía de Cristo. Introducción de Álvaro de Silva. Pág. xxvi.
[11] Louis Bouyer. "Tomás Moro. Humanista y Martir". Encuentro. Madrid. Pág. 91.
[12] La agonía de Cristo. Idem. Pág. xxiv.
[13] Cartas desde la Torre. Pág. 145.


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Resposta  Mensagem 10 de 10 no assunto 
De: anelita Enviado: 20/06/2011 17:21
mmmmmmmmmmmm  nosotros somos borregos? y los recalcitrantes que son? Aparte dejame decirte que ya estoy bastante grandecita para tener pensamientos propios, asi que eso de seguir a alguien pues la mera verdad nunca se me dio y menos ahora a estas alturas del partido.
SALUDOTES REVOLUCIONARIOS
ANELITA


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